jueves, 7 de julio de 2011
Granujas a todo ritmo
Granujas a todo ritmo (John Landis, 1980) es el título español de The Blues Brothers, un film de culto de la década de los ochenta, legendario por una banda sonora excepcional.
Tras una temporada en la cárcel, Jake Blues (John Belushi) sale en libertad condicional y se reune de nuevo con su hermano Elwood (Dan Aykroyd). Para evitar el cierre del orfanato donde se criaron, ambos hermanos deciden recomponer su banda y recaudar el dinero necesario dando conciertos por la zona.
Granujas a todo ritmo es, sobre todo, un gran musical. Si la película merece la pena es por la excelente banda sonora compuesta por geniales temas de rythm & blues, soul, rock and roll, algo de gospel y un poco de country; todo perfectamente coreografiado, con una puesta en escena espectacular y un vestuario, el de los hermanos protagonistas, con los trajes, sombreros y gafas de sol negros que han creado tendencia. Además de la belleza y agilidad de los números musicales, otro de los indiscutibles alicientes de la película es poder contar con la presencia de mitos de la música como Ray Charles, Cab Calloway, Aretha Franklin, John Lee Hooker y James Brown. Todo un lujo y un placer. Como curiosidad, mencionar la breve aparición al final de la película, como el funcionario al que los protagonistas entregan el dinero para salvar el orfanato, de Steven Spielberg.
El origen de la película hay que buscarlo en el número musical creado a finales de los setenta por John Belushi y Dan Aykroyd para el programa de televisión "Saturday Night Live". De aquí salió una banda estable que editará varios discos, el primero, titulado "Briefcase Full of Blues", en 1978.
Si los números musicales son excepcionales, el guión, sin embargo, se queda a un nivel muy bajo. Puede que el paso del tiempo le haya afectado un poco, pero ya en sí es de una simpleza enorme. Por un lado, la historia es muy blandita, con los dos protagonistas intentando salvar un orfanato, del estilo del cine patrio más casposo. Tampoco los chistes y gracias varias consiguen sacarnos ni media carcajada y el ritmo en general de la parte no musical del film es muy pobre. A veces se diría que fue dirigida por dos personas distintas, si comparamos el nervio de los números musicales con el resto de la película. Pero hay una excepción: las persecuciones en coche; aquí Landis vuelve a mostrar su mejor cara y nos brinda algunos minutos de pura fuerza, en especial en el momento de la persecución bajo las vías del metro, con la cámara plantada dentro del coche.
Es evidente que el argumento está meramente al servicio de la parte musical del film. También es cierto que algunos toques casi surrealistas de la historia resultan acertados y, si nos dejamos llevar, terminamos por dejar un tanto de lado la trama para disfrutar de lo que de verdad importa. Pero aún así, el trabajo en la elaboración de los diálogos y las situaciones cómicas deja bastante que desear. Una pena, pues con esta parte de la película mejor trabajada estaríamos ante film redondo.
En cuanto al reparto, dejando a un lado la presencia de los músicos ya mencionados, es la pareja protagonista, Belushi-Aykroyd, la que lleva el peso de la película. Su vestuario, su manera de moverse en el escenario y su expresión siempre seria e imperturbable son sus señas de identidad y por las que son recordados. No hay que olvidarse de Carrie Fisher, cuyo papel más recordado es de princesa Leia en La guerra de las galaxias (George Lucas, 1977), pero que borda aquí un papel muy divertido.
Granujas a todo ritmo es, junto con Un hombre lobo americano en Londres (1981), la mejor película de su director. Dos años después de estrenarse la película, en 1982, sobrevino la prematura muerte de John Belushi por sobredosis.
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