jueves, 22 de septiembre de 2016
La princesa prometida
Dirección: Rob Reiner.
Guión: William Goldman en base a su propia novela.
Música: Mark Knopfler.
Fotografía: Adrian Biddle.
Reparto: Robin Wright, Cary Elwes, Mandy Patinkin, Chris Sarandon, Christopher Guest, Wallace Shawn, André The Giant, Fred Savage, Peter Falk, Peter Cook, Mel Smith, Carol Kane, Billy Crystal.
Un anciano (Peter Falk) acude a visitar a su nieto enfermo (Fred Savage) y, para entretenerlo, lleva una vieja novela que es tradición familiar leerle a todo niño enfermo. Se trata de un libro de aventuras titulado "La princesa prometida".
La princesa prometida (1987) es una de esas películas que pasan con más pena que gloria en el momento de su estreno pero que tienen tanta calidad, tanto encanto y tanta belleza que terminan por ganarse un merecido puesto en la historia del cine.
La película es una adaptación de la novela homónima de William Goldman, que escribe también el delicioso guión del film. Se trata de una especie de cuento infantil donde se mezclan las aventuras de espadachines, el género romántico y el cine fantástico en una combinación maravillosa y sorprendente, todo ello unido con un humor fresco, sencillo y sorprendente.
Y es que el guión de Goldman es un prodigio de precisión donde todos los elementos de la película encajan admirablemente. La historia en sí no es que sea demasiado original, con un amor lleno de obstáculos que deben superar los protagonistas y una serie de intrigas que me recordaron a la película Robin de los bosques (Michael Curtiz y William Keighley, 1938). Y como en esa historia, La princesa prometida es un film épico, con traiciones, engaños, venganzas, reyes mezquinos con secuaces traidores y también, como no, con un amor más grande que la vida, una historia romántica que podría resultar empalagosa (la belleza de Robin Wright y Cary Elwes es demasiado perfecta y afectada) sino fuera porque todos los excesos de la película quedan perfectamente explicados y justificados dentro del genuino sentido del humor que impregna el film y que lo convierte en lo que es: una absurda y fantástica sátira de los films clásicos de aventuras, pero sin perder ese respeto y admiración hacia un género donde tenían cabida las hazañas más improbables y los amores más puros.
El reparto cuenta con dos protagonistas casi desconocidos en el momento del estreno, como eran Robin Wright (era su debut en el cine) y Cary Elwes y los dos encajan a la perfección en su papel dentro del todo paródico y exagerado de la película. Son guapos, perfectos y nobles: la imagen perfecta de unos idealizados héroes. También los villanos resultan perfectos, especialmente Chris Sarandon como el príncipe Humperdinck y Wallace Shawn como el astuto Vizzini, con la maravillosa secuencia del duelo de inteligencias. Pero quizá sea el personaje de Inigo Montoya, maravillosamente interpretado por Mandy Patinkin en el papel de su vida, con su ya célebre frase, el que haya quedado como paradigma de la película en la memoria del espectador.
La princesa prometida es un film enorme, perfecto y encantador. Es una de esas pequeñas obras sin muchas aspiraciones, en principio, pero donde un guión perfecto, una dirección precisa y unos personajes que nos conquistan de inmediato hacen el milagro de convertirla en un clásico que gana prestigio con el paso del tiempo hasta convertirse en lo que es: un título casi mítico, imprescindible y delicioso.
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