El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 15 de octubre de 2016

El expreso de Chicago



Dirección: Arthur Hiller.
Guión: Colin Higgins.
Música: Henry Mancini.
Fotografía: David M. Walsh.
Reparto: Gene Wilder, Jill Clayburgh, Richard Pryor, Patrick McGoohan, Ned Beatty, Ray Walston, Richard Kiel, Scatman Crothers, Clifton James.

Durante un viaje en tren de Los Ángeles a Chicago, el editor de libros George Caldwell (Gene Wilder) entabla amistad con Hilly (Jill Clayburgh), la secretaria de un profesor de arte que es asesinado durante el viaje, siendo George testigo de su muerte.

El expreso de Chicago (1976) es un producto perfecto para el lucimiento de Gene Wilder, un cómico un tanto peculiar que supo hacerse un hueco en el cine cómico durante las décadas de los setenta y ochenta del pasado siglo.

La película se presenta como una mezcla de cine cómico, de acción y de suspense, algo que es necesario dosificar con cuidado para conseguir un resultado convincente.

En este caso el problema es que ninguno de los tres elementos de la historia termina de funcionar bien. Y eso que el comienzo resulta especialmente inspirado en la vertiente cómica, con los mejores momentos de toda la cinta, gracias a unos buenos diálogos donde se juega con el doble significado de las palabras. Sin embargo, conforme avanza la cinta, la inspiración se va difuminando y la supuesta chispa cómica se queda en una colección de momentos no demasiado inspirados y con demasiado ritmo.

Y algo parecido sucede con la parte de suspense del film, que no se explota convenientemente y se queda en muy poca cosa, con el agravante de un final que me resultó un tanto rocambolesco, donde predomina la acción pura y dura pero sin que termine de convencernos tampoco.

La escena final, en la estación, resume a la perfección la falta de inspiración general y esa impresión de que a la película le falta algo, convicción o fuerza, para poder subir un peldaño y salir del tono general un tanto mediocre.

Quizá lo más destacado del todo sea la presencia de Richard Pryor, haciendo pareja por primera vez con Wilder y que, fruto de la química entre ambos, dará lugar a más colaboraciones posteriores. Aún así, la presencia de Pryor se limita a la parte final de la cinta. El caso de Gene Wilder es peculiar: no me parece un gran actor cómico, encuentro que a veces le falta chispa, y sine embargo, al final termina por resultar gracioso, a su manera. Y eso que considero que en esta ocasión el director no sabe explotar todas las posibilidades cómicas de Wilder, que se queda un poco por debajo de sus posibilidades. Ojo al resto del reparto, con algunos secundarios muy conocidos, como Scatman Crothers (El resplandor) o Richard Kiel, el Tiburón de las películas de James Bond.

Con todo, El expreso de Chicago tuvo una buena acogida por parte del público en su momento. Vista hoy en día, hemos de reconocer que se trata de un film sin grandes puntos fuertes. Es una cinta que entretiene, pero dentro de un nivel no demasiado elevado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario