viernes, 19 de diciembre de 2014

Malas tierras



Dirección: Terrence Malick.
Guión: Terrence Malick.
Música: George Tipton, Carl Orff, Gunild Keetman.
Fotografía: Brian Probyn, Tak Fujimoto, Stevan Larner.
Reparto: Martin Sheen, Sissy Spacek, Warren Oates, Ramon Bieri, Alan Vint, Gary Littlejohn, Bryan Montgomery, Charles Fitzpatrick, Ben Bravo, Terrence Malick.

Dakota del Sur, año 1959: Kit Carruthers (Martin Sheen), un joven que trabaja de barrendero, conoce por casualidad a Holly (Sissy Spacek), una adolescente que se ha mudado a la ciudad con su padre (Warren Oates) para empezar una nueva vida lejos de su antiguo hogar. Pronto, Kit y Holly se enamoran, aunque ocultan su relación al padre de Holly, temiendo que no la apruebe.

La filmografía de Terrence Malick es, como poco, curiosa. Debutó en 1973 con esta película, cuyo guión también es de su autoría, y seis años más tarde firmó Días del cielo. Entonces, desapareció de escena nada menos que durante veinte años, hasta su film bélico La delgada línea roja (1999). En este siglo, parece que su carrera sigue unas pautas más convencionales.

Malas tierras está inspirada en unos hechos reales ocurridos en la década de los cincuenta, cuando una pareja se convirtió en unos nuevos Bonnie y Clyde adolescentes.

Malas tierras es un film extrañamente cautivador, o perturbador, según se mire. Malick se aparta de lo que sería de esperar en una historia como ésta y, ante una serie de asesinatos gratuitos, adopta un punto de vista casi poético. Las imágenes de que se sirve para contarnos las desventuras de Kit y Holly son curiosamente hermosas dentro de su atractiva simplicidad. Además, adorna el viaje de los fugitivos con unas cálidas canciones que confieren a su aventura un curioso tono romántico e intimista. Tanto estética como narrativamente la película escapa de las claves de violencia que uno cabría esperar.

Y la simplicidad de los paisajes y decorados es también la que sirve para definir a los protagonistas. Kit es un joven que parece buscar la notoriedad comportándose como un chico malo. No hay nada más detrás de sus crímenes. No es un psicópata, no es una mala persona; tan solo hace lo que quiere hacer, sin más. A su lado, Holly se deja llevar. No juzga, no critica; acepta las explicaciones de Kit sin cuestionarlas demasiado. Lo quiere y lo sigue. Hasta que un día se cansa y lo deja. Todo tan sencillo como absurdo, tal vez porque, sin llegar a los extremos de Kit, en la vida muchos actos ocurren porque sí. La historia no pretende ser moralizadora, no hay en realidad ninguna moraleja, ni crítica; las cosas pasan y Malick nos hace testigos de ellas.

A pesar de lo que algunos opinan, creo que la actuación de Martin Sheen es un tanto exagerada. En muchas escenas me costaba convencerme de la autenticidad de sus actos. Sissy Spacek, sin embargo, me resultó mucho más convincente. En todo caso, se notaba la falta de veteranía de los protagonistas.

Malas tierras sigue siendo un film vigente, no por constituir una obra maestra, que no lo es, sino por conservar aún hoy en día ese carácter novedoso, original y algo desconcertante que la convierte en una rareza de evidente atractivo.

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