viernes, 4 de marzo de 2016

El 6º día



Dirección: Roger Spottiswoode.
Guión: Cormac Wibberley y Marianne Wibberley.
Música: Trevor Rabin.
Fotografía: Pierre Mignot.
Reparto: Arnold Schwarzenegger, Robert Duvall, Michael Rapaport, Tony Goldwyn, Michael Rooker, Sarah Wynter, Wendy Crewson, Rodney Rowland.

La vida de Adam Gibson (Arnold Schwarzenegger) va a sufrir un cambio radical cuando, el día de su cumpleaños, regresa a casa y se encuentra que un clon suyo ha ocupado su lugar. Para colmo, un grupo de individuos intentará acabar con su vida por haber descubierto esa clonación.

En el cine de ciencia-ficción parece caber de todo, incluso los argumentos más disparatados son tratados con enormes dosis de verosimilitud, como en el caso que nos ocupa. El tema de la clonación, tan de moda y tan proclive a debates filosóficos y éticos, es la base de El 6º día (2000), un film muy en la línea de los de Schwarzenegger, pero en esta ocasión un tanto mediocre.

Como decía, la clonación de seres humanos está en la base de esta cinta; pero tratándose de un film de  Arnold Schwarzenegger no podemos esperar que el tema esté tratado de una manera seria ni en profundidad; es solo un punto de partida para desarrollar un film de acción pura y dura, género en que tan bien se mueve este actor.

Sin embargo, hasta para hacer un film de estas características hace falta mucho talento, cosa que parece no tener el señor Roger Spottiswoode, con una dirección bastante pobre, con escenas tan mal filmadas que parecen impropias de una película de un actor de la talla y el caché de Schwarzenneger. Y es que no es suficiente con acumular efectos especiales, disparos a mansalva, artilugios inverosímiles (estoy pensando en el mando a distancia del helicóptero), mujeres y niños en peligro y malos que resucitan cada dos por tres como si nada..., hace falta mucho más y, sobre todo, hacer las cosas bien.

Los decorados son bastante pobres, el ritmo no siempre es el correcto, los diálogos están llenos de frases hechas sin gracia ni emoción y encima el final es bastante previsible, y muy poco convincente además, con uno de esos apaños tan forzados que resulta casi ridículo. Es todo tan vulgar que no he sentido tensión ni emoción con ninguna de las escenas supuestamente más importantes. Solamente hay un detalle que salvaría de esta película: la relación entre el doctor Griffin Weir (Robert Duvall) y su esposa, con una buena dosis de sinceridad y con un par de escenas verdaderamente conmovedoras; curiosamente, es la parte de la película que más se aleja de la tónica dominante, la acción pura y dura. Pero también son las únicas escenas en que sentimos algo hacia unos personajes de la película que sí que parecen vivos y que nos pueden trasmitir algo. Porque el resto son personajes muy estereotipados, predecibles y sin profundidad.

Definitivamente, para los fanáticos de Arnold, esta no es, con diferencia, su mejor película. Si bien es el género en el que mejor se maneja, es evidente que no siempre elige los proyectos de más calidad. En esta ocasión estamos ante un film bastante ramplón que puede entretener pero en el que hay importantes carencias y un nivel general de calidad que deja bastante que desear.

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