miércoles, 22 de octubre de 2014

Las normas de la casa de la sidra



Dirección: Lasse Hallström.
Guión: John Irving (Novela: John Irving).
Música: Rachel Portman.
Fotografía: Oliver Stapleton.
Reparto: Tobey Maguire, Charlize Theron, Michael Caine, Delroy Lindo, Paul Rudd, Jane Alexander, Kathy Baker, Kieran Culkin, Heavy D, Kate Nelligan, Erykah Badu, Paz de la Huerta.

Homer Wells (Tobey Maguire) se ha criado en el orfanato de St. Cloud. Para el doctor Larch (Michael Caine) siempre ha sido un niño especial y lo ha educado enseñándole lo que sabe de la medicina, con la esperanza de que algún día sea su sustituto.

Basada en una novela de John Irving y con guión del mismo escritor, Las normas de la casa de la sidra (1999) es una de esas películas que apuntan directamente al corazón. Es un film sensible y hermoso pero que no alcanza toda la plenitud que hubiéramos deseado. Vayamos por partes.

Es innegable que Las normas de la casa de la sidra, cuyo título denota cierta pedantería, es un film impecable en muchos aspectos. Por un lado, Lasse Wallström realiza una puesta en escena excelente, apoyado en una fotografía delicada y hermosa, un ritmo lento pero sólido y una historia muy humana y llena de personajes entrañables, especialmente los niños huérfanos, con los que es difícil no sentir empatía. Además, el director tiene el suficiente tacto y elegancia para manejar las numerosas escenas emotivas con buen gusto, evitando cargar las tintas y caer en la sensiblería barata. Esa delicadeza es muy de agradecer.

Sin embargo, uno tiene la sensación, especialmente en algunos pasajes de la película y al final de la misma, de que al relato le falta algo. Todo en Las normas de la casa de la sidra es demasiado correcto, pero falta emoción, falta tensión en los personajes, profundidad, nervio. Es como si el éter que adormecía al buen doctor Larch hubiera empapado también al guión y lo dejara sin la fuerza necesaria para abordar los múltiples aspectos que toca con más seriedad o convicción. El problema del aborto, del racismo, el amor, la sexualidad, la guerra, la infidelidad, el incesto... aparecen de pasada, pero sin que sean abordados con todo el rigor que merecen. Incluso el personaje de Homer es demasiado plano, sin la entidad requerida al conductor de la historia. Así, la película se queda en un relato amable, placentero, donde hasta la violencia parece de un nivel menor. Es como si tuviéramos la sensación de que nada realmente malo pudiera pasar, de que las desgracias son como momentos felices más pequeñitos. En fin, que todo queda un tanto edulcorado.

Pero cuidado, ello no impide que estemos ante un film muy hermoso, lleno de momentos preciosos, en especial durante la primera parte del mismo, antes de que Homer decida irse a conocer mundo. Y es que esta segunda parte del relato resulta un poco menos convincente, menos "real" que la primera. La historia pierde algo de nervio y aunque las experiencias de Homer más allá de St. Cloud tengan su interés, parece que el relato de Irving pierde un poco la sencilla belleza y emotividad de la vida en el orfanato, sin duda lo mejor del film.

En relación al reparto, sería imperdonable no mencionar el buen trabajo de los niños, algo siempre destacable; aunque, si somos sinceros, debemos quedarnos por encima de todo con la gran interpretación de Michael Caine, sin duda colosal, que le valió ganar un merecido Oscar como mejor actor secundario. Tobey Maguire tampoco anda nada mal, si bien no logra alcanzar la plenitud interpretativa lograda por Caine. Y en cuanto a Charlize Theron, su presencia es ya de por sí un regalo.

Las normas de la casa de la sidra es el típico film candidato a bañarse en premios. Reúne no pocas virtudes para ello, aunque la mayoría son en el apartado técnico. Es por ello que, aún reconociendo sus grandes méritos, pienso que se queda a un paso de lograr la perfección. Y no es poco, claro.

Además del Oscar de Michael Caine, la cinta recibió otro al mejor guión adaptado, de un total de siete nominaciones.

1 comentario:

  1. A mí me encanta esta película, tengo que leerme el libro. La historia es preciosa, y taaaan tierna. Un beso Manueliño.

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