El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 28 de febrero de 2023

Ojalá fuera cierto



Dirección: Mark Waters.

Guión: Peter Tolan y Leslie Dixon (Novela: Marc Levy).

Música: Rolfe Kent.

Fotografía: Daryn Okada.

Reparto: Reese Witherspoon, Mark Ruffalo, Donal Logue, Dina Waters, Ben Shenkman, Ivana Milicevic, Caroline Aaron, Rosalin Chao, Ron Canada, Willie Garson, Jon Heder.

David (Mark Ruffalo), tras buscar sin éxito un piso que le guste, encuentra finalmente un precioso apartamento, el único problema es que un día se encuentra en el salón con Elizabeth (Reese Witherspoon) que afirma que ese es su piso.

Comedia romántica con un toque fantástico que nos recuerda a historias como El fantasma y la señora Muir (Joseph L. Mankiewicz, 1947), lo que exige cierta complicidad por nuestra parte para aceptar la premisa sobre la que gira la comedia, lo cuál resulta bastante sencillo, pues ese mínimo detalle en realidad es secundario en cuanto al verdadero sentido de la historia: desarrollar un romance que enganche al público y le deje un agradable sabor de boca, pues en el fondo es evidente que siempre preferimos un final reconfortante.

La clave en este tipo de propuestas es hacer que las piezas resulten atractivas y el drama sea lo bastante intenso como para atraparnos. Y a pesar de las buenas intenciones de Mark Waters hay algo que no termina de funcionar como debiera.

Para empezar, mientras el personaje de Elizabeth está bien definido, una joven doctora tan entregada a su trabajo que no tiene vida personal, el de David permanece en las sombras hasta bien entrada la película. Se opta por esta opción para crear cierto misterio sobre su soledad y su vida entregado a la bebida sin contacto con nadie. Pero considero que habría sido mejor para el desarrollo que se hubiera dedicado un tiempo al comienzo de la cinta a explicar su pérdida personal, con lo que habríamos empatizado más con él.

Es interesante el recurso de la desconexión de Elizabeth, en coma durante tres meses, lo que supondría su muerte física y la de su fantasma. Es un detalle básico para crear el conflicto que permita el climax final y como elemento dramático funciona perfectamente. Para algunos podría ser además una especie de denuncia sobre la eutanasia, pero me parece llevar un poco lejos un recurso que está ahí simplemente porque es necesario para el desenlace correcto de la historia.

También la pareja protagonista encaja muy bien, pues tanto Reese Witherspoon como Mark Ruffalo encarnan con solvencia sus personajes y resultan lo suficientemente atractivos para que empaticemos fácilmente con ellos.

Pero en general, creo que a la historia le faltan cosas; por ejemplo, más intensidad en la manera de desarrollar el enamoramiento de los protagonistas, pues el guión dedica más tiempo a sus disputas iniciales y a intentar averiguar después quién es Elizabeth que al verdadero romance y también se pierde a veces en detalles innecesarios, como el de la vecinita (Ivana Milicevic) empeñada en acostarse con David, que parece un añadido sin mucho sentido y que no termina de encajar con la historia. En cambio, el personaje del empleado de la librería experto en fenómenos extraños (Jon Heder) podía dar más juego del que finalmente se le saca, como se había demostrado muy bien en Ghost. Más allá del amor (Jerry Zucker, 1990) con el personaje de Oda Mae (Whoopi Goldberg).

Y el desenlace tampoco me acabó de convencer, empalagoso en exceso y que denota un desesperado y algo teatral intento final por conmovernos a toda costa, pero ello se consigue con un buen planteamiento a lo largo de toda la película.

Ojalá fuera cierto termina resultando una comedia discreta, no tan eficaz como hubiera podido ser de haberse enfocado todo de otra manera. Se deja ver con agrado gracias al trabajo de los dos protagonistas y a que este tipo de historias resultan gratificantes, pero se queda por detrás de las mejores cintas de corte parecido.

lunes, 27 de febrero de 2023

La excavación



Dirección: Simon Stone.

Guión: Moira Buffini (Novela: John Preston).

Música: Stefan Gregory.

Fotografía: Mike Eley.

Reparto: Carey Mulligan, Ralph Fiennes, Lily James, Johnny Flynn, Ben Chaplin, Ken Stott, Archie Barnes, Monica Dolan, Eamon Farren, Paul Ready, Peter McDonald. 

En 1939, la señora Edith Pretty (Carey Mulligan) contrata al excavador y arqueólogo aficionado Basil Brown (Ralph Fiennes) para que excave unos túmulos en su finca de Sutton Hoo, convencida de que pueden esconder algún tesoro.

La excavación (2021) ha sido todo un descubrimiento, una de esas rarezas en medio de la filmografía actual que nos reconcilian con el arte cinematográfico.

Lo primero que llama la atención de La excavación es un ritmo pausado y un estilo a la hora de contar los acontecimientos: delicado, cuidadoso con los detalles, original pero sin resultar estridente o pedante. Simon Stone es simplemente elegante y demuestra un gusto exquisito a la hora de plasmar en imágenes una historia casi banal que se aleja de los caminos más conocidos. Casi nada de lo que sucede es predecible y cuando podemos anticiparnos a algo, el resultado es siempre original, nunca algo rutinario o vulgar. 

Basada en hechos reales, el descubrimiento de un barco funerario y su tesoro pertenecientes al siglo VI d.C., La excavación es un relato sobre la vida y la muerte, el deseo de perpetuarse en la memoria y al mismo tiempo de aprovechar el tiempo que nos ha tocado vivir, efímero, frágil y lleno de amenazas, algunas cercanas, como la enfermedad, o más distantes, como la amenaza de una guerra. Y todo ello mostrado a base de detalles, porque el gran acierto de La excavación, su originalidad, estriba en que todo se cuenta a base de indicios, de miradas, de pequeños desencuentros, de sueños y de sufrimientos que se desvelan sin estridencias, casualmente, de puntillas.

Así conocemos la grave enfermedad de la señora Pretty y asistimos a su lento declinar; así comprendemos la homosexualidad reprimida del señor Piggot (Ben Chaplin) y porqué no puede hacer feliz a su esposa Peggy (Lily James), que se sentirá atraída por Rory (Johnny Flynn), del que adivinamos que se ha enamorado de ella simplemente por su mirada y unas fotografías.

Es una hermosa manera de contar las cosas, como si nos introdujésemos de puntillas en la vida de esas personas, observándolos a través de una rendija. Maravilloso.

Además, tanto la música como la fotografía que acompañan al relato son preciosas, convirtiendo la experiencia en un placer para los sentidos, que se recrean en unos paisajes muy bellos, a veces remarcados por preciosas nieblas, que en manos menos inteligentes podrían resultar pretenciosos, pero que Simon Stone convierte en poéticas imágenes que acompañan este relato preciso y sobrio, intimista y profundo sobre la naturaleza humana que nunca resulta excesivo o artificioso.

Es cierto, no obstante, que la duración de la película puede resultar excesiva para muchos espectadores. Es una tendencia muy acusada en los últimos años, cuando no creo que para contar una gran historia sea necesario alargarla con más y más minutos, es solo cuestión de saber aprovechar el tiempo. En este caso, la experiencia es tan gratificante que la duración tampoco es un problema muy importante, pero sí que algunos momentos podrían haberse acortado sin afectar para nada al resultado final, sino que incluso podían mejorarlo algo.

Con un reparto que funciona de maravilla, del primero al último, y unos diálogos de una genuina agudeza, a los que no estamos ya muy habituados para nuestra desgracia, La excavación es un film maravilloso, sencillo, tranquilo y entrañable.

domingo, 26 de febrero de 2023

Paso al noroeste



Dirección: King Vidor.

Guión: Laurence Stallings y Talbot Jennings (Novela: Kenneth Roberts).

Música: Herbert Stothart.

Fotografía: Sidney Wagner y William V. Skall.

Reparto: Spencer Tracy, Robert Young, Walter Brennan, Ruth Hussey, Nat Pendleton, Louis Hector, Robert Barrat, Lumsden Hare.

1759, tras ser expulsado de la universidad, Langdon Towne (Robert Young) quiere ser pintor. Tras huir de la justicia, acaba alistándose en los Rangers de Roger en parte por su deseo de pintar a los nativos norteamericanos, algo que nadie ha hecho aún.

Paso al noroeste (1940) adapta la primera parte del libro de Kenneth Rogers que, precisamente en su segunda parte, que nunca se llegó a rodar a pesar de haberse planteado la idea, relata en efecto esa búsqueda del paso al noroeste que en esta película solamente se anuncia justo al final.

Lo que se relata ahora es la expedición de los Rangers de Rogers hacia St. Francis para destruir a la tribu de los indios Abenakis, que asolaban a los blancos con sus continuas incursiones en sus tierras.

Paso al noroeste es un western realmente original. Se asemeja más a un film de aventuras y aunque es una película ambiciosa y con momentos sorprendentes resulta también algo desequilibrada.

La expedición de castigo y el regreso de los rangers está realmente muy bien narrada, con rodaje en exteriores y un lujo de detalles sobre los obstáculos que debían superar así como las penalidades por la escasez de alimentos realmente excelentes. El problema tal vez es la excesiva duración de este relato que vuelve algunos momentos en algo repetitivos y llega a penalizar el ritmo de la historia. Si se hubiese acortado algo esta parte creo que el resultado hubiera ganado en intensidad.

Sorprendente resulta también el ataque a St. Francis y el exterminio de la tribu india por su crudeza, pues recordemos que estamos en 1940. Y en relación con esto, resaltar el claro mensaje contra los indios, presentados con una brutalidad poco habitual. El relato de las atrocidades que cometen con los blancos pone los pelos de punta. Está claro que la película se posiciona debidamente del lado de los colonizadores, lo que era habitual en esos años y en este tipo de películas claramente propagandísticas en el relato de la colonización. Hasta más tarde no empezarán a surgir obras revisionistas que darán un punto de vista opuesto al presente sobre la creación de los Estados Unidos.

Lógicamente, la idea que surge de inmediato es la de tachar al film de racista. No caeré en esa trampa. Sencillamente es un producto de una época y no se debe juzgar el pasado con la mentalidad actual. Claro que comprendemos que estamos ante una visión parcial de la historia, pero emitir juicios con nuestras ideas actuales es injusto. Aún así, la visión de la historia no es objetiva.

Otro detalle que me pareció realmente interesante es la gran calidad de los diálogos, que superan con mucho los que estamos acostumbrados a escuchar en los westerns, menos profundos que los que disfrutamos aquí, y que encierran pequeñas joyas que invitan a reflexionar y le dan una dimensión más profunda al relato que el de la mera descripción de una aventura bélica.

Junto a la excesiva duración, quizá otro elemento que no ha resistido demasiado bien el paso del tiempo es el encendido elogio del mayor Rogers (Spencer Tracy), personaje real que esta película engrandece sin medida: Rogers es un hombre sin tacha, siempre eligiendo la mejor opción en cada momento, indiferente al desánimo, justo y valiente hasta el extremo, un líder capaz de conseguir que sus hombres lo siguieran hasta el fin del mundo. La escena final de la película, que pretende ser el broche de oro a este dibujo del héroe, resulta un tanto sobrecargada.

Paso al noroeste es una aventura ambiciosa, con momentos brillantemente realizados, firme en sus propósitos y que ideológicamente no ha resistido muy bien el paso del tiempo. Resulta entretenida aunque excesiva en duración y enfoque unidireccional. 

sábado, 25 de febrero de 2023

Cortina de humo



Dirección: Gary Yates.

Guión: Karen Stillman (Novela: Sandra Brown).

Música: Jonathan Goldsmith.

Fotografía: C. Kim Miles.

Reparto: Jaime Pressly, Currie Graham, Garwin Sanford, Larissa Laskin, Blu Mankuma, Zak Santiago, Malcolm Stewart, Martin Cummins, Brendan Fletcher.

La periodista Britt Shelley (Jaime Pressly) despierta una mañana en la cama de un policía, Jay Burgess (Martin Cummins), que está muerto. 

Cortina de humo (2010) comienza de manera bastante prometedora: una conocida periodista de Charleston despierta en la cama de un policía... muerto y no puede explicar nada de lo sucedido, pues sospecha que ha sido drogada y no recuerda nada. 

Sin embargo, las expectativas de estar ante el comienzo de un thriller interesante pronto se desvanecen, en cuanto el argumento empieza a desvelarse y comprendemos que va a transcurrir inevitablemente por terrenos rutinarios, sin la más mínima sorpresa que pueda alterar el desarrollo. 

Al saber de antemano que Britt es inocente y le han tendido una trampa, solo queda esperar a ver cómo consigue demostrar su inocencia. En el camino, naturalmente, las cosas irán empeorando progresivamente, de manera que parezca más difícil que salga de un lío cada vez más serio. Cuando se tropieza con un antiguo bombero (Currie Graham) que ha pasado por algo parecido, comprendemos de inmediato también lo que sucederá: del enfrentamiento inicial nacerá su colaboración en la investigación y después el romance.

Tampoco la identidad del culpable resulta demasiado difícil de adivinar, de manera que ni siquiera el desenlace aporta una nota de sorpresa y originalidad, además de estar pésimamente resuelto.

Por lo tanto, ¿qué podemos decir de bueno de Cortina de humo? Pues solamente he encontrado un detalle interesante y es que el guión, con no ser brillante, al menos se toma el tiempo de perfilar a alguno personajes con algo más que con brochazos superficiales. No es que ahonde demasiado en sus personalidades, pero sí que aporta pequeños detalles que humanizan a los protagonistas, con lo que algunas escenas, pocas, tienen algo de profundidad y añaden una nota más personal a la historia.

Pero quizá el mayor problema de la película resida en el director, que realiza un trabajo demasiado flojo que estropea las escasas posibilidades de Cortina de humo. No digo que en manos de un buen director la película mejorara mucho, pues con el guión con el que contamos poco se puede hacer, pero sí que se podrían mejorar algunas cosas, como la torpeza de algunos planos o la escasa intensidad del trabajo de algunos actores.

En todo caso, el resultado es un film bastante mejorable, tanto por la intriga, muy endeble, como por la puesta en escena. Se nota que es un producto realizado con los medios justos y sin demasiadas pretensiones. 

viernes, 24 de febrero de 2023

Pasaba por aquí



Dirección: Babak Anvari.

Guión: Babak Anvari y Namsi Khan.

Música: Isobel Waller-Bridge.

Fotografía: Kit Fraser.

Reparto: George MacKay, Percelle Ascott, Kelly Macdonald, Hugh Bonneville, Varada Sethu, Franc Ashman, Anthony Calf.

Toby (George MacKay) y Jay (Percelle Ascott) son dos grafiteros que asaltan casas de ricos en señal de denuncia dejando siempre el mismo mensaje: I Came By (Pasaba por aquí). Pero un día que Toby entra en casa de un juez retirado (Hugh Bonneville) encuentra algo que no esperaba.

Bien mirado, Pasaba por aquí (2022) no te va a ofrecer nada realmente original en cuanto a argumento, pues el tema del asesino psicópata que lleva una vida intachable de cara a los demás está más que visto. Pero aún reconociendo que la historia se mueve por terrenos harto familiares, hemos visto películas similares que no funcionaban y en cambio Babak Anvari, sin salirse del carril, consigue hacer un film muy interesante.

Quizá lo mejor de todo es que el guión es tan ingenioso que, aún moviéndonos en un terreno muy conocido, nos impide anticiparnos a lo que va a pasar. Normalmente, en este tipo de películas se busca mantener el interés a base de prolongar las situaciones de peligro para el protagonista, que suelen ser momentos que nunca llevan a nada, hasta el desenlace final, que se puede predecir sin problema.

Pero en Pasaba por aquí no podremos nunca estar seguros de nada porque cada situación de peligro para los "buenos" termina realmente mal. Un poco como en Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960), donde la prematura muerte de la protagonista nos dejaba totalmente descolocados, Anvari nos va privando de los elementos de referencia desde muy pronto, de manera que durante toda la película nos movemos en medio de la confusión total, con lo que los momentos de tensión se padecen con total angustia, al no poder estar seguros de su desenlace. Por ejemplo, desde el instante en que Lizzie (Kelly Macdonald), la madre de Toby, entra en casa del juez no podemos apartar la mirada de la pantalla y nuestra angustia crece a cada segundo mientras rezamos porque no sea la próxima víctima. 

Gracias a este simple recurso, Babak Anvari consigue crear un film que nos atrapa casi desde el minuto uno. No necesita recurrir a falsos sustos, amagos o engaños, simplemente con un relato directo e imprevisible nos mantiene en ascuas constantemente.

Además, la película cuenta con un villano realmente aterrador, frío, seguro de sí mismo, implacable y que gana además mucha fuerza gracias a Hugh Bonneville, capaz de helar la sangre con solo una mirada. Y está claro que con un malvado de ese calibre la historia no puede sino funcionar de maravilla.

Tal vez el final sea algo menos potente de lo esperado, pero es evidente que era realmente necesario terminar así la historia, pues todo lo que no siguiera ese camino habría resultado mucho más frustrante.

Bien filmada, con una sucesión precisa de los momentos de tensión, sin tiempos muertos y una elegante puesta en escena, Pasaba por aquí cumple con creces su misión de mantener la tensión en todo momento y resulta un film más que recomendable.

jueves, 23 de febrero de 2023

Please Turn Over



Dirección: Gerald Thomas.

Guión: Norman Hudis (Obra: Basil Thomas).

Música: Bruce Montgomery.

Fotografía: Ted Scaife (W&B).

Reparto: Ted Ray, Jean Kent, Leslie Phillips, Joan Sims, Julia Lockwood, Tim Seely, Charles Hawtrey, Dilys Laye, Lionel Jeffries. 

La joven Jo (Julia Lockwood) lleva una vida rutinaria con su familia en su pequeño pueblo. Hasta el día en que se publica un libro suyo que alterará por completo a todo el vecindario.

Maravillosa comedia que desconocía y que ha supuesto todo un descubrimiento.

Please Turn Over (1959) narra las increíbles consecuencias que provoca la novela de Jo en su pueblo. El libro, totalmente inventado, narra las aventuras amorosas de unos personajes inspirados en su familia y vecinos del lugar, pero no tienen ninguna base real. Sin embargo, como es de suponer, los vecinos no lo ven así y se imaginan que la jovencita Jo no está sino contando lo que ella conoce de primera mano.

De inmediato, su familia se verá afectada por el libro, pasando a ser objeto de cotilleos por parte de todo el pueblo, al igual que el doctor Henry Manners (Leslie Phillips), otro de los que supuestamente se cuentan intimidades en la novela y que incluso pretende demandar a la familia de Jo al quedar su reputación en entredicho.

Sin embargo, en un inesperado e ingenioso giro de los acontecimientos, finalmente la publicación del libro terminará por ser beneficiosa para los implicados, ayudándoles a reconocerse sin disimulos, aceptándose y asumiendo sus sentimientos.

Se puede enfocar también el argumento como una crítica hacia la curiosidad malsana innata a la naturaleza humana o como algo mal interpretado puede arruinar la vida de personas honestas. Y aunque algo hay de todo ello en la película, lo importante es más bien el desenlace: cómo de una adversidad puede surgir algo positivo y es que Please Turn Over es un film amable y optimista por encima de todo.

Es verdad que el arranque de la película es un tanto lento y cuesta meterse en una historia que no parece demasiado prometedora, pero el interés va creciendo con los minutos y especialmente la segunda mitad de la película resulta especialmente brillante, con unos diálogos plenos de ingenio y unos personajes que, desde la palidez del comienzo, van ganando en profundidad hasta llegar a convertirse en entrañables, con sus defectos, sus miedos, necesidades y esperanzas. Y aquí está la clave de esta comedia: saber crear personajes profundos, mirando hacia su interior con sinceridad, cariño y sensibilidad, esto es lo que termina de redondear una historia en apariencia intrascendente para convertirla en un tierno recorrido por la naturaleza humana, con sus miserias y sus grandezas, terriblemente inteligente y, sobre todo, muy, muy divertida.

Realmente es fantástico comprobar como el talento puede sacar un resultado así con tan pocos y sencillos elementos. Please Turn Over es todo un manual de comedia inteligente.

La casa de las dagas voladoras



Dirección: Zhang Yimou.

Guión: Zhang Yimou, Li Feng y Wang Bin.

Música: Shigeru Umebayashi.

Fotografía: Zhao Xiaoding.

Reparto: Zhang Ziyi, Takeshi Kaneshiro, Andy Lau, Song Dandan.

En el año 859, la dinastía Tang está en decadencia y surgen grupos rebeldes que luchan contra el gobierno corrupto. El más importante de ellos es la Casa de las Dagas Voladoras por lo que el gobierno ordena terminar con su líder en un plazo de diez días.

Bajo la apariencia de una típica película de artes marciales, La casa de las dagas voladoras (2004) es una trágica historia de amor.

Es complicado abordar un análisis de la película como esta. Tiene elementos que podrían situarla casi como una obra de arte pero, por otra parte, si nos atenemos estrictamente a su argumento, descubrimos que encierra no pocas trampas y demasiados tópicos, a parte de una simplicidad casi sonrojante.

Es por ello que la única manera que encuentro de aproximarme a ella es como un cuento, casi una mera fantasía. Y de este modo puedo admitir la simplicidad del argumento, tramposo y cargado de tópicos que es más propio de un cómic que de una película con visos de realidad. Vista así, se admiten sin demasiadas complicaciones esas coreografías de las luchas tan irreales, que tienen más de bailes que de batallas y donde la imaginación desbordante del realizador supera cualquier limitación física.

De igual manera que el despliegue técnico para convertir el relato en un espectáculo visual suntuoso y deslumbrante, donde una fotografía extremadamente preciosista busca en todo momento crear cuadros de belleza absoluta con colores brillantes y saturados y paisajes de ensueño que provocan un aluvión de escenas realmente sorprendentes.

Sin embargo, es precisamente ese aire de cuento, de irrealidad que recorre de arriba a abajo la historia lo que le resta profundidad al relato. Me duele reconocerlo, pero el trágico desenlace no llegó a conmoverme. Puede que por haberlo anticipado, pero también por la manera un tanto chapucera en que es presentado, llevando la situación al límite en busca de un dramatismo extremo y logrando, curiosamente, el efecto contrario, pues extender tanto el duelo final, añadiendo además esa especie de resurrección increíble, convierten el momento cumbre en una pantomima ridícula.

Muchas veces mi intuición me avisa frente a ciertas películas de manera que sin verlas me llego a formar una opinión bastante fiable de ellas. Con La casa de las dagas voladoras tenía ciertos indicios no muy favorables aunque, dadas las críticas, me decía que tal vez fueran infundados. Finalmente, he de admitir que no me parece una mala película, ni mucho menos. Es imposible no admirar su belleza formal y reconocer el esfuerzo por crear una historia apasionante y hermosa. Pero si solo me fijara con el lado meramente estético me estaría quedando a medias. En una película busco también que me llene con su contenido. Ha de haber un equilibrio entre forma y fondo y en este caso no se da. Me cautivó estéticamente, es cierto, pero me produjo indiferencia la historia de amor y ello, cuando el relato pretendía mostraros un desgarrador romance, no deja de revelar las carencias de la película a la hora imprimir emoción al contenido.

miércoles, 22 de febrero de 2023

El hombre que susurraba a los caballos



Dirección: Robert Redford.

Guión: Eric Roth y Richard LaGravenese (Novela: Nicholas Evans).

Música: Thomas Newman.

Fotografía: Robert Richardson.

Reparto: Robert Redford, Kristin Scott Thomas, Sam Neill, Dianne Wiest, Scarlett Johansson, Chris Cooper, Cherry Jones. 

Tras un grave accidente a caballo que deja a la joven Grace (Scarlett Johansson) traumatizada, su madre Annie (Kristin Scott Thomas) busca ayuda desesperadamente y cree encontrarla en Tom Booker (Robert Redford), un vaquero que parece tener un don para tratar con los caballos.

Intenso drama dirigido con acierto por un Robert Redford que muestra su buen gusto y mano firme detrás de las cámaras.

El hombre que susurraba a los caballos (1998) es de esas películas que no te dejan indiferente. Para bien o para mal, esto último muy dudoso, uno no deja de sentirse involucrado con la historia.

El arranque de la película es terriblemente intenso por su dramatismo: el accidente en que muere la mejor amiga de Grace y esta queda gravemente herida, lo mismo que su caballo. 

Con un comienzo así, imagino que en manos de cualquier director menos sensible que Redford se podría caer en un exceso difícilmente evitable. Robert Redford lo roza peligrosamente, pero se contiene a tiempo y esquiva lo que podría convertirse en un folletón de tres al cuarto.

Además, hay un detalle en este comienzo donde el director demuestra a las claras que sabe lo que está haciendo y es la manera tan precisa cómo nos muestra la personalidad y el carácter de Annie y de su marido Robert (Sam Neill). En un par de detalles quedan retratados de manera certera y profunda. Annie es una mujer de carácter, acostumbrada a tomar decisiones sin dudar, segura de que el camino que toma es el único. Robert, por el contrario, es más sensible, pendiente de los sentimientos de los demás, más considerado y menos fuerte.

También se perfila con precisión el conflicto que enfrentaba a Grace con su madre, agravado por el accidente. 

Todo este arranque es certero e intenso. Es lógico asumir que será complicado mantener el nivel a lo largo de todo el relato y, sin embargo, Robert Redford está muy cerca de conseguirlo. Además de un hermoso canto a la belleza de Montana, y por extensión a la naturaleza y la vida alejada de las grandes ciudades, el proceso de cura del caballo y de Grace mantienen el interés con facilidad y el director demuestra que no le teme a extenderse en el relato, tomándose su tiempo a la hora de contar esta historia de aceptación y superación. Y cada detalle parece estar ahí por algo y no pesan los minutos, pues el discurso es fluido, hermoso y aporta siempre algo interesante para reflexionar o simplemente disfrutar también nosotros de la vida en plena naturaleza.

Pero está claro que la película va perdiendo algo de fuerza conforme avanzamos hacia el final. Es complicado mantener el interés al nivel del comienzo y, personalmente, creo que el romance entre Annie y Tom no está desarrollado con el mismo acierto del resto de la historia. Incluso podríamos llegar a la conclusión que, al ser la parte más previsible y menos original de la cinta, podría haberse dejado de lado sin problemas. En todo caso, el desenlace de ese romance al menos sí que resulta más original y comprensible, aún prefiriendo la otra solución.

Lo que sí que es un acierto es la presencia de Kristin Scott Thomas que confiere verdadera profundidad a su personaje, demostrando una vez más su excelente nivel como actriz. Y magnífico también el trabajo de la joven Scarlett Johansson que ya avisaba de lo que estaba por llegar. Redford, naturalmente, no desentona, pero no creo que su trabajo tenga la fuerza del de sus compañeras de reparto.

Con un muy buen gusto a la hora de plantear y desarrollar un film intenso, Robert Redford consigue crear una historia densa y hermosa difícil de olvidar.

martes, 21 de febrero de 2023

Green Book



Dirección: Peter Farrelly.

Guión: Nick Vallelonga, Brian Currie y Peter Farrelly.

Música: Kris Bowers.

Fotografía: Sean Porter.

Reparto: Viggo Mortensen, Mahershala Ali, Linda Cardellini, Dimiter Marinov, Mike Hatton, Iqbal Theba, Sebastian Maniscalco, P. J. Byrne.

En 1962, el pianista negro Don Shirley (Mahershala Ali) va a realizar una gira por el Sur de los Estados Unidos y busca un chófer para el viaje.

Alabada historia cargada de buenas intenciones, Green Book (2018) es un ejemplo de este cine de alquimista demasiado habitual hoy en día.

Green Book comienza avisando que la historia está basada en hechos reales y con eso parece decirnos que este edulcorado cuento de amistad hay que creérselo porque es verdadero. No digo que no tenga una base real, pero ciñéndonos a cómo está contada, la historia suena a apaño sentimental y moralista, a film pretencioso y lujoso a partes iguales y tengo mis dudas de que la historia real de la relación de los protagonistas fuera como se nos cuenta.

A nivel meramente formal, Green Book es un film que roza la perfección, con una puesta en escena impecable, un desarrollo fluido, una cuidada fotografía y una banda sonora preciosa. Desde este punto de vista, estamos ante una película muy cuidadosamente presentada y con muy buen gusto.

Donde falla el montaje es en su interior. La historia de dos tipos completamente opuestos que terminan fraternizando está muy vista y este guión no ofrece ni una sola muestra de originalidad, siguiendo el perfecto manual del manipulador compulsivo.

De entrada, el retrato que nos ofrece de Tony Lip (Viggo Mortensen), el que será el chófer de Shirley durante su gira, no puede ser más estereotipado: un tipo sin modales, rudo, que no duda en usar la violencia sin miramientos y, además, racista, detalle clave para añadir más trascendencia a su transformación posterior. La escena en que tira a la basura los vasos donde bebieron dos negros es, en su simplicidad, todo un aviso de lo que va a suceder posteriormente. Es un retrato del personaje a base de clichés y por lo tanto no me termina de resultar convincente.

Pero esta manera tan rotunda de perfilar a Tony, sin matices, no ayuda para nada a comprender cómo puede aceptar el trabajo que le ofrece un negro. De la misma manera que choca un poco que Shirley encuentre en ese chulo la mejor opción de todas las barajadas y termine contratándolo.

A partir de ahí, nada que no podamos predecir: un viaje por el Sur profundo y racista de norteamericana es la excusa perfecta para el despliegue de escenas de vejaciones al artista negro, enfrentamientos entre él y Tony y el progresivo acercamiento entre ambos, donde Tony le enseña algunas lecciones vitales a Don Shirley y este, a su vez, le enseña a Tony a renunciar a la violencia y ser un poco más refinado.

La lógica conclusión final es una gran amistad entre esas dos personas tan diferentes que, en su viaje, han aprendido a conocerse y a respetarse. La aclaración final de que siguieron siendo amigos hasta su muerte es la guinda a tan empalagoso y predecible pastel.

Entiendo que mi visión suena un tanto cínica. ¿Me molesta ver una bonita historia de amistad? No, no se trata de eso. Se trata se que me parece que se me está manipulando calculadamente, de que no hay nada realmente original y sincero en toda la historia. Me parece que Peter Farrelly, con el precedente de Algo pasa con Mary (1998), una comedia tan comercial como estúpida, ahora pretende pasarse al lado serio de la industria, ganarse un nombre de director de calidad, pero lo hace sin nada personal que aportar, sin talento, sino a base de tópicos, de sensiblería, de saber qué teclas ha de tocar para llevarnos de la mano por un camino rosa de justicia social, amistad y hermosos sentimientos.

La escena final, cuando Don se presenta en casa de Tony y, tras unos segundos de calculado suspense, es bien recibido por los racistas familiares de Tony ejemplifica de sobra cuánto de tramposo hay en el relato de Farrelly. 

En cambio, todo ello no debe de impedirnos reconocer el excelente trabajo de los dos protagonistas, especialmente de Mahershala Ali, al que no conocía y que me ha sorprendido muy gratamente, a pesar de que su personaje se mueve en un limbo de contradicciones y comportamientos extraños que no ayudan demasiado a hacerse una idea de cómo encarnarlo. Su Oscar al mejor actor de reparto me parece un más que merecido reconocimiento a su excelente trabajo.

Green Book además se hizo con el Oscar a mejor película y mejor guión, lo que no deja de ser un claro índice de por dónde se mueve el cine en la actualidad.

lunes, 20 de febrero de 2023

Brigadoon



Dirección: Vicente Minnelli.

Guión: Alan Jay Lerner.

Música: Frederick Loewe.

Fotografía: Joseph Ruttenberg.

Reparto: Gene Kelly, Van Johnson, Cyd Charisse, Elaine Stewart, Barry Jones, Hugh Lang, Albert Sharpe, Virginia Bosler, Jimmy Thompson, Dody Heath.  

Dos amigos, Tommy (Gene Kelly) y Jeff (Van Johnson), viajan desde Nueva York a Escocia para cazar, pero se pierden en la niebla hasta que encuentran un pueblo que no aparece en los mapas: Brigadoon.

No es el musical más famoso de Gene Kelly, pero Brigadoon (1954), adaptación al cine del musical homónimo de Broadway, funciona tan bien como musical que como película romántica y tiene el brillo de la época dorada del género.

Es verdad que Brigadoon no contiene ninguna canción que haya quedado en la memoria colectiva, de ahí que esté un peldaño por debajo de grandes clásicos como Cantando bajo la lluvia (Gene Kelly y Stanley Donen, 1952), My Fair Lady (George Cukor, 1964) o Sonrisas y lágrimas (Robert Wise, 1965), por citar a tres de los mejores musicales de la historia. Pero visualmente es un film hermoso y las coreografías rebosan vitalidad, optimismo y elegancia. En este sentido se nota el oficio de todo un especialista como Vicente Minnelli.

La película se rodó enteramente en estudios, lo cuál añade aún más valor al esfuerzo de producción que logra crear un bonito escenario bucólico donde transcurre esta historia fantástica y marcadamente romántica. Y es que Tommy se enamorará al instante de la hermosa Fiona (Cyd Charisse) que también siente que acaba de encontrar al amor de su vida, sentándose así las bases para esos idilios de película donde el amor es más grande que la vida misma.

Pero además de la vertiente musical y la romántica, Brigadoon guarda un as en la manga que añade un original punto de interés a la película, y es el misterio que rodea al pueblo de Brigadoon, hábilmente insinuado y que no se desvela hasta bien entrada la historia. El misterio es que, para protegerlo de la amenaza de las brujas, el párroco pidió un milagro que le fue concedido: cada noche, cuando se van a dormir sus habitantes, el pueblo permanece oculto durante cien años para el resto del mundo, mientras que para los habitantes de Brigadoon solo pasó un día.

Esta nota fantástica sirve además para crear el conflicto entre los protagonistas, pues para poder estar juntos Tommy y Fiona, él debería renunciar a su familia, sus amigos y su país quedándose para siempre en el pueblo. Un dilema que está tan bien planteado como resuelto, manteniendo la duda hasta el último instante en que se resuelve como era de esperar. Y es que, curiosamente, a pesar de partir de un presupuesto tan irreal, propio de un cuento, Minnelli consigue insuflar verosimilitud al relato, de manera que aceptamos las premisas planteadas sin ninguna duda y vivimos el romance y el dilema de Tommy con absoluta convicción.

Tal vez uno de los puntos más débiles que rompe un poco la armonía general de la historia se centra en el personaje de Jeff, que no termina de definirse convenientemente y pasa de resultar el amigo simpático que sirve de contrapunto a Tommy a convertirse en un personaje algo antipático, con su realismo tan radical que hace que no comprenda realmente ni al pueblo ni a su amigo; además de lo chocante que es el episodio de la muerte del vecino que deseaba huir de Brigadoon y que termina en tragedia que se resuelve de manera demasiado simple y que no parece afectar demasiado a Jeff.

Pero salvo este detalle, todo en Brigadoon resulta hermoso, espectacular y hasta poético y curiosamente, a pesar del argumento y el estilo, sigue funcionando perfectamente, sin resultar empalagoso o anticuado. Atención a algunas frases memorables sobre el amor y los sueños y al esplendoroso uso del color.

¡Jo, qué noche!



Dirección: Martin Scorsese.

Guión: Joseph Minion.

Música: Howard Shore.

Fotografía: Michael Ballhaus. 

Reparto: Griffin Dunne, Rosanna Arquette, Verna Bloom, Thomas Chong, Cheech Marin, Linda Fiorentino, Teri Garr, Catherine O´Hara, John Heard, Dick Miller, Will Patton, Robert Plunket.

Tras una rutinaria jornada en la oficina, Paul Hackett (Griffin Dunne), aburrido, se va a una cafetería donde conoce a Marcy (Rosanna Arquette), que le da su número de teléfono y se separan. Cuando más tarde, Paul se decide a llamarla no puede adivinar que será el comienzo de una noche terrorífica.

Tras el mal recibimiento de El rey de la comedia (1983) y la cancelación de su proyecto para filmar La última tentación de Cristo, Martin Scorsese decide cambiar de registro y realizar un film modesto, personal y el resultado fue ¡Jo, qué noche! (1985), una disparatada comedia que, salvando las distancias, entronca con la screwball comedy de los años treinta del siglo XX.

Paul lleva una vida aburrida. Su trabajo parece que no le satisface demasiado y tampoco tiene pareja, por lo que al salir del trabajo le espera una tarde solitaria. Aburrido con la programación de la televisión, decide irse a una cafetería y allí entabla conversación con una joven. Parece que no hay nada más, pero ella le da su número de teléfono y Paul finalmente le telefonea. Ante el entusiasmo de Marcy, él decide acercarse hasta su apartamento, en el SoHo, con la esperanza tal vez de pasar un buen rato con ella.

Pero lo que podría haber sido una velada romántica, y algo más, se va torciendo poco a poco, primero en el taxi, al perder Paul sus únicos veinte dólares, y luego en el apartamento de Marcy, una joven un tanto alocada y desconcertante con la que Paul no sabe qué esperar, por lo que decide largarse de allí y volver a su casa resignado.

Pero algo en apariencia tan sencillo como regresar a su apartamento se va complicando incomprensiblemente y Paul termina viviendo una auténtica pesadilla, topando con personajes más extraños cada vez hasta verse perseguido por una patrulla de vecinos que lo creen responsable de los robos que asolan el barrio.

Todo en ¡Jo, qué noche! es extraño, surrealista incluso. No vale la pena intentar buscarle una lógica o explicación a lo que ocurre ni porqué ocurre. Es como si todos los bichos raros de la ciudad se encontraran con Paul y éste, además de sorprendido, tampoco toma las mejores decisiones. Al final, cansado, sin dinero y perseguido por unos vecinos exaltados, Paul estará al borde de la locura, de manera que la vuelta a su oficina, frente a la que aterriza por casualidad ya por la mañana, resulta una salvación. Si el film no fuera tan extraño parecería encerrar un mensaje sobre lo positivo de una vida rutinaria y segura, aunque creo que no era esa la intención.

La manera en que el guión va hilando la serie de desgracias que le acontecen a Paul es bastante ingeniosa y, dentro de lo anómalo de personajes y sucesos, todo tiene una causa-efecto bastante lógica. 

Ahora bien, reconociendo la originalidad de la historia y algunos momentos interesantes, el conjunto resulta un tanto insulso. Cuesta empatizar con Paul y apiadarse de sus desgracias, tal vez por el toque irreal que impregna sus desventuras, que parecen más un mal sueño que una realidad. Algunas partes no están del todo bien diseñadas, hay personajes de los que habría sido necesario saber algo más y, en general, el film desprende un aroma de estar incompleto, como si solo fuera un boceto.

Es evidente que el que lo firme un director como Scorsese mueve a la crítica favorable. Suele ser una especie de inercia la que nos lleva a ser positivos con alguien que ha demostrado de sobra su talento, como si por ello no pudiera tener un traspiés. No se si calificar este film como fallido, pero sí que puedo decir que no lo disfruté especialmente. Entre momentos de aburrimiento y un evidente distanciamiento con lo que veía, la experiencia fue más algo curioso que algo agradable, simpático o estimulante.

Queda como una curiosidad en la filmografía de un director genial en ocasiones pero un tanto irregular a lo largo de su carrera. 

domingo, 19 de febrero de 2023

¿Hacemos una porno?



Dirección: Kevin Smith.

Guión: Kevin Smith.

Música: James M. Venable.

Fotografía: David Klein.

Reparto: Elizabeth Banks, Seth Rogen, Craig Robinson, Jason Mewes, Gerry Bednob, Traci Lords, Katie Morgan, Tom Savini, Jeff Anderson. 

Zack (Seth Rogen) y Miri (Elizabeth Banks) son amigos desde el instituto y comparten piso pero aún así no consiguen pagar las facturas, llegando a cortarles la luz y el agua. Para salir del apuro deciden rodar una peli porno.

Nueva vuelta de tuerca a la típica comedia romántica, porque ¿Hacemos una porno? (2008), a pesar de lo que aparenta, no es más que una historia de amor bastante corriente. Pero para darle un tratamiento diferente, y además imagino que tirando del morbo que puede favorecer la taquilla, Kevin Smith se monta un film gamberro a base de una idea tan idiota como surrealista. Porque seamos sensatos, ¿alguien se cree que una chica como Miri necesita recurrir a participar en un film porno cutre con su amigo de toda la vida? Hace falta echarle mucha imaginación para aceptar algo así, sobre todo porque hay un error básico en el planteamiento: Seth Rogen da el tipo de pringado y obseso sexual capaz de intentar hacer una peli porno, pero Elizabeth Banks no pega en su papel ni de broma. Es demasiado guapa y tiene demasiada clase como para verla en semejante aventura y más al lado de Rogen. La diferencia entre ambos es tan abismal que fue el mayor obstáculo para creerme el planteamiento de Kevin Smith, hasta el punto que deseaba ardientemente que Miri le diera calabazas a su amigo y dejara plantada la peli.

Pero dejando de lado la credibilidad más que dudosa del argumento, el desarrollo no arroja nada memorable: chistes soeces; una catarata de palabras malsonantes, la mayor parte de las veces sin venir a cuento, diálogos absurdos y forzados y personajes tan poco convincentes que uno los mira y parece que fueran extraterrestres.

Lo peor de todo es que el director termina desertando del enfoque transgresor y gamberro y sin complejo alguno le da un giro a la película en el último momento y nos ofrece un empalagoso romance entre los protagonistas que, de repente, al hacer el amor en la película porno, descubren que se aman y, de propina, que son tremendamente celosos y posesivos, así que fin al libertinaje, a la diversión, a saltarse las convenciones, que en cuanto te hago el amor me convierto en el primer puritano de la tierra.

No solo este giro convierte todo lo anterior en una especie de engaño, sino que hace que la película pierda cualquier seña de innovación. Además, Kevin Smith cae en los tópicos más conservadores de las relaciones de pareja, de nuevo con un planteamiento cutre, sin una base real creíble, con el resultado de un romance que no nos emociona y que vivimos entre el asombro y la resignación.

Seth Rogen cumple con su personaje y da el tipo sin problemas y Elizabeth Banks tampoco desentona, salvo que no la veo en ese papel. Imagino que con otra actriz la historia podría haber resultado algo menos surrealista, pero la calidad final del producto sería la misma.

No basta con aparentar ser gamberro para pretender tener éxito e ir de enrollado. Solo con eso no basta. La clave siempre está en el ingenio, en crear una historia con fuerza y con sentido. Y Kevin Smith nos ofrece el chiste fácil y el morbo para enganchar, ¿a quién?. ¿Hacemos una porno? no me divirtió en absoluto, incluso me provocó enfado en algún momento con lo que estaba viendo. No creo que se pueda decir mucho más.

sábado, 18 de febrero de 2023

Alias Jesse James



Dirección: Norman Z. McLeod.

Guión: William Bowers y Daniel D. Beauchamp.

Música: Joseph J. Lilley.

Fotografía: Lionel Lindon.

Reparto: Bob Hope, Rhonda Fleming, Wendell Corey, Gloria Talbot, Jim Davis, Will Wright, Mickey Finn, Bob Gunderson, Fess Parker, Gary Cooper, Roy Rogers, Jay Silverheels, Hugh O´Brien, James Arness, Ward Bond, Gail Davis, Bing Crosby, Scatman Crothers. 

Milford Farsnworth (Bob Hope) es tan nefasto como vendedor de seguros que es despedido. Aún así, vende una póliza de 100.000 dólares a Jesse James, desconociendo su identidad. Para evitar la quiebra de la compañía en caso de ejecutarse dicha póliza, Milford deberá velar por la seguridad del bandido.

Nunca había visto una película de Bob Hope y esta es la razón principal que me ha animado a ver Alias Jesse James (1959) y sinceramente el resultado es mejor de lo esperado.

El argumento es un disparate: el negado Milford deberá evitar que Jesse James muera para que su compañía de seguros no tenga que hacer frente a la indemnización de 100.000 dólares de la póliza que le vendió. Para ello, el agente de seguros viaja al Oeste, donde le esperan un sinfín de aventuras que pondrán su vida en peligro.

Poco importa en realidad el argumento. Podría valer cualquier otro pues no es más que una excusa para situar a Bob Hope en medio de la iconografía típica del western y jugar con el tópico del tipo refinado y apocado del Este enfrentado al duro Oeste y sus tipos rudos.

Es verdad que muchas bromas resultan algo toscas, pero son las menos. En general, el nivel de las bromas y gags visuales es bastante menos vulgar de lo que me aguardaba y en no pocas ocasiones resultan realmente inspirados, como el del niño que toca el piano y que es nada menos que Harry Truman; o cuando Milford, disfrazado de juez de paz, se disculpa por llegar tarde porque su mujer tenía ganas de riñones.

Pero a parte del buen nivel cómico de la película, también la historia del bueno de Milford resulta gratificante al encontrar recompensa a sus desvelos por servir a su compañía de seguros, demostrando una honradez y una entrega superiores a su torpeza.

Eso sí, hemos de reconocer que Bob Hope no destaca especialmente por sus dotes como actor, si bien como cómico tiene algo que funciona, ya sea por su aire bonachón o la sencillez con que afronta el trabajo, sin exagerar sus gestos. Rhonda Fleming está realmente espectacular, una belleza pelirroja que empequeñece a cuantos se mueven a su alrededor. El malo de turno es Wendell Corey, conocido sobre todo por su papel como el teniente de policía Thomas Doyle en La ventana indiscreta (Alfred Hitchcock, 1954).

Y atención a la escena del tiroteo final, con la participación de conocidos actores interpretando a legendarias figuras del Oeste: Fess Parker es Davy Crockett, Gary Cooper es el shérif Kane de Solo ante el peligro (Fred Zinnemann, 1952), Roy Rogers se interpreta a sí mismo; Jay Silverheels es Toro, el compañero del llanero solitario; Hugh O´Brien es Wyatt Earp, James Arness es Matt Dillon (de la serie La ley del revólver), Ward Bond es Seth Adams (serie de televisión Caravana), Gail Davis aparece como Annie Oakley (una mujer que trabajó en el show de Buffalo Bill) y Bing Crosby está vestido de vaquero. Todos ellos ayudando al torpe de Milford, que creerá que es él realmente el que acierta todos sus disparos.

Alias Jesse James no es más que un divertimiento sin complicaciones y sin grandes pretensiones, pero muestra un nivel bastante aceptable y fue una sorpresa descubrir a Bob Hope, que encarna con acierto a un tipo torpe y bobalicón pero sin caer en las exageraciones de algunas comedias actuales. Muy agradable de ver.

viernes, 17 de febrero de 2023

Joy



Dirección: David O. Russell.

Guión: David O. Russell.

Música: Michael Giacchino.

Fotografía: Linus Sandgren.

Reparto: Jennifer Lawrence, Robert De Niro, Bradley Cooper, Édgar Ramírez, Elisabeth Röhm, Isabella Rossellini, Diane Ladd, Virginia Madsen, Dascha Polanco.

Joy (Jennifer Lawrence) ha visto como sus sueños de niña se han ido frustrando conforme se hacía adulta. Sin embargo, un día concibe una nueva fregona mucho mejor que cualquier otra en el mercado, aunque comprobará lo difícil de llevar su idea adelante.

Desconcertante propuesta de David O. Russell que al menos tiene el buen criterio de repetir con Jennifer Lawrence, que había ganado un Oscar a sus órdenes en El lado bueno de las cosas (2012), sin duda la mejor de una irregular Joy (2015).

La película nos cuenta la historia de Joy Mangano, una mujer emprendedora que partiendo de la nada se labró una posición en el mundo de los negocios gracias a sus inventos. Es, por lo tanto, una elegante visualización de la realización del sueño americano, un tema muy del gusto por aquellas latitudes.

El problema es que el director no ha sabido darle una coherencia a la historia y, lo que es peor, falla a la hora de dibujar a la protagonista, con lo que el mensaje y sus implicaciones emocionales se debilitan. En realidad, falla con todos los personajes, pero las consecuencias son más graves en el caso de Joy.

Para empezar, el arranque de la película parece meternos de lleno en una alocada comedia medio surrealista, donde los personajes irrumpen en la pantalla como salidos de un sueño (Joy) o de una pesadilla (su padre, interpretado por Robert De Niro, o su madre, por Virginia Madsen). Ello nos crea una expectativa de comedia alocada con toques dramáticos y esperamos que el devenir de los acontecimientos siga esa línea.

Pero Russell va cambiando el tono hasta desembocar en el drama puro y duro, que constituye el núcleo de la historia, donde asistimos a la lucha de Joy por sacar adelante su invento de la fregona y cómo no para de recibir un palo tras otro. Sin embargo, comprendemos sin demasiada dificultad que se trata de balas de fogueo pues adivinamos enseguida el final feliz. Con ello, el drama pierde intensidad y tan solo es cuestión de esperar el momento en que cambien las cosas. El problema de nuevo entonces es la falta de precisión del director a la hora de enfocar el desenlace, que llega cuando ya nos sentimos un tanto fatigados con la cantidad de desgracias que le han sucedido a la protagonista y lo único que deseamos es ver llegar por fin al desenlace, que Russell resuelve de manera demasiado simple, sin verdadera emoción, alargando con escenas edulcoradas el final y demostrando que no ha terminado de cogerle el pulso a la historia.

Solamente la gran actuación de Jennifer Lawrence, realmente impresionante, logra mantener cierta emoción en el drama de Joy. Sin su presencia, creo que la película hubiera descarriado sin remedio. Porque no se trata de afinar en la fotografía o el diseño de producción o de sembrar el relato de altibajos emocionales. La clave para que cualquier drama de este estilo funcione es conseguir que empaticemos con los protagonistas, hacer que nos pongamos en su piel de manera que lleguemos a compartir sus problemas y sus triunfos. Y es aquí donde el guión muestra sus limitaciones. Sinceramente, a partir de ese arranque tan extraño de la película, no fui capaz en ningún momento de meterme de lleno en la historia, como si nada de lo que estaba viendo me pareciera real. El cambio tan radical de los personajes, en especial el padre y la madre de Joy y su ex marido (Édgar Ramírez) le confirió a la historia un aire surrealista difícil de compaginar con el mensaje que pretendía transmitir. 

Incluso la abuela (Diane Ladd) y su apoyo a Joy, convencida de su destino, sonaba en todo momento como salido de un cuento infantil más que como algo real y convincente.

Y tampoco ayuda a sobrellevar la historia su excesiva duración. Porque, seamos sinceros, para contar el éxito de Joy con su fregona, que eso es básicamente de lo que trata la cinta, no había necesidad de tanto metraje, sobre todo cuando no termina de acertar con la tecla emocional que nos conecte con la protagonista y cuando comprendemos que recrearse en tantas desgracias es solamente un truco argumental para llevarnos al final feliz de cuento anunciado desde el primer minuto a bombo y platillo.

Se deja ver, puede resultar incluso entretenida en algunos momento, pero en conjunto Joy es un fallido intento de hacer un drama sin comprender del todo su mecánica.

jueves, 16 de febrero de 2023

La gran seducción



Dirección: Don McKellar.

Guión: Ken Scott y Michael Dowse.

Música: Paul-Étienne Côté, Maxime Barzel y François-Pierre Lue.

Fotografía: Douglas Koch.

Reparto: Brendan Gleeson, Taylor Kitsch, Gordon Pinsent, Liane Balaban, Mark Critch, Peter Keleghan, Mary Walsh, Margaret Killingbeck, Cathy Jones, Matt Watts.

Cuando se termina la pesca, los habitantes del pequeño puerto de Tickle Head pasan a depender del subsidio del estado. Pero eso puede cambiar si consiguen que una compañía petroquímica instale allí su nueva fábrica. Pero para ello un requisito imprescindible es que cuenten con un médico en el pueblo, lo que en esos momentos no tienen.

 La gran seducción (2013) es una comedia amable y positiva, bienintencionada, que al terminar nos deja un buen sabor de boca.

En realidad se trata de un remake del film homónimo de 2003 dirigido por Jean-François Pouliot. Es la historia de un pequeño pueblo de pescadores, antaño próspero, pero que se ha sumido en una profunda crisis al faltar la pesca. Ahora necesitan encontrar a un médico que quiera asentarse en el pueblo o no lograrán que se instale la fábrica que volvería a dar trabajo a la comunidad. Para ello, elaboran un plan que consiste en "convencer" a un cirujano plástico (Taylor Kitsch) para que se quede en el pueblo.

Con esta premisa el film de McKellar crea las bases para una comedia sencilla pero que funciona bastante bien y además suscita algunas interesantes reflexiones, como si engañar al doctor está realmente justificado por una causa tan importante como traer trabajo para el pueblo. En el fondo, se trata de responder a la típica pregunta de si el fin justifica los medios. 

Al principio, todo parece una broma inocente y como espectadores sencillamente disfrutamos del amable intento de seducir al doctor para que se sienta a gusto a base de fingir que el pueblo es forofo del criquet o cocinar su plato preferido. Es entonces cuando asistimos a los momentos más inspirados de la comedia, con algunas bromas realmente logradas que consiguen sacarnos alguna que otra carcajada. No se trata de nada excepcional, pero sí de un conjunto de detalles que realmente funcionan muy bien, aún cuando entendemos que algunas cosas, como las escuchas telefónicas al doctor, van demasiado lejos a nivel ético.

El problema llega cuando la vida personal del doctor se viene abajo, al abandonarlo su novia, que lo engañaba con su mejor amigo. Entonces el film nos plantea muy oportunamente la cuestión moral de lo desafortunado que puede ser jugar con la confianza de las personas y cómo las consecuencias pueden no haber sido convenientemente calculadas. Entendemos claramente que el comportamiento de los habitantes de Tickle Head ha sido deshonesto y censurable. 

Tampoco falta una crítica notable a las grandes compañías, movidas exclusivamente por sus intereses, las personas no dejan de ser una variable más a la hora de calcular la rentabilidad. Si van a instalarse en el pequeño pueblo pesquero no es por hacerle un favor a sus habitantes, sino buscando ventajas fiscales e incluso fomentando el soborno.

Sin embargo, estamos ante una comedia optimista, positiva, de manera que ni la denuncia social es demasiado dura ni tarda en arreglarse la situación con el médico, con un final feliz en que todo el mundo termina satisfecho. Al fin y al cabo, es lo que esperamos de una comedia.

La gran seducción es un film que funciona por su sencillez, con una premisa simple y un desarrollo sin complicaciones. La clave está en la naturalidad con que se exponen las situaciones y en un humor sin grandes destellos pero que sabe aprovechar las oportunidades que se le presentan y saca partido de ellas convincentemente. Es verdad también que no todas las bromas alcanzan el mismo nivel y algunas resultan un tanto burdas, pero en general el film funciona muy bien como comedia amable.

Además, contamos con Brendan Gleeson y eso es un as se mire por donde se mire. Gleesan es el alma de la película y, a pesar de estar bien arropado por unos actores que funcionan adecuadamente, él es indudablemente el alma de la historia.

La gran seducción es pasatiempo sencillo, realizada con buen gusto y detalles ingeniosos. A una película como esta no podemos pedirle más que nos haga pasar un rato agradable y eso es finalmente lo que consigue sobradamente.

miércoles, 15 de febrero de 2023

The Long Arm



Dirección: Charles Frend.

Guión: Janet Green y Robert Barr (Libro: Robert Barr).

Música: Gerbrand Schürmann.

Fotografía: Gordon Dines (B&W).

Reparto: Jack Hawkins, John Stratton, Dorothy Alison, Geoffrey Keen, Ursula Howells, Newton Blick, Sydney Tafler, Ralph Truman, Maureen Delany, Michael Brooke.

Una noche salta la alarma en las oficinas de la compañía Long Acre, pero cuando llega la policía a investigar el vigilante nocturno niega haber visto nada sospechoso. Al día siguiente, sin embargo, se descubre que han robado el dinero de la caja fuerte.

Interesante película de la productora Ealing Studios, famosa sobre todo por sus comedias, que retrata con detalle el trabajo de la policía para atrapar a un astuto ladrón.

Lo que caracteriza a The Long Arm (1956) es sobre todo su precisión. Desdeñando un enfoque más espectacular, el guión se centra en mostrar con todo detalle el largo y laborioso trabajo de la policía explorando pistas, comprobando datos, interrogando a sospechosos, tirando de cualquier hilo, por insignificante que parezca, hasta encauzar la investigación. Es un trabajo a veces poco brillante, que requiere paciencia y muchas horas de dedicación, a veces sin una certeza de que se sigue la pista correcta.

Pero además de este enfoque tan interesante, donde la productora contó con el asesoramiento de la propia policía, lo que asegura la verosimilitud de lo contado, el argumento pone en pie una trama muy inteligente planificada al detalle por los ladrones, de manera que además de disfrutar de la labor policial nos asombramos con la maestría de los delincuentes. Gracias a un guión perfecto, todas las piezas encajan con precisión y esto es lo que marca la diferencia entre un film apasionante frente a otros chapuceros que buscan más la sorpresa a toda costa.

Pero además contamos con el buen trabajo de Charles Frend que sabe dotar de agilidad a una historia que no es básicamente espectacular, sino que refleja un trabajo rutinario y meticuloso por parte de la policía, lo que podría motivar un cierto aburrimiento por parte del espectador. No es así por la soltura del director y la habilidad de ir alternando la investigación con detalles de la vida personal del protagonista, el superintendente Halliday (Jack Hawkins), donde destaca la bonita relación con su hijo Tony (Michael Brooke), fascinado por el trabajo de su padre, idealizado por sus ojos infantiles.

Otro detalle que ayuda mucho a la historia son los pequeños detalles de humor que jalonan la película, desde personajes secundarios singulares a diálogos inspirados y que contribuyen también a aligerar la trama policial.

Con un reparto eficaz de actores no muy conocidos, salvo Jack Hawkins, The Long Arm es una película muy interesante y realmente amena que confirma que una propuesta modesta si está bien realizada puede ser un admirable vehículo de entretenimiento.

martes, 14 de febrero de 2023

El ladrón de palabras



Dirección: Brian Klugman y Lee Sternthal.

Guión: Brian Klugman y Lee Sternthal. 

Música: Marcelo Zarvos.

Fotografía: Antonio Calvache.

Reparto: Bradley Cooper, Jeremy Irons, Dennis Quaid, Olivia Wilde, Zoë Saldana, Ben Barnes, Nora Arnezeder, Michael McKean, John Hannah, J. K. Simmons, Ron Rifkin, Zeljko Ivanek.

Clayton Hammond (Dennis Quaid), un famoso escritor, realiza una lectura pública de algunas partes de su nueva novela, titulada "Words", donde cuenta la historia de un plagio.

Lo más interesante de El ladrón de palabras (2012) es que expone un importante dilema y deja abiertas la puertas a diferentes interpretaciones o cómo podemos reaccionar ante lo planteado: aceptándolo, indignándonos, comprendiéndolo.... La clave está en que no es un mensaje rotundo, una moraleja incuestionable, sino la puerta a todo un mundo de explicaciones e interpretaciones.

La manera de contarnos la historia de un plagio, de un escritor que no encuentra la inspiración o que quizá carece del talento que desearía tener y plagia un libro que encuentra por casualidad me parece todo un acierto. Estamos ante un libro dentro de otro libro que encierra otro libro más, un juego de matrioskas que ya de por sí resulta fascinante. ¿Donde empieza y termina la realidad?, ¿es todo un juego ideado por Hammond o está basado en hechos reales? Poco importa en verdad, que cada uno lo interprete a su manera. Lo importante está en la historia de Rory Jansen (Bradley Cooper) y en la manera casi inocente en que se ve envuelto en el plagio: sucumbe a la belleza del texto encontrado y lo copia para saborearlo, para soñar que esas palabras son suyas. Y luego mantiene la mentira ante su esposa (Zoë Saldana) porque no desea quebrar esa luz que ha brotado en ella. Rory no es un trepa, un aprovechado, solamente ha cometido el pecado de soñar y dejarse llevar por ese sueño, sin pensar en las consecuencias o el daño que podía hacer al autor porque... ¿quién escribió esa historia? Es una pregunta que en el éxtasis en que se ha metido Rory ni llega a plantearse.

Pero aparece el autor, un anciano (Jeremy Irons), que lo enfrenta a la verdad: le ha robado su libro, le ha robado ¡su vida! 

Pero lo hermoso de El ladrón de palabras es que no se trata de thriller, ni siquiera de una historia de venganza, de saldar cuentas. Es algo mucho más profundo e interesante. Es una historia sobre la vida, sobre el amor verdadero y cómo puede resultar irrealizable, sobre el fracaso personal, la culpa, sobre llevar la carga de nuestros pecados sin necesidad de buscar el perdón, sobre saber aceptarse a uno mismo, hasta lo que menos nos gusta y no buscar consuelo por ello, sino aceptarlo como parte de nosotros mismos, como parte de la existencia. 

Lo fácil habría sido derivar la historia al terreno del castigo y la humillación por el plagio. Lo inteligente, lo hermoso ha sido llevarlo al terreno de las dudas, de las preguntas, de la comprensión... No es una historia moralista, es un relato sobre la vida, que no siempre es justa ni sencilla ni gratificante. Hacemos muchas cosas que no son nobles u honestas, pero ello no nos convierte necesariamente en monstruos, sino en seres humanos.

Si el contenido me pareció muy interesante, la manera de expresarlo de los directores fue sencillamente hermoso. Apoyándose en una fotografía realmente mágica en muchos momentos y con un discurso preciso, la cantidad y calidad de lo narrado convirtió la experiencia de disfrutar del film en un paseo agradable, donde los minutos iban cayendo sin que nos sintiéramos en ningún instante fatigados, sino, al contrario, deseando más. Pocas veces recientemente me ha sucedido algo parecido, sino que más bien suele suceder lo contrario.

Con un convincente Bradley Cooper y el talento de Jeremy Irons encabezando un elenco especialmente acertado, El ladrón de palabras me ha parecido un film rico, suntuoso, denso y sensible. 

lunes, 13 de febrero de 2023

La casa del lago



Dirección: Alejandro Agresti.

Guión: David Auburn.

Música: Rachel Portman.

Fotografía: Alar Kivilo.

Reparto: Keanu Reeves, Sandra Bullock, Shohreh Aghdashloo, Ebon Moss-Bachrach, Lynn Collins, Willeke van Ammelrooy, Christopher Plummer.

Cuando se muda de casa, Kate Forster (Sandra Bullock) deja un carta en su antiguo domicilio solicitando al nuevo inquilino que le remita el posible correo que aún le pueda llegar allí. Comienza de esta manera una relación epistolar entre ambos y entonces descubren que los separan exactamente dos años.

Remake americano del film coreano Siworae (2000), del director Hyun-seung Lee, La casa del lago (2006) nos demuestra que cuando creíamos que ya habíamos visto todo en comedias románticas aún nos faltaba una vuelta más de tuerca.

El planteamiento inicial de dos personas que se intercambian correspondencia con dos años de diferencia es realmente imaginativo... y absurdo. Sin embargo, el guión nos lo plantea con tal convencimiento que en principio no cuesta demasiado aceptar esa premisa y dejarnos llevar a una realidad fantástica. Una vez situados ahí, el romance entre Kate y Alex (Keanu Reeves) va cobrando forma de manera natural y muy convincente. Sin duda, esta primera parte en que se intercambian cartas y van conociéndose es la más interesante de la película pues, prescindiendo del disparate del tiempo, nos relata un bonito romance entre dos personas que no encontraron aún el amor y que, milagrosamente, se sienten identificados en cuanto comienzan a intimar.

El problema viene cuando la historia se va complicando, con el lógico deseo de los desconocidos de buscar la manera de encontrarse. Entonces el tema de la distancia temporal cobra más protagonismo y la alternancia de situaciones entre el pasado de Kate, el futuro de Alex y el presente de ambos crea una confusión que entorpece el desarrollo del romance, despistándonos innecesariamente.

Pero además, a esta confusión se añaden ciertos elementos dramáticos muy poco originales, además de fácilmente predecibles, que en mi opinión no ayudan mucho y convierten lo que podría haber sido una aceptable historia de amor en algo más trillado y un tanto forzado, de manera que nos damos cuenta de que no se trata de una propuesta sincera, un romance concebido desde el convencimiento, sino que más bien parece un juego planificado para sorprendernos y conmovernos, no desde la espontaneidad, sino con cierta inclinación a una manipulación calculada; algo que podría constatarse también por el amor que nos "vende" La casa del lago que no parece asentado en algo muy sólido, sino que más bien responde a un concepto idealizado y perfecto, ahondando en los tópicos menos imaginativos del genero.

Por ello, conforme avanza la película se va perdiendo la magia inocente del comienzo, tan imaginativo como curioso, para llevarnos a una realidad mucho menos poética. 

Aún así, la presencia de Sandra Bullock y un sorprendente Keanu Reeves, que nunca me convenció pero que en esta ocasión resulta mucho menos artificial que de costumbre, logran crear una química que funciona. Si a ello le sumamos el buen gusto de Alejandro Agresti a la hora de contar la historia, apoyándose con acierto en una banda sonora espectacular y sabiendo penetrar convenientemente en las carencias de los protagonistas, tenemos finalmente un film que, aún siendo imperfecto, funciona adecuadamente y aunque el final sea un tanto fantástico de más tiene la virtud de resultar gratificante, porque a todos nos complace ver como Kate y Alex logran, después de tantas vicisitudes, vencer todos los obstáculos.

domingo, 12 de febrero de 2023

El último acto



Dirección: János Edelényi.

Guión: Gilbert Adair, János Edelényi y Tom Kinninmont. 

Música: Attila Pacsay.

Fotografía: Tibor Máthé.

Reparto: Brian Cox, Coco König, Emilia Fox, Anna Chancellor, Karl Johnson, Selina Cadell, Roger Moore.

Aquejado de Parkinson, el famoso actor Sir Michael Gifford (Brian Cox) espanta con su mal carácter a todas las cuidadoras que le busca su hija Sophia (Emilia Fox). La joven aspirante a actriz Dorottya Horvat (Coco König) intentará ser aceptada por el anciano.

No hay nada en El último acto (2016) realmente original o sorprendente. La relación entre dos personas enfrentadas en un principio que, con el roce diario, terminan unidas por un sincero afecto es algo tan visto que uno podría sentir deseos de renunciar a ver una historia basada exclusivamente en esa premisa. Y estaría justificado, pues no vamos al cine a perder el tiempo. Pero sería un error hacerlo. No digo que El último acto sea un film que nos vaya a sorprender, porque no es así, o que nos conmueva profundamente; tampoco es divertido, a pesar de ese toque de comedia. Sin embargo, vale la pena, a pesar de sus limitaciones, de su escasa originalidad. Veamos por qué.

Para empezar, la presencia de un actor como Brian Cox es ya un aliciente para darle una oportunidad a la película. Podríamos objetar que un film planteado para el lucimiento de un actor ya muy mayor parece jugar con nuestros mejores sentimientos, ya que nos invita a ser benévolos con el protagonista. Pero viendo el trabajo de Cox no hay nada en él que invite a la compasión, pues su trabajo sigue siendo excelente, más allá de su edad, y llega a provocar incluso que confundamos al actor con su personaje, tal es la autenticidad que destila. Pero además, contamos con la sorprendente Coco König, una actriz de teatro que debutaba en el cine en esta película, y que deslumbra con su frescura y naturalidad; tiene una gracia contagiosa que añade una absoluta credibilidad al hecho de que Sir Michael termine también rendido a su presencia.

Pero además, el guión cuenta con unos diálogos realmente fabulosos, pequeñas perlas que salpican la historia y son las que le otorgan finalmente ese elemento diferenciador dentro de un desarrollo sin sorpresas, ya que desde el principio mismo de la película adivinamos sin esfuerzo todos los pasos en su desarrollo. Pero la historia no deja de tener cierto encanto, a pesar de todo. Especialmente porque sabe mostrar con sinceridad y sin dramatismos excesivos la realidad de la vejez, con sus limitaciones y sus nulas esperanzas. Solo queda resignarse y esperar a la muerte. Hábilmente, el guión no se ceba con ello, nos muestra esa realidad sin adornos, pero sabe construir un film con pequeñas gotas de alegría, pequeños logros que se pueden ir alcanzando aún dentro de esa etapa sin futuro. Placeres como fumar un cigarrillo, beber una copa o recordar épocas más felices. 

El argumento además destila autenticidad, a pesar de hablarnos de cosas muy conocidas, y se debe a que el director, que participó en el guión, se sirve de sus propios recuerdos en relación con la enfermedad de su propio padre. La realidad, como siempre, supera a la ficción. Y también se sirve János Edelényi de su experiencia como húngaro que tuvo que salir de su país, dándole un toque patriótico al personaje de Dorottya y poniendo a la vez en evidencia el clasismo de la sociedad inglesa, encorsetada en sus tradiciones y aires de superioridad pero indefensa ante la frescura de una joven como Dorottya, capaz de desarmar a cualquiera con su imperfecta pronunciación del inglés.

Con el regalo además de homenajear al gran Ernst Lubitsch y su maravillosa Ser o no ser (1942), El último acto es una pequeña comedia que no nos sorprenderá especialmente en ningún apartado, pero que brilla en los detalles con acierto y buen gusto. El mérito de János Edelényi es hacer que una historia no especialmente original termine conquistándonos. 

sábado, 11 de febrero de 2023

Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres



Dirección: David Fincher.

Guión: Steven Zaillian (Novela: Stieg Larsson).

Música: Trent Reznor y Atticus Ross.

Fotografía: Jeff Cronenweth.

Reparto: Daniel Craig, Rooney Mara, Christopher Plummer, Stellan Skarsgård, Steven Berkoff, Robin Wright, York Van Wageningen, Joely Richardson, Geraldine James, Goran Visnjic, Donald Sumpter, Ulf Friberg. 

Henrik Vanger (Christopher Plummer), industrial retirado, contacta con el periodista Mikael Blomkvist (Daniel Craig) para pedirle que investigue la desaparición de su sobrina-nieta, ocurrida cuarenta años atrás.

Adaptación norteamericana de la primera novela de la exitosa saga Millennium de Stieg Larsson, que ya había sido llevada a la pantalla por una producción sueca en 2009 (Millennium 1: Los hombres que no amaban a las mujeres). Estamos ante un buen trabajo de David Fincher que mantiene la tensión eficazmente durante los ciento cincuenta y ocho minutos que dura la cinta, lo que es todo un mérito.

Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres (2011) tiene, como toda historia de crímenes, una baza muy importante para atrapar al espectador, pues cualquier misterio va a despertar nuestra curiosidad y a mantenernos expectantes hasta la revelación final.

Pero esa baza a favor de un film de suspense es también su mayor peligro, pues es importante llenar el espacio entre el comienzo y el desenlace de manera convincente o se arruinarían las expectativas. Además, la resolución del misterio también ha de ser coherente, pues sino se echaría por tierra también el suspense creado y quedaría todo como una chapuza. Pero Fincher cuenta con una buena carta: la novela de Stieg Larsson tiene los elementos necesarios para "amueblar" convenientemente el nudo de la historia: crímenes, sexo, abusos, corrupción... Todo un repertorio de lo peor que puede hacer una persona. Tan solo hace falta tener buena mano para hacer que las imágenes reflejen convincentemente el misterio y su desenmarañamiento.

Y en esta tarea el director muestra tener oficio de sobra y nos ofrece un relato sin tiempos muertos que nos engancha desde el comienzo hasta el final sin un minuto de respiro. Bueno, quizá la parte que sigue al descubrimiento de los culpables, ese añadido en el que Lisbeth (Rooney Mara) desenmascara al empresario Hans-Erik Wennerström (Ulf Friberg), resulte un poco menos interesante, pues esta trama secundaria en realidad me parecía del todo prescindible y es evidente que no tiene el mismo interés ni de lejos que la principal, por lo que no hubiera pasado nada dejando ese cabo sin atar tan perfectamente.

En todo caso, la historia transcurre como sobre railes, con el interés de la intriga y la apasionante sucesión de indicios que van desvelando el misterio lentamente. Es verdad que, bien mirado, el caso resulta un tanto rebuscado, con ese extraño morbo que parece dominar a las historias de los países nórdicos. Pero tampoco es algo que chirríe o resulte inverosímil si partimos la base de que la familia Vanger, como confiesa el anciano Henrik a Mikael, está formada por lo peor de lo peor.

Con Daniel Craig dando vida a un muy convincente Mikael Blomkvist, que tiene su punto rocoso sin perder su vulnerabilidad, y una excelente Rooney Mara, que resulta realmente terrorífica cuando se la provoca, la película se apoya también en un reparto de secundarios espectacular, donde destaca Stellan Skarsgård, muy perturbador con ese punto de locura que le imprime a su personaje, el veterano Christopher Plummer o el maravilloso Donald Sumpter, del que lamento que no tuviera más minutos.

Más allá de constituir una atractiva investigación, la película también es un escalofriante recorrido por las depravaciones y miserias de la naturaleza humana que nos deja un genuino desasosiego ante tal repertorio de maldad oculto bajo una aparente normalidad, revestida incluso en muchos casos de respetabilidad.

viernes, 10 de febrero de 2023

Las zapatillas rojas



Dirección: Michael Powell y Emeric Pressburger.

Guión: Emeric Pressburger.

Música: Brian Easdale.

Fotografía: Jack Cardiff.

Reparto: Anton Walbrook, Marius Goring, Moira Shearer, Robert Helpmann, Leonide Massine, Albert Basserman, Ludmilla Tcherina, Esmond Knight.

Victoria Page (Moira Shearer), una joven bailarina, consigue entrar en la prestigiosa compañía de ballet de Boris Lermontov (Anton Walbrook), donde tendrá que empezar desde abajo. 

Con Las zapatillas rojas (1948) me ha sucedido lo mismo que con otras películas consideradas obras maestras universalmente, no me ha entusiasmado en absoluto; es más, en algunos apartados me pareció muy floja. Pero como el gusto es algo muy personal, espero ser perdonado.

En cuanto a espectáculo meramente estético, la película es intachable. Solamente por el número de baile inspirado en el cuento de Hans Christian Andersen que da título al film ya podemos comprobar el alto nivel alcanzado por la cinta, tanto en la coreografía como la iluminación, el uso del color o la música. Sin duda, para los amantes del ballet imagino que será un placer disfrutar de momentos como este.

Sin embargo, para que una película me guste ha de haber un equilibrio entre la parte meramente formal y el contenido, y creo que en este caso el desequilibrio es patente. 

La película nos cuenta cómo Victoria alcanza el éxito como bailarina, pero el precio que se le exige es muy elevado: dedicarse por completo a su profesión, sacrificando su vida personal, amor incluido. Sin embargo, esta exigencia de Lermotov carece de sentido, es absolutamente imposible de cumplir, salvo que los artistas fuesen robots.

Si este planteamiento resulta absurdo, los protagonistas de la historia tampoco salen muy bien parados, especialmente Lermotov, a todas luces un tirano tan esquemáticamente dibujado que no resulta convincente, sino más bien un personaje de guiñol. Y la imagen que en general se da del mundo del ballet, con bailarines caprichosos y exagerados en su comportamiento, no pasa de parecer un tópico poco realista, marcado por clichés y estereotipos nada convincentes.

Incluso muchas de las escenas resultan repetitivas y filmadas con evidente falta de imaginación, en claro contraste con la brillantez de los números de baile.

Pero el colmo de todo lo tenemos en el final, marcadamente ridículo en su forzado dramatismo. No dudo que no sea un final adecuado, pero creo que había maneras menos artificiales de escenificarlo.

Se podría disculpar esa simpleza de los personajes o el dramatismo forzado de Las zapatillas rojas por la época en que se filmó, pero creo que como disculpa es un tanto frágil y tenemos muchas películas de la época para probarlo. También podemos entender el film como una especie de cuento y atribuir su simpleza a este hecho, pero el resultado finalmente es el mismo y lo que he sentido viendo la película, más allá de su belleza formal, fue un argumento demasiado banal y personajes poco creíbles, de manera que no era capaz de vivir la historia con pasión, sino más bien desde cierta perplejidad y escasa convicción en el relato.

Sin embargo, Moira Shearer, bailarina que debutaba en esta cinta como actriz, está realmente inspirada, no solo en los números de ballet, sino con una interpretación llena de emoción y encanto. Sin embargo, Anton Walbrook me resultó mucho menos convincente, tal vez por el carácter de su personaje, pero el resultado era muy acartonado, y lo mismo me sucedió con el trabajo de Marius Goring, un tanto mecánico.

Como decía al comienzo, es cuestión de gustos, pero Las zapatillas rojas, reconociendo sus innegables aciertos, me pareció mucho menos genial de lo que podía imaginarme y lo que pregona la crítica.

La película ganó dos Oscars: mejor música y mejor dirección artística en color, sin duda muy merecidos.

jueves, 9 de febrero de 2023

One Day (Siempre el mismo día)



Dirección: Lone Scherfig.

Guión: David Nicholls (Libro: David Nicholls).

Música: Rachel Portman.

Fotografía: Benoît Delhomme.

Reparto: Anne Hathaway, Jim Sturgess, Patricia Clarkson, Ken Scott, Romola Garai, Rafe Spall, Jodie Whittaker. 

Emma (Anne Hathaway) y Dexter (Jim Sturgess) se conocen un 15 de julio de 1988, el día de su graduación, y aunque el plan era acostarse juntos, finalmente no pasa nada y deciden ser solo amigos. Los próximos años seguirán viéndose cada 15 de julio.

No es sencillo plasmar una historia de amor en la pantalla. Se corre el evidente peligro de resultar empalagoso o sensiblero; sin embargo, cualquier exceso, si no es exagerado, resultaría más convincente que lo visto en One Day (Siempre el mismo día) (2011).

La película tiene muy buenas intenciones, de eso no cabe duda y la manera en que Lane Scherfig lleva a la pantalla la larga relación de amistad de los protagonistas derrocha elegancia y buen gusto, con una cuidada fotografía y una banda sonora muy acertada. Pero un film romántico ha de tener realmente fuego en su interior, algo que nos sacuda por dentro, que nos emocione. Y yo he visto pasar la historia como si nada, sin ninguna emoción, ni siquiera en los momentos más dramáticos, cuando se supone que deberíamos sentirnos desgarrados por dentro. Y no es por falta de sensibilidad. Es por las carencias de One Day.

En principio, comprendemos que Emma se siente terriblemente atraída por Dexter y que su primer encuentro no termine con ambos haciendo el amor apasionadamente no resulta para nada creíble y menos de la manera en que suceden las cosas. Pero era algo que presentí al instante, sabía que no iba a suceder nada porque era imprescindible que no se acostaran para todo lo que viene después: su amistad durante años y años. Es como si el guión supusiera que el hecho de acostarse ese día estropeara de alguna manera el relato, cuando creo que hubiera sido todo lo contrario. Pero la idea está ahí e incluso se insiste en ese punto cuando al final, en el momento en el que volvemos al primer día de Emma y Dexter, la aparición de los padres de éste trunca un segundo intento de acostarse juntos.

A partir de ahí empiezan los encuentros anuales del 15 de julio y una idea que podría resultar tremendamente interesante se convierte de la mano de un mal guión en algo mecánico y se desperdicia la oportunidad de ahondar en sus sentimientos, de manera que son escenas que no aportan gran cosa, superficiales. Tal y como transcurre la película, esos encuentros anuales hacen aún menos creíble la relación tan estrecha entre los protagonistas que se nos quiere transmitir, pues no parece suceder absolutamente nada que pueda crear un vínculo tan sólido como para resistir un año siquiera. 

Después, desde mi punto de vista, se produce otro fallo importante: Dexter se convierte en un idiota consumado, de manera que automáticamente nos cae mal, por lo que casi estamos deseando que Emma le de una patada en el trasero. Y esto, desde luego, no ayuda para nada a la hora de crear una complicidad con los protagonistas. Por cierto, Jim Sturgess tiene algo físicamente que lo hacía antipático, más allá del personaje, y no me parecía el actor adecuado para Anne Hathaway, mucho más encantadora y que le daba un aire tierno y atractivo a su personaje que no casaba del todo con Sturgess.

El momento clave en la relación entre Emma y Dexter explica claramente lo absurdo de la película, sus increíbles carencias a la hora de construir una relación creíble y lógica entre ambos. Y es cuando él la visita en París, donde ella tiene una relación con un músico. No sabemos nada de ese vínculo, pero parece algo estable y, sin embargo, ella decide romper con su novio y empezar a salir con Dexter sin ninguna explicación. Debemos imaginarnos los motivos, justificar su decisión, pues nada se explica, como en casi toda la película, que acumula momentos pero no sentimientos, instantes de verdadera complicidad. Todo es superficial, bonito como una bonita canción, pero sin nada más que la pose, el estilo. Falta el verdadero amor, que yo no lo he visto en ningún momento.

Tal vez, al final, cuando se alarga la historia tras el accidente, atisbamos algo de emoción. Dexter deja de ser una cara bonita o un chulo para expresar algún sentimiento, aunque tampoco el guión puede evitar caer en la banalidad de la pelea en la discoteca, que de nuevo resulta muy gráfica, pero gratuita. Sin embargo, esos momentos algo más sinceros y profundos son muy escasos y no palian para nada un film sin alma, un ejemplo de este cine superficial que no se si por ignorancia o impotencia no es capaz de parecer siquiera honesto y se dedica, como aquí, a exponer un relato a vista de pájaro, sin llegar a acercarse lo suficiente a lo esencial.