domingo, 1 de agosto de 2010
Persiguiendo a Betty
Dirección: Neil LaBute.
Guión:John C. Richards & James Flamberg (Historia: John C. Richards).
Música:Rolfe Kent.
Fotografía: Jean-Yves Escoffier.
Reparto: Renée Zellweger, Greg Kinnear, Morgan Freeman, Chris Rock, Aaron Eckhart, Crispin Glover, Pruitt Taylor Vince.
Persiguiendo a Betty (Neil LaBute, 2000) es una comedia que, de entrada, desconcierta y descoloca. Tiene mucho de absurdo, tiene alguna escena ciertamente cruel y otras muchas de un marcado romanticismo y posee una buena dosis de incertidumbre acerca del desenlace. Se trata de la tercera película de Neil LaBute y puede presumir de haberse llevado el premio al mejor guión en el festival de Cannes del 2000.
Una camarera de Kansas City, Betty (Renée Zellweger), está enganchada a un culebrón televisivo. Cuando su marido es asesinado por un asunto de drogas, crimen que ella presencia desde otra habitación, sufre un trauma que la lleva a confundir la ficción de su serie con la realidad.
Persiguiendo a Betty es, en esencia, una dura crítica hacia los culebrones televisivos y cómo logran atrapar a la gente corriente, que llega a vivirlos de una manera tan intensa como la misma realidad y que se convierten en una vía de escape de sus vidas corrientes; llegando en el caso de Betty a un límite extremo. Desde este punto de vista, este argumento nos recuerda un poco a Don Quijote y su locura con los libros de caballerías. Pero aquí terminan las similitudes entre ambas obras. Pero, paralelamente a la locura de Betty, vamos a asistir a otra obsesión, más disimulada pero igual de fantasiosa, de su perseguidor Charlie (Morgan Freeman) hacia Betty, idealizándola sin conocerla y terminando por enamorarse de ella.
La película se presenta pues como una especie de fábula, un cuento doloroso con mensaje, un film bienintencionado que pretende ponernos en guardia contra la alienación de los medios, contra la huida de la realidad en busca de cualquier paraíso que nos alivie la rutina y la mediocridad pero, al fin y al cabo, huida que jamás podrá darnos la felicidad ni la salvación.
Sin embargo, Persiguiendo a Betty, a pesar de sus méritos, no deja de ser un film menor, con algunas escenas interesantes pero que, en general, falla un tanto en el ritmo y, si bien algunos personajes son realmente encantadores y añaden una nota de comprensión y ternura muy bonita (como la dueña del bar de Arizona donde para Betty camino de California), otros me parecen un tanto caricaturescos, exagerada y burdamente dibujados, como es el caso por ejemplo de Roy Ostery (Crispin Glover).
Con lo que sí cuenta es con un gran reparto. No vamos a descubrir ahora a Morgan Freeman y también me gusta mucho Greg Kinnear, del que guardo un muy grato recuerdo por su papel en Pequeña Miss Sunshine, pero la gran protagonista de la película es, invetitablemente, Renée Zellweger. Su interpretación es deliciosa, a la vez frágil y decidida, con una mirada de lo más cándida, logrando convencernos y emocionarnos con sus fantasías.
Comedia original, más tierna y reflexiva que divertida, Persiguiendo a Betty consigue hacernos reflexionar sobre la realidad y la alienación y, a ratos, nos puede hacer soltar alguna que otra sonrisa. Si no le pedimos demasiado, resulta un film entretenido.
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