Dirección: Ang Lee.
Guión: Wang Hui Ling, James Schamus y Tsai Kuo Jung (Novela: Wang Du Lu).
Música: Tan Dun.
Fotografía: Peter Pau.
Reparto: Chow Yun Fat, Michelle Yeoh, Zhang Ziyi, Chang Chen, Lung Sihung, Cheng Pei Pei.
Li Mu Bai (Chow Yun Fat), un experto paladín, sale de su retiro tras comprobar que solo le produce tristeza. A pesar de ello, sigue decidido a renunciar a su vida anterior y regala su magnífica espada.
Según su director, con Tigre y dragón (2000) solo pretendía realizar la mejor película de artes marciales posible. Y si nos atenemos a las sofisticadas coreografías de lucha, que incluyen sorprendentes saltos y vuelos que desafían a la lógica y provocan sorpresa y, a partes iguales, admiración y risas, el resultado es una película que no nos deja indiferentes.
Pero el mérito de esas coreografías tan hipnóticas no sería suficiente para convertir a esta película en algo especial. El mérito finalmente reside precisamente en todo aquello que se sale de lo habitual en el género.
Por una lado, tenemos una fotografía y una banda sonora de una belleza incuestionables que le dan una calidad a la cinta deslumbrante. Otro acierto es que, a pesar de su larga duración, no sentimos que le sobre ni un minuto de metraje: la historia fluye armoniosamente y, a pesar de su sencillez, consigue mantenernos expectantes, ansiosos de ver qué nos depara la siguiente escena. Y ello funciona tan bien gracias a la construcción de los personajes. Cada uno de los protagonistas tiene una historia detrás donde se mezclan amor, esperanza, dolor, muerte, venganza, deseo y oscuridad. Y es ahí donde Tigre y dragón logra adquirir una profundidad mayor que la eleva por encima de una simple película de acción y es lo que consigue que nos impliquemos de lleno en la historia.
Esto no impide reconocer que el argumento es bastante simple y algunos diálogos y situaciones parecen casi pueriles, lo que choca con otros momentos en que la cinta alcanza niveles casi poéticos, por lo que la sensación final es la de un extraño producto que a pesar de su simpleza consigue llegarnos al corazón. Tal vez le falte profundidad, pero no debemos olvidar que estamos ante una película de artes marciales, lo que explica ese desequilibrio.
La película ganó cuatro Oscar: mejor película extranjera, mejor banda sonora, mejor fotografía y mejor dirección artística.