El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Dos cabalgan juntos



Dirección: John Ford.
Guión: Frank Nugent (Libro: Will Cook).
Música: George Duning.
Fotografía: Charles Lawton Jr.
Reparto: James Stewart, Richard Widmark, Shirley Jones, Linda Cristal, Andy Devine, John McIntire, Mae Marsh, Anna Lee, Harry Carey Jr., Woody Strode.

Una vez alcanzado un tratado de paz con los comanches, los colonos le piden al ejército que recupere a sus familiares capturados por los indios. El mayor Frazier (John McIntire), encargado de la misión, decide recurrir al sheriff Guthrie McCabe (James Stewart), de Tascosa, para que negocie con los comanches, pues tiene experiencia en tratar con ellos.

En un primer momento, se pensó que John Ford hiciera en esta película un remake de Centauros del desierto (1956). Ford aceptó el encargo, aunque puso como condición poder modificar el argumento a su gusto. De ahí que, en lugar de una versión de Centauros del desierto, Dos cabalgan juntos (1961) sea un film completamente original, si bien se aborda de nuevo el problema de los blancos capturados por los indios y su difícil regreso a casa.

Sin renunciar a unas buenas dosis de humor, especialmente al comienzo del film, Dos cabalgan juntos es, en esencia, una película bastante amarga y sombría. No se trata de ensalzar la vida militar o de magnificar la importancia del honor, la familia y el deber. Incluso el protagonista de la película, el sheriff McCabe, es presentado en un primer momento como un cínico y un egoísta al que solo le interesa su propio beneficio económico. En este sentido, el parecido con Centauros del desierto es evidente. Incluso las familias que intentan recuperar a sus familiares cautivos de los indios son dibujados como personas obsesionadas, incapaces de comprender la realidad, anclados en un pasado que no les ha dejado seguir con sus vidas, cuando no como meros majaderos racistas. Cuando finalmente tengan la verdad delante de sus ojos, comprenderán horrorizados el error de sus falsas esperanzas de recomponer sus familias y emergerá todo el racismo y el desprecio hacia los indios. La ilusa madre que vive en un perpetuo engaño terminará pagando con su vida su poco sentido común.

Ford, de todas maneras, sigue fiel a sus principios y realiza aquí una dura crítica al racismo, la intolerancia y la hipocresía de los blancos, mientras que una vez más muestra su admiración por la nobleza del pueblo indio.

Quizá se eche de menos la épica de otros títulos del director, por lo que algunos tachan a Dos cabalgan juntos como un film menor dentro de la obra de John Ford. Pero lo que no se puede negar es el sello del realizador a la hora de tocar las fibras sensibles del espectador (recuerdo especialmente la escena en que el joven indio reconoce su caja de música, antes de ser linchado) y su capacidad de mostrar con un solo plano toda la carga dramática de una escena.

El aspecto en que me resulta menos convincente es en las escenas más humorísticas de la película, donde intenta aligerar la historia con algunos toques de humor que, vistos hoy en día, pueden resultar algo forzados o infantiles.

La película supuso la primera colaboración de James Stewart con Ford, con quién repetiría al año siguiente en la soberbia El hombre que mató a Liberty Valance.

A pesar de no estar, para mí, entre mis películas preferidas del director, Dos cabalgan juntos me parece un film muy interesante donde un Ford más reflexivo y pesimista que de costumbre vuelve a poner en claro cuáles eran sus valores y sus principios, dejando una muestra más de su profundo sentido de la justicia y el respeto hacia el pueblo indio, amén de su dominio del ritmo y del lenguaje cinematográfico.

El guerrero nº 13



Dirección: John McTiernan.
Guión: William Wisher, Warren Lewis (Novela: Michael Crichton).
Música: Jerry Goldsmith.
Fotografía: Peter Menzies Jr.
Reparto: Antonio Banderas, Vladimir Kulich, Omar Sharif, Dennis Storhoi, Diane Venora, Neil Maffin, Daniel Southern, Clive Russell, Richard Bremmer, Tony Curran, Erick Avari, Sven Wollter, Asbjørn 'Bear' Riis, Sven-Ole Thorsen, Maria Bonnevie, Suzanne Bertish.

Siglo X. Ahmed Ibn Fahdlan (Antonio Banderas) es un noble y poeta árabe que vive en Bagdag. Tras fijarse en la hermosa esposa de otro hombre, es desterrado de Bagdag y enviado por el califa como embajador a las lejanas tierras del norte.

Basada el "Devoradores de cadáveres", el best seller de Michael Crichton, que daba una nueva versión del mito de Beowulf, El guerrero nº 13 (1999) es un original y entretenida película de aventuras que cuenta además con la presencia como protagonista de Antonio Banderas. Crichton, por cierto, participó como productor del film; éste no terminaba de convencerle, por lo que acabó despidiendo al director, que también era coproductor, realizando algunas modificaciones en la historia.

El guerrero nº 13 ha de ser vista como un film de aventuras, que es lo que es realmente. Desde este punto de partida hemos de aceptar algunos detalles del guión un tanto sorprendentes, especialmente en cuanto al planteamiento inicial de que un poeta árabe se convierta en un experto guerrero y que sea capaz de aprender el idioma de los vikingos en un par de días (licencia necesaria para poder agilizar el relato sin necesidad de mezclar dos idiomas durante toda la película).

Sin embargo, a pesar de este par de detalles y alguna que otra incongruencia histórica, como que los hombres de Neanderthal sobrevivieran hasta el siglo X y adoraran a una diosa con la forma de la famosa Venus de Willendorf, la película consigue mantenerse dentro de unos límites de verosimilitud bastante razonables, lejos de algunos film actuales de aventuras donde se riza el rizo hasta límites insospechados.

Tras una primera parte introductoria no demasiado original, breve y necesaria, la película empieza a ganar enteros cuando nos adentramos en el nudo argumental, gracias a la buena dosificación del misterio a cerca de los extraños seres que asolan una aldea vikinga. El guión juega admirablemente con una mezcla de terror y leyendas, de seres crueles e invencibles que logra mantener todo nuestro interés. Poco a poco, en cuanto se va desvelando el misterio, la película pierde ese toque misterioso y el resto de la historia transcurre ya por derroteros mucho más conocidos y bastante comunes a cualquier film de aventuras y acción. La trama comienza a tocar lugares muy comunes y el desenlace se va haciendo también muy previsible. Sin embargo, la película sigue enganchándonos merced a algunas características notables de la misma.

Por una lado, la perfecta ambientación y recración de la vida en una aldea vikinga. Y ello acompañado de una hermosa y eficaz fotografía que sabe jugar con las luces y las sombras y realza siempre el misterio, el drama y el peligro en los ataques de los hombres bestia conocidos como los wendols; ataques filmados con absoluta maestría por John McTiernan, que no deja que en ningún instante se pierda el ritmo y la intensidad.

En cuanto a los actores, destacar la presencia de un convincente Antonio Banderas secundado por un cuidado grupo de actores nórdicos que encarnan a la perfección a los guerreros vikingos, corroborando también en este apartado el cuidadoso proceso de ambientación realizado.

El guerrero nº 13 fue, a pesar de sus aciertos, un rotundo fracaso comercial en su momento. Quizá no sea el film de aventuras perfecto, sin embargo, creo que reune todos los elementos para ofrecer un entretenimiento digno y bien hecho. Personalmente, prefiero esta manera de entender el cine de aventuras que otras propuestas mucho más espectaculares y aparatosas que me parecen más ejercicios circenses que buen cine honesto.

En definitiva, una película bien planteada, cuidada en todos los detalles y, en general, bastante entretenida. Y creo que ya es bastante para lo que se le puede pedir a una película de estas características.

lunes, 28 de octubre de 2013

Donde reside el amor



Dirección: Jocelyn Moorhouse.
Guión: Jane Anderson (Novela: Whitney Otto).
Música: Thomas Newman.
Fotografía: Janusz Kaminski.
Reparto: Winona Ryder, Anne Bancroft, Ellen Burstyn, Kate Nelligan, Alfre Woodard, Maya Angelou, Kate Capshaw, Loren Dean, Samantha Mathis, Dermot Mulroney, Derrick O'Connor, Jean Simmons, Lois Smith, Rip Torn, Mykelti Williamson, Jared Leto, Johnathon Schaech, Will Estes.

Finn (Winona Ryder) está en un momento delicado de su vida: está a punto de terminar sus estudios, aunque prolonga indefinidamente su tesis doctoral; también está prometida con Sam (Dermot Mulroney) y la fecha de su boda se aproxima peligrosamente. Llena de dudas, Finn decide pasar el verano con su familia con el pretexto de terminar su tesis.

Donde reside el amor (1995) es, como el propio título indica, una extensa reflexión sobre el amor, sus encantos y sus peligros, a través de las experiencias de una serie de mujeres maduras que le cuentan a la indecisa y temerosa Finn sus propias experiencias. La película se llena de flash backs en los que se van desgranando los dramas personales y las frustraciones de esas mujeres, reunidas para confeccionar una colcha nupcial para Finn.

Jocelyn Moorhouse decide crear un film romántico y preciosista que se apoya fundamentalmente en una fotografía cálida y muy hermosa a cargo de Janusz Kaminski, la partitura melancólica de Thomas Newman y un tono sosegado, de confidencias, que le da a la película un aire intimista, serio y cálido.

Para completar el cuadro, la directora reúne un reparto espectacular plagado de nombres famosos a la cabeza del cuál se sitúa una Winona Ryder en la plenitud de su carrera, aportando ese aire ingenuo, frágil y su belleza delicada y algo aniñada. A su lado, rostros como los de Anne Bancroft (El graduado de Mike Nichols, 1967), una sólida actriz, más rotunda aún en su madurez, o la rescatada Jean Simmons, que aún demuestra que el talento no se pierde con la edad, o la oscarizada Ellen Burstyn de Alicia ya no vive aquí (Martin Scorsese, 1974).

Y dicho todo ésto, he de aclarar que Donde reside el amor me resultó un film pedante, lento, pretencioso y vacío. Un mero ejercicio de presunción y estilo a cargo de una directora que quería dejar para la posteridad un película grandiosa y, para mí, se quedó en un envoltorio cargante y ostentoso que encierra en realidad muy poca autenticidad. Y tampoco el público y los críticos aplaudieron en su momento la película.

Desde el principio uno adivina por dónde van a ir los tiros y los peores temores se van confirmando con pasmosa exactitud: unos personajes estereotipados; unas relaciones trazadas con lápiz grueso y que no terminan de llegarnos; un esquema repetitivo a base de ir desvelando el pasado de las mujeres que tejen la colcha y que se reduce a meros ejercicios de estilo que buscan deslumbrarnos con la impecable y cargante belleza formal; un personaje principal inmaduro para su edad que no termina de resultar del todo creíble; el recurso a una extraña justificación moral para el engaño de Finn a su novio que suena a pura mojigatería... y para rematar, un final feliz a todas luces forzado e incoherente con todo lo que habíamos visto anteriormente; el supuesto enfoque progresista, con las dos abuelas fumando hierba incluído, se diluye de pronto en un final donde triunfa el amor contra toda lógica por encima de engaños, soledades, dramas y miedos. Hay que dejar a los espectadores un buen sabor de boca y para Jocelyn Moorhouse eso sólo se consigue con la reconciliación de todos y a toda prisa, pues no se puede alargar ya mucho más un film que se iba haciendo interminable.

En definitiva, puede que el tono empalagoso y la cuidada presentación lleguen a engatusar a muchos, pero para mí, Donde reside el amor no es más que un film pretencioso y que no me llega a emocionar en ningún instante. Lo mejor, el reparto, sin duda alguna.

sábado, 26 de octubre de 2013

Definitivamente, quizás


Dirección: Adam Brooks.
Guión: Adam Brooks.
Música: Clint Mansell.
Fotografía: Florian Ballhaus.
Reparto: Ryan Reynolds, Rachel Weisz, Abigail Breslin, Derek Luke, Isla Fisher, Elizabeth Banks, Kevin Kline, Kevin Corrigan, Jamie Lee Kirchner.

Will Hayes (Ryan Reynolds) está en pleno proceso de divorcio. Mientras cuida de su hija Maya (Abigail Breslin), ésta le pide que le cuente cómo era su vida antes de casarse y cómo conoció a la que es su madre.

Lo bueno de films románticos como este es la sensación que le dejan a uno al final. Es como si la vida pudiera brindarnos mil oportunidades y hubiera esperanza y un final feliz al alcance de la mano y para todos. No creo que ello sea malo en sí mismo. Si me dan a elegir, prefiero terminar de ver una película con una sonrisa en los labios que enfadado o deprimido. Así que, en este sentido, Definitivamente, quizás (2008), y perdón por empezar por el final, cumple con las máximas del género y después de no pocas peripecias del protagonista, acabamos con esa sonrisa en los labios al ver como triunfa el amor verdadero.

Y lo bueno, además, es que aunque se adivina desde el comienzo del film que el desenlace será positivo, éste tiene las suficientes dosis de originalidad y sensatez para permitirnos terminar la película con la sensación de haber asistido a un ejercicio digno y sensato. Y ello es un punto muy interesante que hace que Definitivamente, quizás esté un peldaño por encima de otras comedias románticas de parecido corte pero muy inferior ejecución.

Es evidente que el guión de este tipo de comedias románticas ha de llevarnos a lugares comunes, pues las historias de chico encuentra chica no dejan demasiado espacio a la innovación, al menos a grandes  rasgos. Así que Adam Brooks, el director y guionista de la película, intenta añadir unas dosis de intriga a la típica historia de amor que está en la base de toda comedia romántica. Así, tendremos que averiguar, a la vez que la pequeña Maya, quién es la esposa y madre de entre las tres mujeres que se cruzan por la vida de Will. La propuesta resulta interesante y añade un plus de interés al romance en sí.

Pero lo que de verdad destaca en Definitivamente, quizás es que los personajes principales (Will, su hija y sus novias) están tratados con absoluto sentido común, son coherentes, creíbles y sus vidas no están en el aire, sino que el guión se toma la molestia de crear un universo en el que se mueven con absoluta normalidad y credibilidad. El trasfondo político por el trabajo de Will en la campaña de Bill Clinton está perfectamente hilvanado con las historias amorosas del protagonista y además brinda la oportunidad de mostrar una pequeña reflexión sobre el mundo de la política y sus engaños.

La película cuenta además con unos diálogos bastante buenos, alejados de los estereotipos y la pedantería, que mantienen el interés por la historia, que gracias a ellos resulta cercana y nos va seduciendo a medida que pasan los minutos. Y este es otro de los méritos de Adam Brooks, el conseguir que la historia no pierda interés en ningún instante, sino todo lo contrario, además de sortear con elegancia los peligros de un final que, en este tipo de películas, a veces puede resultar empalagoso. No es el caso aquí; Brooks mantiene el buen criterio y la sensatez en todo momento y la película nos emociona sin sonrojarnos y nos deja, como decía, con una sonrisa en los labios.

Quizá la parte más floja resida en contar con Ryan Reynolds en el papel principal. Está claro que su elección se debe a su atractivo, sin duda perfecto para este tipo de papeles, pero el problema viene por su falta de expresividad. Es un actor que termina resultando soso. Por el contrario, las actrices de la película me resultaron mucho más convincentes, en especial la pequeña Abigail Breslin, que ya me había conquistado en Pequeña Miss Sunshine (Jonathan Dayton, Valerie Faris, 2006) y que vuelve a demostrar que su gran trabajo en aquella película no era casualidad. Y tanto Rachel Weisz como Isla Fisher hacen también un gran trabajo.

Definitivamente , quizás es, en resumen, una buena comedia romántica. La historia resulta convincente, está filmada con buen ritmo, posee personajes muy bien definidos y coherentes y nos proporciona un muy buen entretenimiento. Para los tiempos que corren, creo que es suficiente para darle una buena nota.

jueves, 24 de octubre de 2013

Breakdown



Dirección: Jonathan Mostow.
Guión: Jonathan Mostow, Sam Montgomery.
Música: Basil Poledouris.
Fotografía: Douglas Milsome.
Reparto: Kurt Russell, J.T. Walsh, Kathleen Quinlan, Thomas Kopache, M.C. Gainey, Jack Noseworthy, Rex Linn, Moira Sinise, Jack McGee, Vincent Berry, Ritch Brinkley.

Jeff (Kurt Russell) y Amy Taylor (Kathleen Quinlan) van de viaje hacia California. Sin embargo, cuando están cruzando Nuevo México, su coche se avería en una carretera en medio de la nada. Afortunadamente, un camionero se detiene y se ofrece a ayudarlos.

Breakdown (1997) es un thriller estilo road movie con algunos buenos elementos a su favor que, por desgracia, no tiene el desenlace que su buen arranque merecía.

El planteamiento inicial es sencillo: una pareja de viaje y, de pronto, la mujer desaparece misteriosamente para desolación de su esposo. Nadie le da ninguna pista, como si nunca la hubieran visto por ahí. Y cuando Jeff se encuentra de nuevo con Red Barr (J.T.Walsh), el camionero que los socorrió, éste niega haber recogido a su esposa ni haberlos visto jamás.

Un comienzo tremendamente logrado, inquietante y misterioso que nos mantiene en vilo y hace que no nos despeguemos de la pantalla. Mientras el misterio dura, mientras no sabemos muy bien quienes y porqué están implicados en la desaparición de la mujer, la película mantiene todas sus promesas y la emoción de tener que averiguar lo que sucede.

El problema es que a medida que vamos desenredando la madeja empezamos a descubrir que el guión encierra mucho menos de lo que prometía. Al final todo se termina reduciendo a un más que improbable grupo de personas aparente normales, vecinos de la zona, que llevan años dedicándose a asaltar, secuestrar, robar y asesinar a incautos turistas que pasan por su pueblo. No es que no sea posible tal circunstancia, pero no resulta demasiado elaborada ni convincente. Es entonces cuando el guión opta por seguir el camino más fácil y toda la tensión y la intriga del comienzo dejan paso a un film de acción donde se suceden las peleas, los disparos y las persecuciones en un devenir de la cinta en la que ya no tenemos sorpresa alguna y donde se adivina claramente el desenlace.

La culminación de todo ello es un final bastante espectacular, aunque muy poco original, donde prima la acción pura y dura sin demasiada elaboración y aún menos originalidad. Una pena, pues el comienzo del film hacía que nos esperásemos algo menos evidente.

Aún a pesar de esta pérdida de originalidad de la historia conforme avanza la cinta, Breakdown es una película bastante bien hecha en la que el director sabe jugar bien las cartas. Así, destaca una cuidada fotografía y, sobre todo, lo bien que está planteada la tensión y cómo sabe jugar con nosotros a base de crear un entorno, tanto humano como físico, realmente hostil hacia los protagonistas.

Además, y esto es algo exclusivamente personal, el contar con Kurt Russell como protagonista es un plus para mí que añade atractivo a la película. Desde que lo vi en la genial Golpe en la pequeña China (John Carpenter, 1986) es un actor que me ha caído bastante bien. A su lado, J.T. Walsh compone a un villano realmente inquietante, mientras que el resto del reparto también resulta del todo convincente.

En definitiva, una película entretenida que contiene un buen puñado de factores a tener en cuenta aunque, lamentablemente, nos defraude un poco desde la mitad de la cinta hasta el final. A pesar de ello, recomendable para pasar un buen rato de cine de tensión.

lunes, 14 de octubre de 2013

Fuga de Alcatraz



Dirección: Don Siegel.
Guión: Richard Tuggle (Novela: J. Campbell Bruce).
Música: Jerry Fielding.
Fotografía: Bruce Surtees.
Reparto: Clint Eastwood, Patrick McGoohan, Roberts Blossom, Jack Thibeau, Fred Ward, Paul Benjamin, Larry Hankin, Bruce M. Fischer, Frank Ronzio.

San Francisco, 18 de enero de 1960. Frank Lee Morris (Clint Eastwood), un convicto muy inteligente, es trasladado a Alcatraz, la prisión más segura de Estados Unidos, tras un intento de fuga. A pesar de que nadie ha logrado fugarse de Alcatraz, para Frank no existe otra alternativa que intentarlo.

Última de las colaboraciones entre Don Siegel y Clint Eastwood, que había dejado películas tan emblemáticas como El seductor (1971) o Harry el sucio (1971), Fuga de Alcatraz (1979) es uno de los mejores films sobre prisiones que se ha rodado jamás. Tal vez el mejor hasta Cadena perpetua (Frank Darabont, 1994), con la que sin duda se disputaría el primer puesto.

Basada en un libro de J. Campbell Bruce, la película relata la fuga de una prisión más famosa de la historia y que motivó el cierre de la famosa penitenciaría de Alcatraz; fuga que sigue envuelta en el misterio, pues nunca aparecieron los cadáveres de los tres presos fugados ni se supo más de ellos.

El gran acierto de Don Siegel es el haber planteado la película de un modo muy riguroso, sin caer en melodramas o intentar dramatizar en exceso los acontecimientos. Siegel se limita a contarnos la estancia de Morris en la cárcel y como va planeando la huída con todo detalle. El resultado es un film que nos atrapa progresivamente, gracias a una muy buena dosificación de la tensión, y donde el director consigue crear una atmófera perfecta para el drama carcelario que nos va a contar. La descripción de la vida en la prisión es meticulosa y precisa. Conoceremos las angustias de los condenados, su frustración, la retorcida mente del alcaide, un ser amargado que disfruta haciendo sufrir a los presos... y siempre con un punto de mesura, sin caer en las dramatizaciones excesivas, llevando siempre Siegel las riendas y consiguiendo que el retrato de la vida en Alcantraz resulte convincente y a la vez cautivador.

La película está rodada además en la misma prisión de Alcatraz, lo que le añade un plus de realismo innegable que sabe explotar perfectamente Siegel, que no sale de la prisión nunca, salvo la primera escena, cuando vemos como llega Morris a la cárcel. Ello añade un aire claustrofóbico a la película, algo que sin duda le va como anillo al dedo, haciendo que como espectadores sintamos la asfixiante atmósfera de la prisión o la estrechez de la celdas, filmadas con absoluta maestría por Siegel.

A parte de la atmósfera, habría que destacar también los diálogos de la película. Secos y concisos, describen a la perfección a los diferentes personajes y su carácter. Aún no había llegado la moda de que los tipos duros soltaran veinte tacos por frase, ni falta que hace en realidad. Sin caer en lo grotesco, la película está repleta de frases y gestos tan precisos como eficaces. Todo un acierto.

Con un planteamiento tan serio y una evidente limitación en cuanto al desarrollo de los acontecimientos, el mérito de Don Siegel es haber sabido crear un film absorvente, tenso e intenso donde destaca la figura de Clint Eastwood, sobre el que recae el peso de la historia y que resulta absolutamente genial. También es cierto que cuenta con la inestimable ayuda de un grupo de secundarios no demasiado famosos, pero que realizan un trabajo admirable, empezando por Patrick McGoohan, encarnando al alcaide Warden de manera perfecta; solamente con una mirada suya ya comprendemos al instante la podredumbre moral de su personaje. Paul Benjamin, Frank Ronzio o Robert Blossom, entre otros, terminan por poblar admirablemente Alcatraz.

Última gran película del director, Fuga de Alcatraz sigue siendo un film fascinante y cautivador, una propuesta muy seria y sobria que se aleja, afortunadamente, de lo que suele ofrecernos el cine de Hollywood más comercial, tendente al efectismo. En este caso, el gran acierto de Don Siegel reside en la austeridad del relato de la vida en Alcatraz y del preciso plan de fuga que ha pasado a la historia.

jueves, 10 de octubre de 2013

Cuna de héroes



Dirección: John Ford.
Guión: Edward Hope.
Música: George Duning.
Fotografía: Charles Lawton Jr.
Reparto: Tyrone Power, Maureen O'Hara, Ward Bond, Donald Crisp, Robert Francis, Betsy Palmer, Harry Carey Jr., Peter Graves, Phil Carey.

Marthy Maher (Tyrone Power) tiene más setenta años, de los cuáles ha pasado cincuenta en West Point, y sus superiores le ofrecen la jubilación. Pero Marthy no desea aceptarla así como así y pide audiencia al mismísimo Presidente de los Estados Unidos, antiguo alumno suyo, ante el que rememora sus años al servicio de la academia.

Cuna de héroes (1955) está basada una historia real, en la vida de Marthy Maher que él mismo cuenta en su autobiografía Bringing Up The Brass: My 55 Years at West Point. Sin duda no es de las mejores películas del director, pero tratándose de Ford, siempre encontramos algo que nos deja con la boca abierta.

Cuna de héroes es un largo flash back en el que el protagonista nos relata su vida en West Point, desde su llegada en el siglo XIX como simple camarero hasta el homenaje que le brinda la Academia por sus cincuenta años de dedicación y entrega a su labor de instructor de reclutas. Y este relato de toda una vida le brinda a Ford la ocasión de incidir en aquellos temas que tanto le gustaban al director y que suelen aparecer con mucha frecuencia en la mayoría de sus películas. Por un lado, como no, Ford rinde un pequeño homenaje a la Irlanda de sus antepasados; tanto Marthy como su esposa Mary (Maureen O´Hara) y muchos de los principales protagonistas son de origen irlandés, con lo que el recuerdo de su patria y la presencia de sus tradiciones está presente a lo largo de todo el film.

Pero también Ford rinde homenaje a la familia, la tradicional y también otra más extensa, creada por los lazos afectivos que nacen entre Maher y sus alumnos, en los que vuelca el cariño que no pudo ofrecer a su hijo, muerto nada más nacer. Pero también está presente el culto al honor, al valor o al deber, tan presentes en cualquiera de los films del director dedicados al ejército norteamericano. Por aquí es por donde se puede criticar un tanto la visión simplista de Ford sobre el ejército, pues la imagen que da de West Point y sus cadetes es bastante idílica y un tanto edulcorada.

A pesar de ello, se nota el gran talento de John Ford a la hora de tratar este tipo de temas. Si un film de estas características cayera en malas manos estaríamos hablando de un film banal y panfletario. Pero Ford consigue sacar petróleo de un tema tan delicado y Cuna de héroes, si bien es cierto que no está entre sus obras más logradas, contiene escenas y momentos únicos que solo John Ford era capaz de conseguir.

Quizá el principal defecto de la película es su excesiva duración, ya que a pesar del buen ritmo que imprime Ford a la película ésta se hace un tanto larga. Y eso que el director intenta centrarse en los momentos claves de la vida de Maher, lo que provoca algunos saltos algo bruscos en el relato o escenas inconexas por la necesidad de abreviar y que rompen la unidad narrativa, especialmente al comienzo de la historia. Y es que el principal problema de este tipo de argumentos es que resultan demasiado extensos para lograr una síntesis perfecta en la duración media de un largometraje.

Ford comienza el relato en un claro tono de comedia que, para ser sincero, no me resultó demasiado acertado, pues se trataba de un humor demasiado tosco y que resulta un poco pasado de moda visto hoy en día. Afortunadamente, a medida que avanzamos en la vida de Marthy, el tono se va volviendo más serio, hasta el punto que el film, que comenzaba con tintes de comedia, termina como un auténtico drama de los de pañuelo en mano. Puede que Ford cargue demasiado las tintas en el drama, pero también es verdad que su elegancia y su talento nos brindan también algunas escenas memorables, como la muerte de Mary, donde Ford denota esa habilidad que convertía una simple escena en una pequeña obra de arte.

Y es que, defectos aparte, el gran talento del director llena la película de hermosos planos, como pequeños cuadros, y secuencias entrañables que, eso sí, acusan un tanto el paso del tiempo pero que jamás resultan vacías o tendenciosas.

En cuanto al reparto, Ford acude a algunos de sus actores habituales, como Ward Bond, Donald Crisp o Maureen O´Hara, que hace un trabajo impecable, como era de esperar. En cuanto a Tyrone Power, el problema es que no da el pego ni como jovencito alocado de veinte años al comienzo del film, ni como anciano al final del mismo. Es un peaje inevitable que debemos pagar al abarcar cincuenta años de la vida de su personaje. Pero su trabajo, quitando ese detalle, es magnífico. Quizá de los mejores de su carrera.

En definitiva, Cuna de héroes es un film que está un peldaño por debajo de las grandes obras maestras de Ford, pero aún así se trata de una muy buena película que, salvando el lado patriotero de la exaltación de la vida militar, pero que también contiene alguna crítica hacia la crueldad de la guerra, contiene la esencia del cine del gran maestro Ford, con lo que ya es motivo suficiente para sentarse a disfrutar los muchos grandes momentos que encierra.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Los sobornados



Dirección: Fritz Lang.
Guión: Sydney Boehm (Novela: William P. McGivern).
Música: Daniele Amfitheatrof.
Fotografía: Charles Lang (B&W).
Reparto: Glenn Ford, Gloria Grahame, Jocelyn Brando, Alexander Scourby, Lee Marvin, Jeanette Nolan, Peter Whitney, Willis Bouchey, Robert Burton, Adam Williams, Howard Wendell, Chris Alcaide.

El policía Tom Duncan se suicida de un disparo en su domicilio. El sargento que se encarga del caso, Dave Bannion (Glenn Ford), duda de las declaraciones de su esposa y comienza a investigar entre el mundo del hampa de la ciudad. Pronto recibirá amenazas sino deja de hacer tantas preguntas.

Los sobornados (1953) es un sencillo film de cine negro de la vieja escuela, con un sólido planteamiento donde las líneas entre el bien y el mal son bastante nítidas. La película se centra en la figura de un policía honrado, el sargento Bannion, que se tendrá que enfrentar a sus propios superiores, sobornados por el hampa local, para encontrar a los asesinos de su esposa y, a la vez, hacer caer a los mafiosos que mueven los hilos de la ciudad.

El relato es bastante sencillo y, sobre todo, muestra una línea moral infranqueable. Incluso Bannion, en pleno duelo por la muerte de su mujer, será incapaz de traspasar la línea que lo igualaría con los delincuentes a los que combate. Estamos aún lejos de los planteamientos de un Harry el sucio (Don Siegel, 1971) y el consabido "el fin justifica los medios". La idea que defiende Lang es que no se puede combatir el mal con sus propias armas, pues la lucha dejaría de tener sentido. De ahí que Bannion se mantenga siempre en el buen camino, incluso cuando sus instintos podrían llevarle a comenter un delito. La figura del sargento es inmaculada, como esposo y padre y como defensor de la justicia. Ni siquiera en los peores momentos se desvía de su camino. Serán los propios villanos, incluída la redimida Debby (Gloria Grahame), los que salden cuentas entre sí.

A parte de este diáfano planteamiento, Los sobornados destaca por un reparto admirable. Para empezar, contamos con un Glenn Ford en uno de los mejores trabajos que le he visto; a pesar de su honradez intachable, compone también un policía duro totalmente convincente. Pero es en los malos donde nos encontramos con dos de los pilares de la película: la mencionada Gloria Grahame, típica mujer fatal un tanto desengañada y que acabará redimiéndose con un acto heróico, y el genial Lee Marvin, sicario del cabecilla local, pero que se impone a todos los villanos de la cinta con su poderosa presencia.

Dura crítica de la corrupción policial y del poder en general ante el dinero y el miedo, Los sobornados no ha envejecido lo más mínimo gracias a un planteamiento sencillo y a un desarrollo ágil donde no hay un momento de respiro. Directa y precisa, la película sigue manteniendo la vigencia de su mensaje y la eficacia de su desarrollo. Un clásico incombustible del gran Fritz Lang.

domingo, 6 de octubre de 2013

Desde Rusia con amor



Dirección: Terence Young.
Guión: Richard Maibaum (Personaje: Ian Fleming).
Música: John Barry.
Fotografía: Ted Moore.
Reparto: Sean Connery, Robert Shaw, Daniela Bianchi, Lotte Lenya, Bernard Lee, Lois Maxwell, Pedro Armendáriz.

La organización SPECTRA desea hacerse con una máquina rusa para descifrar claves. El plan es utilizar con engaños a Tatiana Romanova (Daniela Bianchi), una funcionaria soviética, y al mismísimo James Bond (Sean Connery) para conseguir la máquina.

Segunda entrega de la serie de James Bond, protagonizada de nuevo por Sean Connery que aunque había firmado al principio por una sola película, tras el éxito de Agente 007 contra el Dr. No (1962) aceptó reinterpretar al agente 007 en esta película y se comprometió para dos entregas más. La serie más longeva del cine estaba en marcha.

Para la segunda película de Bond, los productores se decidieron por la novela Desde Rusia con amor por ser la preferida del presidente John F. Kennedy. Aquí se van definiendo más claramente los elementos que identificarán la saga, como el prólogo inicial al argumento propiamente dicho o la entrega a Bond antes de su misión de algún artilugio sofisticado para su trabajo, en este caso un maletín muy bien pertrechado.

De nuevo, el guión es un mero telón de fondo para el despliegue de la acción y de las escenas románticas del agente británico con las bellezas de turno. Pero en esta ocasión la intriga es un tanto más sofisticada y hasta confusa por momentos, aunque sin llegar a resultar del todo convincente. Sin embargo, la cinta tiene el acierto de lograr concentrar la tensión en la parte final con una acertada puesta en escena, especialmente en las secuencias en el tren, prescidiendo en esta ocasión de la escena tan repetida, típica y un tanto cansina del agente secreto capturado por el genio del mal y llevado a su centro de control para el clímax final. Así, asistimos a un desenlace más original, donde predomina el suspense y que Terence Young sabe manejar con maestría. También hay que reconocer que gran parte del éxito estriba en haber acertado de lleno con los malvados de turno.

Por un lado, contamos con la presencia de Robert Shaw, por entonces no muy conocido, pero que da vida a un frío e inquietante asesino implacable e infalible. También fue un gran acierto la presencia de la actriz Lotte Lenya como la Coronel Klebb; su aspecto masculino le dio una fuerza especial a su personaje, consiguiendo componer una malvada inolvidable. De quién no vemos el rostro es del jefe de SPECTRA, que aparece por primera vez en la serie y que, como en la primera entrega, vuelve a ser la organización criminal que está detrás de todo. El malvado Ernst Stavro Blofeld aparece en los títulos de crédito con el signo de interrogación, si bien lo interpretó Anthony Dawson, que ya había encarnado al profesor Dent en Agente 007 contra el Dr. No.

Para la chica Bond se optó en esta ocasión por la Miss Fotogénica del certamen de Miss Universo de 1960, la italiana Daniela Bianchi. Pero el actor más recordado del film es sin duda Pedro Armendáriz, que encarna aquí a Kerim Bey, jefe del Servicio Secreto en Turquía. Enfermo de cáncer en estado terminal, esta fue su última película, que ni siquiera llegó a ver estrenada, pues se suicidó en el hospital en que estaba internado. En cuanto a Sean Connery, su presencia volvió a confirmar el acierto de haberlo elegido para el papel.

Desde Rusia con amor aún mantiene un tono serio e incluso sombrío, que luego la serie irá perdiendo con el devenir de los años y otras entregas más autoparódicas y repetitivas. Se trata de una buena película de espionaje y acción que sabe combinar ambos elementos con acierto, añadiendo unos toques de sexo y comedia para aligerar y endulzar el conjunto, pero sin que lleguen a empañar la verdadera esencia del film. A pesar del tiempo transcurrido se mantiene entre lo mejor de la serie.

Mercury Rising (Al rojo vivo)



Dirección: Harold Becker.
Guión: Lawrence Konner & Mark Rosenthal.
Música: John Barry.
Fotografía: Michael Seresin.
Reparto: Bruce Willis, Alec Baldwin, Chi McBride, Robert Stanton, Miko Hughes, Kim Dickens, Camryn Manheim, Peter Stormare, Lindsey Ginter, Kevin Conway.

Art Jeffries (Bruce Willis) es un agente de FBI al que, por culpa de su fuerte carácter, lo relegan a trabajos de escucha rutinarios. Mientras se está ocupando de uno de esos trabajos, recibe el encargo de investigar la desaparición de un niño de nueve cuyos padres han aparecido muertos en su domicilio.

Bruce Willis se había hecho un hueco entre los duros de Hollywood gracias a su personaje de John McClane de Jungla de cristal (John McTiernan, 1988) y sus numerosas secuelas. Su personaje en Mercury Rising (1998) parece estar inspirado en McClane y así vemos como Willis repite papel de policía duro que debe pelear en solitario contra todos, en este caso para salvar la vida de un niño autista, interpretado magníficamente por Miko Hughes, sin duda el mejor de todo el reparto. De hecho, Bruce Willis se llevó el premio Razzie al peor actor del año, lo cuál me parece algo excesivo, aunque también es cierto que su trabajo aquí carece de convicción; y es que al actor lo vuelven a encasillar en un papel que se repetía ya en exceso. Sin embargo, Art Jeffries se queda muy lejos de John McClane, sin duda lastrado por un diseño del personaje demasiado simplista.

Pero el principal problema de Mercury Rising reside en el guión, muy flojo y bastante plano; sin duda alguna a años luz del buen guión de Jungla de cristal, con lo que la propuesta se queda en muy poca cosa, tanto en intensidad como en tensión y en acción. En este sentido, Mercury Rising no deja de ser una película menor, oportunista y fallida.

Es cierto que el arranque de la película es bastante prometedor, con una intriga interesante centrada en una víctima lo más indefensa posible: un niño de tan solo nueve años y además autista. Sin embargo, una vez terminada la presentación, pronto comprendemos que el guión no da mucho más de sí que ese buen arranque, dejando la parte central de la película y el desenlace a un nivel muy inferior. Por un lado, la intriga es víctima de un pobre desarrollo que no depara ninguna sorpresa, resultando por tanto demasiado previsible. Incluso, algunos capítulos están cogidos con alfileres y no acaban de resultar creíbles, entendiendo su presencia como un mero relleno o sencillamente para adaptarse a lo que es habitual en este tipo de cine. Ésto es especialmente visible con el personaje de Stacey (Kim Dickens), metida en la trama con calzador y con un papel básicamente decorativo, pues ni tan siquiera da pie al consabido romance con el protagonista.

El trabajo de Harold Becker en la dirección tampoco termina de convencerme. Parece como si se dedicara a dar forma al guión sin demasiado interés, con un trabajo sobrio pero sin gracia ni intensidad. Y es al ritmo de esta puesta en escena rutinaria que se desarrolla el trabajo de los actores, que parecen haberse contagiado de la falta de nervio de todo el proyecto. Si ya achacamos a Willis un trabajo sin garra, lo mismo podemos decir del de Alec Baldwin, que compone un malvado que no termina de convencernos. Y en la misma línea tenemos al resto del reparto, con trabajos tan poco logrados como los de Chi McBride, el amigo en el FBI de Art Jeffries, o Kevin Conway en el papel de Lomax, el jefe de Willis.

Para rematar tan desacertada propuesta, Becker nos regala un final desproporcionado y aparatoso, lleno de sorpresas (o más bien trampas), precipitado y un tanto incongruente. Está tan claro el desenlace, además, que tanto despliegue de fuegos artificiales resulta un tanto patético.

Solo la buena banda sonora de John Barry merece un voto positivo. Poca cosa, finalmente, para un film que parecía prometer mucho más.

En resumen, Mercury Rising intenta sumarse al carro de los beneficios sin un punto de partida sólido y serio y termina por parecer una mera copia de films más elaborados, dejando en evidencia todas sus carencias y la falta de un trabajo concienzudo y serio. Se nos queda pues en un simple pasatiempo con más sombras que otra cosa.

martes, 1 de octubre de 2013

Agente 007 contra el Dr. No




Director: Terence Young.
Guión: Richard Maibaum, Johanna Harwood, Berkely Mather (Personaje: Ian Flemming).
Música: Monty Norman.
Fotografía: Ted Moore.
Reparto: Sean Connery, Ursula Andress, Jack Lord, Joseph Wiseman, Anthony Dawson, Zena Marshall, John Kitzmiller, Bernard Lee.

Un agente secreto británico y su secretaria, destinados en Jamaica, desaparecen misteriosamente. El agente James Bond (Sean Connery) es enviado desde Inglaterra para esclarecer lo sucedido.

Agente 007 contra el Dr. No (1962) tiene el privilegio de ser la primera película de la serie de James Bond, que ya tiene más de cincuenta años a sus espaldas, algo que sin duda nadie pensó que pudiera ocurrir. Y es que en un primer momento, y a pesar del éxito de las novelas de Ian Flemming, los grandes estudios de Hollywood no pensaban que el personaje de Bond diera mucho juego en el cine.

La película ya contiene algunos de los elementos característicos de la saga que se irán afianzando con el transcurso de la serie, como la infalibilidad de 007, su atractivo con las mujeres, el desarrollo de las aventuras en ambientes lujosos o la presencia de un villano que desea dominar el mundo. Sin embargo, todo ello está aún en una primera fase y faltan otros detalles que irán apareciendo en posteriores entregas. Por ejemplo, aún no aparecen las típicas innovaciones tecnológicas que se convertirán en una de las señas de identidad de la serie. Tenemos, eso sí, una especie de antecedente en el hecho de que a Bond le cambian su Beretta por una más moderna Walther PPK.

En cambio, la serie arranca con un acierto indiscutible, la presencia de Sean Connery encarnando a James Bond. Connery era un actor desconocido en ese momento, pero los productores Albert Broccoli y Harry Saltzman acertaron viendo el potencial del actor. Desde su primera aparición en la película se hace con el papel y aún hoy en día es considerado por la mayoría de fans y críticos de la serie como el mejor James Bond de la historia. Sean Connery transmite fuerza y seguridad, es varoníl sin resultar pedante. Sin duda el gran acierto de esta entrega.

Agente 007 contra el Dr. No no posee un gran guión. En realidad, ese será uno de los puntos más débiles de la saga, que no se esforzará en presentarnos historias novedosas, pues lo que interesa en realidad, y en lo que se basa la serie, es crear un simple marco en el que poder desplegar las habilidades y encantos de Bond. Aún así, la fórmula funciona y casi se exige que sea fiel a sí misma, so pena de defraudar a los incondicionales.

La ventaja de esta primera entrega es que todo está aún por desarrollar, con lo que la película es realmente más original que las que vendrían después repitiendo y desarrollando la fórmula aquí esbozada. Percibimos a Bond de un modo totalmente serio, disfrutamos de la intriga al desconocer de antemano lo que va a suceder y, aunque el final sea previsible, en todo momento la historia logra mantener cierta tensión. Afortunadamente, aún estamos lejos de otras entregas en las que el personaje llega a parecer casi una caricatura de sí mismo.

Pero además de pasar a la historia por ser la primera película de James Bond, Agente 007 contra el Dr. No también se hizo famosa en su momento por la escena en que descubrimos a la primera chica Bond de la historia: la aparición de una espectacular Ursula Andress con su famoso bikini blanco. Esa aparición, saliendo de las agua como si fuera la diosa Venus, forma parte ya de la historia de la serie y sin duda es uno de los momentos más celebrados y recordados de la misma. Halle Berry le rindió un peculiar homenaje en Muere otro día (Lee Tamahori, 2002), pero ya no fue lo mismo.

Otro de los personajes indispensables en las películas de Bond es el malvado. Fruto de ser la primera película de 007, el villano en esta ocasión no aparece más que al final de la cinta. Sin embargo, está ahí desde el principio y el mantenerlo oculto hasta el desenlace añade cierto misterio al desarrollo. Además, el Dr. No está encarnado por un muy convincente Joseph Wiseman, que compone un malvado especialmente frío y amenazante.

Terence Young tiene el acierto de saber jugar con todos los elementos de que dispone y logra un film que funciona bastante bien, tanto a nivel intriga como a nivel del ritmo, aprovechando la sencillez de la historia para centrarse en una buena ambientación y una eficaz puesta en escena, apoyada en un tema pegadizo (Under The Mango Tree) y unos hermosos paisajes.

Agente 007 contra el Dr. No no fue un gran éxito en el momento de su estreno. Sin embargo, creo que ha ido ganando peso con el paso de los años y, vista desde la perspectiva que dan cincuenta años de James Bond, la considero una de las mejores, sino la mejor, entrega de la serie, al tomarse muy en serio sus creadores lo que se traían entre manos. El resultado fue un film novedoso, entretenido y que sentó las bases a una de las sagas más exitosas y duraderas del cine.