sábado, 15 de diciembre de 2012

Shiner



Dirección: John Irvin.
Guión: Scott Cherry.
Música: Paul Grabowsky.
Fotografía: Mike Molloy.
Reparto: Michael Caine, Martin Landau, Frances Barber, Frank Harper, Andy Serkis, Claire Rushbrook, Danny Webb, Matthew Marsden, Kenneth Cranham.

A Billy "Shiner" Simpson (Michael Caine), un ambicioso e implacable promotor de boxeo, parece que le ha llegado por fin su gran oportunidad. Ha conseguido organizar una velada en la que el combate estrella lo protagonizará su propio hijo que, si gana, pelearía por el título mundial. Billy decide apostar todo su dinero en esa pelea.

Shiner (2000) es uno de esos títulos que me temo que pasan con más pena que gloria por nuestras taquillas al carecer de la promoción y el lustre que suelen acompañar a las producciones norteamericanas. Y sin embargo, es una pena que películas como esta no alcancen la difusión y el reconocimiento que merecen.

Para empezar, Shiner es una película que nos vuelve a llevar al mundo del boxeo, un espacio que da mucho juego si se cuenta con una bueba historia. Y aunque el argumento del film no sea especialmente original, sí que está muy bien construido y con algunas sorpresas interesantes, de modo que la historia nos va atrapando hasta que llegamos al desenlace casi sin darnos cuenta. La verdad es gran parte del mérito de que el film se pase volando se lo debemos a la buena labor de John Irvin, que sabe darle a la película un ritmo perfecto y demuestra que para ser un buen director a veces lo más aconsejable es ser discreto. Agradezco poder disfrutar de una dirección tranquila donde la cámara se limita a seguir a los protagonistas sin convertirse en uno de ellos. Además, Irvin acierta siempre con los planos y los encuadres y dosifica perfectamente los golpes de efecto, que llegan a su debido momento.

Y además, otro de los aciertos del director es que, conocedor de con quién está trabajando, es lo suficientemente inteligente para dejar que el peso de la película recaiga sobre un genial Michael Caine. Este actor puede que carezca del carisma de las grandes estrellas de antaño, pero verlo en el reparto es siempre una garantía de un trabajo bien hecho. En esta ocasión, Caine da vida a un perdedor nato, si bien en los primeros momentos lo vemos disfrazado de triunfador arrogante y un tanto hortera. Michael Caine logra una composición del personaje soberbia, rozando la exageración a veces pero sin rebasar jamás los límites y consiguiendo que al tiempo que detestamos a su "Shiner" Simpson por grosero, chulo, violento y egoista, también logremos ponernos de su parte cuando todo su mundo se viene abajo. Sabemos que en parte se merece lo que le está pasando, pero no podemos tampoco dejar de sentir algo de compasión por un hombre al que todo se vuelve en su contra. Esta caída de Simpson, con ciertos toques de tragedia clásica añadidos, como podemos apreciar en la escena final, está narrada de manera muy acertada y es aquí donde Michael Caine saca a relucir su gran talento y llega a resultar conmovedor en medio de esa furia ciega mezclada con el dolor y la impotencia de un perdedor nato. La búsqueda del asesino de su hijo, con  Billy Simpson confuso, furioso pero impotente, es sin duda la parte más notable del film.

Pero si el trabajo de Caine es admirable, injusto sería olvidarnos del buen hacer del resto de actores, especialmente Frank Harper y Andy Serkis, los esbirros de Simpson, ambos realmente inspirados. La presencia de Martin Landau, a pesar de aparecer entre los primeros en los títulos de crédito, es más bastante secundaria en realidad, aunque se agradece su presencia. Sin su nombre y el de Michael Caine esta película hubiera tenido sin duda muchísima menos difusión.

Así que me gustaría recomendar Shiner porque creo que es una película no se merece pasar desapercibida. Hay muchísimas producciones actuales con cifras de taquilla muy superiores a las de ésta y de calidad bastante inferior. Shiner es, dentro de su modestia, un film muy bien construido, con un argumento interesante y una muy eficaz puesta en escena. Dentro de su aparente sencillez, es una película muy interesante y, aunque solo fuera por disfrutar del trabajo de Michael Caine, ya valdría la pena el detenerse a verla.

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