jueves, 25 de mayo de 2017
Comanchería
Dirección: David Mackenzie.
Guión: Taylor Sheridan.
Música: Nick Cave y Warren Ellis.
Fotografía: Giles Nuttgens.
Reparto: Jeff Bridges, Chris Pine, Ben Foster, Gil Birmingham, Katy Mixon, Dale Dickey, Kevin Rankin, Melanie Papalia, Lora Martinez-Cunningham, Amber Midthunder, Dylan Kenin.
Toby (Chris Pine) y su hermano Tanner (Ben Foster), ex presidiario, tras la muerte de su madre, deciden atracar las sucursales del banco que tenía la hipoteca de la propiedad familiar con el fin de salvarla de un inminente embargo.
Comanchería (2016) viene a demostrar cómo no es necesario contar con una historia rebuscada para hacer un buen film. De hecho, la película arranca con los protagonistas asaltando una sucursal bancaria y, en seguida, otra más. No sabemos el motivo y, aunque más adelante se nos dará una explicación, la verdad es que ésta carece casi de importancia. Y es que Comanchería no necesita ni busca justificarse. Es de esas historias secas, concisas, que se explican por sí mismas. Son como son, como la vida misma.
La película, una mezcla interesante de géneros (western moderno, thriller, drama social), nos muestra el reverso del sueño americano, un retrato de la América rural, recogida sobre sí misma, como si no existiera nada más allá; un universo cerrado, miserable y polvoriento donde la gente se pelea por unos dólares con los ir tirando, donde el futuro parece no existir, más allá del día a día, repetitivo y gris. Y donde Toby no encuentra otra salida, no para sí mismo, resignado con su mala suerte, sino para sus hijos, que robar a quienes les han estado robando desde hace años. Y se alía con el único que lo comprende y lo quiere lo suficiente para embarcarse en una aventura sin futuro: su hermano Tanner, maleado por la vida hasta convertirlo en una persona sin esperanza y sin bondad, salvo hacia su hermano.
El acierto de Comanchería reside en su simplicidad: argumental y descriptiva. Dos atracadores de bancos y dos rangers tras ellos. Y cada personaje que se define con dos palabras. Y no hace falta más. Basta para entender toda una vida. Y un paisaje vacío, inmenso y a la vez limitado, cerrado en sí mismo. La vida reducida a lo mínimo y tan compleja a la vez.
Y David Mackenzie dibuja esa simplicidad también con una puesta en escena limpia, directa, pausada, recreándose en los tiempos, en los silencios, enfatizando el vacío que lo envuelve todo, apoyado en una fantástica fotografía, de una gran belleza plástica, y la música country que se convierte casi en una voz en off, el relato de perdedores sin esperanza.
Lástima que el guión no pueda o no sepa escapar de un par de tópicos sin los cuáles, desde mi punto de vista, la historia ganaría aún más. El primero: la figura del agente a punto de jubilarse. Algo innecesario y superfluo, un cliché demasiado visto ya y prescindible. Salvo para justificar la escena final. El otro: uno de los hermanos es un descerebrado violento, mientras que el otro es una buena persona empujado por las circunstancias. El primero, como no puede ser de otra manera, ha de pagar con su vida por su maldad. El segundo, según la moral de este tipo de películas, puede ser salvado. Me hubiera gustado que, esta vez, se hubieran saltado esta moralidad de tres al cuarto. La vida no es siempre justa ni guarda la ética que nos gustaría.
Acorde con el buen nivel de la historia, un reparto de caras no muy conocidas, salvo el veterano Jeff Bridges, que destaca por su naturalidad. Ni un solo pero al trabajo de todos, hasta el último secundario.
Comanchería obtuvo cuatro nominaciones a los Oscar: mejor película, actor (Jeff Bridges), guión original y montaje. No se llevó ninguno.
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