jueves, 28 de julio de 2016
Cazador blanco, corazón negro
Dirección: Clint Eastwood.
Guión: Peter Viertel, James Bridges y Burt Kennedy (Novela: Peter Viertel).
Música: Lennie Niehaus.
Fotografía: Jack N. Green.
Reparto: Clint Eastwood, Jeff Fahey, George Dzundza, Alun Armstrong, Marisa Berenson, Timothy Spall, Mel Martin, Charlotte Cornwell.
John Wilson (Clint Eastwood) es un director de cine un tanto difícil, con un carácter peculiar y al que le gusta hacer las cosas a su manera. Su último proyecto es rodar un film de aventuras en África, aunque parece que lo que más le interesa es viajar al continente negro para satisfacer sus ganas de cazar, en especial elefantes.
Cazador blanco, corazón negro (1990) se centra en la novela de Peter Viertel donde éste contaba los avatares ocurridos durante el rodaje de la mítica película de aventuras La reina de África (1951), cuyo rodaje aprovechó el también aventurero John Huston para dar rienda suelta a su afición por la caza. Sin embargo, hay que aclarar que el relato de Viertel no se ciñe estrictamente a la verdad y cuenta con algunas aportaciones personales. De hecho, llama la atención que se cambien los verdaderos nombres de los protagonistas, cuando cualquiera que se hubiera documentado mínimamente antes de ver la película sabría quienes son los verdaderos protagonistas de la historia. Ese cambio nos viene a poner en guardia en relación a la autenticidad del relato. Aún así, la base de la película, el interés de Huston por aprovechar el rodaje de La reina de África para satisfacer sus ansias de realizar un safari, es del todo cierto.
Clint Eastwood, admirador de John Huston, aprovecha la historia para mostrarnos el difícil carácter del director, un hombre que en la vida real parece ser que aún era más complicado de llevar que lo que vemos en el film. De hecho, la imagen que sacamos de Huston es bastante positiva, como la de un hombre amante de la vida y por lo tanto de vivir todo al límite, aprovechando las oportunidades y no conformándose con una existencia plácida y mediocre. Pero también se nos muestra al director como un hombre justo, dispuesto a pelear (incluso físicamente) por defender sus principios, entre los que está el respeto por el ser humano, incluso los más débiles, como era el caso de los negros, explotados por los colonizadores. Puede que movido por esa admiración por Huston, el caso es que la película lo presenta casi como un héroe, incluso llegando a parecer en algunos momentos un retrato demasiado amable. Es uno de los puntos que menos me convencieron del guión, pues en algunas escenas el personaje de Huston/Wilson parecía un tanto artificial.
Si nos centramos en la historia en sí, en el propio relato y cómo Eastwood afronta la realización de la película, hay que reconocer que el ritmo resulta un tanto irregular. En general, me pareció que la historia carecía de fuerza, como si el guión no llegara a dibujar unos personajes con verdadero nervio, quizá por el peso de la historia. Y si bien es verdad que algunas secuencias están muy bien logradas, con diálogos por momentos brillantes, también hay que reconocer que otros pasajes carecen directamente de interés o presentan caídas de ritmo importantes.
No estamos, por lo tanto, ante una de las obras maestras de Clint Eastwood como director y, de hecho, la película fue un fracaso en taquilla. Quede pues como curiosidad para los amantes de ese cine que nos habla del cine y en todo caso, sirva para llevar al público actual a ver una de las joyas clásicas del cine de aventuras: la maravillosa La reina de África.