domingo, 20 de enero de 2013

The Punisher (El Castigador)



Dirección: Jonathan Hensleigh.
Guión: Jonathan Hensleigh, Michael France, Michael Tolkin (Cómic).
Música: Graeme Revell.
Fotografía: Conrad W. Hall.
Reparto: Thomas Jane, John Travolta, Rebecca Romijn-Stamos, Laura Elena Harring, Samantha Mathis, Roy Scheider, Will Patton, Ben Foster, John Pinette, Mark Collie, Kevin Nash.

Frank Castle (Thomas Jane), un agente secreto del FBI, piensa que ya ha tenido suficiente y toma la decisión de abandonar una profesión tan peligrosa para poder tener una vida familiar normal. Pero, precisamente en su último trabajo, muere el hijo de Howard Saint (John Travolta), capo de la mafia de Florida, que no parará hasta vengar su muerte.

Si uno desconoce de antemano que The Punisher (2004) es una adaptación más a la gran pantalla de un personaje del comic, la primera reacción puede ser de incredulidad. Y es que el comienzo de la película, con el asesinato por venganza de todos los miembros de la familia de Castle, el protagonista cachas de la función, resulta un planteamiento tan visto que no deja de sorprendernos que en pleno siglo XXI aún andemos con lo mismo. Porque, además, lo que sigue a continuación no aporta novedad alguna: los malos fallan lamentable y previsiblemente en su intento de acabar también con la vida de Castle, que se recupera para su particular venganza.

Sin embargo, en un momento dado, a mitad de la película, parece brillar una pequeña luz de esperanza. Es cuando entran en escena unos peculiares vecinos del edificio donde se aloja Frank. En este momento, la historia toma un pequeño desvío que promete novedades y un tono algo más relajado, lo que se agradecería para salir de la rutina de tantos films del mismo corte. Por desgracia, es un mero inciso, demasiado breve, que enseguida deja paso a la explosión de violencia final.

Un argumento, por lo tanto, tan previsible, tan visto y tan poco original que parece mentira que aún sigan saliendo a la pantalla semejantes historias que tan poco aportan al cine de acción. No sé si por su procedencia del mundo del comic o no, pero el caso es que The Punisher tiene situaciones tan absurdas o surrealistas que hasta se agradecen. Ejemplo, Castle acarrea una boca de incendios para reservar una plaza de aparcamiento. Y bien mirado, si el director se hubiera planteado darle más toques de humor a esta película, si no se hubiera tomado tan en serio un argumento tan banal y cutre, quizá estaríamos hablando de una película sorprendente. Pero no, la cosa va en serio aunque por momentos estemos a punto de partirnos de risa ante tantas chorradas.

Los malos son perrunos, naturalmente. Nada del mínimo rasgo humanitario. Hasta la esposa de Howard Saint resulta ser mucho más vengativa que su marido. Los diálogos... pues ya se lo pueden imaginar. Y, eso sí, violencia a saco: disparos, cuchilladas, flechazos, explosiones, quemaduras, torturas... todo un recital de cómo intentar revolvernos el estómago. Es como para demostrar que la cosa va en serio, digo yo. Parece como si el director pensara que sin algunos primeros planos desagradables la cosa no funcionaría de verdad. Y en realidad, la cosa no funciona porque no hay guión, ni sorpresa, ni ingenio.

En cuanto al reparto, pues quizá es lo más lucido del conjunto. John Travolta es el malo malísimo de turno y la verdad es que no está mal. Sin aspavientos ni excesos compone un personaje odioso con sólo mirarle a la cara. Thomas Jane, el protagonista, pues tiene el físico requerido para su papel y lo muestra convenientemente. La verdad es que es un guaperas sin demasiado carisma, pero cumple con cierta solvencia; en todo caso, le da mil vueltas a Jean-Claude Van Damme en cuanto a talento interpretativo. Destacar la presencia también de Will Patton, como la mano derecha de Travolta y una breve aparición de Roy Scheider. Por el lado femenino, tres mujeres de bandera: Rebecca Romijn-Stamos, la modelo con inquietudes cinematográficas, Laura Elena Harring, como la esposa de Howard Saint, y Samantha Mathis, la mujer de Frank Castle. Su labor es poco menos que decorativa, especialmente de las dos últimas, mientras que de Rebecca Romijn se esperaría un pequeño o gran romance con el protagonista pero, finalmente, la cosa no pasa de un amago, en el único elemento sorprendente del guión.

Así que poco más que añadir. El film termina con una declaración de Castle amenazando con volver, es decir, una advertencia de que la película tendría continuación. No sé de verdad si ese optimismo estaba justificado, porque con un film como éste yo ya he tenido suficiente. Aunque hay que advertir que los temores se cumplieron y en el 2008 salió Punisher 2: Zona de guerra (Lexi Alexander). El título lo dice todo.

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