sábado, 12 de junio de 2010

Adivina quién viene esta noche



Dirección: Stanley Kramer.
Guión: William Rose.
Música:Frank DeVol (AKA Frank De Vol).
Fotografía: Sam Leavitt.
Reparto: Spencer Tracy, Sidney Poitier, Katharine Hepburn, Katharine Houghton, Cecil Kellaway, Beah Richards, Roy Glenn, Isabel Sanford, Virginia Christine, Alexandra Hay, Barbara Randolph.
 
Una joven de buena familia, Joana (Katharine Houghton), se presenta en casa de sus padres con su novio, el doctor Prentice (Sidney Poitier) y les anuncia su inminente boda. El problema es que él es negro. Tras la sorpresa inicial, llega el momento de reflexionar sobre los problemas que plantea dicha noticia y aunque Cris (Katharine Hepburn), la madre de Joana, acepta pronto la situación y apoya a su hija, el padre de la joven, Matt (Spencer Tracy), será quién se muestre más convencido de que una boda como esa sólo traerá la infelicidad de su hija.

Adivina quién viene esta noche (Stanley Kramer, 1967) viene a tratar el problema del racismo desde un punto de vista novedoso, como es el de plantear un matrimonio interracial en los Estados Unidos. Como se dice en el film, dicho matrimonio estaba prohibido por la ley en gran parte del país. Incluso hoy en día, más de cuarenta años después, el tema seguiría causando problemas en medio mundo, o más.

Pero el caso es que también se plantea una situación bastante idílica en la película. La familia de ella es rica, liberal y culta. El novio, además, no es un cualquiera, sino que es un brillante médico con un curriculum que dejaría mudo a cualquiera. ¿Qué pasaría si el negro fuera un mecánico, por ejemplo? Dudas aparte, el mérito de Stanley Kramer es enfrentarse al problema del racismo de frente y ofrecer un discurso final rotundo en el que acertadamente afirma que el verdadero problema lo tienen aquellos que, por prejuicios absurdos, se opondrían a algo tan hermoso como que una pareja se ame por encima de razas y miedos.

Pero lo mejor de la película se encuentra en la pareja Spencer Tracy y Katharine Hupburn. El trabajo de ambos es colosal y puedo confesar que pocas veces me ha conmovido tanto una interpretación como la estos dos actores. Tracy es más sobrio que ella, pero su rostro es tremendamente expresivo y trasmite una fuerza increíble. Katharine Hepburn está espléndida, con esa maravillosa fragilidad que lo trasmite todo y esas lágrimas apenas aflorando a sus ojos absolutamente conmovedoras. Por contra, Sidney Poitier, al lado de estos dos geniales actores, me ha parecido excesivamente estudiado, acartonado y un tanto forzado.

Dentro de un nivel muy alto en los diálogos y de una tensión muy bien graduada hasta el final, es evidente que me quedo con la escena final, con el fabuloso discurso de Spencer Tracy y, en especial, con esa escena en que vemos el rostro extasiado y emocionado de Katharine Hepburn al escucharlo decir: "si ellos se quieren solamente la mitad de lo que nosotros nos quisimos, será suficiente". Sólo por este momento vale la pena ver la película.

Katharine Hepburn ganó su segundo Oscar por este trabajo y la película obtuvo otro más por el guión original. Spencer Tracy falleció de un ataque al corazón, solamente trece días después de terminar el rodaje de esta película, en brazos de Katherine Hepburn, su gran amor.

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