El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.
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domingo, 14 de mayo de 2023

Todas las cosas buenas



Dirección: Andrew Jarecki.

Guión: Marcus Hinchey y Marc Smerling.

Música: Rob Simonsen.

Fotografía: Michael Seresin.

Reparto: Ryan Gosling, Kirsten Dunst, Frank Langella, Philip Baker Hall, Diane Venora, Lily Rabe, Kristen Wiig, John Cullum, Trini Alvarado, David Margulies. 

David Marks (Ryan Gosling), hijo de un rico propietario de bienes inmuebles, se casa con Katie (Kirsten Dunst) y deciden irse a vivir al campo, a pesar del deseo del padre de David de que trabaje con él, algo a lo que se niega.

Todas las cosas buenas (2010) está basada en hechos reales sucedidos entre 1971 y finales de 2003, si bien en la película los nombres reales son cambiados por otros ficticios. Tal vez debido a ello es por lo que el guión deja demasiados cabos sueltos, asumiendo seguramente el punto de vista oficial, mostrando las verdaderas lagunas reales del caso como, por ejemplo, que nunca se resolvió lo que pasó en realidad con Katie, desaparecida en 1982 y cuyo caso quedó sin resolver.

Se puede entender, naturalmente, este enfoque que quizá pretende mostrarnos el caso desde un punto de vista neutro, sin juicios ni conclusiones fortuitas. El problema de este enfoque, con lo que finalmente es el problema de intentar hacer una película que no aclara nada, es que al final de la cinta nos quedamos perplejos pues todas las dudas que se iban planteando en la historia terminan igual de oscuras que al principio.

Parece de nuevo que estemos ante uno de los males endémicos del cine en la actualidad y que no es sino la ausencia de guiones profundos, bien construidos. Al final, la mayor parte de las veces parece que se juega a insinuar como si de esa manera se nos pudiera engañar a cerca de la verdadera solvencia de la historia planteada. Pero a poco que se analizan las cosas, entendemos que lo que esconden muchos juegos de estilo es la falta de ideas, la mediocridad de los argumentos.

El personaje de David Marks esconde un trauma del pasado y lógicamente esperamos descubrir de qué se trata, porqué se comporta de manera tan extraña a veces o porqué no desea tener hijos. Esperamos que su padre (Frank Langella) pueda arrojar luz sobre el asunto, pero no es así, como tampoco llegamos a conocer bien los manejos que se trae con sus negocios, de manera que la redada de la policía queda en la sombra. Cuando Katie envía a las autoridades los libros de contabilidad que maneja David esperamos también que de ahí pueda salir algo interesante y otra vez comprobamos que se trata de un nuevo callejón sin salida.

La conclusión no puede ser más evidente: han construido una historia a base de los datos evidentes, pero ahí se queda el trabajo de los guionistas. No se aclara nada, no conocemos apenas a los protagonistas ni entendemos sus actos y sus conflictos internos y externos. Aparecen personajes que tampoco llegan a definirse y todo el montaje se queda en algo pretencioso, vago y que no llega a emocionarnos ni un poco. Muy triste y más cuando gran parte de la crítica se rinde en alabanzas ante una película como ésta.