sábado, 28 de junio de 2014
Pánico nuclear
Dirección: Phil Alden Robinson.
Guión: Paul Attanasio y Daniel Pyne (Novela: Tom Clancy).
Música: Jerry Goldsmith.
Fotografía: John Lindley.
Reparto: Ben Affleck, Morgan Freeman, James Cromwell, Liev Schreiber, Bridget Moynahan, Alan Bates, Ciaran Hinds.
En el año 2002, un árabe encuentra una bomba enterrada en la arena, sin saber exactamente su naturaleza y su valor. Se trata nada menos que una bomba nuclear procedente de un avión israelí que caerá en manos de un fanático nazi dispuesto a provocar un conflicto militar entre Estados Unidos y Rusia.
El tema de la guerra fría y la posibilidad de un conflicto nuclear entre Estados y Rusia ha dado mucho juego, tanto en literatura como en el cine. Pánico nuclear (2002) es una nueva aproximación a un tema que puede dar mucho juego pero aquí se queda en un planteamiento bastante esquemático, dando como resultado una película entretenida pero sin demasiado interés.
De nuevo tenemos en acción a Jack Ryan, el personaje más reconocible de Tom Clancy, encarnado en anteriores adaptaciones de sus novelas por Harrison Ford y Alec Baldwin. En esta ocasión es el atractivo pero frío Ben Affleck el encargado de encarnar al protagonista, y hay que reconocer que su trabajo está bastante mejor que en otros trabajos de este actor. Morgan Freeman le da la réplica con su habitual acierto, si bien su papel no es todo lo importante que hubiéramos deseado.
Pero no es en el reparto en donde encontramos los principales problemas de Pánico nuclear, que falla principalmente por culpa de su argumento.
Para empezar, la trama no resulta demasiado creíble. La figura del sádico nazi dispuesto a provocar un conflicto mundial se acerca más a los malos de la serie de James Bond que a un villano auténtico y convincente. A pesar del intento de verosimilitud con que es presentado, uno no puede dejar de ver lo aparatoso del planteamiento y su escasa solvencia. Por si ello fuera poco, la escalada que está a punto de provocar una guerra abierta entre Rusia y Estado Unidos tampoco termina de resultar convincente. A uno se le ocurren varias alternativas que un presidente sensato podría tomar antes de decidirse por desencadenar un ataque nuclear masivo.
Si la trama política no termina de funcionar, el resto del entramado tampoco. Ni la relación de Jack Ryan con sus superiores está bien desarrollada ni su relación sentimental tiene la entidad necesaria para tener un peso específico en la historia. Parece más bien un detalle de cara a la galería, imprescindible por cuestiones de taquilla, que algo que encaje y aporte algo a la historia.
Y para rematarlo todo, el desenlace de la trama resulta precipitado y tosco, sin interés, sin tensión, sin emoción y absolutamente previsible. Bueno, salvo la conversación de Ryan con el presidente ruso, un giro del todo increíble y hasta absurdo que es la mala guinda a un pastel bastante pobre.
Da la impresión que la adaptación de la novela de Clancy no se hizo con el acierto necesario, limitándose los guionistas a ofrecernos una mezcolanza de intriga, romance y relaciones personales bastante banales y sin mucha imaginación.
En definitiva, un film para pasar el rato pero que se queda muy lejos de ser un film inteligente y mucho más lejos de la excelencia.
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