jueves, 7 de enero de 2016
La mujer y el monstruo
Dirección: Jack Arnold.
Guión: Harry Essex y Arthur A. Ross.
Música: Joseph Gershenson.
Fotografía: William Snyder.
Reparto: Richard Carlson, Julie Adams, Ricard Denning, Nestor Paiva, Antonio Moreno, Whit Bissell, Bernie Gozier, Henry Escalante.
Un científico encuentra en el Amazonas una mano fosilizada muy extraña, de un ser desconocido que data del período devónico. Entusiasmado con el descubrimiento, decide organizar una expedición en busca de más restos.
La mujer y el monstruo (1954), terrible título en castellano para Creature from the Black Lagoon, es uno de esos títulos míticos del cine de terror y ciencia-ficción del Hollywood clásico. Una historia sencilla que hoy nos provoca alguna que otra sonrisa, pero que conserva un encanto único.
Jack Arnold, que filmaría la maravillosa El increíble hombre menguante (1957), nos ofrece un típico film de serie B de la época que, en su momento, imagino que paralizaría de miedo al público en las salas oscuras. A día de hoy, la película ha perdido gran parte de su impacto y se ve más como una curiosidad que como un film de terror. Es evidente que en este género la evolución del cine ha sido brutal, lo que no quiere decir que las películas actuales sean mejores, pero sí mucho más truculentas, algo que es lo que produce el miedo y el asco en la actualidad.
Sin embargo, a pesar de haber perdido su vertiente más terrorífica, la película sigue siendo un más que aceptable film, una vez que aceptamos que no va a asustar a casi nadie en la actualidad.
La historia es muy sencilla: en busca de restos de seres prehistóricos, unos científicos se encuentran con una extraña criatura que vive en un remoto lago en el Amazonas y que no ha evolucionado desde hace millones de años. El monstruo, acosado por quién desea llevarlo como trofeo, atacará a los miembros de la expedición, matando a varios de ellos hasta que, finalmente, es cazado.
Tanto el argumento como la puesta en escena de Jack Arnold son muy sencillas, y ahí reside precisamente el acierto y el encanto de la película: el director no se anda con rodeos y no pierde el tiempo en nada que no sea fundamental para la historia. La narración es directa, la trama simplificada al máximo, el metraje el justo y necesario. Incluso los personajes son bastantes sencillos, centrándose las relaciones en el típico el enfrentamiento entre el científico sensato y el empresario ambicioso, lo que recuerda también a otros clásicos como King Kong, por ejemplo.
Con este esquema tan simple lo que se consigue es una película muy ágil, sin tiempos muertos, donde la tensión está muy bien dosificada y donde las escenas submarinas están muy bien filmadas, remarcando con la música los momentos de máxima tensión, como haría muchos años más tarde Steven Spielberg en otro clásico del género, Tiburón (1975). Y es que cuando algo funciona, lo mejor es explotarlo con inteligencia y sin complicar demasiado las cosas.
Como es habitual en los series B, el reparto no tiene nombres conocidos, pero el elenco resulta bastante aceptable, con la hermosa Julie Adams aportando la típica y clásica nota de glamour y belleza.
Es evidente que el esquema argumental está muy visto hoy en día, de ahí que la película, además de no asustarnos, también resulta un tanto predecible. No es un film que podamos ver con las mismas expectativas que una obra actual, sino con cierta perspectiva, como quién ve una obra clásica. Es así como disfrutaremos sin duda más de un cine sencillo y directo que aún conserva un encanto que justifica que siga siendo un entretenimiento muy recomendable.
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