jueves, 23 de septiembre de 2010

T3rcera identidad

Sally Tyler (Sharon Stone) es una mujer infelizmente casada que conoce a un apuesto periodista inglés, Leo Cauffield (Rupert Everett), del que no tarda en enamorarse. Sally terminará por contarle a su esposo la verdad y poco después se divorciará para poder casarse con Paul. Su vida parece ir sobre ruedas hasta que un día, de repente, Leo desaparece sin dejar rastro.

Tercera identidad (Marek Kanievska, 2004) está basada en hechos reales. Parece como si este detalle fuera a ofrecer un plus al film, un extra de credibilidad o de autenticidad. Pero el caso es que Tercera identidad es una mala película, se base en lo que se base.

El principal problema del film es que la historia avanza a base de saltos un tanto bruscos, algunos incluso repentinos, lo que le da a la historia una inconsistencia tremenda. No terminamos de conocer bien a los personajes y sus relaciones personales y profesionales y ya estamos en otro punto de la historia que, por culpa de esa manera tan imperfecta de estar contada, termina por desconcertarnos, al no saber jamás hacia dónde camina realmente. Así, los personajes nos son extraños y no llegamos a sentir una cierta afinidad o identificación con sus problemas. Tampoco el director logra trasmitirnos el peligro o la tensión que se supone deben rodear a la gente que vive en un mundo plagado de espías. Todo resulta un tanto impersonal y bastante distante. El uso de flash backs tampoco aporta nada e incluso algunos parecen innecesarios y, sobre todo, da la impresión que llegan demasiado tarde, cuando ya la historia ha avanzado demasiado sin apenas fuerza dramática.

Quizá parte del problema es que la película no termina de decantarse hacia la parte política ni hacia la parte romántica. El hecho de que el personaje principal sea el de la esposa abandonada parece orientar la película hacia los aspectos más personales e íntimos, pero al dejar a los personajes en bocetos y no ahondar en sus motivaciones, la historia no termina de llenarnos. En cuanto a la vertiente de intriga y espionaje, está algo dejada de lado durante casi todo el metraje, siendo como era la que podía dar más juego en términos de tensión. Solamente en una breve escena, cuando Paul explica el origen de su conversión al comunismo, podemos sentir un poco lo que hubiera podido ser, y no fue, un tema bastante rico que, por desgracia, sentimos que se ha desaprovechado en su totalidad.

Tampoco la elección de los dos protagonistas ayuda demasiado. Ni Sharon Stone ni Rupert Everett están demasiado inspirados. Él por frío y ella porque verdaderamente no es una una buena actriz y cuando debe contagiarnos sus miedos y su sufrimiento no lo consigue, en parte también por esa narración tan pobre a la que me refería anteriormente.

En resumen, una película bastante floja que no dejará más que la impresión de haber sido mal hecha de principio a fin.

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