El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 29 de junio de 2014

Pretty Woman



Dirección: Garry Marshal.
Guión: J.F. Lawton.
Música: James Newton Howard.
Fotografía: Charles Minsky.
Reparto: Richard Gere, Julia Roberts, Hector Elizondo, Jason Alexander, Ralph Bellamy, Laura San Giacomo, Hank Azaria.

Edward Lewis (Richard Gere) es un agresivo hombre de negocios que basa su fortuna en la compra de empresas en dificultades para venderlas después con grandes beneficios. Durante una estancia por negocios en Los Ángeles, conocerá a Vivian Ward (Julia Roberts), una joven prostituta a la que Lewis contrata para pasar la noche con él.

Pretty Woman (1990) es uno de esos casos en que un film no demasiado brillante le cae en gracia al público de medio mundo, y más, y termina convirtiéndose en todo un fenómeno de taquilla y en un clásico incuestionable del cine moderno. Es cierto que el argumento no resiste una mínima crítica inteligente, pero da igual, el éxito de esta comedia fue tal que barrió de un plumazo cualquier intento de análisis objetivo.

Pretty Woman es un cuento de hadas moderno, el sueño de una chica de pueblo hecho realidad, como le cuenta la ingenua Vivian a su príncipe Lewis. El problema es que estábamos en los noventa y los valores clásicos (valor, generosidad, romanticismo...) se cambian por otros más materialistas. Lo que parece rendir a Vivian a los pies de su príncipe azul es el lujo, el dinero, los coches caros, la ropa de marca. Y es que Lewis, en realidad, es una mala persona, un tiburón de los negocios al que las personas le importan un pimiento. Al menos, así se presenta la historia. Sin embargo, la moralidad hará el milagro. Ni Vivian es una puta como debe ser, pues no sería demasiado recomendable, por lo que nos la presentan como una jovencita tierna, ingenua y muy inocente, ni Lewis puede ser tan malo como lo pintaban. La magia de la historia, si la miramos con ojos infantiles, descubrirá el gran corazón que anida en el pecho de Lewis y que la dulce Vivian hará latir de nuevo. Así que mientras ella alcanza el sueño de tenerlo todo en la vida, saliendo de la pobreza y de la calle, él tendrá la recompensa de dejar atrás su lado oscuro y convertirse en una buena persona y un amante perfecto, con clase, atractivo y dinero.

Como se ve. el argumento es bastante infantil y no muy resiste del todo un ligero ataque de coherencia. Pero... la cosa funcionó. Y aún funciona. ¿El motivo? Supongo que es toda una conjunción de elementos, de pequeños detalles que encajan lo suficientemente bien para atraer a todo el mundo, a unos por un detalle, a otros por otro. La clave está en gustar al público masculino y femenino por igual. Y eso lo logró Pretty Woman.

En primer lugar está la pareja protagonista. Richard Gere, a pesar de sus limitaciones como actor y sus cargantes tics, tenía el porte y la elegancia suficientes para encajar como un guante en su papel. Era atractivo y lucía como nadie los trajes caros. Imagino que a las jovencitas de medio mundo no le resultaría complicado imaginarlo como su príncipe azul. En cuanto a Julia Roberts, tenía la belleza fresca y la gracia natural para caer bien a hombres y mujeres por igual. Era atractiva, pero sin resultar cargante, y llevaba esa ingenuidad de su personaje con tal naturalidad que resultaba muy convincente. Le sentaban igual de bien las ropas de prostituta como los vestidos de alta costura. Pero, sobre todo, caía bien, le cogías cariño casi de inmediato, lo que resultaba básico para que el cuento de hadas calara inmediatamente en el público.

Personalmente, el personaje que más me gustó fue el de Barney Thompson, el director del hotel, interpretado por Hector Elizondo. Ya ven, no es difícil que cada uno encuentre algo que le guste en esta historia.

Al atractivo de los protagonistas se unía también una banda sonora perfecta, con un par de temas magistrales que daban ese encanto especial a algunas de las escenas más logradas de la película.

Y si unimos a todo esa dosis de recompensa moral, donde una mujer de la calle termina convertida en la novia de un millonario, donde el amor parece triunfar sobre la mezquindad, donde la ingenuidad es capaz de ablandar al corazón de piedra del hombre de negocios, donde la vida se convierte en algo maravilloso... el resultado final es un film que funciona de maravilla aún cuando todos podamos encontrarle mil defectos. Y es que uno termina por pensar que si critica tal dechado de buenas intenciones podría acabar por pensar que no es buena persona.

A nadie le amarga un dulce, por muy artificial que sepamos que es.


sábado, 28 de junio de 2014

Pánico nuclear



Dirección: Phil Alden Robinson.
Guión: Paul Attanasio y Daniel Pyne (Novela: Tom Clancy).
Música: Jerry Goldsmith.
Fotografía: John Lindley.
Reparto: Ben Affleck, Morgan Freeman, James Cromwell, Liev Schreiber, Bridget Moynahan, Alan Bates, Ciaran Hinds.

En el año 2002, un árabe encuentra una bomba enterrada en la arena, sin saber exactamente su naturaleza y su valor. Se trata nada menos que una bomba nuclear procedente de un avión israelí que caerá en manos de un fanático nazi dispuesto a provocar un conflicto militar entre Estados Unidos y Rusia.

El tema de la guerra fría y la posibilidad de un conflicto nuclear entre Estados y Rusia ha dado mucho juego, tanto en literatura como en el cine. Pánico nuclear (2002) es una nueva aproximación a un tema que puede dar mucho juego pero aquí se queda en un planteamiento bastante esquemático, dando como resultado una película entretenida pero sin demasiado interés.

De nuevo tenemos en acción a Jack Ryan, el personaje más reconocible de Tom Clancy, encarnado en anteriores adaptaciones de sus novelas por Harrison Ford y Alec Baldwin. En esta ocasión es el atractivo pero frío Ben Affleck el encargado de encarnar al protagonista, y hay que reconocer que su trabajo está bastante mejor que en otros trabajos de este actor. Morgan Freeman le da la réplica con su habitual acierto, si bien su papel no es todo lo importante que hubiéramos deseado.

Pero no es en el reparto en donde encontramos los principales problemas de Pánico nuclear, que falla principalmente por culpa de su argumento.

Para empezar, la trama no resulta demasiado creíble. La figura del sádico nazi dispuesto a provocar un conflicto mundial se acerca más a los malos de la serie de James Bond que a un villano auténtico y convincente. A pesar del intento de verosimilitud con que es presentado, uno no puede dejar de ver lo aparatoso del planteamiento y su escasa solvencia. Por si ello fuera poco, la escalada que está a punto de provocar una guerra abierta entre Rusia y Estado Unidos tampoco termina de resultar convincente. A uno se le ocurren varias alternativas que un presidente sensato podría tomar antes de decidirse por desencadenar un ataque nuclear masivo.

Si la trama política no termina de funcionar, el resto del entramado tampoco. Ni la relación de Jack Ryan con sus superiores está bien desarrollada ni su relación sentimental tiene la entidad necesaria para tener un peso específico en la historia. Parece más bien un detalle de cara a la galería, imprescindible por cuestiones de taquilla, que algo que encaje y aporte algo a la historia.

Y para rematarlo todo, el desenlace de la trama resulta precipitado y tosco, sin interés, sin tensión, sin emoción y absolutamente previsible. Bueno, salvo la conversación de Ryan con el presidente ruso, un giro del todo increíble y hasta absurdo que es la mala guinda a un pastel bastante pobre.

Da la impresión que la adaptación de la novela de Clancy no se hizo con el acierto necesario, limitándose los guionistas a ofrecernos una mezcolanza de intriga, romance y relaciones personales bastante banales y sin mucha imaginación.

En definitiva, un film para pasar el rato pero que se queda muy lejos de ser un film inteligente y mucho más lejos de la excelencia.

miércoles, 4 de junio de 2014

Paycheck



Dirección: John Woo.
Guión: Dean Georgaris (Relato: Philip K. Dick).
Música: John Powell.
Fotografía: Jeffrey L. Kimball.
Reparto: Ben Affleck, Uma Thurman, Aaron Eckhart, Colm Feore, Paul Giamatti, Joe Morton, Michael C. Hall, Emily Holmes, Krista Allen, John Cassini, Fulvio Cecere, Joe Coyle, Richard Cummins.

Michael Jennings (Ben Affleck) es un brillante ingeniero que realiza importantes trabajos para empresas de alta tecnología. Para que no rebele secretos de su trabajo, a Jennings le borran la memoria de sus investigaciones una vez terminadas. Pero ahora, Jennings recibe el encargo de su vida: tres años de trabajo y una recompensa millonaria con la que podrá retirarse para siempre.

El cine actual parece volver con cierta asiduidad a viejas fórmulas, antaño exitosas, pero con el toque tecnológico de la modernidad. Es como si Hollywood se rindiese a ese dicho de que "nada hay nuevo bajo el sol" y se dedicase a una meticulosa y rentable labor de diseñar máquinas tragaperras a todo color y pantalla panorámica. Al menos es la impresión que uno tiene al ver películas como esta Paycheck (2003), un entretenimiento tan espectacular como absurdo.

La ciencia ficción ha dejado notables trabajos, obras maestras del cine, pero también algunas otras películas que llegan a rozar lo ridículo o la tomadura de pelo. Paycheck bordea este terreno peligrosamente y, si bien se puede salvar por los pelos por lo entretenida de la propuesta, también es verdad que el argumento, a poco que se pare uno a pensar, cosa que el ritmo trepidante del film no lo permite, resulta tan idiota como increíble. Que al protagonista le borren selectivamente recuerdos como quién pincha globos, por mucho que se intente adornar con máquinas más o menos sofisticadas, roza lo idiota. Salvo muy buena voluntad por nuestra parte, la reacción más lógica sería la carcajada.

Normalmente, este tipo de  películas, con hipótesis tan retorcidas como la citada o en que el protagonista puede ver el futuro, ya parten con una gran desventaja, pues ni el más incauto termina por tragarse tal premisa. Pero es que Woo tampoco parece mostrar demasiado interés en convencernos de la plausibilidad de su planteamiento; éste es solo una simple excusa para un derroche de acción y clichés que ya no engañan a nadie. Uno empieza ya a cansarse de esos guiones trufados de pequeños detalles que más tarde sirven para guiños simpáticos o medias justificaciones. Esta manera de escribir la historia resulta ya cansina. Y ya el recurrir al truco de platearnos un final desgraciado para el héroe, insistiendo en ello repetidas veces, tampoco resulta del todo creíble; y cuando, al final, se demuestra que no era más una trampa más, uno no sabe si reir alegrándose de su perspicacia al anticipar el engaño o maldecir al torpe guionista que no tiene otra cosa más sutíl que ofrecernos.

Y es que el cine actual parece dejar a un lado sin miramientos el argumento, olvidándose que es parte básica de toda buena película que se precie. El mero juego de efectos especiales, peleas, escenas de acción y persecuciones no dan como resultado más que un entretenimiento muy básico que no puede contentar demasiado a un espectador un poquito exigente. Y el director se ha limitado a eso, olvidándose de la lógica y el sentido común. Que un simple ingeniero tenga que luchar por su vida puede resultar interesante, pero nunca se puede convertir a ese hombre en una especie de Rambo y pensar que nos lo vamos a tragar sin rechistar. No es que sea un fanático de la verosimilitud, pero al menos espero algo de coherencia en las historias.

Así que lo que tenemos no es más que un andamiaje futurista de escasa consistencia que da lugar a una historia bastante predecible en la que el protagonista tiene que cumplir su misión con la ayuda de una serie de objetos cuya presencia, una vez asimilidado su significado, pasa a convertirse en una repetición de momentos en los que Michael Jennings se sirve de esos objetos para ir avanzando en su tarea, lo que termina por resultar un tanto repetitivo y que en muchos casos roza lo absurdo directamente. En seguida, el argumento deja de tener importancia y la película se queda reducida a peleas y persecuciones sin más.

Paycheck recuerda, supongo que intencionadamente, a Con la muerte en los talones (Alfred Hitchcock, 1959), como en la escena en que  Michael Jennings escapa del metro que lo persigue, como escapaba Cary Grant de la avioneta. En cierto sentido, Affleck tiene un parecido con Grant, salvando las distancias. La diferencia es que Hitchcock nos regaló un film de suspense interesante, con humor y con ingenio, mientras que John Woo se dedica a desarrollar un argumento absurdo al servicio de una historia predecible, sin imaginación y donde el recurso a la acción se rebela como el arma más eficaz que ha encontrado el director, decidido a hacer un cine de palomitas, sin duda el camino más fácil.

Ben Affleck no es un actor que me diga gran cosa, más bien lo contrario, y su presencia en Paycheck me parecía todo un punto negativo antes de ver el film. Sin haber cambiado mi opinión acerca de su talento, es cierto que su trabajo me pareció algo menos soso que en otras películas suyas. Uma Thurman tiene finalmente un papel bastante secundario, lo que es una pena. Y el resto del reparto, un tanto encasillados en unos roles muy básicos, donde el malo (Aaron Eckhart) ha de parecerlo desde el primer plano, lo mismo que sus secuaces, y donde Paul Giamatti tampoco tiene demasiados momentos para lucirse. El resto, cumplidores.

En definitiva, una película sin pretensiones, salvo la espectacularidad de algunas escenas, y sin brillo. Uno de esos productos para consumo de masas que no dejan demasiada huella. Se deja ver y punto.