viernes, 8 de agosto de 2025

Cámara sellada



Dirección: James Foley.

Guión: William Goldman y Chris Reese.

Música: Carter Burwell.

Fotografía: Ian Baker.

Reparto: Chris O'Donnell, Gene Hackman, Faye Dunaway, Lela Rochon, Robert Prosky, Raymond Barry, David Marshall Grant, Bo Jackson, Josef Sommer. 

El joven Adam Hall (Chris O'Donnell) decide ocuparse de la apelación de Sam Cayhall (Gene Hackman), un fanático del Ku Klux Klan acusado del asesinato de dos niños en espera del día de su ejecución en la cámara de gas y que resulta que es su abuelo.

Una adaptación más de una novela de John Grisham, Cámara sellada (1996) no es, a pesar de su argumento, una película demasiado apasionante.

El principal problema de la película reside ya en su planteamiento: el nieto intentando defender a la desesperada a un abuelo racista, persona a la que ni siquiera conoce. Es un inicio tan artificioso que ya nos sitúa a la defensiva pues todo lo que suceda a partir de ahí va a parecer demasiado retorcido como para que podamos creerlo. Incluso el enfrentamiento inicial entre ambos protagonistas no logra engañarnos y somos conscientes de que es solo un recurso algo teatral que, con el paso de los minutos, llevará a cierta reconciliación entre ellos, y este en un detalle que resta incertidumbre y emoción a las múltiples escenas de entrevistas entre el abuelo y el nieto, pues somos conscientes ya del desenlace.

La única duda que puede mantenernos interesados en el relato es el destino final de Sam: si será indultado o no, si el nieto encontrará argumentos para que se revoque la sentencia de muerte. Pero esa duda al final tampoco cobra un peso determinante por culpa de un desarrollo bastante torpe donde las investigaciones de Adam no alcanzan la fuerza necesaria. 

Por si eso no fuera ya grave, los personajes secundarios interpretados por Faye Dunaway, como la tía de Adam e hija de Sam, y por Lela Rochon, ayudante del gobernador, tampoco alcanzan un peso específico en la historia, que se queda reducida básicamente a las conversaciones entre el abuelo y el nieto que, desgraciadamente, tampoco consiguen que nos impliquemos demasiado en su sufrimiento, pues no se despeja nunca la sombra de un argumento poco convincente y sí demasiado teatral.

Además, Chris O'Donnell no me pareció una elección muy acertada para el papel principal. A parte de su supuesto atractivo, no tiene nada que pueda convertirlo en un actor convincente y expresivo y Gene Hackman, éste sí muy correcto, no es suficiente para hacernos olvidar las carencias de su compañero.

En definitiva, una película que no termina de funcionar en nigún plano y que no pasa de correcta.  

lunes, 4 de agosto de 2025

El año en que empecé a masturbarme



Dirección: Erika Wasserman.

Guión: Christin Magdu y Erika Wasserman.

Música: Matti Bye y Anders af Klintberg.

Fotografía: Niels Buchholzer.

Reparto: Katia Winter, Jesper Zuschlag, Henrik Dorsin, Nour El-Refai, Vera Carlbom, Pablo Leiva Wenger, Hannes Fohlin, Sara Shirpey, Bahar Pars, Albin Grenholm. 

Hanna (Katia Winter) decide hacer caso a su novio Morten (Jesper Zuschlag) y renuncia a su trabajo para dedicarle más tiempo a él y a su hijo; pero justo en ese momento, Morten rompe con ella.

Uno de los problemas de muchas comedias es que parecen que no se toman en serio lo que nos cuentan, al menos es lo que me pareció esta película sueca con un título, El año en que empecé a masturbarme (2022), que parece un reclamo para atraer a cierto tipo de espectadores.

La cinta no deja de ser la típica comedia romántica, pero con el tema de la masturbación, un recurso que finalmente libera a la protagonista y la reconcilia consigo misma, intenta ofrecer un enfoque novedoso y, en teoría, algo transgresor. Es evidente que el tema del sexo sigue rodeado de muchos prejuicios, pero no creo que a estas alturas, y para el público al que va dirigida la película y la superficialidad con que trata el tema, un enfoque así pueda aportar nada más que un toque ligeramente picante.

En cuanto al desarrollo, la verdad es qua la cinta no tiene mucho que ofrecernos: un desarrollo bastante típico donde en la primera parte todo empieza a torcerse en la vida de Hanna para, en la parte central, tocar fondo para llegar a un final donde las cosas, casi milagrosamente, terminan por reconducirse para ofrecernos un final feliz en el que la protagonista se reencuentra con sus amigos, organiza su vida y se hace plenamente consciente de lo que quiere de la vida.

En teoría, un argumento así no tendría porqué resultar un inconveniente, pero la clave está en que nada en el desarrollo de la historia es interesante. La supuesta comicidad apenas aparece y siempre vinculada al tema del sexo, algo demasiado básico si encima no se aporta mucha originalidad. Tampoco la parte dramática, que es necesaria siempre, tiene demasiada profundidad. En realidad, todo en la película resulta demasiado superficial como para que nos llegue a importar y tanto el planteamiento inicial como la resolución final son casi infantiles, lo mismo que la mayoría de personajes secundarios que caen en lo absurdo o ridículo mayoritariamente.

En verdad, solamente es reseñable la frescura y el encanto de Katia Winter, lo único realmente salvable de la película.