miércoles, 4 de junio de 2014

Paycheck



Dirección: John Woo.
Guión: Dean Georgaris (Relato: Philip K. Dick).
Música: John Powell.
Fotografía: Jeffrey L. Kimball.
Reparto: Ben Affleck, Uma Thurman, Aaron Eckhart, Colm Feore, Paul Giamatti, Joe Morton, Michael C. Hall, Emily Holmes, Krista Allen, John Cassini, Fulvio Cecere, Joe Coyle, Richard Cummins.

Michael Jennings (Ben Affleck) es un brillante ingeniero que realiza importantes trabajos para empresas de alta tecnología. Para que no rebele secretos de su trabajo, a Jennings le borran la memoria de sus investigaciones una vez terminadas. Pero ahora, Jennings recibe el encargo de su vida: tres años de trabajo y una recompensa millonaria con la que podrá retirarse para siempre.

El cine actual parece volver con cierta asiduidad a viejas fórmulas, antaño exitosas, pero con el toque tecnológico de la modernidad. Es como si Hollywood se rindiese a ese dicho de que "nada hay nuevo bajo el sol" y se dedicase a una meticulosa y rentable labor de diseñar máquinas tragaperras a todo color y pantalla panorámica. Al menos es la impresión que uno tiene al ver películas como esta Paycheck (2003), un entretenimiento tan espectacular como absurdo.

La ciencia ficción ha dejado notables trabajos, obras maestras del cine, pero también algunas otras películas que llegan a rozar lo ridículo o la tomadura de pelo. Paycheck bordea este terreno peligrosamente y, si bien se puede salvar por los pelos por lo entretenida de la propuesta, también es verdad que el argumento, a poco que se pare uno a pensar, cosa que el ritmo trepidante del film no lo permite, resulta tan idiota como increíble. Que al protagonista le borren selectivamente recuerdos como quién pincha globos, por mucho que se intente adornar con máquinas más o menos sofisticadas, roza lo idiota. Salvo muy buena voluntad por nuestra parte, la reacción más lógica sería la carcajada.

Normalmente, este tipo de  películas, con hipótesis tan retorcidas como la citada o en que el protagonista puede ver el futuro, ya parten con una gran desventaja, pues ni el más incauto termina por tragarse tal premisa. Pero es que Woo tampoco parece mostrar demasiado interés en convencernos de la plausibilidad de su planteamiento; éste es solo una simple excusa para un derroche de acción y clichés que ya no engañan a nadie. Uno empieza ya a cansarse de esos guiones trufados de pequeños detalles que más tarde sirven para guiños simpáticos o medias justificaciones. Esta manera de escribir la historia resulta ya cansina. Y ya el recurrir al truco de platearnos un final desgraciado para el héroe, insistiendo en ello repetidas veces, tampoco resulta del todo creíble; y cuando, al final, se demuestra que no era más una trampa más, uno no sabe si reir alegrándose de su perspicacia al anticipar el engaño o maldecir al torpe guionista que no tiene otra cosa más sutíl que ofrecernos.

Y es que el cine actual parece dejar a un lado sin miramientos el argumento, olvidándose que es parte básica de toda buena película que se precie. El mero juego de efectos especiales, peleas, escenas de acción y persecuciones no dan como resultado más que un entretenimiento muy básico que no puede contentar demasiado a un espectador un poquito exigente. Y el director se ha limitado a eso, olvidándose de la lógica y el sentido común. Que un simple ingeniero tenga que luchar por su vida puede resultar interesante, pero nunca se puede convertir a ese hombre en una especie de Rambo y pensar que nos lo vamos a tragar sin rechistar. No es que sea un fanático de la verosimilitud, pero al menos espero algo de coherencia en las historias.

Así que lo que tenemos no es más que un andamiaje futurista de escasa consistencia que da lugar a una historia bastante predecible en la que el protagonista tiene que cumplir su misión con la ayuda de una serie de objetos cuya presencia, una vez asimilidado su significado, pasa a convertirse en una repetición de momentos en los que Michael Jennings se sirve de esos objetos para ir avanzando en su tarea, lo que termina por resultar un tanto repetitivo y que en muchos casos roza lo absurdo directamente. En seguida, el argumento deja de tener importancia y la película se queda reducida a peleas y persecuciones sin más.

Paycheck recuerda, supongo que intencionadamente, a Con la muerte en los talones (Alfred Hitchcock, 1959), como en la escena en que  Michael Jennings escapa del metro que lo persigue, como escapaba Cary Grant de la avioneta. En cierto sentido, Affleck tiene un parecido con Grant, salvando las distancias. La diferencia es que Hitchcock nos regaló un film de suspense interesante, con humor y con ingenio, mientras que John Woo se dedica a desarrollar un argumento absurdo al servicio de una historia predecible, sin imaginación y donde el recurso a la acción se rebela como el arma más eficaz que ha encontrado el director, decidido a hacer un cine de palomitas, sin duda el camino más fácil.

Ben Affleck no es un actor que me diga gran cosa, más bien lo contrario, y su presencia en Paycheck me parecía todo un punto negativo antes de ver el film. Sin haber cambiado mi opinión acerca de su talento, es cierto que su trabajo me pareció algo menos soso que en otras películas suyas. Uma Thurman tiene finalmente un papel bastante secundario, lo que es una pena. Y el resto del reparto, un tanto encasillados en unos roles muy básicos, donde el malo (Aaron Eckhart) ha de parecerlo desde el primer plano, lo mismo que sus secuaces, y donde Paul Giamatti tampoco tiene demasiados momentos para lucirse. El resto, cumplidores.

En definitiva, una película sin pretensiones, salvo la espectacularidad de algunas escenas, y sin brillo. Uno de esos productos para consumo de masas que no dejan demasiada huella. Se deja ver y punto.

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