El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 3 de noviembre de 2014

La momia



Dirección: Terence Fisher.

Guión: Jimmy Sangster.

Música: Franz Reizenstein.

Fotografía: Jack Asher.

Reparto: Peter Cushing, Christopher Lee, Yvonne Furneaux, Eddie Byrne, Felix Aylmer, Raymond Huntley, George Pastell, Michael Ripper.

En 1895, John Banning (Peter Cushing), arqueólogo británico, junto a su padre Stephen (Felix Aylmer) y su tío Joseph Whemple (Raymond Huntley), descubre la tumba de Ananka, una antigua princesa egipcia. Por desgracia, Stephen leerá en voz alta un papiro que devuelve a la vida a Kharis (Christopher Lee), el amante momificado de la princesa.

La momia (1959) es un maravilloso ejemplo de ese cine sencillo, directo y encantador de la famosa productora británica Hammer, especializada desde los años cincuenta en films de terror gótico. En La momia tenemos presentes a los tres pilares de dicha productora: Terence Fisher como director y Peter Cushing y Christopher Lee como actores.

Fiel a los principios de la Hammer, la película cuenta con un reducido presupuesto, lo que condiciona la puesta en escena. Sin embargo, ello no impide que asistamos, por ejemplo, a una minuciosa y simpática reconstrucción del Egipto de los faraones en uno de los flashbacks que salpican el relato. Aún así, los decorados y el nivel general de los actores, salvando a Cushing y Lee, siguen delatando la modestia del proyecto.

La momia retoma el tema de la película de 1932 de Karl Freund del mismo título, aunque aquí Terence Fisher opta por un film más centrado en la acción y el terror, con algunos sutiles toques sensuales. Es innecesario decir que la sorpresa o el miedo que podía infundir este film en la época de su estreno ha perdido hoy en día toda su fuerza. Vista en la actualidad, La momia no deja de resultar un film curioso y hasta gracioso en algún instante.

El desarrollo de la historia es bastante simple y hasta predecible, no muy diferente de otros films de terror que mezclaban alegremente verdades científicas o históricas con elementos mágicos o fantásticos y en los que la ciencia terminaba por desafiar ciertas leyendas y mitos, acarreando la muerte a aquellos impíos que no respetaban las tradiciones. Sin embargo, hay que reconocer que el argumento cae en algunas imprecisiones o giros un tanto forzados, teniendo por ejemplo en su final precipitado y algo tosco uno de los elementos menos sólidos de la historia.

Puestos a buscarle algún mensaje, cosa que no creo que estuviera en los planes del equipo de la película, podríamos verla como una advertencia frente a la intolerancia, religiosa o de pensamiento.

En cuanto al reparto, tanto Cushing como Lee están sin duda a un nivel muy superior al resto de sus compañeros, actores bastante limitados en su mayor parte. Lee está perfectamente caracterizado de momia, y podemos imaginar el pavor que podía infundir su presencia en el público de los años cincuenta. Dentro de las limitaciones que le imponía el disfraz, hay que destacar lo bien que lograba expresar sus emociones simplemente con su mirada. De Peter Cushing, ¿qué decir?, siento debilidad por este actor de edad indeteminada. En todos los films que le recuerdo me parecía siempre un hombre que bordeaba la vejez, pero siempre conjuraba esa impresión con su presencia enérgica, su delgadez y la fuerza de su trabajo.

La momia no es un film brillante, pero tiene un encanto irrepetible. Es el cine de mi infancia, de las sesiones de los sábados, de los decorados cantosos, los coloridos chillones, las actrices hermosas y exageradas y los héroes sin demasiado glamour. Tiene esa torpeza de las cosas hechas con pocos medios, y ahí reside su encanto. Me devuelve a mi infancia y ya no me asusta, solo me asombra.

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