sábado, 1 de febrero de 2020
21: Blackjack
Dirección: Robert Luketic.
Guión; Peter Steinfeld y Allan Loeb (Libro: Ben Mezrich).
Música: David Sardy.
Fotografía: Russell Carpenter.
Reparto: Jim Sturgess, Kate Bosworth, Kevin Spacey, Laurence Fishburne, Liza Lapira, Josh Gad, Aaron Yoo, Sam Golzari, Jack McGee.
Ben Campbell (Jim Sturgess) es un estudiante brillante, con una inteligencia excepcional, pero no tiene dinero y necesita 300.000 dólares para poder estudiar medicina en Harvard; por ello aceptará formar parte de un grupo de jugadores de Blackjack dirigidos por Micky Rosa (Kevin Spacey), profesor de matemáticas en el instituto donde estudia Ben.
21: Blackjack (2008) tiene sobre el papel muchos elementos que podrían hacer de esta una buena película. Por un lado, trata sobre un estudiante con una inteligencia excepcional; añadamos el tema del juego y Las Vegas como escenario; un profesor avaricioso que lidera con mano firme su peculiar grupo de alumnos; tampoco falta el matón del casino obsesionado con encontrar y eliminar a cualquier tramposo de las mesas de juego y, como guinda, la típica historia de amor con una chica atractiva. Y además, todo ello con el sello de que se trata de una historia verdadera, al menos en su esencia.
Es cierto que nada de lo expuesto es demasiado original, pero crea las bases de lo que podría haber sido un film, por lo menos, interesante. Pero el pobre guión de la película se dedica a estropear sistemáticamente las posibilidades de la historia.
Para empezar, quizá uno de los errores más importantes es no saber profundizar ni hacer interesantes a los protagonistas, que resultan demasiado simples como para preocuparnos por ellos realmente. El guión se limita a una descripción muy superficial y lo mismo sucede con sus relaciones, limitadas a lo básico. Incluso los conflictos inevitables entre el equipo de jugadores y su mentor son tratados de manera poco inteligente y alguno se resuelve tan brevemente que no llega a aportar nada de dramatismo al relato. Ni siquiera la consabida historia de amor del protagonista tiene la suficiente entidad como llamarla así; es un romance que ni parece tener un comienzo consistente y mucho menos un desarrollo como tal, limitándose el guión a esbozar algo que nunca llega a cobrar vida.
Y este es el segundo punto flojo de la historia: carece de tensión dramática y sin ésta, la película se hace aburrida, pesada y excesivamente larga. Por ejemplo, la verdadera emoción no comienza hasta bien pasada una hora de película, lo que es un error clamoroso, pues ya nos hemos pasado la mitad del relato entre bostezos. Y tampoco es que se trate de una tensión demasiado lograda y duradera: se apaga nada más comenzar por la falta de imaginación. El relato recurre a pequeñas trampas y omisiones que ya no sorprenden mucho y, como colofón, un desenlace precipitado y no demasiado convincente, con lo que el sabor que nos deja finalmente en la boca es el de un guión tramposillo bastante flojo.
Sobre los actores, destacar el trabajo de los veteranos: Laurence Fishburne y Kevin Spacey, a los que no les cuesta demasiado destacar entre jóvenes compañeros que no aportan demasiado.
Y como guinda del pastel tenemos esa moral tan estricta de Hollywood que penaliza sin piedad cualquier actitud que no concuerde con sus estrictas normas. De esta manera, las actividades lucrativas del protagonista no pueden tener consecuencias positivas. Así, su mentor sufrirá un severo castigo y Ben, tras reconciliarse con sus amigos y su madre, confesará que le robaron dos veces lo ganado en el juego, con lo que vuelve a estar como al principio: pobre, pero honrado.
A pesar de todo, lo dicho, 21: Blackjack fue un gran éxito de taquilla en el momento de su estreno, lo que nos habla a las claras de lo que vende bien en la actualidad.