El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 2 de abril de 2016

Sospechosos habituales



Dirección: Bryan Singer.
Guión: Christopher McQuarrie.
Música: John Ottman.
Fotografía: Newton Thomas Sigel.
Reparto: Gabriel Byrne, Kevin Spacey, Chazz Palminteri, Stephen Baldwin, Benicio del Toro, Pete Postlethwaite, Giancarlo Esposito, Dan Hedaya, Suzy Amis, Frank Medrano, Ron Gilbert, Kevin Pollak.

Roger "Verbal" Kint (Kevin Spacey), un estafador lisiado, es el único superviviente de una matanza ocurrida en un barco en el puerto de San Pedro de Los Ángeles. Interrogado por la policía, Kint se remonta a seis semanas atrás, en Nueva York, cuando fue detenido junto a cuatro sospechosos habituales en relación a un robo de un camión con armas.

Sospechosos habituales (1995) puede inscribirse en esa nueva tendencia del cine actual de darle una vuelta de tuerca a los géneros tradicionales, en busca de un enfoque novedoso. A veces el resultado es un film original, a veces es solo un intento fallido.

Lo mejor que puede decirse de esta película es que te atrapa. Con un guión enrevesado a propósito y una puesta en escena que parte de un flash-back y es un relato subjetivo del protagonista, el director se recrea en despistar al espectador, en mantenerlo en vilo intentando atar cabos, esperando descubrir la identidad de un misterioso capo de la droga, Keyser Soze, y aguardando un desenlace inquietante.

Es cierto que, bien mirada, la intriga es bastante elemental y que el guión está lleno de trucos y trampas que podrían desesperarnos. Incluso, quién logre adivinar el desenlace, verá mermada la intensidad de la intriga. Sin embargo, y a pesar de estos detalles, el mérito de Singer es hacer un relato intenso, apoyado en un buen reparto y una puesta en escena muy cuidada, donde todo va funcionando sin fisuras. De esta manera, descubierto el engaño final, uno está más predispuesto a aceptar las mentiras que pueblan el guión, porque al menos ha pasado un buen rato.

El director realiza un trabajo impecable tras la cámara, con una dirección precisa al servicio de la historia, donde logra momentos de máxima tensión que nos mantienen pegados a la butaca con pegamento del bueno. Otro punto a favor de Bryan Singer es que no ha basado la película en el impacto de las escenas violentas, algo a lo que es habitual recurrir para suplir otras carencias argumentales. En esta ocasión, existiendo algunas escenas violentas, Singer opta por evitar los detalles morbosos, recurriendo a elipsis o pequeños trucos, como apagar las luces de un ascensor, para no resultar excesivamente explícito.

En cuanto al reparto, sin duda hay que destacar a un genial Kevin Spacey, ganador además del Oscar al mejor secundario. Spacey es un actor especial, con una fuerza que a veces contradice su aparente falta de expresividad, y que realiza en esta ocasión un trabajo excepcional, componiendo a un villano absolutamente convincente.

Sospechosos habituales demuestra que aún no está todo dicho en el género. Que con un guión inteligente se pueden hacer películas entretenidas y que aporten algo nuevo. La clave, como siempre, es la inteligencia y el talento.

La película, además del Oscar de Spacey, ganó el premio al mejor guión original.

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