domingo, 22 de febrero de 2015
Los mercenarios 2
Dirección: Simon West.
Guión: Richard Wenk, Sylvester Stallone (Historia: Ken Kaufman, David Agosto, Richard Wenk).
Música: Brian Tyler.
Fotografía: Shelly Johnson.
Reparto: Sylvester Stallone, Jason Statham, Dolph Lundgren, Terry Crews, Randy Couture, Yu Nan, Jean Claude Van Damme, Bruce Willis, Arnold Schwarzenegger, Chuck Norris, Jet Li, Liam Hemsworth, Scott Adkins, Charisma Carpenter.
Barney Ross (Sylvester Stallone) y su grupo de mercenarios reciben un encargo aparentemente sencillo: recuperar una misteriosa caja de los restos de un avión accidentado. Sin embargo, cuando parece que han terminado la misión, un peligroso terrorista, Villain (Jean-Claude Van Damme), les está esperando para arrebartarles la caja... y algo más.
El argumento de Los mercenarios 2 (2012) es lo de menos. Y mejor así, porque la trama de la película es absurda, tópica y predecible a más no poder. Lleno de lugares comunes, giros mil veces vistos en otros films, villanos de pacotilla, personajes que no son más que meros clichés andantes, parodiándose a sí mismos con descaro y escasa sutileza, un final más que esperado y sin la más mínima sorpresa... el argumento es un cúmulo de memeces sonrojante. Pero, ¿a quién le importa? Cuando uno se sienta en el sillón a ver una película como ésta es que ya asumido que va a presenciar un número circense a mayor gloria de los efectos especiales, la glorificación de la testosterona y el engrandecimiento de una violencia excesiva.
No puedo decir que la película me gustara. Tampoco puedo valorarla como un entretenimiento aceptable. La verdad es que tanta violencia gratuita es algo que debería repugnarnos. No termino de entender el motivo por el que nos escandalizamos ante un desnudo o una escena de sexo algo esplícita y sin embargo admitimos sin reservas el presenciar puñaladas brutales y muertes a mansalva como lo más natural del mundo. Pero el caso es que es así. Y si comprendemos que estamos ante un mero film de acción auto paródico, si admitimos que todo no es más que un cúmulo de coreografías más o menos acertadas y si reconocemos que tanta muerte por segundo termina por perder parte de su significado final para convertirse en un condimento más del cóctel, podemos terminar por dejar pasar la cinta como un pasatiempo insustancial, sin más.
Con todo, hay que reconocer que el ritmo es trepidante, los efectos especiales asombrosos y, sobre todo, el film se recrea en pequeños guiños al pasado de sus intérpretes que otorgan cierta pimienta al conjunto. Lástima que el humor no brille más, que no esté tan presente como las frases lapidarias tan poco afortunadas que pueblan unos diálogos pueriles. Sólo viendo la película como una burla de sí misma podemos entenderla y aceptarla.
En el reparto, los tipos duros de mucha serie B y viejas glorias reunidas en una especie de auto homenaje sensiblero. La verdad es que Stallone aún aguanta como tipo duro al lado, por ejemplo, de Jason Statham; lo mismo podríamos decir de Chuck Norris o Bruce Willis. Sin embargo, cuesta ver el declive físico de Jean Claude Van Damme, que compone un villano bastante convincente, eso sí.
En fin, algo debe tener esto del cine de acción cuando películas como ésta crean sagas, al igual que Rambo en su momento. No se si va con la naturaleza humana disfrutar con estos rituales guerreros, quizá sea cosa de nuestro pasado remoto. Pero, en sentido estricto, pienso que estos subproductos tienen muy poco de cine.
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