lunes, 23 de enero de 2012

The Hunted (La presa)



The Hunted (La presa) (William Friedkin, 2003) es una propuesta de acción pura y dura, sin rodeos ni disimulos. Cine de palomitas para pasar el rato, pero incluso para un cometido así hace falta cierto talento, un cierto compromiso con la calidad.

Tras una serie de macabros asesinatos, el F.B.I. contacta con un experimentado rastreador, L.T. Bonham (Tommy Lee Jones), para que les ayude a dar con el asesino, que resulta ser un ex soldado de élite, Aaron Hallam (Benicio Del Toro), que sufre constantes pesadillas por los recuerdos de la guerra, llegando a un estado de paranoia tal que le lleva a matar a gente inocente de manera cruel.  

The Hunted (La presa) es de esos títulos que, pasado un cierto tiempo, hemos olvidado por completo. La historia no es demasiado original, de hecho, recuerda demasiado a Acorralado (Rambo) (Ted Kotcheff, 1982) y puestos a compararlas, The Hunted (La presa) no sale muy bien parada. La culpa, especialmente, reside en el guión.

Un film de acción no tiene porque resultar plano ni vacío de contenido. Hay muchos ejemplos de películas de este género bien construidas. Lo fundamental, contra lo que podría pensarse tratándose de un film donde predomina la acción, es contar con una historia sólida que nos enganche. Y en este caso es por aquí por donde falla la película. Porque las escenas de acción están medianamente bien resueltas, aunque tampoco presentan nada que resulte excepcional, pero entretienen y por momentos nos mantienen en tensión. Sin embargo, el argumento es demasiado endeble y sin profundidad y ello es un lastre que pesa demasiado.

Los personajes no están bien tratados, quedando muy esquemáticos, con lo que tampoco llegamos a implicarnos en sus problemáticas. Aaron Hallam, y a pesar de conocer el origen de su paranoia, se queda convertido en una especie de John Rambo de pacotilla, un loco desquiciado que ni inspira terror ni compasión.

La historia resulta demasiado previsible, eliminándose casi por completo cualquier factor sorpresa. Incluso el planteamiento de super soldado y super rastreador suena un poco a fantasmada, con lo que no terminamos de creernos a los dos protagonistas. Algunas escenas, como las de la presentación de Aaron y de Bonham se hacen demasiado largas y comprendemos posteriormente que tal vez se deba a un intento de cubrir metraje, porque si la película se centrara en lo básico del argumento no duraría más de media hora. Incluso el bosque podría haberse aprovechado como un elemento importante de la trama, al estilo de Acorralado (Rambo), pero vemos que se desprovechan sus posibilidades lamentablemente.

Tampoco el intento de darle un pasado sentimental al soldado loco resulta exitoso y parece un parche del todo prescindible, dado el poco sentido que tiene ese desvío narrativo.

Benicio Del Toro y Tommy Lee Jones, éste último un tanto encorsetado en este tipo de roles, mantienen el tipo con corrección, pero su trabajo tampoco es que sea inolvidable ni mucho menos. Son las dos figuras de un reparto por lo demás sin nada destacable, las estrellas para tirar de la taquilla.

Parece que a William Friedkin se le acabó la inspiración después de sus prometedores trabajos al comienzo de su carrera, The French Connection, contra el imperio de la droga (1971) y El exorcista (1973), y tampoco ahora logra hacer que esta película pase de un nivel más bien mediocre.

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