viernes, 4 de junio de 2010
El agente secreto
El agente secreto (Alfred Hitchcock, 1936) está basada en dos relatos de Somerset Maugham sacados de su libro "Ashenden" y también de una comedia de Campbell Dixon basada también en la misma obra de Maugham. La trama está ambientada en la I Guerra Mundial: los servicios secretos británicos envían a Suiza a un espía, Richard Ashenden (John Gielgud), para que localice y elimine a un espía alemán cuya identidad desconoce.
La trama es, de entrada, sumamente atractiva: hay que neutralizar a un espía del que apenas se sabe nada. Es una situación que puede dar mucho juego pero, desgraciadamente, Hitchcock se queda en tierra de nadie y no sabe extraer todas las posibilidades del argumento. La película oscila por un lado entre la comedia, el drama y la trama amorosa y en ninguna de ellas se muestra convincente. La parte cómica nos descentra frecuentemente de lo fundamental y no ayuda a crear el clima que hubiera requerido la historia de espías; además el papel de Peter Lorre me parece algo excesivo y tópico e incluso el comportamiento en algunas escenas de Robert Marvin (Robert Young) resulta irrisorio. Llegamos pues a la parte romántica donde tampoco se definen del todo los papeles, en especial resulta algo chocante la actitud de Elsa (Madeleine Carroll) cuando, tras la noche en que se declaran ella y Richard, decide abandonarlo y escapar con Marvin.
Pero donde la película falla más es en la trama principal. Hitchcock reconocía su equivocación: el público no se identificaba con Ashenden porque la misión que se le encomendaba le repudiaba al mismo espía, con lo que trataba de evitar cumplir con la misión, lo que frenaba el desarrollo de la película. Además, otro fallo del argumento que se sumaba al anterior: en un primer momento, Ashenden y el general (Peter Lorre) se equivocan de hombre y el segundo mata a un inocente, lo que lastra aún más la identificación del público con la misión del protagonista.
Con todo, la película resulta interesante y mantiene un nivel de intriga e incertidumbre que mantienen el interés hasta el final. Éste no es del todo brillante (la muerte del general resulta bastante tonta) y tal vez algo precipitado y, sobre todo, es una especie de compromiso para evitar que Ashenden cometa otro asesinato que repudiaría a Elsa y lo mancharía definitivamente, ya que en el primero tenía la excusa de haber intentado impedirlo y no haber participado.
Posee algunas escenas interesantes, como la del telescopio, que sí que llevan el sello del estilo del director, así como un ritmo que va ganando intensidad conforme nos acercamos al desenlace. Así que si bien la película contiene algunos errores evitables, el conjunto en general resulta bastante entretenido.
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