El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 30 de abril de 2023

Malavita



Dirección: Luc Besson.

Guión: Luc Besson y Michael Caleo.

Música: Evgueni Galperine.

Fotografía: Thierry Arbogast.

Reparto: Robert De Niro, Michelle Pfeiffer, Tommy Lee Jones, Dianna Agron, John D'Leo, Jimmy Palumbo, Domenick Lombardozzi, Stan Carp, Vicent Pastore.

Giovanni Manzoni (Robert De Niro) es un mafioso que ha ingresado en el programa de protección de testigos del FBI tras delatar a un rival. El problema es que tanto él como su familia son incapaces de pasar desapercibidos y cada poco tiempo han de cambiar de domicilio.

Últimamente no dejan de sorprenderme los críticos especializados en cine. Normalmente, mis criterios solían coincidir con los suyos a la hora de ponderar los méritos de una película e incluso eran una estimable fuente de conocimientos que abrían los horizontes de muchas obras importantes. Pero cada vez se me hace más difícil entenderlos: ensalzan películas que no logro ni terminar de ver y vapulean otras que me resultan realmente interesantes. Me ha pasado con Malavita (2013), valorada muy pobremente en líneas generales por los profesionales de la crítica y que a mí en cambio me parece una obra divertida y muy original. No estoy hablando de una obra de arte, pero sí de una comedia que me ha divertido mucho y que se me ha hecho sumamente entretenida.

La historia se centra en la familia de Giovanni, un mafioso que ahora se hace llamar Fred y se muda a Normandía con su esposa Maggie (Michelle Pfeiffer) y sus dos hijos: Belle (Dianna Agron) y Warren (John D'Leo). Es uno más de los frecuentes traslados que están obligados a hacer porque, a pesar de haber dejado atrás su vida delictiva, ninguno de los cuatro es capaz de solucionar sus problemas cotidianos de manera civilizada, con lo que suelen llamar la atención de sus vecinos y se ven obligados a mudarse de nuevo.

No es que estemos ante una comedia de las que te mantienen riendo a carcajadas, pero la utilización de la violencia con la que resuelven sus problemas los miembros de la familia depara algunos momentos muy logrados, como cuando Maggie escucha cómo es criticada en el supermercado por ser americana y su respuesta es hacer estallar una bombona de gas arrasando el local o cómo Belle se quita de encima a un acosador a raquetazo limpio. De acuerdo, Luc Besson no descubre la pólvora con estas salidas, pero sí que demuestra cómo aprovecharse con eficacia de los elementos con los que cuenta.

Quizá la parte menos interesante sea la del agente del FBI Stansfield (Tommy Lee Jones) controlando a Fred, pues viene a representar el típico tipo serio que arruina la juerga y la verdad es que una vez metidos en el meollo de la historia nos ponemos abiertamente de parte de la familia mafiosa. No digo que estén bien sus métodos, pero como estamos en una comedia uno se permite soñar con una justicia que ponga en su sitio a fontaneros caraduras, políticos mentirosos, industriales que te miran por encima del hombro o vecinos desagradables.

Además, Luc Besson añade un elemento más para darle un toque de incertidumbre y tensión a la historia como son los matones que buscan a la familia para vengar su delación y que crea el punto de tensión necesario para mantenernos expectantes por el posible desenlace y además aporta un tiroteo final de lo más espectacular.

Si encima contamos con un buen reparto, con la atractiva Michelle Pfeiffer, Tommy Lee Jones y Robert De Niro, mucho mejor que en otros de sus trabajos menores, y el simpático guiño a Uno de los nuestros (Martin Scorsese, 1990) de propina, pues he de admitir que Malavita me pareció una película más que entretenida y un pasatiempo sin complicaciones que merece la pena.

La extraña pasajera



Dirección: Irving Rapper.

Guión: Casey Robinson (Novela: Olive Higgins Prouty).

Música: Max Steiner.

Fotografía: Sol Polito (B&W).

Reparto: Bette Davis, Paul Henreid, Claude Rains, Gladys Cooper, Bonita Granville, John Loder, Ilka Chase, Lee Patrick, Franklin Pangborn, Katherine Alexander, James Rennie, Mary Wickes, Janis Wilson, John Loder.

Charlotte Vale (Bette Davis) es una mujer de mediana edad totalmente sometida a la tiranía de su madre (Gladys Cooper) pero con la ayuda del doctor Jaquith (Claude Rains), un psiquiatra, conseguirá recuperar la autoestima y poder empezar a vivir al fin con independencia.

La extraña pasajera (1942) es un intenso drama basado en la novela de Olive Higgins Prouty y ese origen quizá pese demasiado en el resultado. 

Creo que una película, para que consiga tener fuerza, y más en temas tan dramáticos como los abordados aquí, ha de resultar concisa, enfocarse en un elemento y sacar de él todo su potencial. Sin embargo, La extraña pasajera, seguramente por basarse en una novela, con otros requisitos y necesidades expresivas, termina cubriendo tanto terreno que no consigue concretar en ninguno de manera precisa.

El comienzo de la historia es muy interesante, con la hija sometida a una madre autoritaria e insensible que ha convertido a Charlotte en una solterona amargada y sin autoestima. La introducción de la psiquiatría es un elemento novedoso en el cine y la transformación de Charlotte gracias a los cuidados del doctor resulta formidable. Sin embargo, a partir de ahí el relato empieza a moverse en demasiadas direcciones sin llegar a profundizar en ellas como se debería y termina por resultar una historia cargada de buenas intenciones pero fallida a la hora de profundizar en ellas.

El romance entre Charlotte y Jerry (Paul Henreid) está lleno de posibilidades, pero no se explotan convenientemente, en parte por unos diálogos pomposos, pero que no emocionan. Tal vez se deba también en parte a la elección de los actores, pues Paul Henreid me parece demasiado frío y Bette Davis, sin negar su talento, no me parecía la actriz adecuada para ese papel. Davis es una mujer fuerte, su presencia resulta demasiado poderosa como para creer en su debilidad y nunca logré verla en el papel de una mujer frágil.

Después la historia se complica de nuevo con el regreso de Charlotte a Boston, su noviazgo con Livingston (John Loder), el encuentro de nuevo con Jerry, la muerte de su madre, el regreso a la clínica del doctor Jaquith, donde encuentra la hija pequeña de Jerry, Tina (Janis Wilson). Son tantos y tantos acontecimientos que hay que cubrir que el film se vuelve casi una carrera contra reloj que pasa por todos esos episodios a todo galope, con lo que se pierde la posibilidad de afrontarlos en profundidad. Incluso la relación de Charlotte y Tina, al llevarla a su casa y convertirla casi en su hija adoptiva, no termina de resultar muy convincente y parece algo excesivamente forzado. 

En general, da la impresión de que Irving Rapper se esfuerza en abarca lo más posible pero en el camino se olvida de crear verdadera emoción en lo que cuenta, con lo que la historia se convierte en un relato al que le falta intensidad.

Colonia V



Dirección: Jeff Renfroe.

Guión: Jeff Renfroe, Svet Rouskov, Patrick Tarr, Pascal Trottier.

Música: Jeff Danna.

Fotografía: Pierre Gill.

Reparto: Laurence Fishburne, Kevin Zegers, Charlotte Sullivan, Bill Paxton, John Tench, Atticus Dean Mitchell, Dru Viergeber, Romano Orzari.

La Tierra se encuentra en una era glacial. Los supervivientes se han refugiado en colonias subterráneas donde intentar sobrevivir como pueden. Un día, la Colonia V envía una señal de socorro y deja de responder a la radio. Desde la Colonia VII parten tres hombres a averiguar qué sucede.

Colonia V (2013) es una mezcla de ciencia-ficción, acción y terror sin más pretensiones que helarte la sangre con una sucesión de escenas escalofriantes.

Nada realmente en la historia resulta demasiado original y la trama además queda reducida al mínimo indispensable: la gente agrupada en colonias ante la congelación de la Tierra y una supervivencia precaria por la escasez de alimentos y el peligro de enfermedades que pueden ser devastadoras por falta de medicinas.

En esas circunstancias, la gente mantiene ciertas normas con dificultad, la mayoría tendentes a proteger la vida en las colonias. Pero también hay quien ha sucumbido a la barbarie provocada por el hambre y así una banda de degenerados que han caído en el canibalismo mata a los habitantes de la Colonia V y se dispone a hacer lo mismo con los de la VII.

El argumento ya no da para más. Podría haberse extendido con detalles sobre la supervivencia, pero sinceramente no era el propósito de Jeff Renfroe, que orienta decididamente la película hacia la acción pura y dura y hay que reconocer que, en su simplicidad, el film funciona correctamente.

El guión sitúa los elementos básicos para la acción, con el malo de turno en la propia Colonia VII, encarnado en el cruel Mason (Bill Paxton) y también se esboza un pequeño romance entre Sam (Kevin Zegers) y Kai (Charlotte Sullivan). No hace falta ya más que unos malvados de altura y la verdad es que el grupo de caníbales resulta especialmente aterrador, sobre todo su líder encarnado por un terrorífico Diu Vierberger.

A partir de ahí, acción a todo trapo con algunos momentos realmente espeluznantes, pues el director opta por sacudirnos de los asientos con todo lo que tiene a mano: luchas brutales, explosiones, sangre a borbotones, detalles macabros... Y la verdad que lo mejor que se puede decir es que la película se pasa en un suspiro bajo el ritmo trepidante que el director le da al conjunto, que ya empieza nada menos que con una muerte en la primera secuencia.

Con una eficaz puesta en escena, un buen juego con las luces y sombras y creando un clima angustioso con la llegada de los caníbales, Renfroe va a lo sencillo y el resultado no defraudará a los amantes del género, si bien para aquellos que busquen algo más de contenido les resultará un film esquemático en exceso.

sábado, 29 de abril de 2023

El soltero




Dirección: Antonio Pietrangeli.

Guión: Alessandro Continenza, Ruggero Maccari, Antonio Pietrangeli, Ettore Scola.

Música: A. Francesco Lavagnino.

Fotografía: Gianni Di Venanzo (B&W).

Reparto: Alberto Sordi, Fernado Fernán Gómez, María Asquerino, Madeleine Fischer, Sandra Milo, Anna Maria Pancani, Nino Manfredi, Pina Bottin.

Paolo (Alberto Sordi) es un soltero empedernido. A pesar de ver cómo sus amigos se van casando, él prefiere su libertad y poder ir saliendo con las mujeres que le gusten sin comprometerse a nada.

Las aventuras de un soltero convencido son la base de El soltero (1955), una comedia un tanto repetitiva que no aporta gran cosa, ni en el plano argumental ni como reflexión sobre las reacciones entre los hombres y las mujeres.

Uno de los rasgos típicos de la comedia italiana tras la Segunda Guerra Mundial fue que se convirtió en el vehículo preferido para la crítica social, derivación del neorrealismo rosa cuyo ejemplo más evidente sería Luigi Zampa.

Bajo este enfoque cómico se buscaba sobre todo poner en evidencia los defectos de una sociedad consumista. En este sentido, El soltero se inscribe en esa tendencia enfocando la crítica hacia el egoísmo, ejemplificado en el protagonista, y con pequeños apuntes sobre el consumismo, centrado en la empresa de electrodomésticos de Paolo; sobre las tradiciones, representadas por el concepto de la familia tradicional o el papel de la mujer como esposa y sobre la modernidad, con la mayor libertad que proporciona la vida en las grandes ciudades, más liberadas de ataduras sociales y religiosas en comparación con la vida rural.

Sin embargo, el problema de la película es que todos estos elementos están tratados con demasiada superficialidad y se echa de menos un acercamiento algo más profundo, al menos en el plano sentimental, pues las aventuras de Paolo están narradas con demasiada ligereza. Incluso cuando su antigua novia, Carla (Madeleine Fischer), llora desconsolada por la actitud frívola de Paolo, comprobamos que hay una ausencia total de emoción, de manera que vemos la escena con demasiado distanciamiento.

Otro problema es la excesiva duración de la película para lo que realmente tiene que contarnos, que son las conquistas de Paolo, que se suceden una detrás de otra llegando a hacerse repetitivas.

Finalmente, el guión se rinde a lo socialmente correcto y Paolo termina cediendo a las presiones de su familia y a sus propias dudas, lo que nos conduce a un final demasiado convencional que viene a contradecir toda la filosofía defendida por Paolo, de manera que el mensaje que prevalece al final no puede ser más conservador.

Al tratarse de una coproducción italiana y española, podemos disfrutar de la breve presencia de Fernando Fernán Gómez o María Asquerino, si bien el protagonismo absoluto es para Alberto Sordi, un actor con muchas tablas pero que quizá no tenía el tipo más adecuado para el papel de don Juan que encarna.

En resumen, una comedia sin demasiada gracia y que no aprovecha muy bien la idea original.

Al sur de San Luís



Dirección: Ray Enright.

Guión: Zachary Gold y James R. Webb.

Música: Max Steiner.

Fotografía: Karl Freund.

Reparto: Joel McCrea, Alexis Smith, Zachary Scott, Dorothy Malone, Douglas Kennedy, Alan Hale, Victor Jory, Bob Steele, Art Smith. 

Kip (Joel McCrea), Charlie (Zachary Scott) y Lee (Douglas Kennedy) son tres amigos propietarios del rancho "Tres campanas". Pero durante la Guerra de Secesión el rancho es quemado por una banda de cuatreros y diversas decisiones irán separando a los tres amigos.

Al sur de San Luís (1949) es modesto western que sin duda no destaca especialmente por nada en particular. Sin embargo, con un corte clásico y una realización correcta, contiene todos los elementos para convertirlo en un film nada despreciable.

El centro de la historia es la amistad de tres vaqueros y cómo, al compás de diversos sucesos, se va deteriorando hasta el punto de enfrentarlos casi como enemigos. Lee será el primero que se separe al alistarse en el bando confederado una vez que se quedan arruinados por la pérdida del rancho. Kip y Charlie, por su parte, prefieran dedicarse al tráfico de armas entre México y el sur de Texas para poder reunir el dinero suficiente para reconstruir "Tres campanas". Sin embargo, el éxito en la empresa hará que Charlie se vuelva más ambicioso y no dudará en poner el negocio por encima de la amistad llegado el momento.

Para que no falte ningún elemento en el drama de los tres amigos, la novia de Kip, Deborah (Dorothy Malone), termina enamorándose de Lee, llevando a Kip a la desesperación y la bebida.

Como vemos, estamos ante un argumento rico en acontecimientos que tiene la virtud de no limitarse a unos planteamientos esquemáticos, sino que profundiza en el conflicto con seriedad, hasta el punto que la historia está más dominada por las relaciones de los tres amigos que en la acción pura y dura. Los protagonistas, especialmente Kip, no son los típicos tipos duros tan habituales del género y tienen los suficientes matices para hacer interesantes y profundos sus problemas y enfrentamientos. Además, contamos con unos diálogos llenos de sentido que contribuyen a dotar al desarrollo de un componente muy humano, sobre todo en la relación entre Kip y la cantante Rouge (Alexis Smith), que nos brinda algunos momentos realmente bellos y conmovedores expresados con una sencillez y una fuerza envidiables.

El final, tal vez un tanto moralista porque implica el castigo de Charlie, el menos noble de los tres y con las manos manchadas de sangre, es también un hermoso canto a la amistad que acaba triunfando por encima de todo.

Sin duda, un western sencillo pero que realmente nos ofrece mucho más de lo que se podría esperar.

La pícara puritana



Dirección: Leo McCarey.

Guión: Viña Delmar (Obra: Arthur Richman).

Música: Ben Oakland.

Fotografía: Joseph Walker (B&W).

Reparto: Irene Dunne, Cary Grant, Ralph Bellami, Alexander D'Arcy, Cecil Cunningham, Molly Lamont, Esther Dale, Joyce Compton, Robert Allen, Robert Warwick, Mary Forbes.

Jerry (Cary Grant) llega a su casa tras un fingido viaje y se encuentra con que su esposa Lucy (Irene Dunne) ha pasado una noche con su profesor de canto (Alexander D'Arcy) en un hotel; todo lo cuál desencadena que inicien los trámites del divorcio, que se hará efectivo transcurridos noventa días.

La década de los años treinta del siglo XX fue especialmente fructífera en el plano de las comedias, con directores tan importantes como Frank Capra o Ernst Lubitsch, verdaderos maestros del género. Pero Leo McCarey no andaba muy lejos de ellos, como demostró por ejemplo con la fabulosa Sopa de ganso (1933).

Con La pícara puritana (1937) tenemos un maravilloso ejemplo de screwball comedy, o comedia alocada, tan de moda en aquellos años. El paso del cine mudo al sonoro supuso un cambio importante en este género pues la comicidad que se basaba en gags visuales en el cine mudo dio paso progresivamente a la preponderancia de los diálogos.

La película crea el típico conflicto en la pareja tan habitual en las comedias románticas para poder reconducir la situación hacia la reconciliación final. La particularidad aquí reside en que se trata de un matrimonio al que las desconfianzas y los celos distancian hasta que deciden pedir el divorcio. 

A partir de ahí se suceden las situaciones embarazosas para uno de los cónyuges alternativamente cuando el otro intente dinamitar el noviazgo de su ex pareja con un nuevo pretendiente. Primero es el turno de Jerry cuando Lucy le presenta al bueno de Dan Leeson (Ralph Bellami), un adinerado ranchero de Oklahoma muy apegado a su protectora madre (Esther Dale) y con muy escasa experiencia con las mujeres. Ello da pie para un agudo enfrentamiento entre la cosmopolita y moderna Nueva York y los estados del Medio Oeste, con finas críticas a la paz y tranquilidad de la vida en el campo. Tras tener que pasar por diversas situaciones, Dan saldrá finalmente escaldado de su experiencia con las mujeres y aún más convencido de que la única que lo entiende realmente es su querida madre.

Cuando Jerry se comprometa con una rica heredera (Molly Lamont), será el turno de Lucy, que reconoce que sigue enamora de él, de sabotear la relación, para lo que se hace pasar por su hermana en una delirante secuencia en la que no para de sorprender a la perpleja prometida de Jerry.

Este juego de guerra marital da lugar a otros muchos momentos realmente brillantes gracias a un guión que explota cada recurso a su alcance de manera prodigiosa, desde la vulgar cantante (Joyce Compton) que acompaña a Jerry en un momento dado y cuyo número musical con las faldas revoloteando a causa de oportunas ráfagas de aire resulta realmente divertido (lo que podría haber inspirado a Billy Wilder en 1955 para su famosa secuencia en La tentación vive arriba), hasta la escena del perro jugando al escondite con diversos objetos y descubriendo el sombrero masculino que Lucy quiere ocultar a Jerry a toda costa.

Con un ritmo alegre que nos envuelve desde el comienzo mismo, La pícara puritana es un prodigio de comicidad y elegancia, apoyada sin duda en un Cary Grant que ya mostraba su peculiar estilo cómico, basado en un porte elegante que intenta no perder y que asentará en el futuro como su seña de identidad, y una encantadora Irene Dunne, además de buenos secundarios como Ralph Bellamy.

La película recibió nada menos que seis nominaciones al Oscar, ganando finalmente el de mejor director para Leo McCarey.

viernes, 28 de abril de 2023

Los peligros de la gloria



Dirección: Victor Schertzinger.

Guión: Austin Parker (Historia: Victor Schertzinger).

Música: Victor Schertzinger.

Fotografía: John Sumar (B&W).

Reparto: James Cagney, Evelyn Daw, William Frawley, Mona Barrie, Gene Lockhart, Philip Ahn, Marek Windheim, Dwight Frye, John Arthur. 

Terry Rooney (James Cagney), un famoso bailarín, viaja a Hollywood para probar suerte en el cine, ya que le han ofrecido un contrato para protagonizar una película.

Los peligros de la gloria (1937) es una comedia musical modesta que no está entre lo más representativo de la filmografía de James Cagney, pero solo por ver a este gran actor ya vale la pena.

La historia es sencilla: Terry es un bailarín que es feliz con su banda de músicos y su novia actuando en un local de Nueva York. Pero la idea de trabajar en el cine es muy tentadora, así que decide probar suerte en Hollywood. Una vez allí, las cosas no serán sencillas, empezando por el estudio, que intenta cambiarle de aspecto, la manera de vestir y hasta de hablar, y continuando con las artimañas comerciales que le obligan a fingir que está soltero. Sin embargo, la película es optimista y está cargada de buenas intenciones, así que Terry no sucumbirá a las tentaciones y mostrará su integridad absoluta y su fidelidad a la chica a la que ama, Rita (Evelyn Daw).

Este argumento se acerca bastante a los inicios en el cine del protagonista, que empezó trabajando en comedias musicales, además de ser un gran bailarín, lo que demuestra sobradamente en esta película en la que destacan especialmente los números musicales, tanto las canciones como los bailes, muy originales y tremendamente divertidos. Por cierto, podemos disfrutar aquí de un anticipo de la famosa escena de Big (Penny Marshall, 1988) en la que Tom Hanks y Robert Loggia bailan sobre el piano de suelo.

Hay cierta crítica al mundo del cine, con directivos histéricos y mandones, la servidumbre a la prensa, los fans agobiantes, la manipulación de las estrellas creadas artificialmente..., pero dado el carácter amable de la propuesta todo ello se realiza desde una mirada ligera y nunca con críticas destructivas.

Quizá se puede achacar a la cinta la poco inspirada dirección de Victor Schertzinger, demasiado "teatral" al filmar la mayoría de las escenas con la cámara fija frente a los decorados, lo que demuestra muy poca soltura y un apego a las técnicas del cine mudo. Y tampoco está del todo fluido con el ritmo en algunas escenas, lo que deja un pequeño mal sabor de boca pensando lo que podría haber conseguido un realizador más preciso.

Sin embargo, la alegría que impera en todo momento, los acertados números musicales y la hermosa relación de Terry y Rita hacen de la película un pasatiempo maravilloso, con el genuino encanto de las películas en blanco y negro, donde se buscaba entretener de la mejor manera posible, sin adornos innecesarios.

La carretera



Dirección: John Hillcoat.

Guión: Joe Penhall (Novela: Cormac McCarthy).

Música: Nick Cave y Warren Ellis.

Fotografía: Javier Aguirresarobe.

Reparto: Viggo Mortensen, Kodi Smit-McPhee, Charlize Theron, Robert Duvall, Guy Pearce, Molly Parker, Michael Kenneth Williams, Garret Dillahunt. 

Un cataclismo ha arrasado el planeta. No queda casi nada y los supervivientes luchan por encontrar algo de comida y sobrevivir a bandas armadas que han caído en el canibalismo. Un padre (Viggo Mortense) y su hijo (Kodi Smit-McPhee) viajan hacia el sur huyendo del frío y en busca de un lugar seguro.

Sin duda, con La carretera (2009) estamos ante un film original de un autor que parece que ha cautivado a Hollywood. De un novela suya nació la película No es país para viejos (Joel Coen y Ethan Coen, 2007) y la que sirve de base para este largometraje ganó nada menos que el premio Pulitzer.

Sin embargo, una película no es una novela, tiene otro lenguaje y otras necesidades y creo que, como película, La carretera se queda a medias.

Visualmente la película es impecable. Con una fotografía en tonos grises, muy adecuada sin duda a la historia, la imagen de un planeta sin animales, con bosques destruidos, caminos e infraestructuras abandonadas, edificios en llamas y casas ruinosas nos mete de lleno en la desolación total y comprendemos que la supervivencia sea una mera utopía y solo con algo de suerte uno pueda llegar a ver un nuevo día.

Sin embargo, la misma premisa de la historia, con dos protagonistas que ocupan casi el noventa por ciento del metraje, hace que llevar a buen término la empresa resulte complicado. Y lo que vemos es un film repetitivo, bastante previsible en cuanto a los sucesos que pueden romper la monotonía del viaje de padre e hijo (encuentros con los "malos", con un viajero solitario, hallazgo de comida y poco más). No hay una evolución del planteamiento inicial a lo largo de la película, que tampoco aporta mucha información que pudiera "amueblar" el viaje, como a dónde se dirigen, que esperan encontrar..., y así no se puede mantener el interés a lo largo de 112 minutos.

El recurso de volver al inicio del cataclismo y contar cómo la esposa (Charlize Theron) decide morir al no soportar vivir en ese mundo desolado es necesaria y añade cierta variación en el comienzo de la película, pero es algo que no tiene demasiada continuidad y tampoco se explota convenientemente, a pesar del intento de dramatizar la situación con las reacciones viscerales de la mujer. Pero aún así, el tono es frio, algo que se extiende a lo largo de toda la historia y que es lo que penaliza decididamente el relato, que nunca me llegó a emocionar, de manera que las desgracias del viaje no me causaron el necesario dolor que se supone que debería provocarnos la triste odisea narrada.

Es verdad que algunos momentos tienen cierto calado por la presencia del niño y los sentimientos protectores del padre, pero son instantes demasiado escasos y breves y tampoco se puede argumentar el gran trabajo de los actores, que es muy bueno, pero es algo con lo que deberíamos contar siempre y eso solo tampoco es una razón suficiente para hablar de una gran película.

Entiendo las magníficas intenciones del proyecto, pero he de reconocer que La carretera me cansó y eché en falta poder participar de manera más activa del viaje, pero nunca llegué a implicarme emocionalmente.

The Town (Ciudad de ladrones)



Dirección: Ben Affleck.

Guión: Peter Craig, Ben Affleck y Aaron Stockard (Novela: Chuck Hogan).

Música: David Buckley y Harry Gregson-Williams.

Fotografía: Robert Elswit.

Reparto: Ben Affleck, Rebecca Hall, Jon Hamm, Jeremy Renner, Blake Lively, Slaine, Owen Burke, Titus Welliver, Pete Postlethwaite, Chris Cooper, Victor Garber.

Cuatro ladrones liderados por Doug (Ben Affleck) roban un banco en Cambridge, Boston, y en la huída se llevan a la directora, Claire (Rebecca Hall), como rehén. Más tarde, con el objetivo de averiguar qué puede saber Claire sobre ellos, Doug entabla amistad con ella.

The Town (Ciudad de ladrones) (2010) es una nueva incursión de Ben Affleck tras la cámara, además de participar en el guión y reservarse el papel principal. Toda una apuesta que, desgraciadamente, carece de originalidad.

No podemos negar que la película resulta entretenida y es fácil meterse en ella pues la historia tiene todos los elementos necesarios para lograrlo: espectaculares robos; persecuciones en coche, que son la parte sin duda más brillante del trabajo de Affleck como director; tiroteos que te pegan al asiento y una tierna historia de amor entre el ladrón y una de sus víctimas.

Pero también es verdad que si se analiza el guión chirría por los cuatro costados y hemos de hacer un esfuerzo por creernos las situaciones tan forzadas que plantea. Por ejemplo, Doug desea retirarse y solo accede a dar el último golpe ante las amenazas del jefe, Fergie (Pete Postlethwaite), pero viendo lo sencillo que le resulta a Doug acabar con él una vez ejecutado el robo, cabe preguntarse cómo no tomó esa decisión antes.

Tampoco tiene mucho sentido el romance de Doug con Claire, como bien se lo señala su amigo Jem (Jeremy Renner), pues el riesgo a que ella lo hubiera reconocido por la voz era muy evidente, aunque el guión intente convencernos de lo contrario.

Sin embargo, el defecto principal de la película es su ausencia total de originalidad: las situaciones son previsibles, los personajes carecen de profundidad, las relaciones son superficiales y plagadas de tópicos. Con todo ello, se adivina siempre lo que va a suceder, de manera que no hay realmente intriga o dudas sobre lo que va a pasar. Sabemos, siguiendo las normas morales que rigen estos films, que Doug se salvará pues no ha matado a nadie y además es compasivo y desea cambiar de vida redimido por el amor que siente por Claire. De Jem, sin embargo, dibujado como un descerebrado violento, es fácil anticipar su destino.

Incluso hay un detalle que me demuestra el mal planteamiento de la trama: el agente del FBI que lleva la investigación (Jon Hamm) es presentado de tal forma que no nos caiga simpático, al contrario que Doug. Es la manera que tienen los guionistas de ponernos de parte del "malo", para que deseemos que logre librarse de la cárcel, o algo peor, y pueda rehacer su vida al lado de Claire. Pero el detalle de que su amor nace de una mentira y engaña a Claire desde el principio estropea esas buenas intenciones y, sinceramente, deseaba que pillaran Doug, por mentiroso y por cobarde.

En cuanto al reparto, la verdad es que Ben Affleck nunca me ha parecido un gran actor pero en esta ocasión está aún peor que de costumbre. Solamente Rebecca Hall y Jeremy Renner, que sí que borda su papel hasta convertirlo en un personaje realmente antipático, me parecieron lo suficientemente atinados como para resultar creíbles al cien por cien.

En resumen, una película entretenida por la temática y su enfoque hacia la acción, pero que no ofrece nada realmente original ni interesante en el plano argumental.

jueves, 27 de abril de 2023

Todo por un sueño



Dirección: Gus Van Sant.

Guión: Buck Henry (Novela: Joyce Maynard).

Música: Danny Elfman.

Fotografía: Eric Alan Edwards.

Reparto: Nicole Kidman, Matt Dillon, Joaquin Phoenix, Casey Affleck, Illeana Douglas, Alison Folland, Dan Hedaya, Wayne Knight, Kurtwood Smith, Holland Taylor, Maria Tucci. 

Suzanne Stone (Nicole Kidman) sueña con llegar a convertirse en una estrella de la televisión por eso, cuando crea que su marido Larry (Matt Dillon) es un obstáculo para su carrera, no dudará en idear un plan para librarse de él.

Todo por un sueño (1995) es una aguda crítica contra la ambición desmesurada que pone en entredicho el alabado sueño americano. La idea resulta interesante, pero su puesta en imágenes se queda corta.

Si he de ser sincero, me esperaba mucho más de la película; en general creo que es entretenida, pero sin más. El guión plantea un punto de partida interesante como son los límites de la ambición o el que no todo es válido con tal de conseguir las metas deseadas. Sin embargo, el planteamiento no tiene un gran desarrollo, limitándose un enfoque muy elemental sin verdadera carga dramática ni visos de credibilidad, al llevar la crítica a un planteamiento tan enfocado a la parodia que pierde por completo su razón de ser y todo el mensaje se queda casi en caricatura. 

Cuesta creerse a cualquiera de los protagonistas. Suzanne es una barbie estereotipada y resulta demasiado ridícula como para ser tomada en serio; además, la interpretación de Nicole Kidman, que es verdad que resulta sumamente atractiva, me pareció un tanto exagerada. Con Jimmy (Joaquin Phoenix), el adolescente al que manipula para que mate a su esposo, también se cargan tanto las tintas que roza el coeficiente mental negativo. Eso sí, el joven actor realiza un trabajo deslumbrante, sin dudas el mejor de todo el reparto.

Tampoco los diálogos resultan especialmente inspirados y la comicidad no es uno de los puntos fuertes de la película. Ni siquiera el enfocar el relato como si fuera un documental, con las declaraciones de los afectados, que podía ser un punto de partida original, me terminó de convencer, pues alargar tanto las escenas de las entrevistas al comienzo de la película lastra innecesariamente el desarrollo de la historia que además, al conocer el final desde el comienzo, nos priva de un punto de incertidumbre indispensable para lograr que el desenlace resultase más impactante.

Creo que si la idea era crear una denuncia sobre la ambición desmedida, el tono de la película no resulta el más adecuado y si el principal objetivo era divertirnos con una comedia un tanto disparatada, tampoco encuentro el nivel del guión lo suficientemente bueno como para conseguirlo. Por lo tanto, me cuesta encontrar algo realmente interesante como para recomendar esta comedia, salvo que tan solo busques pasar el rato sin demasiadas expectativas.

Como curiosidad, el matón que elimina a Suzanne es el director David Cronenberg.

En tierra de hombres



Dirección: Niki Caro.

Guión: Michael Seitzman.

Música: Gustavo Santaolalla.

Fotografía: Chris Menges.

Reparto: Charlize Theron, Frances McDormand, Sean Bean, Woody Harrelson, Richard Jenkins, Jeremy Renner, Sissy Spacek, Michelle Monaghan, Amber Heard, Thomas Curtis.

Escapando de los malos tratos de su marido, Josey (Charlize Theron) regresa a casa de sus padres, al norte de Minnesota, y consigue un empleo en las minas de hierro. Pero descubre que las pocas mujeres que trabajan allí tienen que soportar constantes abusos y vejaciones de sus compañeros.

La película se basa en hechos reales. Este suele ser un dato a menudo muy importante a la hora de analizar una película y calibrarla. Sinceramente, después de ver En tierra de hombres (2015), me importa un comino que esté basada o no en hechos reales. Ello no me afecta a la hora de valorarla como una verdadera maravilla, un film poderoso y rotundo que me ha conmovido profundamente. Ese fundamento en hechos reales solo confirma lo triste que es la realidad muchas veces.

Hay quien critica la película por feminista o por ser un panfleto. Quien la ve desde ese punto de vista creo que no ha comprendido nada de nada. ¿Es feminismo defender el derecho a ir a trabajar sin sufrir vejaciones?, ¿es un panfleto mostrar el sufrimiento de una mujer sola con dos hijos a la que hasta censura su propio padre? Yo solo he visto a un ser humano vapuleado por la vida y me dolían las injusticias que debía soportar, independientemente de que fuera mujer o no, adulto o niño, porque su sufrimiento era tan grande que era imposible no conmoverse.

En tierra de hombres nos muestra lo difícil que puede llegar a ser la vida para muchas personas. Y lo injusta. Cómo una joven hermosa y que empezaba a despertar a la vida, como toda adolescente, despreocupadamente, vio su felicidad truncada por un malnacido que la violó. Ahí se terminó su juventud y su alegría. Y como si ella fuera responsable de toparse con un desgraciado, hasta su padre se puso en su contra, avergonzado, sin pensar en cómo afectaba eso a una joven de tan solo 16 años. 

Después, un matrimonio fallido por un marido que la maltrata. Y vuelta a empezar, porque sus hijos se merecen poder vestir decentemente y comer tres veces al día. Pero de nuevo esa mala suerte o este mundo podrido que golpea con saña a quién menos se lo merece y el trabajo que podía sacar a Josey de su miseria es otra condena: humillada, agredida, insultada. Y de nuevo sola frente a las mentiras y la cobardía de sus compañeros, tachada de puta, de mala madre, humillada en público. 

Está claro que con todos estos elementos parece que asistimos a un folletón de tres al cuarto, lacrimógeno, sensiblero y manipulador. ¡Nada más lejos de la realidad! En tierra de hombres es un film inteligente que construye la historia desde una sinceridad absoluta, mostrando una realidad que sucede más a menudo de lo que quisiéramos admitir. No recurre a tópicos, no carga las tintas sin motivo, no abusa de los clichés. Porque no lo necesita. Tan solo muestra una realidad muy desagradable que no se ciñe solamente a las mujeres, aunque está claro que ellas tienen que pasar por situaciones que los hombres jamás pasarán, pero el problema es más importante, estamos hablando de empatía, de amor al prójimo, de respeto, de solidaridad, de compasión, de valentía, de derechos básicos, de la búsqueda de la felicidad, del amor paternal. Todo está condensado aquí con una sensibilidad exquisita a la hora de narrarlo, haciendo que sintamos el mismo dolor que Josey, su impotencia, su soledad y su rabia.

Decir que Charlize Theron está inmensa es quedarse corto. Quien tuviera aún alguna duda sobre su talento creo que ya puede desterrarla por completo.

Pocas veces una película me ha hecho pensar que no estoy viendo una película. Pocas veces he sentido tanta pena y tanto dolor por las desgracias ajenas. Sinceramente, no se puede analizar En tierra de hombres como una película más, solamente sufrirla y rezar porque no vuelve a pasar nunca nada parecido. Es una utopía, pero ojalá nos sirva para ser mejores personas.

En tierra de hombres construye un relato tan duro, directo y sensible que si no somos unos cínicos o unos majaderos nos pondrá los pelos de punta y nos hará renegar de la maldad a la que puede llegar el ser humano.

miércoles, 26 de abril de 2023

Animales nocturnos



Dirección: Tom Ford.

Guión: Tom Ford (Novela: Austin Wright).

Música: Abel Korzeniowski.

Fotografía: Seamus McGarvey.

Reparto: Amy Adams, Jake Gyllenhaal, Michael Shannon, Aaron Taylor-Johnson, Armie Hammer, Isla Fisher, Laura Linney, Michael Sheen, Karl Glusman, Ellie Bamber, Robert Aramayo.

Susan Morrow (Amy Adams) recibe el manuscrito de una novela escrita por Edward (Jake Gyllenhaal), su exmarido, al que abandonó diecinueve años atrás. Mientras su esposo actual (Armie Hammer) está de viaje, Susan decide leer la novela.

Tras el debut elegante y algo pedante de Un hombre soltero (2009), Tom Ford realiza con Animales nocturnos (2016) una obra mucho más compleja y más rica en contenido.

Ford parte también aquí de una novela, Tony and Susan de Austin Wright, y logra un relato cargado de tensión del que no nos permite escapar en ningún instante.

Con gran habilidad, Tom Ford va fusionando la vida de Susan, insomne y con un matrimonio roto, con la lectura de la novela que le ha dedicado su primer marido, al que ella traicionó al no apoyarlo cuando más la necesitaba y practicando además el aborto de su hijo, una vez que ya estaba saliendo con su segundo marido. Pero Susan no solo traicionó a Edward, sino también a sí misma comportándose como le había predicho su madre (Laura Linney), a quien detesta, pero a la que finalmente se parece demasiado.

Mientras lee la novela, que cuenta un crimen atroz y su posterior venganza, Susan va reflexionando sobre su vida, pasada y presente, y va comprobando cómo se ha equivocado al renunciar al verdadero amor seducida por el dinero, dándose cuenta de que finalmente se ha convertido en mujer triste y amargada.

Al terminar la novela, Susan tiene claro que desearía poder reconciliarse con Edward. Pero lo que no ha comprendido es que la novela es en realidad una venganza. Ahora, será Edward el que la deje plantada.

Lo más interesante es cómo Tom Ford logra transmitirnos cómo le va afectando la lectura del libro a Susan, que se va viendo reflejada en el relato, a base de pequeños indicios, detalles que deberemos ir uniendo para llegar a la misma conclusión que Susan al final, sola en el restaurante.

En la novela, la historia del marido que pierde a su hija y a su esposa a manos de unos criminales parece identificar a Susan con esos asesinos (ella misma, mirando su móvil, no ve el reflejo de su cara en la pantalla, sino la de uno de los asesinos) y el destino del protagonista de la novela se parece mucho al de Edward en la vida real (en la película ambos están interpretados por Jake Gyllenhaal), pues cuando lo abandona Susan pierde a su mujer y con el aborto, a su hija.

Y no hay ninguna esperanza para ellos dos. En la novela, el marido muere, lo que quiere decir que ya no hay reconciliación posible. El tiempo ha pasado y Edward ya no es el mismo e incluso se reprocha en la novela su cobardía, pues el protagonista no se perdona no haber sabido proteger a su esposa y a su hija. De ese dolor nace también la venganza. Y Susan también ha cambiado, perdiendo sus sueños y sus ideales a cambio de una seguridad material que, curiosamente, también está tambaleándose en esos momentos. 

Con la elegancia que le caracteriza, pero con las formas ahora más la servicio del contenido, Tom Ford demuestra que domina los tiempos, que sabe contar una historia con cualquier recurso: directamente, como muestra en la escenificación de la novela, creando además un relato cargado de tensión y de fuerza, o a base de indicios en la vida real, dónde también crea un misterio mucho más sutil, con pequeñas pistas que el espectador deberá ir reuniendo para descubrir la verdad que esconde el libro (el corte en el dedo de Susan al abrir precisamente el paquete que contiene el libro, premonitorio, o el cuadro con la palabra REVENGE, venganza en castellano, por ejemplo).

Sin duda, una película realmente interesante, que te cautiva al tiempo que te sacude por dentro pues es una historia cargada de amargura, del dolor de un amor perdido que Tom Ford sabe contar con gran elegancia y originalidad. 

The Lady in the Van



Dirección: Nicholas Hytner.

Guión: Alan Bennett (Libro: Alan bennett).

Música: George Fenton.

Fotografía: Andrew Dunn.

Reparto: Maggie Smith, Alex Jennings, Jim Broadbent, Frances De La Tour, Roger Allam, Deborah Findlay, Gwen TaylorPandora Colin, Nicholas Burns, David Calder. 

Mary Shepherd (Maggie Smith), una anciana que vive en su furgoneta decide aparcarla en Camden Town, en Londres. Una estancia que terminará prolongando durante quince años, tiempo en que nacerá una curiosa amistad con Alan Bennett (Alex Jennings), un escritor que cuidará de ella.

Si no se aclarara al comienzo de The Lady in the Van (2015) que estamos ante una historia basada en hechos reales, nos costaría admitir como verosímil un argumento como el presente. Pero como se sabe, la realidad supera a la ficción.

Es evidente que tenemos que hablar especialmente de Maggie Smith y su excelente trabajo. Sin duda, es una de esas actuaciones que quedan señaladas en una carrera. Sin embargo, asentar toda la valoración de la cinta en su trabajo es excesivo; un film debe ser algo más para que me emocione y The Lady in the Van termina resultando mucho menos interesante de que lo me había imaginado.

Tal vez porque esperaba que la señora Shepherd acabara desvelando algún secreto de su pasado que diera sentido al relato de su vida en Camden Town. Es cierto que se intuye un accidente que puede resultar interesante al comienzo del relato pero al final se queda el hecho más en una anécdota, pues apenas tiene incidencia en la historia. Lo mismo que la afición por la música de la protagonista, que no se explota más que en cuentagotas.

Finalmente, entonces, nos queda la relación de la excéntrica señora con su vecino Alan y tampoco aquí encuentro nada realmente emocionante. Incluso el recurso de desdoblar a Alan en dos personas, el escritor y el simple vecino, es una idea que aparte de su originalidad tampoco proporciona nada especial. Lo más interesante sin duda son las sentencias de la señora Shepherd, siempre sorprendentes y a veces realmente curiosas. Pero me parece insuficiente como para sostener un film por entero.

De hecho, en algunos momentos se hace algo pesado, por la reiteración de situaciones sin muchas variaciones, de manera que incluso el final termina por hacerse demasiado largo, pues ya estaba un tanto fatigado y estaba deseando el final de la historia, lo cuál no dice mucho en su favor.

Eché en falta algo más de imaginación y emoción en el relato, que no deja de ser una curiosa historia que entretiene por salirse de lo habitual, pero que en esencia tiene realmente poco para emocionarnos.

Esperando al rey



Dirección: Tom Tykwer.

Guión: Tom Tykwer (Novela: Dave Eggers).

Música: Johnny Klimek.

Fotografía: Frank Griebe.

Reparto: Tom Hanks, Omar Elba, Sarita Choudhury, Sidse Babett Knudsen, Tracey Fairaway, Jane Perry, Tom Skerritt, Michael Baral.

Alan Clay (Tom Hanks) viaja a Arabia Saudita a intentar vender un programa informático de su empresa, para lo que debe realizar una demostración ante el mismo rey árabe.

Esperando al rey (2016) es una comedia sencilla que intenta explorar la crisis personal y profesional del protagonista junto al impacto que le supone su estancia en Arabia Saudita, con el inevitable choque cultural que se produce.

La idea es muy interesante y ademas Tom Tykwer demuestra que tiene soltura y elegancia a la hora de llevar el relato de la novela a la pantalla.

El problema principal es la falta de un material realmente cautivador, lo que lastra sin remedio la película. 

La figura de Clay no termina de perfilarse convenientemente y como todo el film gira en torno a él, el resultado es mediocre. Clay está divorciado y tiene una hija con la que su relación es buena, a diferencia de la que mantiene con su ex mujer, pero estos detalles, además de poco originales, no terminan de encajar bien con el resto del argumento, de manera que se quedan como meras anécdotas que no aportan nada a la historia.

Donde sí que podría sacarse mucho más es con el choque cultural entre un país como Arabia en contraposición a los Estados Unidos. Por aquí es por donde se producen los momentos más interesantes de la película, como la amistad que surge entre Alan Clay y su chofer, Yousef (Omar Elba) o algunos malentendidos y meteduras de pata de Clay por su ignorancia de las costumbres de Arabia. Pero aún así terminamos sintiendo que el guión tampoco consigue sacar todo el jugo a este tema y de nuevo predominan más los detalles anecdóticos que un acercamiento profundo a las diferencias culturales. 

Incluso el romance entre Alan y la doctora (Sarita Choudhury) está completamente desaprovechado y se presenta de un modo que resulta hasta extraño, lo mismo que algunas secuencias, como la fiesta en la embajada danesa que parece surrealista, o personajes que resultan inexplicables o directamente absurdos.

Afortunadamente, la presencia de Tom Hanks le da cierta prestancia a la historia, pero me temo que es del todo insuficiente como para elevar el nivel y convertir a Esperando al rey en una propuesta interesante. Es como si Tom Tykwer no lograra adaptar el guión coherentemente y el resultado fueran una serie de estampas inconexas o mal engarzadas que no adquieren nunca la fuerza suficiente como para atraparnos e interesarnos en lo que cuenta.

martes, 25 de abril de 2023

Sicario



Dirección: Denis Villeneuve.

Guión: Taylor Sheridan.

Música: Jóhann Jóhannsson.

Fotografía: Roger Deakins.

Reparto: Emily Blunt, Benicio del Toro, Josh Brolin, Victor Garber, Jon Bernthal, Daniel Kaluuya, Jeffrey Donovan, Raoul Trujillo, Júlio César Cedillo, Bernardo P. Saracino.

Kate Macer (Emily Blunt), una joven agente del FBI que acaba de participar en una operación contra la droga en Chandler, Arizona, donde murieron dos agentes de policía, es reclutada para participar en una operación de diversos departamentos del gobierno contra Manuel Díaz (Bernardo P. Saracino), que trabaja en los Estados Unidos para el Cartel de Sonora.

Realmente impactante, Sicario (2015) es de esas películas que no te dejan indiferente. Para bien o para mal, cuando terminas de verla tus ideas sobre el mundo han cambiado.

Lo realmente interesante del cine actual, a diferencia del período clásico donde las líneas entre buenos y malos eran nítidas, es que ha ido traspasando límites en todos los terrenos. No siempre el resultado son películas valientes, pues muchas veces hay más fuegos de artificio que propuestas serias, pero cuando la opción es como en Sicario, abiertamente comprometida, el resultado son obras que no se van por las ramas ni se pliegan a normas morales bienintencionadas.

Sicario no pretende ser edificante, ni gratificante. No busca dar lecciones de nada, sino exponer una realidad sin que quepan dudas, sin disimulos. Al igual que Kate, también nosotros iremos descubriendo una realidad que sobrepasa las normas, las leyes e incluso lo mínimamente defendible. Como Kate, pasaremos de la sorpresa a la ira y de ahí al miedo y no nos quedará más remedio, como a ella, de aceptar lo inevitable, aunque nos repugne.

La película nos muestra la guerra contra el mundo de la droga pero de una manera realmente diferente a lo que se podría esperar, y desear. En Sicario, la línea entre buenos y malos se borra casi del todo y la premisa de que el fin justifica los medios se vuelve la norma. Si la crueldad sin límites de los traficantes resulta demoledora, con decapitaciones o asesinato de niños con total frialdad, los que se enfrentan a ellos son igualmente despiadados. Y la película no pretende hacer de juez ni posicionarse en ningún lado, es simplemente una crónica fría, sin matices, de una lucha brutal cuyo final no parece cercano ni predecible. 

Es verdad, sin embargo, que la reducción final a un acto de venganza, aún con ciertas miras superiores, como contribuir a simplificar el número de contendientes, no deja de resultar demasiado simple y la resolución es algo peliculera, aunque con una fuerza tremenda.

En todo caso, la puesta en escena que realiza Denis Villeneuve es impecable en eficacia y contundencia y además sin necesidad del recurso fácil de una violencia extrema. La fuerza está en todo lo que cuenta y en la extrema claridad con que lo hace. Y encima tiene la impresionante ayuda de dos actores colosales: Emily Blunt, cuya incredulidad ante lo que vive representa fielmente a la de todos los espectadores, que nos vemos reflejados en su asombro, realmente conmovedor y desolador y nos contagia de su dolor y su miedo hasta la médula, y Benicio del Toro en el papel de su vida, uno de esos trabajos que pueden quedar en la historia del cine como ejemplos perfectos de crueldad, frialdad y decisión inquebrantables. Asusta y desconcierta de un modo impresionante.

Reflejo de una lucha sin cuartel donde casi todo el mundo termina implicado de una manera u otra, como el policía que hace de mula y termina pagando el precio, y donde lo más cruel son las víctimas inocentes, de las que Kate finalmente forma parte, Sicario me ha parecido una de esas raras películas que nunca te dejan de afectar.

La película dio lugar a dos secuelas: Sicario: El día del soldado (Stefano Sollima, 2018) y la tercera, que se estrenará previsiblemente en 2024, bajo el título de Sicario: Capos.

Entre copas



Dirección: Alexander Payne.

Guión: Alexander Payne y Jim Taylor (Novela: Rex Pickett).

Música: Rolfe Kent.

Fotografía: Phedon Papamichael.

Reparto: Paul Giamatti, Thomas Haden Church, Virginia Madsen, Sandra Oh, Marylouise Burke, Jessica Hecht.

Miles (Paul Giamatti), un gran aficionado al vino, lleva a su amigo Jack (Thomas Haden Church) a un viaje por una zona vinícola antes de su boda.

Entre copas (2004) es uno de esos films modestos que sin embargo te sorprenden gratamente por su sinceridad en el planteamiento y el sentido común de su desarrollo.

La comedia se centra en un viaje de dos personas realmente diferentes, por lo que una de las cuestiones que no dejaba de asaltarme era cómo podían ser amigos. Miles es un profesor culto, con una pasión y conocimientos sobre el vino muy profundos, además de haber escrito un libro que tal vez vea publicado en breve. En cambio Jack es un viva la vida, despreocupado y juerguista que, a una semana de casarse, solo ve en el viaje la ocasión para echar una última cana al aire antes de su matrimonio.

A medida que el viaje va tomando forma, vamos conociendo mejor a Miles y su profunda tristeza pues, a pesar de que han pasado ya dos años desde su divorcio, aún no ha logrado pasar página y en su fuero interno aún suspira por una reconciliación con su ex, algo que comprende que no pasará cuando Jack le anuncie que ella se ha vuelto a casar. Junto con esa mala noticia, Miles es informado por su agente que las editoriales han rechazado su libro. El viaje se vuelve cada vez más negro para él. Incluso cuando ha conseguido conectar con una atractiva camarera, Maya (Virginia Madsen), su incipiente relación se va a pique por culpa del comportamiento irresponsable de su amigo.

A pesar del negro panorama, Entre copas no es un relato especialmente triste dado que está enfocado como comedia. Sin embargo, ello no le resta ni un grado de profundidad al estudio certero de los problemas vitales de un hombre de mediana edad que ve cómo ha pasado ya la mitad de su vida y ésta está lejos de ser lo que hubiera deseado. Nada le sale bien y todos sus sueños parecen esfumarse sin que pueda siquiera intentar arreglar las cosas. Y si ver a Jack podría mostrarle otra forma de enfocar la vida, en realidad su amigo tampoco es un buen ejemplo y tras su fachada divertida es también un hombre asustado ante el matrimonio y ante la posibilidad de perder a su novia por culpa precisamente de su comportamiento infantil.

Lo mejor de la película, sin duda, es la sensación de que estamos asistiendo a algo completamente real, tanto los personajes como sus situaciones desbordan credibilidad y Alexander Payne se esfuerza por transmitirnos esa verosimilitud a toda costa, de ahí tal vez esa puesta en escena tan espartana, huyendo de cualquier afectación. Por eso Entre copas no brilla a nivel estético precisamente, especialmente en el apartado de la fotografía. 

Es una elección en general acertada en consonancia con lo que se pretende transmitir, pero también a veces se echa de menos algo más, como por ejemplo lo que disfrutamos en la maravillosa escena en que Maya y Miles charlan sobre el vino, un momento mágico de intimidad y franqueza que te desarma y que hace que echemos en falta más momentos similares que sin perder la normalidad sí que aporten unas notas de poesía y desnudez del alma que habrían redondeado la historia.

Tampoco la elección de Thomas Haden Church me ha parecido la decisión idónea, es cierto que da el tipo de guaperas , pero no me parece un actor de talla, al contrario que Paul Giamatti que, a pesar de que no realiza aquí su mejor trabajo, siempre tiene un aire cercano y muy auténtico y que cuando comparte pantalla con Virginia Madsen logran una química realmente notable.

Entre copas es un trozo de realidad, un acercamiento sincero y desnudo a los problemas de los hombres de mediana edad, enfrentados al dolor del fracaso, matrimonial y vital; a los miedos, como por ejemplo al matrimonio, con la pérdida de una idea de libertad que se refleja cercana al egoísmo infantil e inmaduro de quién parece negarse a crecer y afrontar responsabilidades. En definitiva, es un viaje al fondo de la fragilidad humana, a la necesidad de sentirse valorado y amado. Un viaje vital realmente certero.

Entre copas se llevó el Oscar al mejor guión adaptado.

lunes, 24 de abril de 2023

Wonder Wheel



Dirección: Woody Allen.

Guión: Woody Allen.

Fotografía: Vittorio Storaro.

Reparto: Kate Winslet, Justin Timberlake, Juno Temple, Jim Belushi, Jack Gore, Max Casella, David Krumholtz. 

Carolina (Juno Temple) ha dejado a su marido, un gángster, y busca refugio junto a su padre, Humpty (Jim Belushi), que trabaja en el parque de atracciones de Coney Island. A pesar de que éste ha renegado de ella, termina por ayudarla.

Parto de la base de que mi opinión sobre Wonder Wheel (2017) no puede ser objetiva por la devoción que siento por Woody Allen, un director que me ha fascinado con sus comedias y que cuando, como en esta ocasión, se desliza hacia el drama me sigue demostrando que es uno de los directores más fascinantes de la historia del cine.

El talento de Woody Allen para contar una historia no deja de sorprenderme. Sus relatos parecen como trozos elegidos al azar de la vida de sus protagonistas, como si de repelente posaran para una foto que inmortalizara un momento concreto de sus vidas, que seguirán cuando termine el relato, como un río que cruzamos y vemos bajar desde el pasado y contemplamos proseguir sin detenerse.

Pero esos retazos de vida no son banales, cuentan siempre algo, a veces anecdótico, a veces gracioso y otras, como ahora, tremendamente triste.

Wonder Wheel se centra en Ginny (Kate Winslet) y Humpty, un matrimonio imposible de una mujer que ha desperdiciado sus esperanzas y un hombre alejado de su hija, casado de nuevo tras perder a su primera mujer, y que se consuela con la bebida, a pesar de que lo vuelve violento. Humpty encuentra una esperanza con la repentina llegada de su hija, a la que acaba perdonado sus errores para volcarse en ella, intentando darle un futuro mejor. Al fin parece tener algo hermoso por lo que luchar.

Para Ginny la esperanza se llama Mickey (Justin Timberlake), un socorrista con el que empieza una aventura que irá ganando fuerza con el tiempo, una tabla de salvación. Pero por desgracia para Ginny, Mickey se enamorará de Carolina nada más conocerla y ahí comenzará a gestarse la tragedia, cuando Ginny no pueda aceptar los hechos.

Woody Allen siempre tuvo mucho cuidado con la puesta en escena, a veces recurriendo al blanco y negro, otras recreando con mimo épocas pasadas. Es lo que sucede ahora, con una ambientación perfecta en los años 50, cuando transcurre esta historia, a la que se añade una hermosísima fotografía a cargo de Vittorio Storaro que, además de proporcionarnos escenas realmente bellas, está utilizada también como medio expresivo, de manera que vemos una alternancia de tonos, rojizos o azules, en función del estado de ánimo de los personajes, que se utilizan con elegancia, de manera que complementan el relato de manera armónica.

Del mismo modo que la banda sonora resulta también un elemento clave a la hora de componer el discurso, que es de una belleza cautivadora mientras que la historia se va volviendo cada vez más sombría; pero la elegancia del director de nuevo es sorprendente: no se recrea en el drama, incluso el destino de Carolina no se muestra explícitamente, es algo que adivinamos sin esfuerzo, quizá de un modo aún más doloroso. Woody Allen nos demuestra que la elipsis, tan en desuso actualmente, sigue siendo un recurso poderoso, pues la imaginación siempre abarca más que una simple imagen.

El dolor del relato por lo tanto no reside en lo que vemos, sino en lo que adivinamos, no solo en hechos, sino en el drama interior de los personajes. No es lo que dicen, a veces meros discursos que solo intentan disimular la verdad, sino lo que comprendemos que sienten: el dolor de unas vidas fracasadas, las esperanzas rotas, la impotencia, la lucha contra la resignación, los sueños que están ahí pero que no acaban de concretarse, la felicidad que te esquiva sin compasión.

Ginny se ha comportado mal, terriblemente mal y no parece arrepentida. Pero nos apiadamos de ella, ha cavado una tumba de la que nadie ni nada podrá salvarla. La rutina volverá lentamente, con un marido que depende de ella pero al que no ama y que no sabe amarla tampoco, con un hijo (Jack Gore) incorregible cuyo futuro también se presenta cargado de nubarrones. El drama es la cotidianeidad, el vacío y para Ginny, además, un acto ruin que ha arruinado su presente y pesará sobre ella toda su vida.

Wonder Wheel es un film profundo, certero, una visión de la existencia sin maquillaje, dolorosa no por un dramatismo artificioso, teatral, sino porque expone algo que resulta tan real que no deja ni un resquicio para la ilusión o para la esperanza. Porque la vida es así, no suele haber finales de película.

Un hombre soltero



Dirección: Tom Ford.

Guión: Tom Ford y David Scearce (Novela: Christopher Isherwood).

Música: Abel Korzeniowski.

Fotografía: Eduard Grau.

Reparto: Colin Firth, Julianne Moore, Matthew Goode, Nicholas Hoult, Ginnifer Goodwin, Paulette Lamori, Jon Kortajarena.

George (Colin Firth), un profesor universitario, ha perdido al amor de su vida, Jim (Matthew Goode), en un accidente de coche y a pesar del tiempo transcurrido es incapaz de superarlo.

Primer largometraje del diseñador de moda Tom Ford que demuestra una sensibilidad especial con un tema delicado como el de la homosexualidad, aunque en realidad Un hombre soltero (2009), si bien habla de un amor entre dos hombres, es el reflejo de una pérdida que puede referirse a cualquier clase de amor. El dolor de una pérdida tan importante no conoce sexos ni razas.

La película nos lleva a recorrer con George el último día de su vida porque ha decidido que ya no puede más, que la rutina diaria le duele y va preparándolo todo para la noche, en que se quitará la vida de un disparo.

Y en ese último día George va disfrutando de la belleza que le rodea: se fija en el color de los ojos de una alumna, de un desconocido, vuelve a fumar después de 16 años, huele a un perrito y a una rosa, escucha un disco que le encanta... pero cuando llega el momento elegido, George no es capaz de dispararse. En cambio, un alumno (Nicholas Hoult) aparece de repente y puede ser para el profesor un nuevo comienzo, tal vez. Pero la vida, o el destino o la suerte, caprichosa, parece tener otra idea.

Tom Ford demuestra un gusto exquisito a la hora de contar la historia. La cinta está cargada de melancolía, juega con habilidad con el tiempo y remarca los momentos con primeros planos y un uso consciente de la iluminación, todo al servicio del retrato de la soledad, la melancolía, la desgana que se ha apoderado del protagonista, encarnado con absoluta maestría por Colin Firth, un actor que ya nos ha demostrado su talento para cualquier clase de papel y que aquí es un elegante y moribundo ser roto por la muerte de su amor, hundiéndose en los recuerdos sin más meta que la muerte, la única realidad que parece comprender ya.

A pesar de toda la carga emocional de la historia, Tom Ford no realiza una película triste o desesperada. Curiosamente, se atisba cierta felicidad o más bien la calma de la persona que ha decidido dejar de aparentar lo que no siente, que ha asumido su pérdida al fin y tranquilamente toma la única salida que puede aportarle consuelo. De ahí que no percibamos un drama rotundo, sino el fin consciente y tranquilo de una lucha. No es alegre, pero sí sereno.

También me pareció un acierto el uso puntual de flashbacks y sueños que nos van informando sobre la relación de George y Jim. No siempre el uso de estos recursos es acertado, pero el director los maneja con precisión y nunca resultan un añadido, sino que son esenciales en la historia.

Sin embargo, no todo en Un hombre soltero es perfecto. Encuentro que el director se ha volcado quizá en exceso en su puesta en escena, llegando a resultar algo saturada, quizá no tan fresca o natural como debiera y eso penaliza en algún momento el discurso, que se recrea demasiado en lo externo y descuida quizá el contenido, que a veces se expresa con cierta pedantería, un elitismo afectado que parece excluirnos a veces.

En todo caso, se trata de una historia personal y original, expresada con el buen gusto de quién ve la realidad de manera diferente, captando aromas casi imperceptibles, sintiendo la belleza y la tristeza de manera muy personal. Una película para paladear sin prisas.

domingo, 23 de abril de 2023

Emma



Dirección: Diarmuid Lawrence.

Guión: Andrew Davies (Novela: Jane Austen).

Música: Dominic Muldowney.

Fotografía: Remi Adefarasin.

Reparto: Kate Beckinsale, Mark Strong, Prunella Scales, Bernard Hepton, Raymond Coulthard, Dominic Rowan, Lucy Robinson, Samantha Morton. 

Emma Woodhouse (Kate Beckinsale) es una joven que no siente inclinación alguna hacia su propio matrimonio, pero en cambio no duda en emparejar a conocidos, aunque no siempre sus consejos resultan ser los más acertados.

En 1996 se realizaron dos adaptaciones de la novela de Jane Austen, la dirigida por Douglas McGrath y protagonizada por Gwyneth Paltrow y esta adaptación televisiva de notable calidad.

Sin haber leído la novela de Jane Austen, parece que esta Emma es bastante fiel al original. Pero uno de los aspectos que más me han gustado de esta película es que los personajes están tratados con respeto, cosa que en otras adaptaciones de novelas de esta escritora no sucede, cayendo a menudo en la caricatura algo burda. 

Sin embargo, lo que no podemos elogiar es la puesta en escena que carece realmente de brillantez. No quiero decir que se trata de un fallo notable, pero es cierto que ni la fotografía ni los decorados resultan realmente espectaculares, cumplen con su cometido pero son modestos.

En cambio, Kate Beckinsale me ha parecido realmente perfecta en su papel; es difícil no rendirse a su encanto y frescura y lo mismo habría que decir de Samantha Morton, que encarna a la inocente y confiada Harriet con tal convicción y naturalidad que su presencia resulta siempre conmovedora. La escena en el baile es realmente maravillosa gracias a su aire desvalido y una sonrisa llena de luz.

Es cierto que parece un tanto complicado adaptar una novela con tantos personajes que se entremezclan constantemente. A veces uno puede perder fácilmente el hilo de las relaciones y es cierto que el trabajo de Diarmuid Lawrence no es siempre brillante, pero si somos capaces de seguir el curso de los acontecimientos disfrutaremos de unas complejas relaciones sociales que reflejan muy acertadamente la sociedad en la que suceden, marcada por la estricta diferencia de clases, las apariencias, cierta hipócrita buena educación y el papel de la mujer, claramente dependiente de los hombres. Es por ello que el personaje de Emma destaca especialmente por su deseo de independencia y de permanecer soltera, pues su situación económica desahogada le permite no tener que recurrir a un buen casamiento para asegurarse el futuro.

También debido a las limitaciones de toda adaptación al cine de una obra literaria, echamos de menos algo más de profundidad en algunos protagonistas, como por ejemplo el señor Knightley (Mark Strong), del que conocemos muy poco para la importancia que tiene en la historia. 

A pesar de todas las carencias que evidentemente tiene la película, el conjunto termina resultando muy entretenido y se agradece la seriedad con la que está tratada la historia, pues asegura que participemos de las desventuras de los protagonistas mucho más implicados que bajo un tratamiento más ligero. Sin nada excepcional, es una película bastante equilibrada. 

Mis dos amores



Dirección: James Gray.

Guión: James Gray y Richard Menello.

Música: Varios.

Fotografía: Joaquín Baca-Asay.

Reparto: Joaquin Phoenix, Gwyneth Paltrow, Vinessa Shaw, Isabella Rossellini, Elias Koteas, Moni Moshonov. 

Leonard (Joaquin Phoenix) es un joven que ha sufrido una crisis por un desengaño sentimental intentando suicidarse varias veces. De repente, dos mujeres entran en su vida: Sandra (Vinessa Shaw), hija de un socio de su padre, y Michelle (Gwyneth Paltrow).

El cine romántico está repleto de comedias un tanto banales en su mayor parte que a veces convierten el amor en algo divertido y sencillo y la felicidad está al alcance de la mano. Mis dos amores (2008) nos sorprende con una visión del amor mucho más cercana a la realidad, tremendamente verdadera mejor dicho. Un juego de dos en el que a menudo la pareja resulta que no está sincronizada.

El protagonista, Leonard, aún no se ha recuperado de un fracaso sentimental, justo cuando pensaba que había encontrado el amor de su vida. Ha tenido que volver a vivir con sus padres, que intentan apoyarlo pero sin saber muy bien cómo ayudarlo. De hecho, Leonard acaba de volver a intentar suicidarse, presa de una melancolía y una apatía que lo dominan por completo.

Y en ese estado de ánimo es cuando conoce a dos mujeres que le cambiarán la vida. Sandra es dulce, comprensiva y cariñosa y se enamora de Leonard y de su fragilidad. Dejándose llevar, éste empieza una relación seria con ella a pesar de estar enamorado de Michelle, su vecina. Ella está saliendo con un hombre casado, por lo que para Leonard es un sueño inalcanzable. Sin embargo, a pesar de estar con Sandra, Leonard no es capaz de olvidar a Michelle y cuando ésta rompe con su novio, Leonard planea irse con ella a San Francisco y empezar juntos una vida nueva. Está decidido: dejará su trabajo, a sus padres y a Sandra por Michelle.

Pero en el último instante, Michelle le anuncia que su novio ha dejado a su familia y que retoman su relación. ¿Qué hacer? Leonard se va a la playa en apariencia con la intención de poner fin a su sufrimiento pero, en el último momento, al ver un guante que le regaló Sandra decide volver a su lado. 

El amor muchas veces es así: esquivo, caprichoso, juega con nosotros sin piedad. James Gray nos muestra este juego sin adornos, con toda franqueza, en un relato sombrío, como el corazón de Leonard, una persona sensible que no acaba de encontrar la felicidad, que se le escapa siempre en el último instante. Esta vez, al menos, puede encontrar cierto consuelo en el amor de Sandra pero, no nos engañemos, no es un final feliz, es un bálsamo, pero no la redención que buscaba Leonard, no es la felicidad que le empujaba a cambiarlo todo por Michelle.

Joaquin Phoenix realiza un trabajo impecable. Nos olvidamos que es un actor y sentimos su soledad y su vacío con una claridad incuestionable. Un trabajo intenso y certero desde una naturalidad absoluta.

Quizá se podría achacar a Mis dos amores la ausencia de pasión en un asunto tan intenso como el amor. Pero no era esa la intención, porque en esta ocasión el amor es doloroso, hace sufrir y no es correspondido. Y el tono triste, melancólico que le da James Gray a la historia es el único posible.

Mis dos amores no es un relato agradable, pero sí que resulta sincero, desprovisto de paños calientes. 

sábado, 22 de abril de 2023

La reina Victoria



Dirección: Jean-Marc Vallée.

Guión: Julian Fellowes.

Música: Ilan Eshkeri.

Fotografía: Hagen Bogdanski.

Reparto: Emily Blunt, Rupert Friend, Paul Bettany, Miranda Richardson, Jim Broadbent, Thomas Kretschmann, Mark Strong, Jesper Christensen, Harriet Walter, Jeanette Hain, Julian Glover. 

Antes de acceder al trono, la joven Victoria (Emily Blunt) tendrá que soportar las estrictas normas que le imponen así como las intrigas sobre su futuro de sus parientes más próximos, incluida su madre, la Duquesa de Kent (Miranda Richardson), dócil seguidora de los dictados de su ambicioso consejero John Conroy (Mark Strong). 

El título en castellano, La reina Victoria (2009), puede llevar a confusión; en esta ocasión habría sido mejor una traducción literal del inglés, The Young Victoria, ya que el relato se centra en el período inmediatamente anterior al ascenso al trono de la reina y sus primeros años en el poder.

Y dentro de este breve período de un reinado muy extenso, más de 63 años, el relato se centra más en su noviazgo con el Príncipe Alberto que en los aspectos políticos, si bien se mencionan algunos sin profundizar demasiado.

Por lo tanto, La reina Victoria es básicamente una película romántica; quien espere ver reflejados con cierto rigor temas políticos se llevará una pequeña desilusión. 

Normalmente no me suelen gustar los films biográficos, creo que es bastante complicado reflejar con originalidad la vida de cualquier personaje. Hay excepciones, como Amadeus (Milos Forman, 1984), pero se cuentan con los dedos de una mano y La reina Victoria, por desgracia, no está entre ellas.

Es evidente que la película resulta impecable en su puesta en escena. Un tema como el que nos ocupa exigía ciertamente representar con minuciosidad el lujo de la corte o los fastos de la coronación, las vestimentas, los jardines y residencias. Pero que un film de esta naturaleza resulte sobresaliente en el apartado técnico es lo mínimo que podemos esperar. El problema se presenta cuando el relato no tiene la misma fuerza y perfección con lo que nos cuenta y La reina Victoria es una película fría, casi impersonal. 

Lógicamente, entiendo que muchos aspectos del reinado queden sin enunciar siquiera debido a la duración contenida de la película, que es algo que hay que agradecer en una época en que las historias se alargan en general innecesariamente. Pero lo que sí me esperaba era al menos en los temas abordados algo más de profundidad. Todos los personajes, por ejemplo, se quedan con más sombras que luces, algunos tan importantes como la Duquesa de Kent, de la que conocemos su comportamiento pero no su motivación, al menos no en profundidad. Incluso la reconciliación con su hija, que se apunta en algunos momentos, no llega a concretarse. 

El tema principal de la película es la relación de Victoria con su futuro esposo y tampoco aquí el director lograr hacernos sentir la pasión de unos enamorados y lo que vemos es un diario de sus encuentros y su correspondencia realmente frío y la verdad es no logró emocionarme en absoluto. 

La reina Victoria es una película que va de más a menos. Los comienzos prometían realmente un retrato profundo de una reina que por su edad no lo tenía nada fácil pero, conforme avanza la historia, va perdiendo intensidad y se queda en un bonito decorado con menos contenido del deseable.

Verano del 84



Dirección: François Simard, Anouk Whissell y Yoann-Karl Whissell.

Guión: Matt Leslie y Stephen J. Smith.

Música: Le Matos.

Fotografía: Jean-Philippe Bernier.

Reparto: Graham Verchere, Judah Lewis, Caleb Emery, Cory Grüter-Andrew, Tiera Skovbye, Rich Sommer, Jason Gray-Stanford, Shauna Johannesen.

Ipswich, Oregon, junio de 1984. Cuando las noticias informan de la desaparición de varios adolescentes en la comarca, Davey (Graham Verchere), un joven con una gran imaginación, empieza a sospechar de su vecino Mackey (Rich Sommer), solo que se trata nada menos que de un policía.

Aparentemente Verano del 84 (2018) parece un film de suspense más y la verdad es que tal y como comienza solo me esperaba una cinta más o menos entretenida que seguiría los pasos habituales de este tipo de films modestos.

La sorpresa llegó una vez pasado el primer tercio de la película, a la que le cuesta un poco arrancar, pero una vez en materia Verano del 84 fue demostrando que, sin ser nada realmente del otro mundo, sí que sabía jugar sus bazas con sentido y acierto.

Para empezar, hace un retrato preciso de las inquietudes de los muchachos en plena adolescencia que van descubriendo el sexo y fanfarronean delante de sus camaradas, aunque en el fondo sigan siendo en gran parte niños, como demuestra la manera en cómo les afectan los problemas familiares, como las peleas de sus padres. Sin enfatizar demasiado, el guión sí que consigue reflejar con acierto el mundo interior de los cuatro amigos protagonistas así como crear las sutiles diferencias que los identifican: el amante de los misterios, el amigo leal cariñoso con su madre, el chulo vacilón...

En cuanto a la intriga, hay que agradecer que los directores no recurran a las típicas secuencias en que se amenaza con un peligro que luego nunca sucede. La intriga proviene de las elucubraciones de los jovenes y sus investigaciones llenas de miedos y torpezas propias de su ingenuidad y su edad. Además, al no encontrar nunca nada que incrimine a Mackey, el guión nos lleva a plantearnos que quizá Davey se está equivocando. 

Pero donde realmente la película muestra sus cartas y nos descoloca por completo es con el final. Normalmente, en cintas de este corte, se espera un susto final, con el asesino sorprendiendo a los niños mientras buscan pistas y propiciando la típica escena de lucha con el deseado final feliz. Eso era en cierta medida lo que me esperaba, pero aquí el argumento demuestra su ingenio: los jóvenes descubren las pruebas definitivas que incriminan a su vecino sin correr ningún peligro, pero éste escapa y surge en plena noche de entre las sombras para vengarse. 

No hay final feliz, no se castiga al culpable, Nikki (Tiera Skovbye), el amor de Davey, se marcha del pueblo, con lo que nos despedimos del esperado y típico romance; hay un drama inesperado y nuestro héroe vivirá con una espada de Damocles acechándole constantemente: nunca podrá dejar de vigilar sus espaldas mientras su vecino ande suelto. Sin duda, todo un puñetazo a la mandíbula del espectador en un giro realmente genial que rompe cualquier idea preconcebida y demuestra que el as que se guardaba en la manga la historia era soberbio.

Con un ritmo impecable, que lleva la historia en volandas de manera admirable, Verano del 84, sin inventar nada ni destacar especialmente por una calidad sobresaliente, sí que resulta un film muy bien construido y que sabe salirse con convicción de los clichés más recurrentes, dejando una muy buena impresión.

viernes, 21 de abril de 2023

Ondine: La leyenda del mar



Dirección: Neil Jordan.

Guión: Neil Jordan.

Música: Kjartan Sveinsson.

Fotografía: Christopher Doyle.

Reparto: Colin Farrell, Alicja Bachleda, Alison Barry, Stephen Rea, Tony Curran, Emil Hostina, Dervla Kirwan.

Syracuse (Colin Farrell), un pescador divorciado y alcohólico, atrapa en sus redes a una misteriosa mujer que dice llamarse Ondine (Alicja Bachleda). Según Annie (Alison Barry), su hija, es una selkie, una criatura mágica.

Ondine: La leyenda del mar (2009) tiene todos los elementos para ser un film mágico, diferente, original. La pena es que Neil Jordan decida al final transformarlo en algo mucho más vulgar.

La película arranca de nunca modo realmente sorprendente cuando Syracuse "pesca" a una mujer en sus redes y, milagrosamente, está viva. Cuando le relata a su hija lo sucedido, en forma de un cuento, la pequeña enseguida cree estar ante un ser mitológico denominado selkie, una especie de foca que abandona su piel al salir a tierra, y parece que todo apunta en esa dirección pues Ondine es misteriosa, parece no tener pasado y cuando canta en una extraña lengua llena de peces las redes y las nasas de Syracuse.

Bajo esta premisa, la película avanza de manera hermosa con el romance del pescador y su selkie y con la incertidumbre sobre el futuro, pues parece que ese ser misterioso podría tener que regresar en algún momento a su hábitat marino, cuando agote sus siete lágrimas, según las leyendas.

Es verdad también que al director le falla algo el ritmo, de manera que en algunos momentos el desarrollo pierde fluidez, quizá penalizado por un guión que no es tan bueno como me gustaría y desaprovecha algunos momentos que no logra realzar como se merecen.

Hubiera sido maravilloso realmente que Neil Jordan optara finalmente por el relato fantástico, por una bonita historia de amor en la línea de Un, dos, tres... Splash (Ron Howard, 1984), por ejemplo. Daba igual el desenlace, pues con la belleza de un cuento tan original habría sido suficiente.

Pero la magia y el misterio se desvanecen en un final realmente decepcionante. Por un lado, el enfado de Syracuse con Ondine carece de justificación sólida y parece algo forzado y no resulta convincente. Pero lo peor de todo es la historia de tráfico de drogas, que además se resuelve de una manera torpe y precipitada para llevarnos a un final feliz que, curiosamente, me ha dejado bastante frustrado porque echa por tierra las ilusiones de estar ante una historia diferente, poética, y no el prosaico relato con el que termina lo que podría haber sido un bonito cuento.

A pesar del desencanto final, hay que valorar los aciertos de la puesta en escena de Neil Jordan, especialmente las hermosas secuencias en el barco y la maravillosa banda sonora que le da un aire mágico a algunos momentos de la historia. 

Aunque Colin Farrell es un actor que siempre me ha gustado, en esta ocasión no me resulta especialmente inspirado. En cambio, Alison Barry resulta realmente encantadora y Alicja Bachleda, a la que no conocía, es una selkie perfecta, con una belleza realmente dulce y cautivadora.