El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 31 de diciembre de 2023

Uno Rojo, división de choque



Dirección: Samuel Fuller.

Guión: Samuel Fuller.

Música: Dana Kaproff.

Fotografía: Adam Greenberg.

Reparto: Lee Marvin, Marl Hamill, Robert Carradine, Bobby Di Cicco, Kelly Ward, Siegfried Rauch, Perry Lang, Marthe Villalonga, Stéphane Audran.

Después de haber luchado en la Gran Guerra, un sargento norteamericano (Lee Marvin) vuelve al frente liderando un escuadrón de infantería en la Segunda Guerra Mundial.

Uno Rojo, división de choque era un proyecto largamente deseado por Samuel Fuller, pero diversos problemas con la industria hicieron que no viera la luz hasta 1980. La película tiene algo de autobiográfica, por cuanto el director participó en la Segunda Guerra Mundial en algunos de los escenarios que recorre el escuadrón protagonista: norte de África, Sicilia o Normandía.

La nota más característica de la cinta es el enfoque absolutamente personal de un guión en el que prima sobre todo la anécdota. La historia no sigue los cauces más habituales de un film de guerra, con grandes batallas; Fuller prefiere centrarse en su pequeño grupo de soldados, siempre en primera línea, siempre saliendo ilesos, como tocados por un ángel de la guarda. Así, la cinta se compone de pequeños capítulos que narran las diferentes misiones del escuadrón a lo largo de los años. Pero si creyéramos que este enfoque permite un conocimiento en profundidad de los protagonistas estaríamos equivocados. Fuller no profundiza demasiado, solamente da, al comienzo, unas breves pinceladas de cada uno de los cinco protagonistas, pero sin llevar eso al detalle. 

Este planteamiento es que le da un aire extraño a la cinta, con una mezcla curiosa de distanciamiento y frialdad en muchos momentos, incluso eludiendo deliberadamente centrarse en las muertes, recurriendo a la elipsis, con otros detalles entre conmovedores y surrealistas. El resultado es un relato extraño que incide claramente en lo cruel de las guerras, el dolor que causan en soldados y civiles, sean del bando que sean. No hay un relato heroico, como era habitual en las películas de los estudios, sino que prima la experiencia del director, su peculiar visión de la guerra, con lo absurdo, lo cruel, el miedo, la fortuna y también la ternura, como en la escena del casco adornado con flores, el nacimiento de un bebé en un tanque o los cuidados del sargento hacia un niño rescatado de un campo de exterminio.

Uno Rojo, división de choque es un film irregular, con momentos en que se vuelve extremadamente lento y hasta cansino, pero con un sello personal muy marcado que le da una consistencia extraña. Todo aquel que empatice con ese enfoque del director sin duda disfrutará de un film bélico tan atípico como curioso.

sábado, 30 de diciembre de 2023

Cruce de destinos



Dirección: George Cukor.

Guión: Sonya Levien e Ivan Moffat (Novela: John Masters).

Música: Miklós Rózsa.

Fotografía: F. A. Young.

Reparto: Ava Gardner, Stewart Granger, Bill Travers, Abraham Sofaer, Francis Matthews, Marne Maitland, Peter Illing, Edward Chapman, Freda Jackson, Lionel Jeffries. 

Año 1947. La India está en pleno proceso de independencia y los disturbios son continuos. El coronel Savage (Stewart Granger) es enviado al frente de un batallón para proteger el tráfico ferroviario en Bhowani.

Basada en una novela de John Masters, lo primero que llama la atención de Cruce de destinos (1956) es el tono tan melodramático de las dudas existenciales de la protagonista, Victoria Jones (Ava Gardner), una mestiza medio inglesa, medio india que no encuentra su lugar en el mundo. Fruto de esa búsqueda de su identidad, tendrá tres relaciones amorosas: con un mestizo como ella (Bill Travers), pero con una mentalidad totalmente opuesta a la de Victoria, con un hindú (Francis Matthews) y con un inglés, el coronel Savage.

Desde luego, estas dudas existenciales pueden resultarnos un tanto extrañas hoy en día, sobre todo por la sobreactuación tan extrema de Ava Gardner, que bordea casi siempre el límite de lo comprensible. A pesar de lo cuál, la actriz impone su presencia magnética con algunos momentos impactantes, en especial cuando aparece vistiendo los ceñidos trajes hindúes. Y es que la belleza de Ava Gardner conseguía que nos olvidáramos de cualquier defecto que pudiera tener su trabajo.

Cruce de destinos es pues la historia del drama personal de Victoria, debatiéndose entre su identidad y la situación convulsa de la India, cuya próxima independencia era también un motivo más de preocupación para los mestizos, pues si los británicos los consideraban ciudadanos de segunda, los indios seguramente serían aún más radicales hacia ellos.

Se sazona todo ello con una parte de thriller que no alcanza la densidad suficiente como para resultar muy interesante, pero sin duda cumple con la labor de aportar unas dosis de incertidumbre y dramatismo en los momentos finales.

Y hemos de convenir que el argumento aúna con buen pulso el drama de Victoria con el contexto histórico, aunque también es cierto que la atención que se le brinda a los conflictos políticos entorpece un tanto la parte más romántica de la historia, de manera que el enamoramiento de Victoria y el coronel se queda lamentablemente bastante empequeñecido cuando creo que debería ser un elemento clave del relato. Pero aquí nos volvemos a topar con los problemas de las adaptaciones al cine de obras literarias, normalmente más amplias que lo que permite la duración media de las películas, con lo que muy a menudo, como es el caso ahora, sentimos que se ha realizado un esfuerzo para condensar el argumento de la novela sin llegar a un resultado perfecto.

A pesar de sus limitaciones y cierta caducidad del mensaje, Cruce de destinos resulta un film realmente atractivo en muchos aspectos. Puede que no sea el mejor film romántico, ni el mejor de aventuras ni histórico, pero la mezcla de esos tres elementos, llevada con elegancia por George Cukor, nos ofrece un relato denso y por momentos apasionante. 

viernes, 29 de diciembre de 2023

Invasión en Birmania



Dirección: Samuel Fuller.

Guión: Milton Sperling y Samuel Fuller (Libro: Charlton Ogburn, Jr.).

Música: Howard Jackson.

Fotografía: William Clothier.

Reparto: Jeff Chandler, Ty Hardin, Peter Brown, Andrew Duggan, Will Hutchins, Claude Akins, Luz Valdez, John Hoyt, Charles Briggs, Chuck Roberson. 

Segunda Guerra Mundial. Los japoneses avanzan hacia la India, expulsando a los británicos de Birmania. En el contraataque aliado, una brigada norteamericana de infantería, al mando del general Merrill (Jeff Chandler), se adentra en Birmania para recuperar un enclave importante.

Invasión Birmania (1962) tiene su principal punto de interés en que retrata un suceso histórico, lo que le confiere indudable credibilidad en cuanto a los hechos narrados. Sin embargo, más allá de ello, estamos ante un film de serie B, bastante limitado en cuanto a medios y muy poco original en su puesta en escena.

El principal obstáculo de este tipo de películas es intentar armonizar los momentos de las batallas con las inevitables escenas de transición. No es una tarea fácil y al final suele ser lo que marca la diferencia entre un relato interesante o un film pesado. Invasión en Birmania lo intenta y consigue algunos momentos de cierta intensidad, pero son demasiado escasos como para crear un ritmo ágil y un desarrollo interesante.

En general pesa demasiado la pobreza de medios con la que cuenta Fuller, dando la impresión de una película algo cutre. Tampoco el guión consigue crear el drama necesario y la repetición constante del esfuerzo que están realizando los soldados y lo penoso de su situación terminan por resultar cansinos. Faltan momentos realmente intensos, tanto en los instantes más tranquilos como en los enfrentamientos con los japoneses, filmados con muy poca originalidad y hasta cierta torpeza, con una interpretación demasiado artificial por parte de un reparto poco atractivo.

Para ser un film de los sesenta, resulta demasiado convencional y el mensaje excesivamente patriótico tampoco le beneficia demasiado, con un enfoque en el que todo se centra en el mismo bando, con los japoneses como meros comparsas sin ninguna participación concreta, lo que tampoco ayuda para nada para conseguir un mayor dramatismo.

Además, los toques cómicos, un recurso muy habitual para aligerar el discurso, caen de nuevo en lo previsible y no tienen demasiado ingenio, quedando como meros añadidos sin que terminen de encajar con el resto del relato.

Estamos, pues, ante un film que nació ya envejecido en su concepción, escaso de medios y con un guión demasiado elemental y pobre. El resultado es un film de una duración estándar que termina pareciendo excesivamente largo y escasamente estimulante.

Como dato adicional, decir que se trata de la última película de Jeff Chandler, que se lesionó la espalda durante el rodaje y en la operación para corregir su hernia se produjeron complicaciones que terminaron con su fallecimiento a los 42 años.

jueves, 28 de diciembre de 2023

Una bala en la cabeza



Dirección: Walter Hill.

Guión: Alessandro Camon y Walter Hill (Novela gráfica: Matz y Colin Wilson).

Música: Steve Mazzaro.

Fotografía: Lloyd Ahern II.

Reparto: Sylvester Stallone, Sung Kang, Sarah Shahi, Jason Momoa, Adewale Akinnuoye-Agbaje, Christian Slater, Jon Seda, Weronika Rosati.

Después de finalizar su último trabajo, los asesinos a sueldo James Bonomo (Sylvester Sytallone) y su compañero Louis Blanchard (Jon Seda) son atacados en un bar. Louis es asesinado, pero James pone en fuga a su asaltante y empezará a investigar quién y porqué ha querido eliminarlos.

Una bala en la cabeza (2012) es una adaptación de un cómic francés y ello puede servir para explicar la simplicidad de la trama, que se enfoca en la corrupción política y policial y que simplemente parece puesta ahí como mero telón de fondo para desplegar las escenas de acción, principalmente luchas y tiroteos, que en el fondo son la razón de ser de esta cinta.

Para ello se recurre a un viejo director curtido en este tipo de films. Los amos de la noche (1979) y Límite: 48 horas (1982) son dos de sus películas más populares. Hill llevaba unos años apartado de los platós, pero aporta su saber hacer logrando el ritmo necesario y la soltura imprescindible en las escenas de acción para que la cinta no defraude a quienes esperan que propuestas de este estilo cumplan con su cometido.

Sin embargo, no habría estado de más cuidar un poco el resto de elementos de la cinta, que al final se queda en muy poca cosa a nivel de argumento y protagonistas.

La trama es demasiado simple y se resume apresuradamente sin ningún tipo de profundización. Es un mero decorado y lógicamente ello perjudica la historia, que carece del mínimo interés y emoción. En consonancia con esta sencillez, los protagonistas se quedan en meras caricaturas, personajes de cartón piedra a los que cuesta tomar en serio y, por lo tanto, implicarse en sus problemas, como la relación de James con su hija Lisa (Sarah Shahi), que simplemente se insinúa recurriendo a los tópicos más elementales. La impresión es que hacía falta un personaje femenino para decorar el relato y se metió uno con calzador y punto.

Tampoco el personaje de Taylor Kwon (Sung Kang), el policía que colabora con James en la investigación, resulta demasiado logrado. Para empezar, el hecho de que se asocie con un asesino a sueldo resulta demasiado forzado y nunca termina de resultar convincente; pero además, Taylor no aporta realmente nada interesante al desarrollo de la historia y si su función era crear cierta tensión inicial entre los protagonistas que va evolucionando hacia el entendimiento final, tampoco este apartado termina de cuajar y se queda en algo demasiado insustancial. Si recordamos Límite: 48 horas comprenderemos fácilmente las debilidades de este enfoque en Una bala en la cabeza

Afortunadamente para mí me gusta Sylvester Stallone, lo que hace más divertida la cinta gracias a su presencia. Es verdad, no es un buen actor, está encasillado en el mismo rol desde siempre, pero me resulta simpático precisamente por sus carencias, por encarnar personajes tan burdos que no te los tomas en serio, pero disfrutas con el prototipo de tipo duro. Es como John Wayne, que dejó de ser alguien de carne y hueso para convertirse en algo más. Stallone no es creíble, pero ahí reside su encanto: es un personaje de cómic, resulta casi grotesco, pero me fascina verlo repartiendo mamporros, soltando frases lapidarias y andando con afectación.

Pero, siendo sinceros, hemos de reconocer que Una bala en la cabeza es un film mediocre, sin más interés que disfrutar de este tipo de propuestas vacías pero que a veces apetece ver: un pasatiempo sin complicaciones, sin mensajes ni sorpresas; acción pura y dura, los buenos que triunfan y los malos malísimos que nunca se salen con la suya.

miércoles, 27 de diciembre de 2023

Impacto súbito



Dirección: Clint Eastwood.

Guión: Joseph C. Stinson.

Música: Lalo Schifrin.

Fotografía: Bruce Surtees.

Reparto: Clint Eastwood, Sondra Locke, Pat Hingle, Bradford Dillman, Paul Drake, Audrie J. Neenan, Jack Thibeau, Michael Currie, Albert Popwell, Mark Keyloun.

Harry Callahan (Clint Eastwood) es un policía con unos peculiares métodos de trabajo que tienen a sus superiores bastante descontentos. Para sacárselo de encima, su jefe (Michael Currie) lo envía a San Paulo, al norte de California, para que investigue sobre un asesinato reciente.

Harry Callahan es uno de los personajes con los que se identifica inmediatamente a Clint Eastwood. Si en sus primeros años era un genuino pistolero de espagueti westerns, en Hollywood quedó encasillado en un duro policía.

Impacto súbito (1983) sigue en la línea de las predecesoras (estamos ante una larga serie que había comenzado doce años antes con Harry el sucio), con un Callahan enfrentado a sus superiores  y decidiendo siempre cómo hacer justicia por su cuenta, incluso si ello supone no seguir las normas establecidas. La idea general del planteamiento, un tanto peligrosa, viene a justificar los métodos si el fin lo merece y, lógicamente, el argumento está fabricado de manera que convenza al espectador de lo acertadas de las decisiones del protagonista. Es evidente la perversión y el peligro que encierra esta premisa, pero los seguidores de Harry Callahan seguramente disfrutarán sin reparos de un tipo que parece una especie de super héroe callejero.

El argumento es bastante sencillo y se centra en la figura de Jennifer (Sondra Locke) que, violada hace diez años junto a su hermana pequeña, ha empezado a matar a sus violadores. Precisamente, Callahan es encargado de investigar la primera de las muertes y ello lo pone en contacto con Jennifer, no tardando en averiguar que ella es la asesina que está buscando.

Sin embargo, los verdaderos malos son los violadores, presentados como macarras descerebrados sin conciencia, mientras que Jennifer es una víctima a la que el sistema negó la justicia que merecía. De este modo se justifican sus crímenes y también que Harry, al final, permita que se libre de ser juzgada, pues comprende que, en el fondo, tenía razones de sobra para hacer lo que hizo.

En términos artísticos, Impacto súbito no deja de ser un film de serie B, tanto por el planteamiento como por los medios utilizados. Es evidente que Clint Eastwood se ha convertido con el tiempo en un director solvente que nos ha brindado auténticas obras maestras, pero ello no debe cegarnos y siendo objetivos hay que reconocer que esta cinta tiene más sombras que luces.

Por ejemplo, Eastwood no es capaz de evitar un ritmo demasiado lento y momentos repetitivos que no ayudan al desarrollo y resultan ineficaces a la hora de darle algo de energía al discurso. Incluso algunos de los momentos más cruciales están filmados con cierta torpeza y las peleas, por ejemplo, resultan algo torpes y, si las comparamos con lo que estila hoy en día, parecen bastantes toscas. Pero tampoco ayudan mucho los actores secundarios, bastante pobres en general, incluida una Sondra Locke a la que parece que le falta sangre en las venas, con una mirada entre perdida y cansada.

Además, los diálogos son muy simples, con lo que el tono general es de un film sin pulir, demasiado elemental en todos los apartados importantes. Como además el desenlace resulta bastante predecible, el resultado es una película sin demasiada entidad y que si no estuviera protagonizada y dirigida por Clint Eastwood imagino que habría quedado olvidada definitivamente.

Para finalizar, recordemos las películas que componen la serie: Harry el sucio (Don Siegel) en 1971, creando la figura de un policía enfrentado a un sistema ineficaz y que no duda en tomarse la justicia por su mano. El éxito del film de Siegel llevó a Harry el fuerte (Ted Post, 1973) y a Harry el ejecutor (James Fargo, 1976). Impacto súbito es la primera película de la saga que no lleva el nombre del protagonista en el título y también la única que dirige el propio Clint Eastwood. La serie finalizaría en 1988 con La lista negra (Buddy Van Horn).

martes, 26 de diciembre de 2023

Kiss Kiss Bang Bang



Dirección: Shane Black.

Guión: Shane Black (Novela: Brett Halliday).

Música: John Ottman.

Fotografía: Michael Barrett.

Reparto: Robert Downey Jr., Val Kilmer, Michelle Monaghan, Corbin Bernsen, Dash Mihok, Larry Miller, Rockmond Dunbar, Shannyn Sossamon, Angela Lindvall. 

Harry Lockhart (Robert Downey Jr.) es un ladrón de poca monta que, escapando de un robo frustrado, termina en un casting, siendo contratado para un film policíaco, para el que "Gay Perry" (Val Kilmer), un verdadero detective, le enseñará algunos detalles del oficio.

Debut en la dirección del guionista Shane Black, Kiss Kiss Bang Bang (2005) destaca más precisamente por su curioso y original guión que por la puesta en escena que, en realidad, resulta de lo más normalita.

La cinta es un film policíaco bajo un apariencia de comedia y siendo sincero, no me parece que la fórmula funcione demasiado bien. Por un lado, la película contiene numerosas muertes, algunas realmente dolorosas, con lo que el tono desenfadado chirría bastante en esos momentos puntuales. Por otro lado, las bromas tampoco resultan especialmente divertidas, con lo que a menudo, durante la película, echaba de menos que el guión se hubiera decantado por una de las dos vertientes en vez de ese juego que no termina de cuajar.

En todo caso, el uso de la voz en off del protagonista, con momentos en que nos habla directamente o vuelve atrás en su relato es sin duda el toque diferenciador, aportando al menos un enfoque muy personal. Otra cosa es que la idea guste o no, porque es evidente que no todo el mundo estará encantado con la ocurrencia. Eso sí, en caso de que despojáramos de este recurso a la cinta nos quedaríamos con una trama un tanto enrevesada que se complica por momentos y donde cuesta un poco meterse dentro, en parte por lo compleja que resulta y en parte por la precipitación de algunos diálogos. El problema también es ese tono ligero nos impide tomar una postura clara sobre lo que está pasando, porque en un momento estamos sonriendo ante una ocurrencia simpática y en la escena siguiente el protagonista pierde un dedo o una joven ingenua es asesinada con toda la sangre fría del mundo. Ello provoca cierto despiste en el espectador y le impide centrarse plenamente en los acontecimientos, de manera que estamos siempre entre la sorpresa, la incredulidad y un palpable distanciamiento.

Lo que sí que debemos agradecerle al film de Shane Black es que nos regalara la presencia de Robert Downey Jr., un actor enorme cuya carrera desgraciadamente no refleja todo su potencial. Lo mismo que Val Kilmer, que pasó con más pena que gloria por la industria cuando creo que era un actor más que aprovechable. Completa el trío protagonista la sorprendente Michelle Monaghan que, sin ser una de esas bellezas deslumbrantes del cine, posee un encanto indudable y consigue regalarnos algunos momentos muy especiales.

Sin duda, esperaba mucho más de la cinta, pues al final, despojada de sus adornos, se queda en un relato muy discreto y que nunca me pareció que terminara de funcionar en ningún sentido, ni como film policíaco ni como comedia.

lunes, 25 de diciembre de 2023

Dave, presidente por un día



Dirección: Ivan Reitman.

Guión: Gary Ross.

Música: James Newton Howard.

Fotografía: Adam Greenberg.

Reparto: Kevin Kline, Sigourney Weaver, Frank Langella, Kevin Dunn, Ving Rhames, Ben Kingsley, Charles Grodin, Faith Prince, Laura Linney, Alba Oms. 

La Casa Blanca a menudo recurre a un doble del presidente cuando este quiere tener algunos momentos de intimidad. En esta ocasión, será Dave Kovic (Kevin Kline), un modesto ciudadano, el elegido para suplantar al presidente Mitchell (Kevin Kline) durante unas pocas horas. Pero todo se complica cuando Mitchell sufre una embolia cerebral.

Dave, presidente por un día (1993) es un cuento. El hecho de que un ciudadano de a pie ocupe el cargo de presidente y tome decisiones importantes, en contra de la opinión de sus asesores, no deja de ser un despropósito se mire como se mire. Por eso hemos de verlo como un cuento y, como en todo cuento que se precie, el mensaje es edificante, los buenos se salen con la suya, la bondad triunfa y los malvados sufren el merecido castigo. Al fin y al cabo, la esencia de un buen cuento es mostrarnos el camino recto, convertir los desastres cotidianos en esperanza, hacernos soñar con un mundo mejor. Y esta película lo logra y, además, de una manera muy divertida.

De hecho, viendo esta cinta fue inevitable no acordarme de las maravillosas comedias de Frank Capra, donde ciudadanos normales se veían en situaciones parecidas a la de Dave. Lógicamente no vamos a establecer comparaciones, sería innecesario y cruel. Pero Dave, presidente por un día recoge esas ideas y aquellas buenas intenciones y nos ofrece otra comedia bienintencionada, honesta y fresca. Y se agradece.

La cinta no deja de ser una critica bastante atinada contra los políticos corruptos y una maquinaria que tiende más a perpetuar el poder y los privilegios que a servir al pueblo. Es más, resulta tan acertado el planteamiento de Gary Ross que nos resulta del todo imposible que alguien como Dave pueda hacer ni la décima parte de lo que hace en la cinta. Estamos tan acostumbrados a esos políticos de medio pelo, mentirosos y tramposos que por eso el discurso de Dave, presidente por un día resulta tan cercano y tan triste en el fondo.

Sin embargo, además del mérito de esa certera denuncia del mundo de la política, el gran acierto del guión es que lo hace de manera totalmente amena, simpática y, aunque previsible, con bastante ingenio. Y además hemos de sumarle el romance entre Dave y la esposa de Mitchell, Ellen (Sigourney Weaver), una mujer desengañada con su marido, al que ya ni le habla y que la ha defraudado completamente. Cuando ve la "transformación" de su esposo, cuando Dave se hace pasar por presidente, no da crédito a lo que ven sus ojos y aquí la historia nos brinda algunos hermosos momentos en que vemos cómo Ellen se va enamorando de ese buen hombre que hace lo que un buen presidente debería hacer siempre. En realidad, no es nada excepcional, solo demuestra comprensión, empatía y humanidad, pero al lado de lo que ella ha vivido hasta la fecha es como un milagro y el guión logra hacernos partícipes del mismo. Sin duda, aquí reside también gran parte de la magia de la película.

Y, claro está, no podemos olvidar el maravilloso trabajo de Kevin Kline, que resulta encantador en su inocencia primero y convincente después en su determinación de hacer lo que debe. Un actor genial para la comedia y que aporta, con la ayuda inestimable de Sigourney Weaver, su innegable talento, que consigue que nos encariñemos con su personaje y casi acabamos creyéndonoslo.

Al fin una comedia que nos sorprende gratamente desde su sencillez por un guión muy inteligente y un desarrollo fresco y reconfortante. 

domingo, 24 de diciembre de 2023

Invasión



Dirección: Oliver Hirschbiegel.

Guión: Dave Kajganich (Novela: Jack Finney).

Música: John Ottman.

Fotografía: Rainer Klausmann.

Reparto: Nicole Kidman, Daniel Craig, Jeremy Northam, Jackson Bond, Jeffrey Wright, Veronica Cartwright, Josef Sommer, Celia Weston, Susan Floyd, Malin Akerman.

Un transbordador espacial explota cuando regresaba a la Tierra. Pero la desgracia aún es mayor de lo que parece, pues la nave trae consigo un agente alienígena que infectará a millones de personas.

Invasión (2007) es un remake de la célebre La invasión de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956), que ya había tenido una revisión en 1978 titulada La invasión de los ultracuerpos (Philip Kaufman) y una nueva versión de Abel Ferrara en 1993 titulada Secuestradores de cuerpos.

Todo ello evidencia como una buena idea es explotada hasta la saciedad por una industria que parece por momentos que carece de suficiente inventiva como para crear una historia original. Además, normalmente las nuevas versiones parten con un problema añadido, que es la inevitable comparación con el original, por lo que es importante tomarse las cosas muy en serio para no fracasar en el intento. Y esto es algo que parece suceder con Invasión, que no da la talla en ningún aspecto, dejando la sensación de que es un film hecho sin mucho interés.

El principal inconveniente de Invasión es que no provoca el miedo ni la tensión que debería tratándose de una historia que bordea el terror. Lo bordea y quizá ahí esté su debilidad: habría tenido que afrontar el drama con mucha más decisión, pues en ningún momento los seres infectados por el virus llegan realmente a impresionarnos o a asustarnos. Y si el principal elemento de emoción falla, todo el film se resiente, de manera que asistimos a las secuencias con bastante distanciamiento. Es más, me sucedió algo curioso y era que estaba esperando el momento cumbre todo el tiempo, como si lo que estaba viendo solo fuera como una introducción y el esperado momento crucial estuviera a punto de llegar. El problema es que esa sensación fue permanente, de manera que llegó el final de la película sin que disfrutara del clímax esperado.

Y es que nada parece funcionar como debería: ni la tensión ni los personajes, que tampoco acaban de coger peso, como es el caso del que interpreta Daniel Craig, que parece que puede jugar un papel interesante en la historia y finalmente se queda en muy poca cosa. 

La verdad es que gran parte de la culpa creo que debemos atribuirla al guión, que nunca termina de concretar las situaciones y desaprovecha gran parte del potencial con un desarrollo bastante plano. Si además le sumamos un director incapaz de entender las claves de lo que tiene entre manos, nos encontramos con un relato sin dramatismo, con momentos en que la puesta en escena echa por tierra las posibilidades, bien por un enfoque equivocado o por resultar todo tan frío que no consigue asustarnos en ningún instante.

Y eso que Nicole Kidman, la absoluta protagonista de la historia, está bastante acertada en su trabajo, pero no es suficiente ante un film que parece no encontrar nunca el camino y se pierde en escenas sin fuerza, mal planteadas y peor ejecutadas. Una pena, pero no hay mucho que se pueda salvar.

sábado, 23 de diciembre de 2023

La novia de acero



Dirección: Gordon Douglas.

Guión: James R. Webb (Novela: Paul I. Wellman).

Música: Max Steiner.

Fotografía: John Seitz.

Reparto: Alan Ladd, Virginia Mayo, Joseph Calleia, Phyllis Kirk, Alf Kjellin, Douglas Dick, Tony Caruso, Ned Young, George Voskovec. 

James Bowie (Alan Ladd), un leñador de Luisiana, llega a Nueva Orleans para vender un cargamento de madera. Nada más llegar se encuentra con un cuadro de una hermosa mujer, Judalon (Virgina Mayo), de la que se queda prendado.

Digamos para empezar que James Bowie es una figura histórica y La novia de acero (1952) adapta una novela que cuenta sus hazañas, naturalmente en tono laudatorio, por lo que no podemos hacer mucho caso de que lo narrado se ciña estrictamente a la verdad.

En todo caso, el hecho de que la película es una adaptación literaria explica la complejidad del argumento, con numerosos personajes que aparecen y desaparecen, así como la extensión del mismo. Evidentemente, si se tratara de un guión escrito directamente para el cine, tendríamos una mejor unidad narrativa. Son los problemas derivados de querer condensar una novela en los límites de un film y con las normas del lenguaje cinematográfico.

Pero lo interesante de la historia, si dejamos de lado su base histórica y la contemplamos como un mero relato de ficción, que el el fondo se acerca mucho a ello, es la transformación que puede sufrir un hombre por el amor de una mujer. James Bowie, que es presentado como un hombre alegre y sencillo, en cuanto conoce y se enamora de Judalon cambia radicalmente, convirtiéndose en alguien que busca hacer fortuna para poder estar a la altura de su amada, una mujer habituada a los lujos. 

También es interesante ver cómo el amor lo vuelve completamente ciego a la verdad, pues Judalon es una mala mujer que utiliza a todos los hombres que la rodean para conseguir su propio beneficio sin reparar en el daño que pueda causar. Y Bowie no será una excepción, aunque en su pasión por ella sea incapaz de ver cómo lo manipula. Solamente al final, cuando conoce a Úrsula Veramendi (Phyllis Kirk), llegará a poder quitarse la venda de los ojos y liberarse al fin del dominio que Judalon ejercía sobre él.

Desgraciadamente, Gordon Douglas no es capaz de plasmar con acierto toda la fuerza del relato que en sus manos queda un tanto frío. Douglas se limita a ejecutar su trabajo de un modo correcto, pero sin llegar a dotarlo del nervio que requiere una historia tan cargada de pasiones y duelos. Tampoco Alan Ladd realiza aquí su mejor trabajo, dejando algunas escenas no muy convincentes. En cambio, Virginia Mayo vuelve a lucir su peculiar encanto y me parece la elección perfecta para encarnar a una de esas mujeres perversas que de cuando en cuando nos regalaba Hollywood.

La novia de acero se queda al final en un film correcto, pero imperfecto, donde me parecen demasiado evidentes los problemas que tiene el guión a causa de su intento de adaptar la novela que le sirve de base.

viernes, 22 de diciembre de 2023

Fuego verde



Dirección: Andrew Marton.

Guión: Ivan Goff y Ben Roberts.

Música: Miklós Rózsa.

Fotografía: Paul Vogel.

Reparto: Stewart Granger, Grace Kelly, Paul Douglas, John Ericson, Murvyn Vye, José Torvay, Robert Tafur. 

Rian Mitchell (Stewart Granger), un aventurero que ha pasado su vida recorriendo medio mundo, encuentra una mina en Colombia donde parece que puede haber esmeraldas. Tras convencer a su socio Vic (Paul Douglas), empieza a preparar la explotación de la misma.

Andrew Marton ya había dirigido para la Metro en 1950, junto a Compton Bennett, Las minas del rey Salomón, también con Stewart Granger en el papel principal. Ahora cambia África por Sudamérica y a Deborah Kerr por la hermosa Grace Kelly y se embarca en otro film de aventuras y romance, aunque en esta ocasión el guión es más pobre y el resultado se resiente.

El comienzo de Fuego verde (1954) es prometedor, con Rian siendo asaltado por unos bandidos y socorrido en la hacienda que dirigen Catherine (Grace Kelly) y su hermano Donald (John Ericson). Tras este arranque lleno de emociones, la historia sigue en un tono más ligero con los intentos de Rian de convencer a su socio Vic de que cambie sus planes de un futuro tranquilo por su aventura colombiana.

Desgraciadamente, estos serán los mejores momentos de la cinta que, justo cuando debía ganar en intensidad, es cuando empieza a decaer por falta de incentivos en el desarrollo, que se atasca con el romance entre Rian y Cayherine, escenificado con precipitación y escasa originalidad, y luego con la explotación de la mina, donde tampoco se logra crear un relato muy intenso y en cambio se cae en ciertos momentos anodinos y repetitivos. 

Para añadir algo de emoción al relato se añade una banda de forajidos, dispuestos a arruinar el negocio a Rian y Vic, pero tampoco es una aportación que termine de encajar con fuerza en la historia y no aporta gran cosa salvo el tiroteo final.

Tal vez el detalle más interesante de la historia es ver cómo la ambición de Rian por encontrar las esmeraldas que le conviertan al fin en un triunfador, cosa que ha perseguido sin éxito toda su vida, hace que lo anteponga todo a su proyecto, incluso el amor de Catherine, decepcionada por sus malas artes y engaños. Pero estamos en los años 50, por lo que todo va a termina reconduciéndose oportunamente, tal vez de un modo no demasiado convincente, pero está claro que el final debía ser reconfortante y moralizador.

Fuego verde no es una mala película, pero para ser un film de aventuras le falta emoción y, especialmente, habría tenido que hacer que los protagonistas tuvieran mucha más fuerza de la que tienen, pues al final tanto Rian como Catherine se quedan un tanto desdibujados y nunca llegamos a empatizar con ellos, con lo que sus aventuras no llegan a emocionarnos lo suficiente.

jueves, 21 de diciembre de 2023

Spectre



Dirección: Sam Mendes.

Guión: John Logan, Neal Purvis, Robert Wade y Jez Butterworth (Personaje: Ian Flemming).

Música: Thomas Newman.

Fotografía: Hoyte van Hoytema.

Reparto: Daniel Craig, Christoph Waltz, Léa Seydoux, Ben Whishaw, Ralph Fiennes, Naomie Harris, Dave Bautista, Andrew Scott, Rory Kinnear, Jesper Christensen, Monica Bellucci, Alessandro Cremona, Judi Dench.

Siguiendo los deseos de la difunta M (Judi Dench), Bond persigue y mata a Marco Sciarra (Alessandro Cremona) y acude luego a su funeral. Más tarde, la viuda de Marco, Lucia (Monica Bellucci), le informa de que la organización criminal para la que trabajaba su marido celebrará una reunión esa misma noche.

La serie de películas de James Bond protagonizadas por Daniel Craig, de la cual Spectre (2015) es la cuarta, tienen una unidad argumental, de manera que cada una de ellas sigue la historia planteada en la primera, Casino Royal (Martin Campbell, 2006), lo que provoca que si no has visto las entregas precedentes a esta cinta seguramente te perderás muchos detalles interesantes del argumento. Aún así, el guión es tan básico que no cuesta demasiado seguir el hilo de los acontecimientos.

El nuevo enfoque que se había dado a la serie de 007 con Casino Royal sigue aquí, con una historia más sombría y sin los detalles de humor e ironía que caracterizaron a las entregas anteriores a Daniel Craig. Sin embargo, ya en Skyfall (Sam Mendes, 2012), la predecesora de Spectre, se recuperaban personajes desaparecidos con la llegada de Daniel Craig, como Q (Ben Whishaw) y Moneypenny (Naomi Harris), al igual que el enfrentamiento de James Bond contra el villano en su propia guarida, un clásico de la serie. Todo lo cual me lleva a pensar en cierta crisis creativa de los guionistas tras Casino Royale, que les llevó a ir perdiendo la originalidad de la misma para volver a un terreno ya conocido.

Aquellos que esperan de esta serie acción espectacular y una chica Bond a la altura de la serie no se verán defraudados, pues todo está en su sitio, con las escenas bien coreografiadas y escalonadas de manera que el ritmo es el adecuado entre momentos más tranquilos y las esperadas peleas y persecuciones. Además, Léa Seydoux tiene un encanto innegable, con lo que cumple con solvencia el rol para el que ha sido elegida.

El problema es el argumento, que busca encajar las piezas con las tres entregas anteriores al tiempo que desvela detalles del pasado de Bond que lo ligan íntimamente con Ernst Stavro Blofeld (Christoph Waltz), el líder de Spectre, la organización criminal que persigue 007 desde Casino Royale. Sin embargo, esa vinculación personal de ambos convierte esta entrega en algo demasiado cercano a un folletín barato, con una trama tan enrevesada e increíble que arruina cualquier posibilidad de tomarla medianamente en serio. Si ya me asombraban algunas de las intrigas de las primeras películas de la saga, ésta sin duda se lleva el primer premio al disparate.

Además, la cinta se alarga innecesariamente con algunos momentos prescindibles, con lo que al final sentí que la historia me resultó algo pesada, dejándome la impresión de que los guionistas andaban escasos de ideas y habían dejado que la serie cayera en los mismos planteamientos de siempre, pero perdiendo la frescura de los primeros años. En el fondo, la serie de James Bond tiene sentido si se enfoca como una mera diversión, sin tomarse las cosas demasiado en serio, porque los argumentos, las chicas Bond y la propia figura de 007 no se prestan a profundidades demasiado rebuscadas. De ahí que el intento de darle más trascendencia a la serie me pareció siempre un pequeño error y Spectre lo demuestra de un modo bastante notorio.

Sigue ofreciendo un buen espectáculo, sin duda, pero baja unos peldaños respecto a algunas de sus predecesoras.

miércoles, 20 de diciembre de 2023

Los tres mosqueteros: Los diamantes de la reina



Dirección: Richard Lester.

Guión: George MacDonald Fraser (Novela: Alejandro Dumas).

Música: Michel Legrand.

Fotografía: David Watkin.

Reparto: Michael York, Oliver Reed, Raquel Welch, Richard Chamberlain, Frank Finlay, Christopher Lee, Geraldine Chaplin, Jean Pierre Cassel, Charlton Heston, Faye Dunaway, Roy Kinnear, Simon Ward, Spike Milligan. 

Francia, siglo XVII. D'Artagnan (Michael York), un joven gascón, emprende viaje a París para hacer realidad su sueño: convertirse en mosquetero real.

Nueva adaptación del clásico de Alejandro Dumas, sin duda un libro con un argumento que se presta de maravilla para llevarlo a la gran pantalla. Esta versión de Richard Lester, famoso por ser el director de Qué noche la de aquel día (1964) y Help! (1965) de The Beatles, opta por un enfoque completamente orientado a la comedia y con numerosas licencias respecto a la novela.

Para empezar, en Los tres mosqueteros: Los diamantes de la reina (1973) toda la trama argumental queda simplificada al máximo, dejando de lado las implicaciones dramáticas, y su utilidad queda relegada a servir de base a los numerosos duelos a espada que pueblan el film. De esta manera, los complots políticos o las implicaciones personales de los personajes quedan reducidas a lo más básico.

Como contrapartida, Lester en cambio no escatima las escenas orientadas claramente a la comicidad, incluso en los duelos, donde no hay muertes, sino simplemente heridos, de manera que se evita claramente todo lo que pueda dar una nota seria al desarrollo. Ello afecta lógicamente a los protagonistas, con una Constance Bonacieux (Raquel Welch) llevada casi al ridículo y los mosqueteros, Athos (Oliver Reed), Porthos (Frank Finlay) y Aramis (Richard Chamberlain) más enfocados hacia la caricatura que a la imagen heroica a la que estábamos más habituados. El único que no sale demasiado perjudicado con esta versión es D'Artagnan, que aún con tintes cómicos conserva el empuje y el valor que lo caracterizan.

Así pues, esta versión pierde toda la fuerza del argumento y se queda reducida a un espectáculo sin más pretensión que el entretenimiento. El problema es que la historia carece entonces de mucho interés y la parte cómica tampoco brilla a un gran nivel, con bromas demasiado predecibles e infantiles. Incluso el lujoso reparto pierde brillo por estar mayoritariamente desaprovechado, bien por lo ridículo de los papeles o por la brevedad de su participación.

Definitivamente, Los tres mosqueteros: Los diamantes de la reina no pasará a la historia del cine ni como una buena adaptación de la novela de Dumas ni como una comedia brillante, quedando reducido a un espectáculo bastante infantil y sin mucha inventiva.

martes, 19 de diciembre de 2023

El príncipe y el mendigo



Dirección: Richard Fleischer.

Guión: (Novela: Mark Twain). 

Música: Maurice Jarre.

Fotografía: Jack Cardiff.

Reparto: Oliver Reed, Raquel Welch, Mark Lester, Ernest Borgnine, George C. Scott, Rex Harrison, David Hemmings, Harry Andrews, Charlton Heston.

Huyendo de la autoridad, que lo persigue por robo, Tom Canty (Mark Lester) termina en los jardines del palacio real, donde ha de huir de nuevo, esta vez de la guardia real. Por casualidad, Tom llega a las habitaciones del Príncipe de Gales (también Mark Lester) que, viendo el asombroso parecido de ambos, decide cambiar sus ropas con Tom para acudir a un baile de disfraces.

Tercera adaptación de la novela de Mark Twain, tras las versiones de 1937 de William Keighley, con Errol Flynn, y la de 1962, dirigida por Don Chaffey, El príncipe y el mendigo (1977) es un ingenioso film de aventuras bastante ambicioso y que funciona relativamente bien.

Lo primero que llama la atención es la interesante historia que delata claramente que está inspirada en una obra ciertamente bien escrita, no solamente por los enredos de la intriga, que van un paso más allá de lo que habitualmente nos suelen ofrecer este tipo de argumentos, sino que se destaca también por la riqueza de los diálogos y la precisión con la que se van definiendo los personajes, como el duque de Norfolk (Rex Harrison), todo un ejemplo de estoicismo, pragmatismo y experiencia, sin duda el personaje que más me sorprendió, pues el resto siguen los patrones más o menos esperados.

También resulta sumamente interesante la evolución que sufre el príncipe Eduardo tras verse empujado a un aprendizaje acelerado sobre la condición humana y la vida de sus súbditos. Es reveladora su ignorancia de la realidad mientras gozaba de su vida en palacio, ajeno a todo cuanto no fuera la corte, sus diversiones y sus lujos. El paso, pues, de adolescente a hombre es sin duda lo mejor del relato que, es cierto, puede parecer que peca de demasiado bienintencionado, pero en el fondo sería muy gratificante que todos los dirigentes tuvieran la nobleza y la bondad de que hace gala el príncipe.

A destacar sin duda el reparto, ciertamente espectacular y que falla tristemente con la presencia de Mark Lester, notablemente inferior a sus compañeros y con muy poca calidad para semejante papel protagonista. Tras sus papeles infantiles, llegada a la edad adulta, Lester demuestra sus carencias y de hecho ésta sería su última película. En cambio, es un placer contar con Oliver Reed, un gran actor se mire por donde se mire, y Ernest Borgnine, Rex Harrison y Charlton Heston, que aportan el sello de calidad a esta producción.

Richard Fleischer, en cambio, no pasa de un trabajo rutinario que no saca todo el partido de los medios a su alcance. No es que cometa ningún fallo, pero el conjunto carece de energía en los momentos clave y las escenas de acción no resultan especialmente brillantes. A pesar de lo cuál, El príncipe y el mendigo es un film muy entretenido gracias, sobre todo, a un buen argumento y una cuidada producción.

lunes, 18 de diciembre de 2023

Figuras ocultas



Dirección: Theodore Melfi.

Guión: Allison Schroeder y Theodore Melfi (Libro: Margot Lee Shetterly).

Música: Hans Zimmer, Pharrell Williams y Benjamin Wallfisch.

Fotografía: Mandy Walker.

Reparto: Taraji P. Henson, Octavia Spencer, Janelle Monáe, Kevin Costner, Kirsten Dunst, Jim Parsons, Mahershala Ali, Glen Powell.

Katherine (Taraji P. Henson) es un genio para las matemáticas y trabaja en la NASA con sus dos amigas Dorothy (Octavia Spencer) y Mary Jackson (Janelle Monáe). Al ser negras, reciben un trato discriminatorio, pero su gran capacidad hará que se vayan ganando el puesto y el respeto de sus compañeros.

Basada en hechos reales, Figuras ocultas (2016) es una de esas películas impecables y moralmente gratificantes que llevan el sello de calidad impreso a fuego. Otra cosa es que el resultado esté a la altura de sus aspiraciones.

La necesidad de rescatar del olvido el trabajo de las tres protagonistas, con la dificultad añadida de ser mujeres y negras en la América de los años sesenta, creo que está fuera de toda duda. Su labor en la carrera espacial tiene la importancia suficiente para merecer un reconocimiento como el que le ofrece la cinta.

Además, se pone en evidencia la injusticia de la discriminación racial, con normas que parecen del todo ridículas, pero que eran una realidad dolorosa y vergonzosa que costó muchos años de lucha y sacrificios.

Así que desde el punto de vista del argumento, lógicamente con el necesario enfoque cinematográfico, no se puede decir que no estemos ante una historia con peso e interés suficientes. El problema viene con el tratamiento que le da Theodore Melfi, quizá demasiado apegado a las formas, demasiado enfocado a construir un discurso ameno y hermoso.

El primer escollo creo que lo tenemos en que la historia arranca con demasiada frialdad. Centrándose en la figura de Katherine, pero sin olvidar a sus dos amigas, de manera que el guión va armonizando sus historias con acierto, el desarrollo es impecable en cuanto a formas y ritmo, pero tremendamente frío. No hay nada especial que nos conmueva, y eso que lo narrado tiene su aquel: el racismo que obliga, por ejemplo, a Katherine a recorrer más de un kilómetro para poder ir al aseo. Pero el director parece no saber darle a la historia ese toque personal que nos lleve a participar con más intensidad de los problemas de las protagonistas.

Algo que al fin consigue ya bien entrada la cinta, con algunos pequeños momentos donde sí que al fin se vive la historia con algo de emoción, como en la pedida de mano de Katherine. Sin embargo, son momentos muy puntuales y aún en ellos el director no es capaz de librarse de ese toque frío que impregna todo el relato, de manera que la emoción está ahí porque el momento es especial, pero siempre con cierto freno que vuelve a llevar enseguida la historia al terreno de siempre.

Taraji P. Henson y Octavia Spencer afortunadamente están perfectas, con lo que la historia se hace muy agradable de ver gracias a su impecable trabajo. En general, el reparto me pareció muy bueno, aunque está claro que el peso recae sobre todo en Taraji, que hace que su personaje resulte entrañable.

En resumen, una película donde se demuestra que Hollywood sigue dominando el arte de hacer productos de apariencia impecable, desarrollo preciso y gradación dramática estudiada. Todas las piezas encajan, pero el resultado resulta demasiado prefabricado. Falta algo, quizá lo más importante.

domingo, 17 de diciembre de 2023

Hannah y sus hermanas



Dirección: Woody Allen.

Guión: Woody Allen.

Música: Varios.

Fotografía: Carlo Di Palma.

Reparto: Woody Allen, Mia Farrow, Michael Caine, Barbara Hershey, Dianne Wiest, Max von Sydow, Carrie Fisher, Maureen O´Sullivan, Lloyd Nolan. 

Elliot (Michael Caine) está casado con Hannah (Mia Farrow) pero desea en secreto a Lee (Barbara Hershey), su cuñada. Mientras, la otra hermana de Hannah, Holly (Dianne Wiest), ha decidido montar un negocio de comidas junto a su amiga April (Carrie Fisher), pero necesita que Hannah le financie la idea.

Hannah y sus hermanas (1986) es, para muchos de sus críticos, una de las mejores comedias de Woody Allen. La verdad es que entre tantas grandes películas es difícil establecer un baremo. Todas llevan su sello inconfundible y según los gustos, el estado de ánimo o el momento de la vida en que las veas, te impactarán más o menos.

Personalmente, Hannah y sus hermanas me parece una buena película, pero no es ni mucho menos mi preferida del director. Encuentro que le falta algo, tal vez más sentido del humor, pero el caso es que se me hizo un poco larga y no es una crítica, me encanta Woody Allen, pero no terminé de integrarme en la historia. Tal vez todos esos personajes que se entrecruzan me parecían algo lejanos, pues nunca terminé de empatizar demasiado con ellos. Y es extraño, pues no difieren demasiado de los personajes habituales de Woody Allen, pero en general, la película me resultó más fría. 

La película se centra, como es habitual en Woody Allen, en las relaciones personales y los problemas a los que todos, en mayor o menor medida, nos enfrentamos a lo largo de la existencia, como el amor, las relaciones de pareja, el deseo, los miedos, la realización personal, la religión, las creencias.

Lo bueno es que todos estos temas tan serios, en las manos del director, se vuelven cotidianos, cercanos, comprensibles. Allen no se dedica a filosofar en abstracto, analiza aquellas obsesiones y problemas que atañen a la gente, a veces forzando un poco las cosas, como con el personaje que interpreta él mismo, un tipo algo hipocondríaco, pero en el fondo es sencillo identificarse con alguno de los temas tratados porque están en la propia naturaleza humana. 

¡Y cómo no!, Nueva York. La ciudad norteamericana está siempre presente en la obra de Allen, pero en esta ocasión nos la muestra con una mirada algo diferente, rendido a su belleza, con algunos edificios deslumbrantes, calles de ensueño o simplemente un hermoso árbol. Hasta el barrio donde vive Lee, feo en sí mismo, tiene cierto encanto bajo la mirada complaciente del director, con esa librería vetusta que invita a perder las horas en ella, como una isla en medio de la nada.

Pero incluso en una película en la que me costó integrarme, Woody Allen es capaz de regalarnos instantes únicos, como su intento de convertirse al catolicismo (el momento en que vacía la bolsa de la compra al llegar a casa es memorable, con el crucifijo y la mayonesa), el poema de E.E. Cummings ("...nadie, ni siquiera la lluvia, tiene las manos tan pequeñas") o el hermoso homenaje a los Hermanos Marx (Mickey recupera las ganas de vivir viendo Sopa de ganso). Y es que hasta en sus obras que menos me llegan, este director sigue demostrando su gran inteligencia, sensibilidad y sentido del humor.

sábado, 16 de diciembre de 2023

Quantum of Solace



Dirección: Marc Forster.

Guión: Paul Haggis, Neal Purvis y Robert Wade (Personaje: Ian Flemming).

Música: David Arnold.

Fotografía: Roberto Schaefer.

Reparto: Daniel Craig, Olga Kurylenko, Mathieu Amalric, Judi Dench, Giancarlo Giannini, Jeffrey Wright, Gemma Arterton, Anatole Taubman, Jesper Christensen, David Harbour, Rory Kinnear, Tim Pigott-Smith, Joaquín Cosío, Stana Katic.

El MI6 sigue sin conocer nada sobre la poderosa organización secreta que apoya a grupos terroristas por todo el mundo. Siguiendo la pista de un dinero marcado, Bond se dirige a Haití para investigar las actividades de un tal Dominic Greene (Mathieu Amalric) que, bajo una fachada humanitaria, es uno de los miembros de esa organización secreta.

Con un comienzo espectacular, Quantum of Solace (2008) parece prometernos emociones fuertes en cascada y eso es lo que se espera sin duda de un film de acción del siglo XXI. Eso sí, Marc Forster opta por el montaje nervioso, que resulta confuso con tanto movimiento de cámara, por lo que puede que algunos espectadores agradezcan el final de alguna escena de acción.

La historia es una continuación de Casino Royale (Martin Campbell, 2006), lo cuál me parece un punto negativo porque cualquier espectador que no viera el film precedente tendrá problemas serios para seguir el argumento. Al menos habrían tenido que hacer un breve resumen de lo acontecido anteriormente, pero es como si quisieran plantear ambas películas como dos episodios del mismo relato, obligando al público a verlas correlativamente. Los despistados sufrirán bastante.

El problema principal de Quantum of Solace es que, al seguir la estela de Casino Royale, pierde toda la originalidad de su antecesora, que había conseguido darle un nuevo impulso a la serie de James Bond. Quantum of Solace sigue por esa senda, dejando al margen los inventos típicos con que era equipado 007, lo mismo que su legendaria ironía, consiguiendo un film más serio y con más carga dramática. Es un giro que parece encajar mejor con la época actual y le confiere algo más de realismo a la historia, aunque me siga pareciendo demasiado exagerada en el sentido de que los malvados, como en toda la saga, siguen ambicionando dominar el mundo, algo que no resulta muy convincente.

Otro detalle que perjudica la historia es la elección de Mathieu Amalric para el rol del villano, pues es un actor que no termina de hacerse con el papel y no provoca ningún miedo en el espectador, algo que resulta indispensable para que la trama consiga engancharnos. Si lio comparamos al villano de Casino Royal, interpretado por Mads Mikkelsen, Amalric empequeñece bastante. Por contra, Daniel Craig sigue dando la talla con nota con un James Bond totalmente convincente.

Incluso el desenlace, de una espectacularidad a todas luces forzada artificialmente para impactarnos en los minutos finales con la traca más explosiva posible, resulta tan excesivo que produce casi el efecto contrario al buscado, creando una sensación irreal que no ayuda al dramatismo que se perseguía.

Con todos estos detalles no quiero decir que la película no sea un espectáculo muy bien montado, pero sí que se echa de menos algo más de ingenio a la hora de elaborar el guión y pulir mejor algunos detalles para hacer de la entrega algo más eficaz porque, al final, Quantum of Solace es un producto sólido en cuanto a recursos, pero con muy poca vida en sus entrañas. El efectismo se comió a la historia.

viernes, 15 de diciembre de 2023

El cónsul honorario



Dirección: John Mackenzie.

Guión: Christopher Hampton (Novela: Graham Greene).

Música: Stanley Myers.

Fotografía: Phil Meheux.

Reparto: Michael Caine, Richard Gere, Bob Hoskins, Elpidia Carrillo, Joaquim de Almeida, A Martinez, Stephanie Cotsirilos, Domingo Ambriz, Geoffrey Palmer. 

El doctor Eduardo Plarr (Richard Gere), mitad británico, mitad paraguayo, se instala en Corrientes (Argentina), donde ejerce su profesión. Al tiempo que inicia una relación con Clara (Elpidia Carrillo), la esposa del cónsul honorario inglés, Charley Fortnum (Michael Caine), antiguos amigos huidos de la represión en Paraguay le piden ayuda para secuestrar al embajador norteamericano.

No me parece para nada sencillo adaptar una novela al cine, hay que hilar muy fino y saber crear el ritmo propio de una película, totalmente diferente del de una novela. Está claro que El cónsul honorario (1983) no es un buen ejemplo de una adaptación lograda. Pero no toda la culpa hemos de achacarla al guión, sino que la modesta producción tampoco ayuda para nada.

Y la verdad es que es una pena, pues la historia contiene todos los elementos para ofrecer un relato apasionante. Aquí sí que somos conscientes de que detrás del guión de Christopher Hampton hay una novela sólida, pero desaprovechada.

Ambientada en los convulsos años setenta del siglo XX, cuando las dictaduras reinaban en Sudamérica, el relato se centra en la relación que se establece entre el cónsul inglés, un borracho sin aspiraciones ni futuro, y un joven médico que años atrás había huido de la dictadura de Paraguay, como muchos compatriotas. Eduardo se encapricha de Clara, una joven prostituta que termina casándose con Fortnum para escapar de su pobreza. Esta parte sin duda es la más interesante de El cónsul honorario, pues implica temas tan interesantes como la amistad, el amor, la pasión y la traición. Sin embargo, hemos de reconocer que el guión y el trabajo del director no logran explotar convenientemente este filón y sus posibilidades quedan reducidas a algunos momentos, sobre todo al final, con cierto interés, pero dejando bastante desaprovechadas todas las posibilidades de ese triángulo amoroso.

El personaje de Richard Gere necesitaba más precisión, pues es una pieza clave de la historia y no lo llegamos a conocer lo suficiente, incluso al final, cuando parece desvelar sus cartas, no terminamos de verlo del todo claro. En cambio, el cónsul sí que tiene más entidad, componiendo un personaje triste y derrotado. Con un poco más de énfasis por parte del guión, hubiera ganado más profundidad y la historia habrá tenido mucha fuerza. Clara, por su parte, casi resulta decorativa, lo que es realmente triste, pues su rol era sin duda fundamental en el trío protagonista. 

Donde el guión resulta mucho más errático es en todo lo referente a la trama política, en parte por las carencias de la cinta, pero también por una no muy acertada elección de los actores, que no dan el nivel mínimo para que su trabajo resulte al menos convincente. Incluso Joaquim de Almeida parece estar aún demasiado verde como actor.

Pero el problema del reparto también afecta a los principales protagonistas, pues ni Elpidia Carrillo ni Richard Gere, un actor bastante flojo en sus comienzos (la verdad es que nunca llegó a convencerme, ni con muchos años de experiencia detrás), están a un buen nivel. Afortunadamente contamos con la presencia de Michael Caine y de Bob Hoskins que al menos aportan credibilidad a sus personajes, aunque están demasiado solos como para poder enderezar el problema del reparto.

Perjudicada por un ritmo lento, un desarrollo bastante torpe y el nivel de la mayor parte del reparto, El cónsul honorario se mantiene en pie gracias a un argumento muy interesante que al menos consigue crear cierta intriga sobre el devenir del médico y el cónsul. 

Con un final muy triste, acorde con el pesimismo que reina en el relato, sentimos que la obra de Graham Greene se merecía una puesta en escena mucho mejor. 

jueves, 14 de diciembre de 2023

Cómo eliminar a su jefe



Dirección: Colin Higgins.

Guión: Colin Higgins y Patricia Resnick.

Música: Charles Fox.

Fotografía: Reynaldo Villalobos.

Reparto: Jane Fonda, Lily Tomlin, Dolly Parton, Dabney Coleman, Elizabeth Wilson, Henry Jones, Lawrence Pressman, Marian Mercer, Sterling Hayden.  

Judy Bernly (Jane Fonda) empieza a trabajar en una gran empresa como secretaria bajo las órdenes directas de Franklin Hart Jr. (Dabney Coleman), un jefe mujeriego, déspota e inútil.

Cómo eliminar a su jefe (1980) es una comedia con un enfoque marcadamente feminista que pretende, mientras intenta divertirnos con un alocado argumento, denunciar la situación laboral de las mujeres, el machismo reinante a menudo en el trabajo y cierto clasismo de algunas profesiones, como la de médico. 

El problema es que como comedia la película no funciona nada bien. La causa sin duda es la falta de ingenio de los guionistas, que no salen de las bromas ridículas, el humor de sal gorda y los tópicos. Se busca la originalidad y cierto enfoque macabro y surrealista, pero sin chispa, sin verdadera inventiva, de manera que es posible que el cúmulo de disparates no te provoque ni la más mínima sonrisa.

Solamente la confusión con un paciente que muere en el hospital, que lleva a las protagonistas a creer que han matado a su jefe, resulta algo imaginativa, pero de nuevo el desarrollo de esa idea cae en los excesos en su búsqueda de la comicidad, con situaciones absurdas y un humor tan elemental como ineficaz.

En cambio, en el aspecto de denuncia la cosa es más coherente y el detalle de que cuando las tres secretarias toman las riendas de su departamento y consiguen mejorar las condiciones de trabajo y la productividad resulta realmente potente y, en contra de la parte cómica, nada disparatado y sí completamente lógico. Es en realidad la única nota con cierto sentido en medio de un argumento bastante limitado en ideas.

Tampoco a nivel de reparto la película logra sobreponerse a la mediocridad general. Es cierto que Jane Fonda no fue una mala actriz, pero su carrera estuvo marcada por títulos poco relevantes, como es el caso ahora. Con un papel sin gracia, poco puede hacer para sobreponerse al mismo. Lily Tomlin y Dolly Parton tampoco destacan especialmente, marcadas de nuevo por unos papeles llevados a la caricatura, algo que se agudiza en el caso de Dabney Coleman.

Cómo eliminar a su jefe evidencia de manera alarmante la poca creatividad de sus guionistas que partiendo de una idea interesante la han llevado a la simplicidad más absoluta.

miércoles, 13 de diciembre de 2023

Casino Royale



Dirección: Martin Campbell.

Guión: Neal Purvis, Robert Wade y Paul Haggis (Novela: Ian Fleming).

Música: David Arnold.

Fotografía: Phil Méheux.

Reparto: Daniel Craig, Eva Green, Mads Mikkelsen, Judi Dench, Giancarlo Giannini, Caterina Murino, Simon Abkarian, Jeffrey Wright, Isaach De Bankolé, Jesper Christensen, Ivana Miličević. 

James Bond (Daniel Craig) acaba de convertirse en el agente 007 y en su primera misión intentará detener a Le Chiffre (Mads Mikkelsen), un banquero responsable de la financiación de importantes grupos terroristas por todo el mundo.

Casino Royale (2006) es la tercera adaptación de la primera novela de Ian Fleming donde aparecía James Bond, tras el Casino Royale de Steve Hoefer (1954) y el de John Huston de 1967, y supuso además el debut como agente 007, sustituyendo a Pierce Brosnan, de Daniel Craig, lo que supone un cambio importante en cuanto al personaje: menos glamour y encanto y más rudeza.

Ese cambio es visible también en el guión, que deja de lado muchas de las señas de identidad de la serie para darle un enfoque mucho más novedoso, serio y oscuro. Desaparecen los inventos que surtían habitualmente a James Bond de artefactos de lo más sofisticados que siempre le ayudaban en momentos críticos. Tampoco se explaya tanto el guión con los escarceos amorosos de 007, que se reducen considerablemente. Pero quizá la nota más diferenciadora es que se pierde el sentido del humor tan presente hasta ahora en las entregas de la serie. Incluso James Bond no recurre tanto a sus agudas réplicas llenas de dobles sentidos y en cambio se muestra mucho más vulnerable anímica y sentimentalmente. Está claro que los responsables de esta entrega, la número veintiuno, deseaban modernizar el concepto y salir de unos esquemas conocidos de memoria por los fans del agente británico.

Por ello, la trama es también diferente, aunque se respeta el esquema de un villano al que Bond ha de enfrentarse personalmente, pero con notables cambios en cuanto al desarrollo de los acontecimientos en relación a los esquemas más clásicos. Con ello, la historia es menos predecible, mucho más creíble y nos depara bastantes sorpresas. Desde este punto de vista, el guión resulta mucho más cautivador y sorprendente.

Además, contamos con la inestimable presencia del actor danés Mads Mikkelsen en la piel del villano, lo que le da a Le Chiffre un porte enigmático, duro y peligroso, algo indispensable si queremos que la intriga funcione.

Pero la pieza principal en los films de la serie es naturalmente el actor que encarna a James Bond. Si Sean Connery representó en los inicios de la saga el prototipo perfecto de 007, con esa mezcla inigualable de atractivo y fuerza, Daniel Craig no pudo debutar mejor en la serie, pues su aspecto y su agresividad natural encajan a la perfección con el giro más realista y menos divertido de la saga. Craig no solo se impone físicamente como un agente secreto soberbio, sino que sabe darle la fuerza necesaria a su trabajo para personificar de manera convincente la nueva versión de Bond.

Quizá el punto menos sólido de Casino Royale sea el director, Martin Campbell, que hace un trabajo correcto, sin grandes errores, pero sin llegar a demostrar un gran talento. Destaca en algunas escenas de acción, pero en otros momentos que requieren un enfoque más sutil no terminó de convencerme. Por cierto, Campbell ya había trabajado en la saga dirigiendo en 1995 Golden Eye.

Para los fieles seguidores de la serie, puede que este Casino Royal les decepcione en cuanto se aparta de las líneas más reconocibles de la saga. En cierto sentido, tendrían razón en quejarse, sobre todo por las posteriores entregas que ahondaron en el nuevo enfoque. James Bond pierde así su personalidad y uno se cuestiona si era necesario seguir con la serie si no se respetaba su esencia. Pero dejado este debate de lado, yo debo reconocer que Casino Royal me gustó bastante, con una trama muy bien pensada y una puesta en escena cuidada en todos los detalles. Tal vez le achacaría una duración algo excesiva, pero en general es un film de acción moderno y muy aprovechable.

martes, 12 de diciembre de 2023

El factor humano



Dirección: Otto Preminger.

Guión: Tom Stoppard (Novela: Graham Greene).

Música: Richard y Gary Logan.

Fotografía: Mike Malloy.

Reparto: Nicol Williamson, Iman, Richard Attenborough, Derek Jacobi, Robert Morley, Richard Vernon, Joop Doderer, Ann Todd, John Gielgud.  

En un departamento del servicio británico de inteligencia se están produciendo filtraciones a la Unión Soviética y todo parece indicar que el culpable es un tal Arthur Davis (Derek Jacobi).

El factor humano (1979) fue la última película que dirigió Otto Preminger y la verdad es que produce tristeza ver el pobre nivel de esta cinta. Preminger no se merecía una despedida así. Es el problema, a veces, de no saber retirarse a tiempo.

Se nota que la película tiene una sólida base en la novela de Graham Greene, que es la que le confiere la fuerza de un argumento tan inteligente como pesimista. Porque Maurice Castle (Nicol Williamson) es un traidor a su país por lealtad hacia un viejo amigo y hacia su mujer, Sarah (Iman), aunque no comulgue con las ideas comunistas y en el fondo sienta remordimientos por lo que hace. Pero lo triste es que los informes que filtra a Moscú son irrelevantes y los comunistas en realidad lo utilizaron simplemente para engañar al servicio secreto británico. Castle era un peón insignificante en una lucha que ni entendía. Pero ello fue suficiente para amargarle la vida, causar la muerte de un inocente y separarlo de lo único que en realidad le importaba: su mujer y su hijo. Una historia realmente triste y con un final más desalentador todavía que demuestra el talento de Graham Greene para tejer un conflicto tan sencillo y a la vez tan desolador sobre las guerras y sus consecuencias, sean estas en el campo de batalla o en los despachos, donde la vida de los simples soldados no vale nada.

Sin embargo, a esta brillante historia no le acompaña para nada su puesta en imágenes. La sensación que tenemos al ver El factor humano es que estamos ante un modesto film de serie B tan escaso de medios como de talento.

Para empezar, Preminger no logra captar la intensidad del drama y nos ofrece un desarrollo lento, frío y desangelado. Incluso la manera de resolver algunas escenas es tremendamente torpe, con los protagonistas estáticos frente a la cámara recitando los diálogos con desgana. Y es que la verdad, tampoco los actores están a un gran nivel, empezando por Nicol Williamson, carente de atractivo como para lograr que empaticemos con sus desgracias. Iman no es actriz, de ahí que se le pueda disculpar su trabajo, pero es una elección algo dudosa, pues al lado de Williamson no forman una pareja convincente.

Si le añadimos una fotografía pobre, la inclusión de secuencias totalmente innecesarias y un ritmo cansino, con una torpe inclusión de los flashbacks que jalonan la historia, tenemos una película bastante mediocre. Y lo más descorazonador es que el argumento resulta verdaderamente interesante y lleno de posibilidades, con lo que nuestra decepción aún es mayor.

El único interés de El factor humano es, finalmente, para aquellos a los que les guste recorrer toda la filmografía de Otto Preminger, un gran director con pequeños tropiezos como el presente.

lunes, 11 de diciembre de 2023

Acero azul



Dirección: Kathryn Bigelow.

Guión: Kathryn Bigelow y Eric Red.

Música: Brad Fiedel.

Fotografía: Amir Mokri.

Reparto: Jamie Lee Curtis, Ron Silver, Clancy Brown, Elizabeth Pena, Louise Fletcher, Philip Bosco, Richard Jenkins, Kevin Dunn, Tom Sizemore.

Megan Turner (Jamie Lee Curtis) al fin ha cumplido su sueño y es una agente de policía. En su primera noche de patrulla, descubre un robo a punta de pistola en un supermercado y cuando se enfrenta al atracador, acaba matándolo, pero su arma desaparece.

Esperaba más de Acero azul (1990) teniendo en cuenta que está dirigido por Kathryn Bigelow, ganadora de un Oscar en 2008 con En tierra hostil. Pero estamos ante uno de sus primeros trabajos, lo que explica tal vez las debilidades de la cinta.

El principal inconveniente de las historias de psicópatas es que siguen un esquema bastante parecido y, además de predecibles, suelen ser productos bastante mediocres. Siempre hay excepciones y estas suelen estar asentadas en pequeños detalles que las elevan por encima de la media.

Y eso parece que nos promete Acero azul en su primeros minutos, con el original detalle de un tipo, Eugene Hunt (Ron Silver) que se siente fascinado por el Magnum 44 que recoge en el supermercado cuando el atracador es abatido. La idea era interesante, pero pierde toda la fuerza y sus posibilidades cuando Eugene pasa de ser un tipo solitario algo raro a un majadero total, con lo que sus actos carecen ya de explicación; solo es un descerebrado que escucha voces.

Y es a partir de ahí cuando la historia se va convirtiendo en un cúmulo de tópicos, situaciones absurdas y muertes en cadena. El argumento empieza a hacer aguas y se fuerzan tanto las situaciones que la historia se transforma en un disparate total, sucediéndose los momentos ridículos uno tras otro hasta el inevitable duelo final entre Megan y Eugene, donde se busca desesperadamente la espectacularidad con el uso de la cámara lenta y alargando el desenlace hasta lo imposible.

Jamie Lee Curtis no me parece una gran actriz, a pesar de haber disfrutado mucho con ella en Mentiras arriesgadas (James Cameron, 1994) y sobre todo en Un pez llamado Wanda (Charles Crichton, 1988). Y en esta ocasión demuestra con claridad que el papel le viene grande. Nunca fui capaz de verla de policía y sus gestos resultan acartonados. Pero es que tampoco Ron Silver es un villano muy convincente, de manera que por esta parte tampoco Acero Azul logra salir de la mediocridad.

De manera que tenemos una cinta con un guión que roza lo absurdo y un reparto sin fuerza. Se entenderá que el resultado no pueda ser más un film vulgar y predecible. Decepcionante.

domingo, 10 de diciembre de 2023

Betty Anne Waters



Dirección: Tony Goldwyn.

Guión: Pamela Gray.

Música: Paul Cantelon. 

Fotografía: Adriano Goldman.

Reparto: Hilary Swank, Sam Rockwell, Minnie Driver, Melissa Leo, Peter Gallagher, Ari Graynor, Loren Dean, Conor Donovan, Owen Campbell, Tobias Campbell, Bailee Madison, Juliette Lewis, Clea Duvall.

Cuando su hermano Kenneth (Sam Rockwell) es condenado a cadena perpetua por asesinato y robo, su hermana Betty Anne (Hilary Swank) decide estudiar derecho para poder ayudar a probar su inocencia.

Betty Anne Waters (2010) está basada en hechos reales, algo que resulta primordial para poder comprender y valorar el sacrificio de la protagonista para lograr demostrar la inocencia de su hermano. Casos así, de presentarse como ficción, costaría mucho creérselos; pero al final, como tantas veces, se demuestra que la realidad es capaz de superar a la ficción.

Precisamente, la fuerza de la historia y su poder de emocionarnos procede de conocer que son hechos que sucedieron realmente y comprobar cómo la condena de Kenneth no solamente le afectó a él, sino que llevó al divorcio de su hermana y a distanciarse de sus hijos por su dedicación a los estudios que le permitieran ayudar a su hermano.

Pamela Gray, la guionista, muestra un interés evidente en ser fiel a lo sucedido, pero al mismo tiempo, ese apego a los hechos lleva a un guión muy meticuloso con los detalles de la historia, tal vez demasiado, no logrando conseguir un discurso homogéneo, de manera que a instantes realmente emotivos, siguen escenas un tanto insustanciales que provocan caídas de intensidad notables, creando un conjunto sin unidad y un tanto descompensado.

Por la temática, la historia nos recuerda a Erin Brockovich (Steven Soderbergh, 2000) y comparándolas apreciamos mucho más los desajustes del guión de Betty Anne Waters, que no consigue crear una historia tan atractiva. La clave creo que reside en que no se profundiza en los personajes principales, especialmente en Betty: conocemos su esfuerzo y su sacrificio por su hermano, pero salvo eso, poco más. Su personaje no llega a hacerse cercano, el guión se centra demasiado en los hechos y no llega a mostrarnos con convicción su interior, sus miedos, sus decepciones, su fracaso matrimonial. De esta manera, a la historia le falta lo primordial: el lado humano. De ahí que resulte todo tan frío, impersonal, no provocando emoción ni compasión hacia ella y su hermano.

Al final, gracias a la presencia de Hilary Swank y de Sam Rockwell, el film consigue sobreponerse a los momentos menos convincentes, constatando que de no haber podido contar con estos dos grandes actores la película sin duda perdería muchos enteros.

Incluso, creo que dejando de lado algunos pasajes, la historia habría ganado en ritmo y concreción. El resultado, al final, es el de un film correcto pero, para el tema abordado, sin la fuerza y el encanto imprescindibles y deseables.

Por cierto, como curiosidad, mencionar que el director Tony Goldwyn no es otro que el actor que encarnó a Carl Bruner, el villano de Ghost (Jerry Zucker, 1990).

sábado, 9 de diciembre de 2023

Toda la verdad



Dirección: Courtney Hunt.

Guión: Rafael Jackson.

Música: Evgueni y Sascha Galperine.

Fotografía: Jules O'Loughlin.

Reparto: Keanu Reeves, Renée Zellweger, Gugu Mbatha-Raw, Gabriel Basso, Jim Belushi, Jim Klock, Sean Bridgers. 

Richard Ramsay (Keanu Reeves) se enfrenta a un caso complicado: defender a Mike Lassiter (Gabriel Basso), un joven menor de edad, de asesinar a su padre cuando todo apunta a su culpabilidad y encima el acusado se niega a hablar con Richard.

Toda película de juicios tiene un atractivo innato y si además, como en el caso de Toda la verdad (2016), intuimos que algo se oculta bajo una exposición de los hechos aparentemente diáfana, la intriga está asegurada.

Y eso que el desarrollo de la historia transcurre casi todo el tiempo en la sala del juzgado, lo que podría dañar el dinamismo del desarrollo. Solamente el guión se permite pequeños incisos que van aclarando algunos hechos y que cumplen con eficacia su misión de "airear" la historia.

Ramsay lo tiene todo en su contra desde el principio: Mike confesó el crimen, sus huellas están en el arma homicida y además no parece dispuesto a ayudar a su abogado en nada. El punto de partida es, por lo tanto, perfecto para engancharnos al desarrollo, toda vez que sospechamos que el abogado al final logrará salvar a su defendido. Las dudas que se plantean entonces son dos: cómo lo conseguirá y qué sucedió realmente, quién mató a Boone Lassiter (Jim Belushi).

Hábilmente, el guión juega sus bazas sin resultar especialmente tramposo ni manipulador; sencillamente nos desvela lo que necesitamos para seguir enganchados a la trama intentando adivinar el misterio de quien es el asesino. Y todo parece señalar a Loretta (Renée Zellweger), la esposa maltratada.

El peligro en estos casos es que el desenlace resulte demasiado forzado o demasiado sorprendente. Pero aquí no es el caso. La solución se revela bastante lógica y se acepta el giro por la necesidad del guión de mantener la intriga hasta el momento justo, con lo que las piezas encajan al final con cierto sentido y no tenemos la impresión de haber sido manipulados con alevosía. Hay, es cierto, una pequeña incongruencia (el detalle del reloj de Richard), que además se podría haber evitado fácilmente, lo que la convierte en absurda, pero se puede tolerar sin muchos problemas.

Otro detalle que juega a favor de Toda la verdad es la presencia de Keanu Reeves, un actor que nunca me gustó especialmente pero que aquí encarna con elegancia y credibilidad al abogado protagonista.

Pero no todo son aciertos y quizá se eche de menos una construcción mejor trabajada del guión y una puesta en escena más acertada, porque al final la película se desarrolla sin mucha fuerza y notamos que la historia ofrecía muchas más posibilidades de las que realmente Courtney Hunt es capaz de explotar. Su trabajo es sencillo, demasiado tal vez, y sin resultar desganado sí que termina por caer en cierta monotonía, echándose de menos una mayor profundización en los personajes, que se quedan reducidos al mínimo.

Sin ser un film excelente, Toda la verdad al menos mantiene el suspense de un modo lógico y resulta un pasatiempo sencillo y bastante decente.

viernes, 8 de diciembre de 2023

Deep Blue Sea



Dirección: Renny Harlin.

Guión: Duncan Kennedy, Donna Powers y Wayne Powers.

Música: Trevor Rabin.

Fotografía: Stephen Windon.

Reparto: Thomas Jane, Saffron Burrows, Samuel L. Jackson, LL Cool J, Jacqueline McKenzie, Michael Rapaport, Stellan Skarsgård, Aida Turturro.

Susan McAlester (Saffron Burrows) es una científica que busca una cura para el Alzheimer y para ello experimenta modificando el cerebro de los tiburones. El problema son los efectos secundarios que provoca.

A finales de los años 90 del pasado siglo se pusieron de moda este tipo de películas, mitad acción, mitad terror, protagonizadas por animales, como Anaconda (Luís Llosa, 1997) o Mandíbulas (Steve Miner, 1999), por ejemplo, un recurso que suele funcionar y que hunde sus raíces en la historia misma del cine.

Para llevar las riendas del invento se recurrió a un especialista en films de acción, Renny Harlin, que había brillado sobre todo con La jungla 2: Alerta roja (1990). Y siendo sinceros, todo el mérito de que Deep Blue Sea (1999) funcione correctamente como mero espectáculo de acción, tensión y efectos especiales hemos de agradecérselo al director, que sabe como insuflar vigor a un guión demasiado elemental y muy poco creíble.

Porque las bases "científicas" en que se asienta la historia son del todo absurdas y si no queremos desconectar de tanta fantasía, lo mejor es no hacerle demasiado caso a las explicaciones de Susan y centrarnos directamente en la montaña rusa de emociones a la que nos somete Harlin.

Tampoco el desarrollo es muy original y nos remite lógicamente a Alien, el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979) por la situación de un grupo de personas encerrados en un espacio y sin poder escapar mientras son acechados y eliminados por una bestia implacable. Aquí se reemplaza al extraterrestre por unos tiburones modificados genéticamente, pero la base del planteamiento es la misma. Curiosamente, al final me parecía mucho más creíble el tema del visitante del espacio que el de los tiburones, por raro que pueda ser. Imagino que en parte será por la maestría del film de Ridley Scott y que aquí, con un guión poco novedoso y un director con menos talento, se queda todo en un pasatiempo de usar y tirar.

A parte del tema poco convincente de unos tiburones super inteligentes, el otro lastre de Deep Blue Sea es un desarrollo demasiado previsible, con los sustos de rigor, el inevitable personaje gracioso y el desenlace más que esperado. Tampoco los personajes llegan a tener un peso suficiente, pues el guión ni se molesta en profundizar en ellos, ni siquiera en las relaciones más íntimas que se insinúan, pero sin ningún desarrollo. 

Y es que parece que Harlin ha preferido centrar todos sus esfuerzos en el espectáculo y al menos eso tenemos que agradecérselo, pues la historia arranca pronto con fuerza y ya no nos da un respiro hasta el mismo instante final. Aquellos espectadores que se contenten con esto, sin duda pasarán un rato entretenido de sustos y muertes espectaculares. Sin embargo, hemos de reconocer que Deep Blue Sea flojea en todo lo demás.