El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 28 de febrero de 2024

La proposición



Dirección: Anne Fletcher.

Guión: Peter Chiarelli.

Música: Aaron Zigman.

Fotografía: Oliver Stapleton.

Reparto: Sandra Bullock, Ryan Reynolds, Malin Akerman, Craig T. Nelson, Mary Steenburgen, Betty White, Denis O'Hare, Oscar Nuñez, Aasif Mandvi.

Cuando Margaret (Sandra Bullock), una importante ejecutiva en una editorial de Nueva York, recibe la noticia de que va a ser deportada a su país, Canadá, al caducarle su visado de residencia, encuentra que la mejor solución es casarse.

La comedia romántica se mueve en unos esquemas bastantes limitados, por lo que el intentar buscar algún recurso a base de guiones con un toque original no es una mala solución, aunque la clave siempre estará en la calidad, no en la originalidad. Lo importante es que la historia nos enganche, que los personajes resulten cercanos, alguien con quién podamos identificarnos, y que el desarrollo sea coherente.

El punto de partida de La proposición (2009) tiene su gracia: una ejecutiva odiada por todos sus compañeros que decide que lo mejor para evitar ser deportada es fingir su matrimonio. Y no se le ocurre elegir a otro que a su asistente, Andrew Paxton (Ryan Reynolds), al que está estado martirizando durante años. A partir de ahí, la clave reside en que el guión consiga convencernos de que ese enfrentamiento inicial termine en amor. Y creo que casi lo logra, pero le falta un punto a la historia para terminar de conseguirlo por completo.

Pienso que el fallo principal reside en el cambio que se produce en los personajes, de manera que cuesta entenderlo y aceptarlo. Margaret es presentada como una jefa despiadada y Andrew como un empleado sumiso y algo acobardado por ella. Pero en cuanto empiezan a fingir su romance, Andrew comienza a fastidiar a Margaret y ella pierde de pronto su carácter agresivo. La cosa no encaja.

Otro detalle que debería haberse alimentado más es el proceso por el que ambos empiezan a conocerse mejor y a limar diferencias, lo que poco a poco los llevaría al enamoramiento. Y solamente hay una escena es que veamos algo así entre ellos y es cuando Margaret se sincera con Andrew en el dormitorio y le cuenta el tiempo que lleva sin tener relaciones y el porqué  de un tatuaje. Es un momento íntimo muy bien planteado y que explica cómo Andrew empieza a ver a su jefa con otros ojos, pero es el único y creo que es insuficiente. Por eso al final, el enamoramiento de los protagonistas no acaba de resultar del todo creíble, con lo que la comedia termina no llegar al buen puerto deseado. Casi lo consigue, pero le falta algo de convicción y de coherencia para ello.

Por otra parte, la familia de Andrew está ahí para arropar la historia y por ello su papel es muy importante para el desarrollo de la relación. Y de nuevo el guión alterna aciertos con errores clamorosos. Por ejemplo, los padres de Andrew, Joe (Craig T. Nelson) y Grace (Mary Steenburgen), apenas aportan nada a la historia; solamente la abuela Annie (Betty White) cobra un rol algo más importante, pero en lugar de convertirla en un personaje entrañable (la escena de la joya familiar va por ese camino), el guión prefiere darle un toque cómico que en realidad termina siendo grotesco en la escena del baile en el bosque.

Son estos bandazos del guión, que ofrece un momento de cierta calidad al lado de patinazos absurdos, lo que termina por desequilibrar el conjunto. Y no se entiende bien cómo una misma persona puede escribir una escena con cierta profundidad emocional y al minuto siguiente ofrecernos un disparate. 

Lo que sí me quedó claro es que Sandra Bullock no ha perdido ni un poco de su talento y encanto para la comedia. Gracias a ella la película logra un nivel que sería impensable con otra actriz. Ella resulta absolutamente convincente como jefa despiadada y al mismo tiempo tiene algo que impide que nos caiga mal, por lo que siempre estamos de su parte, lo que es fundamental para que sintamos empatía hacia ella y deseemos que termine siendo feliz al lado de Andrew. 

Da pena, pues, ver como La proposición, que tenía todo a su alcance para funcionar muy bien, termina estropeando sus posibilidades con decisiones absurdas del guión. Tal vez si se hubiera enfocado menos a la comedia la cosa habría terminado mejor. Es un film que se puede disfrutar, es cierto, pero que nos deja cierto sabor agridulce en la boca. 

martes, 27 de febrero de 2024

El beso del dragón



Dirección: Chris Nahon.

Guión: Luc Besson y Robert Mark Kamen (Historia: Jet Li).

Música: Craig Armstrong.

Fotografía: Thierry Arbogast.

Reparto: Jet Li, Bridget Fonda, Tchéky Karyo, Ric Young, Burt Kwouk, Max Ryan, Laurence Ashley, Cyril Raffaelli, Didier Azoulay, Isabelle Duhauvelle.

Con la misión de detener a un traficante chino y su cliente en Francia, la policía china envía al agente Liu Jian (Jet Li) a París para colaborar con el inspector Richard (Tchéky Karyo).

No vamos a encontrar en la historia de El beso del dragón (2001) nada especialmente imaginativo. Estamos ante un típico film de acción basado en las artes marciales con un argumento sobre tráfico de drogas, corrupción policial, prostitución y la relación entre el héroe y una prostituta que, sin llegar a convertirse abiertamente en un romance, aporta las notas necesarias y agradecidas de ternura a la colección de peleas que dominan casi por entero la cinta.

La figura de la historia es Jet Li, un luchador que está a medio camino entre Bruce Lee, por fisonomía y sobriedad interpretativa, y Jackie Chan, por ese estilo de lucha especialmente atlética y que utiliza los recursos a su alcance como ayuda o armas eventuales. Es un estilo un tanto teatral y poco realista, pero aporta ese espectáculo en las coreografías de lucha que tan bien queda en la pantalla. Yo prefiero algo menos circense, pero hemos de reconocer que Chris Nahon consigue unos resultados en esas escenas muy atractivos.

Otro punto importante es la presencia de Tchéky Karyo en la piel del malvado inspector de policía que intenta desesperadamente acabar con Liu Jian. La caracterización del inspector como un tipo sin escrúpulos realmente peligroso y sanguinario es perfecta para la trama y Tchéky Karyo consigue convertir al personaje en alguien especialmente odioso y malvado.

El argumento en sí tampoco desmerece en absoluto. Es verdad que la historia no es muy original y algunos momentos resultan un tanto increíbles, pero teniendo en cuenta que de lo que se trata es de fijar las bases para las múltiples peripecias del protagonista, hay que convenir que al menos el trabajo de los guionistas es minucioso y además se toman su tiempo para ofrecernos escenas de transición interesantes donde se va perfilando con buen gusto y acierto la relación entre el agente chino y la prostituta. 

Es verdad también que el guión no es capaz de evitar caer en ciertos tópicos, más evidentes en el personaje de Bridget Fonda, que además se intenta edulcorar un poco al principio cuando se muestra reticente a entrar en el juego de seducir al mafioso chino. No son detalles trascendentes, pero sí que denotan un intento de "proteger " al personaje y que no la veamos como una mujer sin principios, de ahí también su negativa a drogarse.

Lo mejor de El beso del dragón es que, a pesar de su trama predecible, ciertos detalles inverosímiles y su enfoque a un consumo fácil, consigue equilibrar su finalidad principal con un cuidado en los personajes, de manera que a parte de la acción pura y dura, tenemos un conjunto de detalles que arropan perfectamente la historia, que termina funcionando bastante bien. 

lunes, 26 de febrero de 2024

Venganza: conexión Estambul



Dirección: Olivier Megaton.

Guión: Luc Besson y Robert Mark Kamen.

Música: Nathaniel Mechaly.

Fotografía: Romain Lacourbas.

Reparto: Liam Neeson, Maggie Grace, Famke Janssen, Rade Serbedzija, Leland Orser, Jon Gries, D. B. Sweeney, Luke Grimes.

Para salvar a su hija Kim (Maggie Grace), Bryan Mills (Liam Neeson), agente de la CIA retirado, había acabado con todos sus raptores. Ahora el padre de uno de ellos (Rade Serbedzija) ha decidido vengarse.

Venganza (Pierre Morel, 2008) era un film de acción no especialmente novedoso, pero sí que tenía suficiente carga dramática en su argumento y acción a raudales para cautivar a un gran número de espectadores. Su sorprendente éxito de taquilla dio lugar, como cabía esperar, a una segunda entrega: Venganza: conexión Estambul (2012). Por desgracia, repetir la fórmula casi mecánicamente no dio como resultado más que un film cuestionable.

Parece que los guionistas de esta entrega no se esforzaron demasiado a la hora de elaborar el argumento, calcando el planteamiento de la primera película, incluso con el prescindible epílogo, aún más insustancial que el de la cinta de Morel. La única variación es que esta vez será la esposa de Bryan (Famke Janssen) la que caiga en manos de los malvados y a la que salvará su esposo con la ayuda de su hija. Y es en esta ayuda donde más chirría un guión ventajista e increíble, con deducciones imposibles y soluciones idiotas, como la de Kim tirando granadas por Estambul como si nada. Si no fuera tan patético, porque el guión lo plantea en serio, daría casi para una película de humor.

Pero el tema de las granadas no agota ni mucho menos el capítulo de disparates. La manera en que Bryan deduce dónde retienen a su esposa no se sostiene en pie, aún con los intentos del guión de justificarlo. Tampoco parece normal que nadie vigile a Bryan y su esposa cuando son capturados, pudiendo él telefonear a su hija con toda la calma del mundo.

Para completar el desaguisado, por mucho que se intente ofrecer de los villanos de turno cuna imagen de tipos duros, la verdad es que no se consigue hacerlos mínimamente temibles, ya no solo por la rutinaria manera de presentarlos, sino sobre todo por lo torpe de sus acciones, estando siempre de espaldas al peligro, descuidando la vigilancia u ofreciendo escasa resistencia. Incluso su jefe termina resultando patético, escondido como un niño pequeño.

Solamente la secuencia de la persecución en coche por las calles de Estambul resulta mínimamente emocionante y ágil en su ejecución; eso sí, tenemos que tragarnos una nueva estupidez del guión como es el hecho de que la hija de Bryan conduzca tan endemoniadamente bien cuando ni siquiera tiene el carnet de conducir. Si lo hubieran hecho a propósito como recurso cómico no les habría salido tan bien.

Sinceramente, pocas veces, salvo en producciones de bajo presupuesto, hemos visto una historia más desangelada y rutinaria. No se puede pretender construir nada a brochazos sin el más mínimo esfuerzo. Una película totalmente ridícula.  

domingo, 25 de febrero de 2024

2 Guns



Dirección: Baltasar Kormákur.

Guión: Blake Masters (Novela gráfica: Steven Grant).

Música: Clinton Shorter.

Fotografía: Oliver Wood.

Reparto: Denzel Washington, Mark Wahlberg, Paula Patton, Bill Paxton, James Marsden, Fred Ward, Edward James Olmos. 

Intentando incriminar a un capo de la droga, Manny "Papi" Greco (Edward James Olmos), el agente de la DEA Robert Trench (Denzel Washington) atraca un banco con su "socio" Michael Stigman (Mark Wahlberg), en realidad agente de la inteligencia naval. Pero ambos desconocen la verdadera identidad del otro. Lo que tampoco saben es que en realidad han robado dinero negro de la CIA.

La prueba más evidente de que 2 Guns (2013) proviene de una adaptación de una novela gráfica la tenemos en un guión infantil y absurdo que solo busca divertirnos con un discutible cóctel de acción, intriga y humor. 

Lo primero que tenemos que tragarnos es el rocambolesco hecho de que dos agentes de distintos organismos colaboren para detener a un narcotraficante sin que ninguno conozca la identidad del otro. Es una primera prueba importante que en mi caso me impidió tomarme en serio todo lo que venía detrás de esa curiosa premisa. Además, no me parece necesario tener que forzar tanto las cosas para todo lo que viene a continuación, que podría haberse orquestado sin un arranque tan duro de digerir.

Y es que la coherencia o la verosimilitud no entran dentro de los parámetros de 2 Guns, que es un simple pasatiempo con mucha testosterona, personajes de cartón piedra y humor varonil no demasiado original.

Es verdad que la primera parte de la cinta, con el tema de la identidad de los protagonistas, el misterio de a quién pertenece el dinero que han robado o por qué quieren cargarse a Stigman sus propios superiores crean unas buenas expectativas, lo que unido a ciertas escenas de acción bien realizadas nos invitan a seguir atentos a los acontecimientos.

Además, hay que reconocer el carisma de Denzel Washington en este tipo de películas, a lo que se une un inspirado Mark Wahlberg, formando una pareja que funciona de manera convincente, aún cuando sus papeles sean demasiado tópicos y los diálogos tremendamente simples.

Pero a poco la cinta empieza a degenerar en situaciones improbables, decisiones de los malos de turno un poco cuestionables y, en general, una trama confusa y sin mucho sentido que va convirtiendo el argumento en un sinsentido. Es entonces cuando vemos claramente que la película es una bobada mayúscula enfocada solamente a hacernos pasar un rato de evasión sencilla, llena de giros argumentales y acción a raudales  no apta para aquellos que busquen algo más de profundidad.

Seguramente, mucha gente se contentará con ello y, bien mirada, la cinta tiene una factura muy lograda y mantiene el ritmo sin problemas. Lo que pasa es que me hubiera gustado un argumento más inteligente y menos estereotipado. Pero hoy en día parece mucho pedir.

sábado, 24 de febrero de 2024

Uno de los nuestros



Dirección: Martin Scorsese.

Guión: Nicholas Pileggi y Martin Scorsese (Novela: Nicholas Pileggi).

Música: Pete Townshend.

Fotografía: Michael Ballhaus. 

Reparto: Robert De Niro, Ray Liotta, Joe Pesci, Lorraine Bracco, Paul Sorvino, Frank Sivero, Tony Darrow, Mike Starr, Frank Vincent, Chuck Low, Debi Mazar, Christopher Serrone.

Desde niño, Henry (Christopher Serrone) se siente atraído por los mafiosos del barrio, tipos importantes a sus ojos, y se ha propuesto ser uno de ellos.

Uno de los nuestros (1990) es para muchos una obra maestra de Martin Scorsese. No quiero quitarle méritos, pero no encuentro nada en ella que me haga valorarla hasta ese punto. Tal vez destacaría la evidente soltura del director a la hora de dirigir esta historia del ascenso y caída de Henry Hill; tantos años dirigiendo le dan a Scorsese un dominio de la puesta en escena incuestionable. Pero, la verdad, toda la película me pareció artificial, me costaba verla como algo verídico, meterme de lleno en ella y eso que está basada en hechos reales.

El problema creo que tiene mucho que ver con la voz en off que va contando la historia desde el principio y que le da al relato un tono casi irreal. Además, los protagonistas, incluso en sus rasgos más brutales, como con el personaje de Joe Pesci, parecían en todo momento de ficción, siguiendo unos patrones muy estereotipados, hasta en sus rasgos aparentemente más singulares. Hay algo artificial en la película, no es nada evidente, una sensación de que todo está demasiado planificado.

La historia se centra en el personaje de Henry, interpretado de adulto por un Ray Liotta que me pareció bastante sobreactuado por cierto, que desde pequeño aspira a llevar la vida de lujos y poder de los mafiosos de su barrio. Es su peculiar visión del triunfo. Quiere sentirse importante, vivir por encima de la existencia rutinaria de los pobres trabajadores del barrio, miserables y explotados. 

Pero el sueño tendrá su lado perverso, como pronto descubrirá Henry. El dinero corrompe, la vida fácil pasa factura. Pero la lección más cruel es ver cómo sus compañeros y amigos pueden pegarte un tiro sin pestañear. No hay lealtad, nadie se fía de nadie y, llegado el momento, tonto el último. Por eso Henry debe delatar a sus compinches, pues lo han dejado solo y además planean liquidarlo. Su sueño dorado acabará en la nada, viviendo la vida de tantos americanos normales, lo que él tanto despreciaba.

Uno de los detalles curiosos de Uno de los nuestros es que Scorsese no se centra en los grandes capos, sino en la clase media de la mafia. Henry, Jimmy (Robert De Niro) y Tommy (Joe Pesci) son peones ejecutores, no los que mueven los hilos. Y si en El padrino (1972) Coppola daba una imagen con cierto glamour de la mafia, Scorsese muestra ese mundo desde un punto de vista opuesto, especialmente en el tema de la violencia, siempre presente y muchas veces gratuita. Es una visión más cercana a la realidad, sin duda.

Martin Scorsese extiende el relato durante más de treinta años, con lo que la historia me parece que pierde algo de unidad, si bien los saltos en el tiempo necesarios para ajustar la duración del film me parecieron muy bien integrados, pero de todos modos hay cierta dispersión, a parte de que al abarcar tanto se pasa demasiado de prisa por ciertos momentos y nunca se llega a profundizar demasiado en los personajes. 

Uno de los nuestros es cine del bueno, tiene un reparto excelente y un director con un talento especial, pero aún así lo encontré artificial, nunca me llegué a emocionar, ni me intrigaba nada de lo que se narraba; en todo momento era consciente de estar viendo una ficción y eso es preocupante.

Joe Pesci ganó el Oscar al mejor actor secundario.

viernes, 23 de febrero de 2024

Pandorum



Dirección: Christian Alvart.

Guión: Travis Milloy (Historia: Travis Milloy y Christian Alvart).

Música: Michl Britsch.

Fotografía: Wedigo von Schulzendorff.

Reparto: Ben Foster, Dennis Quaid, Antje Traue, Cung Le, Cam Gigandet, Eddie Rouse, André Hennicke, Norman Reedus.

El Teniente Payton (Dennis Quaid) y el Cabo Bower (Ben Foster), miembros de la tripulación de la nave Elysium, enviada para colonizar el remoto planeta Tanis, despiertan de su hibernación con grandes lapsus de memoria, pero comprueban que algo ha fallado en la misión y que su nave parece gravemente dañada.

Pandorum (2009) es un film alemán de ciencia ficción en su vertiente más terrorífica. El planteamiento es sencillo: los dos protagonistas despiertan para comprobar que algo ha fallado en su misión y además la nave sufre de una grave avería que podría causar el colapso total. Para añadir algo más de emoción a la fórmula, el teniente y el cabo sufren de amnesia por la larga hibernación, lo que aumenta su indefensión. Cuando intentan averiguar qué ha pasado, descubrirán que unos seres carnívoros campan a sus anchas por la nave, matando a los supervivientes que encuentran a su paso.

Con estos elementos y un argumento sencillo pero que funciona bastante bien, Alvart consigue crear un ambiente bastante opresivo que nos atrapa por la precaria situación de los protagonistas, expuestos a un enemigo terrible y mucho más numeroso y más fuerte. El estar atrapados en la nave añade ese plus de claustrofobia que le sienta realmente bien a la trama. Las escenas de acción están resueltas con eficacia, con momentos bastante desagradables, aunque sin que el director se cebe en exceso en los detalles sangrientos.

Es en la parte más tranquila del relato, donde se desarrollan el argumento y las relaciones entre los distintos personajes que van surgiendo en la nave, donde el guión se muestra más endeble. No es que tenga grandes fallos, pero se nota que todo está enfocado a la acción y se pierde la oportunidad de dotar a los personajes de algo más de calado humano.

Es verdad también que a veces tenemos la impresión de que la historia no da para mucho más y el director se limita a alargar algunas situaciones, pero son episodios muy contados que es cierto que no benefician el desarrollo, pero tampoco son un lastre insalvable.

Sin embargo, el fallo más llamativo viene del intento de enredar innecesariamente el argumento con alusiones a posibles episodios de locura fruto de los efectos de la hibernación, que no llegan a definirse claramente hasta llegar al desenlace, donde el guión es incapaz de ceñirse a un camino sencillo y busca retorcer las cosas con giros rocambolescos que nunca llegan a funcionar de manera coherente, sino como simples trucos para intentar culminar la historia con lo que los guionistas debieron pensar que era un giro sorprendente. La verdad, no hacía falta llevar las cosas tan lejos y se vuelve a demostrar que lo sencillo suele ser lo más conveniente.

De todas manera, Pandorum funciona correctamente como película de intriga y tensión. Tal vez lo menos convincente es el aire de seriedad y trascendencia que se le quiere dar a un film de este tipo, pues al final no deja de ser un mero pasatiempo sin más, y ahí debería haberse quedado.

jueves, 22 de febrero de 2024

45 años



Dirección: Andrew Haigh.

Guión: Andrew Haigh (Relato: David Constantine).

Fotografía: Lol Crawley.

Reparto: Charlotte Rampling, Tom Courtenay, Geraldine James, Dolly Wells, David Sibley. 

Unos días antes de celebrar su cuadragésimo quinto aniversario de bodas, Geoff Mercer (Tom Courtenay) recibe una carta en la que le informan que acaban de encontrar el cadáver de la que fuera su primer amor.

45 años (2015) es uno de esos films que se adentran en las relaciones de pareja de una manera directa, desnuda de artificios y nos plantea tantas preguntas sin respuesta que es imposible no reflexionar sobre nuestra propia vida una vez que la pantalla se vuelve negra.

El drama que se plantea es tan sencillo como contundente: Geoff y Kate (Charlotte Rampling) llevan cuarenta y cinco años de matrimonio y ambos parecen haberse acomodado el uno al otro de manera perfecta. Llevan una vida tranquila, sin hijos, pero rodeados de amigos, compartiendo aficiones y disfrutando de su vejez juntos. Sin embargo, cuando Geoff recibe la carta en la que le comunican que el cadáver de su primer amor, Katya, ha aparecido intacto congelado en el hielo de un glaciar, algo muy profundo socava su vida apacible.

Para Geoff es un regreso a un pasado que estaba dormido, pero nunca muerto. De pronto, los recuerdos se hacen muy vívidos y Geoff se sumerge en ellos, volviendo a vivir aquellos días lejanos, recuperando imágenes de Katya conservadas como un tesoro.

Para Kate es un golpe del que no sabe defenderse. ¿Cómo luchar contra un amor idealizado que permanece intacto, como el cuerpo de Katya? Kate empieza a plantearse seriamente qué ha significado para su marido, si la ha querido tanto como a Katya, si no ha representado más que un papel secundario en la vida de Geoff. Además, cuando descubre que Katya estaba embarazada cuando murió, comprende que ella siempre estará en desventaja, pues no pudo darle a Geoff un hijo.

Conforme el dolor de Kate se va haciendo más grande, sin que ya nada pueda aliviarlo, la celebración del aniversario se convierte en un destino amargo, un mero trámite que afrontar con dignidad, pero desprovisto ya de significado; una especie de representación ante sus amigos, pero con la desilusión y la certeza de que ya no es lo que debería haber sido.

Andrew Haigh opta aquí por la contención y la elegancia. Ambos recursos me parecen los más apropiados para no derivar el drama en algo cercano a la mediocridad lacrimógena de un telefilm de sobremesa. Al mismo tiempo, el director elige no ofrecernos respuestas claras, ni siquiera el dolor de Kate se muestra abiertamente, sino en pequeños detalles, en miradas, en silencios, en el reflejo de un espejo. Porque hemos de ser nosotros los que analicemos las imágenes y encontremos las repuestas oportunas. Haigh nos deja las puertas abiertas de par en par y cada espectador, en función de su experiencia, será el que ponga en orden el puzzle.

El viaje al interior del alma humana no es sencillo, no hay buenos ni malos, sino que la vida a veces nos maneja a su antojo. Y es imposible luchar contra los fantasmas. Kate se da cuenta de ello y sufre. Ambos intentan aclarar la situación, pero comprendemos que ya no hay solución. La carta ha abierto un abismo entre ambos y nada de lo que hagan podrá borrar ese momento en que Geoff le cuenta a Kate su relación con Katya. Nada puede frenar la nostalgia de Geoff por un amor idealizado y truncado demasiado pronto. Nada puede paliar las dudas y el desencanto de Kate.

Tal vez en el tono distante, el ritmo pausado y la contención, Haigh haya provocado que 45 años resulte un tanto fría para la profundidad del asunto abordado. Es tal vez el único reproche que podemos hacerle, pues se podría haber contado la historia con el mismo rigor pero con algo más de intensidad. No ofrece un equilibrio perfecto, pero es lo que Haigh ha preferido.

Con un trabajo delicado de Charlotte Rampling encarnando a Kate, sobre la que se centra el film, más que en su marido, que a menudo queda fuera de plano mientras ambos conversan, 45 años es una película que no puede dejarte indiferente porque habla del amor, la juventud, las ilusiones, el poder de un ideal, los sueños perdidos... ¡la vida!

miércoles, 21 de febrero de 2024

Kong: la Isla Calavera



Dirección: Jordan Vogt-Roberts.

Guión: Dan Gilroy, Max Borenstein y Derek Connolly (Historia: John Gatins).

Música: Henry Jackman.

Fotografía: Larry Fong.

Reparto: Tom Hiddleston, Samuel L. Jackson, John Goodman, Brie Larson, John C. Reilly, Jing Tian, Toby Kebbell, John Ortiz, Corey Hawkins, Jason Mitchell, Shea Whigham, Thomas Mann, Terry Notary.

En 1973, se organiza una expedición para explorar la misteriosa Isla Calavera, recién descubierta en el Pacífico Sur.

Nueva versión cinematográfica sobre la figura de King Kong que se sale de la historia más conocida para buscar un espectáculo total sin tiempo para parpadear.

El cine actual es sobre todo envoltorio. Hay que sorprender con las imágenes; el público parece decidido a consumir lo que sea mientras tenga un envoltorio lujoso. Y Kong: la Isla Calavera (2017) si  de algo puede presumir es de ser un producto asombroso en cuanto a forma, ritmo y espectáculo.

En esta ocasión el simio no saldrá de su isla, toda la cinta transcurre en su hábitat, a dónde llegan unos científicos, escoltados por un grupo de militares, para explorar la isla. El problema es que nada más llegar se dedican a lanzar bombas a lo loco, con lo que enfadan y mucho a Kong, rey de la zona.

Destruidos los helicópteros y diezmada la expedición, la lucha de los hombres ahora es para sobrevivir y poder escapar de una isla donde Kong es la menor de sus preocupaciones, pues hay otros habitantes mucho más peligrosos a los que Kong mantiene a raya.

Para que no falte ningún detalle, tenemos la figura del militar obsesivo, encarnado por Samuel L. Jackson, que lejos de compartir la idea de sus compañeros de que lo mejor es escapar de ese infierno, solamente tiene en mente acabar con el gorila que mató a muchos de sus hombres.

Pero el guión aquí no es lo importante. Simplemente cumple su función de situarnos en la isla y justificar el despliegue asombroso de medios que convierten esta cinta en un espectáculo formidable. Porque incluso para ofrecernos el típico cine de palomitas hay que saber hacerlo bien y Vogt-Roberts demuestra un talento especial para orquestar unas escenas cargadas de adrenalina. 

Pero la emoción no está solamente en los enfrentamientos de Kong con los humanos que alteran el equilibrio de su isla, sino en las fantásticas y terroríficas criaturas que atacan a la expedición y nos ponen los pelos de punta constantemente. A nivel de efectos especiales, la película es perfecta.

Lo mismo que el ritmo, la tensión constante, las sorpresas, o más bien, los sustos... el director nos mete de lleno en la acción en cuanto la expedición llega a la isla y ya no nos da un respiro hasta el final.

Eso sí, en esta versión se pierde el romance entre Kong y la chica (solamente hay una escena en que ella, Brie Larson, acaricia al gorila). Y es triste ver cómo el espectáculo puro y duro se come una parte muy hermosa del relato, como es la escenificación del mito de la bella y la bestia que en versiones precedentes nos había deparado momentos muy especiales. Es sin duda el mayor defecto de Kong: la Isla Calavera, pues nos priva de la parte más emotiva y además lo hace sin ninguna justificación. Había tiempo y ocasiones para detenerse en ello, pero esta idea de añadir algo de contenido al espectáculo se ve que no encajaba en las ideas del guión. 

En todo caso, la película es lo que es: cine volcado en el espectáculo, un alarde de efectos especiales dentro de un esquema muy sencillo, para que sea fácilmente digerible por la mayor cantidad de espectadores posible.

martes, 20 de febrero de 2024

Solomon Kane



Dirección: M. J. Bassett.

Guión: M. J. Bassett

Música: Klaus Badelt.

Fotografía: Dan Laustsen.

Reparto: James Purefoy, Max von Sydow, Rachel Hurd-Wood, Mackenzie Crook, Pete Postlethwaite, Ian Whyte, Alice Krige, Ben Steel.

Solomon Kane (James Purefoy) ha llevado una vida violenta, saqueando y matando sin piedad. Pero para evitar que el Diablo se apodere de su alma condenada, decide cambiar de vida.

Solomon Kane (2009) es un film de aventuras centrado en un héroe de pasado oscuro, invencible con la espada y que busca redimirse. La nota original de la ecuación es el ingrediente mágico del guión, con el Diablo reclamando almas, brujería y villanos malísimos. El tema del toque de fantasía sin duda nos recordará a Conan, el bárbaro (John Milius, 1982), lo que no sería de extrañar ya que el creador del personaje de Conan, Robert E. Howard, es también el que ideó a nuestro héroe.

Quizá lo que destaca especialmente en esta cinta es la interesante y efectiva ambientación de la historia, con ese tono oscuro, la lluvia, el barro, la miseria... crea sin duda el ambiente perfecto para una historia también oscura y dramática.

También Bassett se muestra bastante acertado a la hora de escenificar las luchas, logrando escenografías contundentes, no exentas de una violencia que el director logra reflejar con eficacia pero evitando con acierto los detalles más escabrosos, de manera que nos metemos de lleno en una violencia extrema, pero nunca demasiado desagradable. En general, el trabajo de Bassett me pareció muy interesante, sabiendo mover la cámara con soltura, elegir buenos encuadres y remarcar en todo momento los instantes clave de la historia.

Sin embargo, como suele ser demasiado habitual en el cine de acción contemporáneo, donde la historia hace agua es en el guión que, lamentablemente, es tan raquítico que asusta.

Kane es un personaje que cuesta tomar en serio. Está dibujado de manera tan gruesa, remarcado además por una actuación plagada de excesos, que no parece una persona de carne y hueso. Se puede argumentar que estamos ante una película cercana al mundo del cómic, donde lo fundamental reside en la sencillez y la estética. Es verdad, pero darle algo de profundidad al relato no suele ser un inconveniente, sino más bien lo contrario. Y con un héroe tan básico, todo lo que le sucede resulta muy elemental, sin conseguir convertirnos en cómplices de sus penurias. 

Tampoco los personajes secundarios terminan de coger forma, solo están dibujados con grandes pinceladas, de manera que todo el argumento peca de demasiado simple con lo que, llegados a momentos clave, como la muerte del padre de Solomon , interpretado por el veterano Max von Sydow, no conseguimos verlos como algo cercano, sino más bien algo un poco puesto ahí porque sí, siguiendo unas pautas estereotipadas, sin profundidad.

Una de las consecuencias más nefastas de esa falta de consistencia de la historia es la continua repetición del tema de la maldición que pesa sobre Solomon, que se convierte en el único argumento que existe para mover el desarrollo de la historia y que termina por resultar algo cansino.

En todo caso, aquellos que simplemente se contenten con la puesta en escena y una historia de batallas, peligros y magia, Solomon Kane es un espectáculo bastante bien resuelto visualmente. Los que busquen algo más de sustancia, aquí no se verán recompensados.

lunes, 19 de febrero de 2024

Siempre a tu lado (Hachiko)



Dirección: Lasse Hallström.

Guión: Stephen P. Lindsey.

Música: Jan A. P. Kaczmarek.

Fotografía: Ron Fortunato.

Reparto: Richard Gere, Joan Allen, Sarah Roemer, Jason Alexander, Cary-Hiroyuki Tagawa, Erick Avari,  Robbie Collier-Sublett, Davenia McFadden.   

Parker Wilson (Richard Gere), un profesor de música, al regresar de un viaje en tren encuentra en el andén a un cachorro perdido y se lo lleva a casa.

Siempre a tu lado (Hachiko) (2009) es un remake de la película japonesa de 1987 Hachiko monogatari (Seijirō Kōyama), que contaba una historia real de un perro que, muerto su dueño, siguió yendo durante nueve años a esperarlo a la estación de tren donde siempre lo esperaba cuando vivía.

La historia de una lealtad inquebrantable como la que nos cuenta Lasse Hallström es realmente conmovedora y es imposible no emocionarse en la segunda parte de la película viendo al pobre perro acudir sin desmayo cada día a la misma hora a esperar a su dueño fallecido. Por un lado, es admirable esa constancia y al tiempo sentimos pena porque el animal no puede entender que su espera es inútil. Son sin duda los mejores momentos de la historia, remarcados por la hermosa música de Kaczmarek. Es verdad, se puede achacar al director que busque con obstinación emocionarnos a toda costa, pero en el fondo es esa la esencia de la historia, pues no tiene otro mensaje ni otra justificación.

Si queremos encontrar debilidades en la película debemos buscarlas en otros lados. Por ejemplo, en toda la parte en la que se cuenta la adopción del cachorro y después, ya siendo el perro adulto, su relación con Parker, y su familia. En toda esta parte, la impresión que tenemos es la de un guión que no da más de sí, mostrando la relación de amo y perro sin lograr nada realmente especial en ese cúmulo de secuencias contadas con una falta absoluta de imaginación y de emoción. 

Además, el guión desperdicia por completo la participación de personajes secundarios, que se quedan reducidos casi a lo mínimo, sin aportar nada interesante a la historia.

Es como si el guionista despojara de cualquier adorno a la historia, pero incluso cuando se centra en Parker y su esposa (Joan Allen), siendo incapaz de transmitir el amor que se profesan. Es tal la simplicidad del guión que se omiten oportunas explicaciones en momentos importantes y solamente en la fuerza de la constancia del perro acudiendo a esperar a su amo a la estación encontramos verdadera emoción, y no por cómo lo cuenta el guión, sino por la fuerza de los hechos en sí mismos, la belleza del animal y la certeza de que fue un caso real.

Así pues, Siempre a tu lado (Hachiko) es una película emotiva en sí misma, pero donde las carencias evidentes de guión y dirección consiguen arruinar gran parte de su potencial. Al no haber visto la versión japonesa, no puede afirmar con certeza si esta historia daba para un largometraje, pero por el trabajo de Lasse Hallström parece que no.  

domingo, 18 de febrero de 2024

Snatch. Cerdos y diamantes



Dirección: Guy Ritchie.

Guión: Guy Ritchie.

Música: John Murphy.

Fotografía: Tim Maurice-Jones.

Reparto: Jason Statham, Stephen Graham, Brad Pitt, Benicio Del Toro, Dennis Farina, Alan Ford, Vinnie Jones, Rade Sherbedgia, Mike Reid, Robbie Gee, Lennie James, Ewen Bremner, Jason Flemyng.

Franky "Cuatro dedos" (Benicio Del Toro) ha robado un diamante de 84 quilates. En Londres, camino de Nueva York, se lo roban.

Segundo film de Guy Ritchie tras la aclamada Lock & Stock (1998), Snatch. Cerdos y diamantes (2000) insiste en la fórmula de la primera y es que si algo funciona, mejor no cambiarlo demasiado.

Así que volvemos a tener un film coral, con múltiples personajes entrecruzándose con un diamante como motor del conflicto, personajes pintorescos de los bajos fondos entre duros, violentos, torpes y patéticos. Guy Ritchie vuelve a centrar el relato en una serie de acontecimientos casuales que van tejiendo una madeja cada vez más enrevesada hasta la catarsis final, que resuelve los conflictos de golpe, o no. 

La cinta recuerda inevitablemente, como ya sucediera con Lock & Stock, el estilo de Tarantino, con ese tono simpático y gamberro, la libertad creativa que permite cualquier recurso que le convenga al director y un elenco de actores que parecen ir conformando el universo de Ritchie, como Jason Statham, el ex futbolista Vinnie Jones o Jason Flemyng. Sin embargo, el que destaca especialmente por encima de todos es Brad Pitt, con el personaje más singular dentro de esta curiosa fauna de Guy Ritchie y un talento que lo convierte en la estrella indiscutible de la película.

Película que es un juego del director donde lo menos importante es la trama en sí, sino los personajes y cómo van interactuando. No debemos buscar verosimilitud ni profundidad en los personajes, es un tipo de cine más centrado en las formas y el estilo que en la coherencia. Curiosamente, es este tipo de propuestas las que terminan cautivando a gran parte del público, creando incondicionales seguidores y adoradores de sus creadores, como sucedió con Tarantino. En una época de cierta superficialidad, las señas de identidad muy marcadas parecen la clave.

Si Lock & Stock había dado un primer toque de atención sobre el director, será esta película la que lo lance definitivamente a la fama. Sinceramente, Guy Ritchie nos vende un producto de consumo fácil, entretenido y con un estilo moderno y personal que funciona entre público y crítica. Personalmente, es un film que entretiene, pero no le veo nada especial para elevarlo a los altares.  

sábado, 17 de febrero de 2024

Sunlight Jr.



Dirección: Laurie Collyer.

Guión: Laurie Collyer.

Música: J Mascis.

Fotografía: Igor Martinovic.

Reparto: Naomi Watts, Matt Dillon, Norman Reedus, Tess Harper, Antoni Corone, Adrienne Lovette. 

A Melissa (Naomi Watts) la vida no le sonríe precisamente: tiene un mal trabajo, su pareja Richie (Matt Dillon) es un inválido que no trabaja y bebe demasiado, viven precariamente y encima se queda embarazada.

Con solo un documental y un largometraje a sus espaldas en trece años, Laurie Collyer nos ofrece con Sunlight Jr. (2013) un film tan personal como sincero, un retrato de esa otra América alejada de los éxitos, el dinero y las portadas de los periódicos. 

Sunlight Jr. es un viaje a las clases más desfavorecidas de la sociedad, a los perdedores que no saben qué comerán ese día o donde dormirán, gente que tiene lo justo para ir tirando y ni puede siquiera permitirse ir al médico.

Para este viaje, la directora se centra en Melissa, una joven con ciertas aspiraciones pero que no ha sabido encauzar su vida. Tras una relación con Justin (Norman Reedus), un pequeño traficante que le pegaba, está ahora compartiendo su vida con Richie, un paralítico que a pesar de sus buenas intenciones y promesas no es capaz de dejar de beber ni de encontrar un trabajo que ayude en la economía familiar. Por eso Melissa ha de doblar turnos en un trabajo mal pagado donde además ha de soportar las insinuaciones y amenazas de su superior (Antoni Corone).

La gota que colma el vaso es un inesperado embarazo que, además, termina por costarle el puesto de trabajo a Melissa. Sin dinero, Richie y ella deben dejar el cuarto del motel en que viven y solo les queda el coche para poder dormir. 

Viendo el argumento, todo parece anunciar un melodrama de esos de caja de pañuelos de papel. Sin embargo, la maestría y la elegancia de Collyer no solamente evitan los peligros de caer en las redes de un drama insoportable, sino que elevan el discurso a un nivel de sinceridad y claridad fantásticos.

Collyer no pretende denunciar nada, ni concienciarnos de nada. No busca manipularnos, ni siquiera pretende mostrarnos una moraleja. No es un film edificante, ni esperanzador. La directora nos lleva por un fragmento de realidad desnuda, es como si quisiera hacer una especie de documental sobre una mujer anónima que lucha por sobrevivir como haría cualquier otra. La historia que nos cuenta no tiene un principio claro y el final podría ser el que nos muestra Collyer u otro momento en la vida de Melissa, anterior o posterior. Da la impresión de que nada cambiaría demasiado.

Y sin embargo, a pesar de que no se busca ningún mensaje, creo que algunas cosas quedan claras en la película. La más evidente es la fortaleza de Melissa para seguir adelante y soportar todo lo que le rodea: su novio incompetente, su inútil madre (Tess Harper), su trabajo mal pagado... No es una heroína, es sencillamente una mujer que saca fuerzas de flaqueza, incluso cuando tiene que tomar una decisión muy dura: nada podrá abatirla, aunque el dolor irá macerando por dentro.

En cambio, los hombres en su vida son débiles y egoístas. No creo que Collyer pretenda sentenciar nada con el retrato de Richie y Justin, sino que muchas veces las cosas son así. Una mujer sabe establecer unas prioridades, tiene claro el camino; los hombres a menudo son solo humo, palabras vacías, ilusiones, pero con cierta inmadurez emocional y social profunda. Y es lo que muestra la directora, sin predicar nada más que la realidad de algo que está ahí y que ella es capaz de mostrar sin adornos, sin excesos, con un buen gusto y un acierto totales.

Apoyándose en Naomi Watts y Matt Dillon, ambos sorprendentemente perfectos, Laurie Collier nos lleva a un mundo sin glamour, al día a día de los miserables. Y no necesita de un gran presupuesto, solo de sensibilidad y talento. Pero cuidado: a pesar de ser una historia contada con mesura, el resultado no podría ser otro que un film muy, muy triste. La vida supera la ficción.

viernes, 16 de febrero de 2024

El balneario de Battle Creek



Dirección: Alan Parker.

Guión: Alan Parker (Novela: T. Coraghessan Boyle). 

Música: Rachel Portman.

Fotografía: Peter Biziou.

Reparto: Anthony Hopkins, Bridget Fonda, Matthew Broderick, John Cusack, Dana Carvey, Jacob Reynolds, Michael Lerner, Lara Flynn Boyle, Traci Lind, Camryn Manheim, Colm Meaney, John Neville. 

El doctor John Harvey Kellog (Anthony Hopkins) dirige un balneario donde pone en práctica sus teorías de vegetarianismo y limpieza intestinal. Allí acuden William Lightbody (Matthew Broderick ) y su esposa Eleanor (Bridget Fonda) para someterse a una cura.

Curiosa comedia que juega con personajes reales, como John Harvey Kellog, el inventor de los cereales para el desayuno, para crear una sátira sobre variedad de temas: las costumbres burguesas, la represión sexual, el feminismo, los estafadores de toda condición, la obsesión por la salud, los puritanos, los vegetarianos... todo tiene cabida en una propuesta con tintes surrealistas que, a pesar de sus buenas intenciones, acaba cayendo en la vulgaridad y en la ausencia de un argumento bien estructurado.

Porque lo que sacamos en claro de El balneario de Battle Creek (1994) es que Alan Parker parecía tener un buen cúmulo de propuestas que no supo encajar en una historia con cierto sentido. Es notable la falta de unas directrices que guíen a los personajes por un discurso que lleve a alguna parte. En lugar de eso, la película se asemeja más a una serie de secuencias entrelazadas que abundan en un humor bastante infantil centrado en el sexo y las situaciones escatológicas. Hay momentos de cierta gracia, pero la repetición de la misma fórmula termina agotando la idea y solo nos lleva a un mayor disparate cuando el director pretende elevar el nivel y la intensidad conforme nos acercamos al final.

Los personajes resultan demasiado simples, cuando no estereotipados o directamente incomprensibles, de manera que cuesta un mundo empatizar con ellos. Hasta Anthony Hopkins resulta grotesco en una caracterización excesiva que lleva a un histrionismo muy poco refinado. Mejor papel les toca a Matthew Broderick y Bridget Fonda, aunque terminamos con la sensación de que tampoco estos personajes terminan de estar bien definidos, con reacciones que parecen arbitrarias en muchos momentos.

En cambio, hay que reconocer el acierto en la puesta en escena, realmente elegante, demostrando un buen gusto en todos los detalles. Visualmente es donde la película logra finalmente los mejores registros.

Sin un argumento fuerte, con un desarrollo poco coherente y bromas infantiles y repetitivas, está claro que El balneario de Battle Creek no es un ejemplo de una buena comedia, dejando claro que falta inspiración y sobran excesos. 

jueves, 15 de febrero de 2024

Alarma nuclear



Dirección: John Woo.

Guión: Graham Yost.

Música: Hans Zimmer.

Fotografía: Peter Levy.

Reparto: John Travolta, Christian Slater, Samantha Mathis, Delroy Lindo, Frank Whaley, Bob Gunton, Howie Long, Jack Thompson, Kurtwood Smith. 

Durante un vuelo de prueba con dos cabezas nucleares, el mayor Deakins (John Travolta) se libra de su compañero, el capitán Riley Hale (Christian Slater), y roba las bombas.

Cualquier película, incluso las infantiles, funcionarán bastante bien si cuentan con un buen guión. A lo mejor el resto es frágil, pero una historia bien escrita es el pilar fundamental para que la película tenga alma. Alarma nuclear (1996) carece de un guión sólido y por ahí muestra sus carencias desde el principio. 

La idea de robar dos cabezas nucleares resulta ya un tanto peregrina, hay que hacer un esfuerzo para intentar asumir que es probable, pero ya es un handicap que no se arregla con una historia que no tiene prácticamente nada más en sus entrañas. Se puede argumentar que estamos ante un film que solo pretende entretener, un film de acción pura y dura sin más. Pero incluso siendo así, no está de más amueblarlo un poco, darle cierta profundidad. Hay producciones similares que funcionan mucho mejor precisamente por tener cierto cuidado con los detalles. Aquí se pasan casi todo por alto y el resultado es un film demasiado esquemático, incluso para una película de acción.

Deakins es presentado como un loco, con eso parece ser suficiente para justificar sus actos. Su compañero Hale es débil, punto. La única moraleja que parece contener Alarma nuclear es que, en situaciones límite, el ser humano saca fuerzas de donde no hay y así Hale logra superar sus limitaciones y vencer a Deakins. Para que el mensaje quede muy claro, y además simétrico, la pelea inicial se cuadra con la del final, cerrando el círculo con unas imágenes tan infantiles como predecibles.

Hay muchas películas que se esfuerzan en cuadrar y explicarlo todo de manera exhaustiva, a veces pecando en exceso. En Alarma nuclear sucede lo contrario. Se da tan poca importancia al argumento que el guión ni se molesta en dar muchas explicaciones y mucho menos en  aclarar nada. Hasta la "obligatoria" presencia de la chica, Samantha Mathis, no da lugar a ni una sola escena de amor ni de complicidad siquiera entre ella y Hale. Todo está enfocado exclusivamente a la acción. 

Y en las escenas de acción, John Woo muestra su debilidad por una puesta en escena muy teatral, con Hale disparando a dos manos mientras vuela por los aires, que no aporta precisamente mucha credibilidad a las secuencias de tiroteos, que quedan como vistosas coreografías imposibles más que como algo realmente convincente; pero incluso algunos enfrentamientos llegan a parecer sencillamente chapuceros. Hasta la espectacular explosión final resulta tan exagerada que casi funciona mejor como parodia que como algo serio.

La única nota positiva es la presencia de John Travolta, que empezaba a recomponer su carrera tras un bajón de varios años y que, a pesar de encarnar a un personaje muy básico, consigue darle cierta fuerza. Algo que falla con Christian Slater, bastante menos convincente.

Alarma nuclear es cine de usar y tirar. No tiene nada en sus entrañas y queda reducido a la mínima expresión.  

miércoles, 14 de febrero de 2024

Muere otro día



Dirección: Lee Tamahori.

Guión: Neal Purvis y Robert Wade. 

Música: David Arnold.

Fotografía: David Tattersall.

Reparto: Pierce Brosnan, Halle Berry, Toby Stephens, Rosamund Pike, Rick Yune, Kenneth Tsang, Judi Dench, John Cleese, Will Yun Lee, Emilio Echevarría, Michael Madsen, Madonna. 

James Bond (Pierce Brosnan) es traicionado cuando está en una misión en Corea del Norte, siendo encarcelado. Al fin, cuando es liberado, intentará descubrir la identidad del delator.

Muere otro día (2002) reúne todos los tópicos de la serie de James Bond dentro de un paquete espectacular y lujoso. Sin embargo, el resultado puede considerarse de los menos atractivos de la saga.

Es verdad que quienes van a ver una cinta de James Bond esperan disfrutar de los elementos característicos de la serie: un agente infalible, frío y sarcástico, con un atractivo incuestionable con las mujeres, unos malos con unas ambiciones desmesuradas y escenas de acción a la última.

Y todo eso es lo que nos ofrece Muere otro día, pero se diría que elaborado de un modo automático, siguiendo siempre el camino más trillado y sin una pizca de originalidad. Ésta parece reservarse para llevar a límites inverosímiles los inventos puestos al servicio de Bond, como un coche que se vuelve invisible, o tratamientos que pueden cambiar por completo el aspecto de un hombre. 

La verdad es que siempre los argumentos de la serie eran un poco fantásticos, pero conservaban cierta cordura. Aquí parece que los guionistas se han ido por el camino del más difícil todavía, llevando las cosas a un punto que es imposible seguir con cierto interés tal cúmulo de ocurrencias. Si a ello le sumamos que las escenas de acción, con ser espectaculares, tampoco escapan de esa obsesión por llevarlas al imposible, tenemos una cinta que es mero artificio y pirotecnia sin nada realmente novedoso ni mínimamente convincente.

Baste un detalle para ver la profundidad de la historia, Muere otro día es más recordado por la aparición de Halle Berry en bikini, emulando la mítica secuencia de Agente 007 contra el Dr. No (Terence Young, 1962), con Ursula Andress en su bikini blanco.

Junto a ella, debut en el cine de Rosamund Pike, otra belleza al servicio de 007, interpretado por un Pierce Brosnan que cumple en cuanto a presencia atractiva y elegante, pero que tiene algo de crueldad en su mirada que no cuadra del todo con la figura arquetípica de Bond. Está claro que no llega a la altura de Sean Connery y tampoco a la de Daniel Craig.

Muere otro día demuestra que no se puede ir con el piñón fijo; por mucho que la saga esté muy encorsetada, sin una pizca de talento e ingenio se llega a callejones sin salida como éste.

martes, 13 de febrero de 2024

Payback



Dirección: Brian Helgeland.

Guión: Brian Helgeland y Terry Hayes (Novela: Richard Stark, seudónimo de Donald E. Westlake).

Música: Chris Boardman.

Fotografía: Ericson Core.

Reparto: Mel Gibson, Gregg Henry, Maria Bello, David Paymer, Bill Duke, Deborah Kara Unger, John Glover, William Devane, Lucy Liu, Jack Conley, Kris Kristofferson, James Coburn.  

Tras un atraco, Porter (Mel Gibson) es traicionado por su socio Val (Gregg Henry) y su propia esposa (Deborah Kara Unger), que lo dejan mal herido dándolo por muerto. 

Brian Helgeland, el brillante guionista de L.A. Confidential (Curtis Hanson, 1997), debuta como director con este remake de A quemarropa (John Boorman, 1967) y consigue un film irregular, pero con una personalidad propia muy interesante y ciertas sorpresas realmente estimulantes.

En principio, Payback (1999) tiene la apariencia de un film más de acción con el motivo de la venganza como eje del discurso, lo que no parece demasiado prometedor, pues films de ese corte hay muchos y, por el comienzo, Payback no resulta especialmente atractivo. De hecho, tal vez el principal reproche que se le puede hacer a la cinta es que transmite un aire algo cutre, en muchos momentos huele a platós y decorados baratos. 

Sin embargo, en cuanto la historia se va adentrando en materia es cuando empieza a desvelar su verdadero juego, que no es otro que ofrecer un enfoque realmente original y divertido de un argumento muy básico, pero trabajado con mimo.

Por un lado, el guión está repleto de detalles cómicos muy logrados que además están tan bien integrados que no rompen el tono violento de la historia, lo que a veces sucede cuando el guión tira abiertamente hacia la comedia. Aquí no es el caso, Payback no pierde su esencia de film violento, pero está repleto de detalles que nos deparan sorpresas muy inteligentes y momentos realmente logrados. 

Parte de ello también reside en la curiosa perfilación de los personajes, que tienen como dos caras: su lado más oscuro y otra faceta entre inocente, patética o ridícula, según el personaje y la situación. Val, por ejemplo, se mueve entre la crueldad de un psicópata y la debilidad de un sumiso a nivel sexual, pero incluso en su relación con Porter se muestra entre amenazador y pelotillero, con una ingenuidad ridícula. Otro rufián, Stegman (David Paymer), es otro de los personajes irremplazables de la cinta: un aspirante a tipo duro que en realidad resulta casi cómico.

Pero si hay un personaje realmente genial es de la hermosa Lucy Liu, que aparece en los créditos como Lucy Alexis Liu, una prostituta a la que le va el sado y que nos ofrece los mejores momentos de la película, con unos diálogos maravillosos. Diálogos que no se limitan solamente a este personaje y que además están bastante logrados, sin caer ni una sola vez en el chiste fácil, lo que no deja de tener mucho mérito.

Incluso Porter, con responder en general a la imagen de tipo duro que solemos ver en este tipo de películas, tiene también un lado ingenuo, con momentos en que se muestra un tanto torpe, cayendo en algunas trampas de manera algo infantil, con lo que de nuevo volvemos a comprobar que el guión siempre busca salirse de los caminos más sencillos. 

Y ahí reside el encanto de Payback, que sabe sobreponerse a una puesta en escena muy básica pero que muestra que sus verdaderas armas son otras: talento para aportar toques personales e inteligentes a una historia muy vista.

lunes, 12 de febrero de 2024

Lock & Stock



Dirección: Guy Ritchie.

Guión: Guy Ritchie.

Música: David A. Hughes y John Murphy.

Fotografía: Tim Maurice-Jones.

Reparto: Jason Flemyng, Dexter Fletcher, Nick Moran, Jason Statham, Steven Mackintosh, Nicholas Rowe, Nick Marcq, Charlie Forbes, Vinnie Jones, Sting, Lenny McLean, Peter McNicholl, P.H. Moriarty, Stephen Marcus.

Cuatro amigos reúnen cien mil libras para poder entrar en una partida de póquer que organiza Harry "el Hacha" (P.H. Moriarty), un mafioso local.

Si quieres hacerte un nombre en el cine actual tienes que destacar por algo, bien talento, bien originalidad o una mezcla de ambos. Es lo que sucedió con Tarantino, enseguida elevado a los altares por sus incondicionales, y es lo que parece que entendió Guy Ritchie, que debuta en el largometraje con esta Lock & Stock (1998) que si por algo destaca es por su tono irreverente, su puesta en escena original y su humor negro.

La verdad es que la fórmula que utiliza Ritchie no es demasiado novedosa, pues comedias sobre el mundo del hampa ha habido desde siempre. Por ello, el director intenta darle un toque diferente a su cinta, de manera que destaque y se recuerde como algo original, al menos desde el punto de vista estético. Así, Ritchie utiliza una banda sonora poderosa, una fotografía especial que le da ese tono único a la cinta, alteraciones en el curso lineal del relato y sobre todo juegos de cámara, descontrolados por momentos. Es por ello que hay un aire a Tarantino en la historia, porque el director también recurre al humor negro constantemente y puebla la historia de personajes singulares.

Sin embargo, Guy Ritchie se muestra más comedido que Tarantino en el tema de la violencia, lo que es un rasgo elegante muy de agradecer. Rara vez vemos detalles macabros y las escenas más violentas transcurren fuera de cámara. Con ello se consigue no romper el clima cómico del relato y de paso se demuestra que no siempre es necesario ser muy explícito y que la imaginación de los espectadores suple convenientemente la falta de detalles.

La historia está hilvanada con meticulosidad, de manera que la complejidad de interacciones de los muchos personajes que pululan por la misma se entienden perfectamente y encajan armoniosamente. Lo curioso de Lock & Stock es que los cuatro amigos, los personajes principales, no son al final los más interesantes, sino que es el elenco de secundarios los que terminan ganado la partida, bien por su singularidad o por estar mejor definidos, como Harry el Hacha, su fieles matones, Barry "el baptista" (Lenny McLean) y Big Chris (Vinnie Jones, ex futbolista galés), que lleva a su hijo (Peter McNicoll) a todas partes con él mientras ajusta las cuentas a los deudores de Harry, pero que no tolera que se digan palabrotas en presencia del crío. Es todo un mundo de matones, ladrones y traficantes de drogas muy bien diseñado y que es finalmente el que le da la originalidad y el carácter especial a la cinta.

Es verdad que el desenlace parece que se le va un poco de las manos al director, quizá demasiado obsesionado con las sorpresas y con cuadrar las cosas al milímetro, perdiendo algo de la frescura y originalidad anteriores, pero tampoco es algo demasiado importante, sino una pequeña debilidad del guión a la hora de buscar un final perfecto.

Lock & Stock es un film con identidad propia. Puede gustar más o menos, seguramente creará una larga lista de adoradores. No es cine de alta calidad, pero es que ello es raro en los tiempos actuales. Sencillamente, es de esas películas que casan con su época, con un sello personal que es lo que le da su valor. Al menos, salimos de los caminos más habituales y no se puede decir que no resulte refrescante por momentos.   

domingo, 11 de febrero de 2024

Una cuestión de género



Dirección: Mimi Leder.

Guión: Daniel Stiepleman.

Música: Mychael Danna.

Fotografía: Michael Grady.

Reparto: Felicity Jones, Armie Hammer, Justin Theroux, Jack Reynor, Cailee Spaeny, Stephen Root, Sam Waterston, Kathy Bates. 

Ruth Bader Ginsburg (Felicity Jones) consigue entrar en la elitista universidad de Harvard para estudiar derecho. Es una de las pocas mujeres presentes en su promoción y deberá enfrentarse a un trato diferente por parte de los profesores por el hecho de ser mujer.

Una cuestión de género (2018) está inspirada en ciertos momentos de la vida de Ruth Ginsburg, una abogada que luchó por la igualdad de hombres y mujeres, algo que incluso en los años setenta del siglo XX no era una realidad en los Estados Unidos, logrando llegar a ser nombrada en 1993 juez del Tribunal Supremo.

El núcleo de la historia se centrará en un recurso que presenta la protagonista denunciando la discriminación contra un hombre por el mero hecho de serlo. Es simplemente el primer peldaño en su lucha por la igualdad de mujeres y hombres.

Como suele pasar, el tema de un juicio es siempre muy interesante y ofrece una oportunidad de oro para crear momentos dramáticos y de incertidumbre, por lo que los films que abordan esta temática suelen resultar bastante resultones. Por ello creo que es un acierto enfocar el argumento sobre ese punto, pues añade ese elemento de emoción para que nos involucremos más en la vida de un personaje bastante desconocido del público.

El problema es que la película quizá se pierda con una introducción demasiado larga e intrascendente, salvo el episodio del cáncer del esposo de Ruth, Martin (Armie Hammer), de manera que cuando llega el momento de afrontar el tema del juicio el espectador ya está algo cansado de una historia sin demasiado interés y que pasa por las situaciones sin profundizar, tal vez por las prisas de abarcar lo máximo en el tiempo disponible. Suele ser una de las pegas de los films biográficos: preocuparse más de la cantidad de lo contado que de la calidad.

Es verdad que cuando se llega al juicio, el film al fin cobra vida y tenemos por fin la posibilidad de vibrar con el trabajo de Ruth, su falta de experiencia en juicios, las incisivas preguntas de los jueces y los argumentos de la oposición. Un acierto indiscutible del guión es que hace comprensibles los asuntos abordados, de manera que seguimos con cierta facilidad el desarrollo de los acontecimientos. Pero también es cierto que volvemos a caer en cierta precipitación, pues estas secuencias encierran la clave de la historia y los momentos con mayor potencial dramático y de nuevo comprobamos que no se les consigue sacar todo su potencial.

Es más, es evidente que el guión sabe que son los momentos clave y busca crear situaciones dramáticas a base de los típicos trucos (enfrentamientos personales, poner a la protagonista contra las cuerdas, cargar las tintas en el retrato de sus adversarios, para convertirlos en odiosos enemigos, crear pequeñas paradas en la acción para alargar unos segundos la incertidumbre...) tantas veces vistos. Sin embargo, Mimi Leder peca de falta de sutileza y su puesta en escena es demasiado obvia y teatral, de manera que la emoción buscada se queda más en algo artificioso y demasiado estudiado como para resultar creíble y convincente.

En cuanto a la producción, nada que objetar. Una cuestión de género es un film que muestra que cuenta con medios y buen gusto para ofrecer un espectáculo a nivel visual sin tacha, con una fotografía preciosa y una ambientación excelente para los diferentes momentos históricos, destacando quizá especialmente cuando recrea la década de 1950, mucho más bonita estéticamente.

También Felicity Jones me parece que brilla con luz propia en medio de un reparto menos brillante, salvo la genial Kathy Bates, por desgracia relegada a unos minutos muy escasos.

En general, Una cuestión de género tiene los defectos típicos de las biografías que no saben sintetizar convenientemente las vidas de los retratados. Es un film elegante, pero frío y uno acaba con la impresión de que se ha simplificado todo demasiado, buscando siempre alabar la figura de Ruth pero dando la sensación de manipulación, de enfoque sesgado, de falta de contrapuntos.

Más allá



Dirección: Josef Rusnak.

Guión: Greg Gieras.

Música: Mario Grigorov.

Fotografía: Eric Maddison.

Reparto: Jon Voight, Teri Polo, Ben Crowley, Dermot Mulroney, Julian Morris, Chloe Lesslie, Skyler Shaye, Brett Baker.

El detective Jon Koski (Jon Voight), especializado en casos con menores, está a punto de jubilarse cuando desaparece Amy (Chloe Lesslie), una niña de siete años que es la sobrina de su jefe, Jack Musker (Dermot Mulroney). 

Más allá (2012) puede ser un buen ejemplo de film desaprovechado por una serie de errores en cadena que, de haberse evitado, habrían logrado al menos algo más de emoción.

La historia, para empezar, recurre al tópico del policía a punto de jubilarse al que persiguen los recuerdos de un caso en que no pudo salvar a la víctima, lo que no deja de atormentarlo. Pero ese detalle al final termina siendo irrelevante, porque los problemas de la cinta son mucho más graves.

Más allá intenta jugar con la baza del misterio sobre la desaparición de Amy, de manera que no va directa al tema del secuestro, que al final es lo que ha sucedido, sino que juega al despiste, lo que no está mal en principio, insinuando que puede haber algo sobrenatural en la desaparición de la niña. La idea es crear tensión, incertidumbre, mantenernos atentos al desarrollo. Y la cosa funciona. Es algo elemental: el misterio nos atrapa; queremos saber, descubrir la verdad. Y con eso juega el guión.

Se añade además la figura de un presentador de televisión, Farley Connors (Julian Morris), con poderes extrasensoriales, que intenta ayudar a encontrar a la niña.

Hasta aquí el planteamiento, que en teoría puede dar cierto juego. El problema es que el guión no sabe desarrollarlo convenientemente, de manera que gran parte de la película gira sobre lo mismo, llegando a cansar un poco por falta de novedades. Básicamente, estamos ante un guión que esbozó la trama, pero se quedó ahí, sin saber dar vida a los personajes, que carecen de profundidad. La cinta gira sobre sí misma sin avanzar porque no tiene calado, todo son ideas muy poco novedosas a las que no se he le ha dado un desarrollo conveniente. De ahí que parezca que lo único que vemos son momentos de relleno para alargar la cinta lo suficiente hasta llegar al desenlace. Desenlace con truco, con la típica sorpresa que, en realidad, al final me parece que es lo único del guión que tiene cierta lógica después de todo.

Sin embargo, el mayor defecto está en el director Josef Rusnak, incapaz de darle dinamismo a un tema en principio emocionante y que arruina las posibilidades de la cinta con escenas absurdas, diálogos sin sentido y la sensación constante de que no sabe manejar lo que tiene en las manos. Es un quiero y no puedo que termina por arruinar todo el misterio, pues llega un momento en que es casi imposible seguir el desarrollo tomándolo en serio, pues cada escena es más absurda que la anterior. Es verdad que el guión no le ayuda mucho, pero su torpeza en la puesta en escena es escandalosa. Algunas escenas resultan confusas sin motivo alguno, hay personajes que pululan por el film sin que aporten nada y los momentos clave pasan sin pena ni gloria.

Así pues, Más allá solamente puede salvarse un poco por la intriga, que al menos en el comienzo nos mantiene interesados en la historia. Pero por el resto, una decepción.

sábado, 10 de febrero de 2024

La hora de la araña



Dirección: Lee Tamahori.

Guión: Marc Moss (Novela: James Patterson).

Música: Jerry Goldsmith.

Fotografía: Matthew F. Leonetti.

Reparto: Morgan Freeman, Monica Potter, Michael Wincott, Penelope Ann Miller, Dylan Baker, Michael Moriarty, Mika Boorem, Jay O. Sanders, Billy Burke.

Gary Soneji (Michael Wincott), un peligroso psicópata, secuestra a la pequeña Megan (Mika Boorem), hija de un senador (Michael Moriarty) y decide involucrar en el caso al doctor Alex Cross (Morgan Freeman), un experto en el comportamiento criminal retirado.

James Patterson es un famoso escritor de best sellers protagonizados por el doctor Alex Cross. Ya en 1997 se había llevado a la pantalla su obra El coleccionista de amantes (Gary Fleder), protagonizada por Morgan Freeman en la piel del doctor. El éxito del largometraje parece que animó a la Paramount a adaptar la primera novela de Patterson, La hora de la araña (2001).

Sobre el papel, La hora de la araña cuenta con muchas bazas para funcionar: posee una de esas intrigas que juega con las pistas que ha de ir desenmarañando un astuto e inteligente detective. Es de esos juegos de ingenio que siempre suelen captar nuestra a atención.

Y de hecho, el comienzo es prometedor, salvando el prólogo (una operación que sale mal y lleva al detective Cross a un retiro lleno de reproches y dolor) que me parece demasiado manido como para funcionar bien. Lo que suele suceder con este tipo de argumentos es que mantienen el interés mientras no se descubre su juego y, entonces, o bien logran redondear la trama con un final interesante, o bien lo arruinan revelando las enormes trampas y carencias del entramado. Por desgracia, La hora de la araña está en esta segunda categoría.

De hecho, una vez terminada la película, si analizamos bien la historia, ya en el principio encontramos demasiados cabos sueltos como para que la intriga se mantenga con coherencia. Pero son detalles que se pasan por alto al estar preocupados en seguir el hilo de los acontecimientos. Pero es el desenlace donde el guión tiene que mostrar definitivamente su débil entramado, lleno de pistas falsas, giros sin mucha lógica y una conspiración que ni siquiera el guionista se esfuerza en explicar puesto que no hay por donde cogerla.

Y menos mal que contamos con Morgan Freeman, que al menos le da un punto de calidad a su personaje, aunque también es cierto que algunas de sus deducciones resultan tan peregrinas que cuesta tomarlas en serio, como adivinar la contraseña del ordenador de la agente Jezzie Flannigan (Monica Potter), mientras que otras pistas saltan a la luz con demasiada facilidad, como la casa en la que Jezzie mantiene secuestrada a Megan. Son detalles que van socavando la supuesta agudeza del guión, que se hunde sin remedio en el último tramo.

Pero también es cierto que salvo Freeman, el resto del reparto no brilla demasiado, de lo que la culpa también reside de nuevo en un guión que deja a la mayoría de participantes en la sombra, quedando un relato al que le faltan "muebles".

La clave está en valorar si el buen ritmo, la adecuada puesta en escena y los momentos de tensión, que no son pocos, consiguen paliar un poco el decepcionante final o éste, tan falso como es, arruina por completo todo lo visto antes. Será cada espectador el que establecerá el criterio final pero, objetivamente, La hora de la araña se recordará más como un gran engaño que como un film inteligente. A veces, el querer ir demasiado lejos, rizar el rizo en lugar de contentarse con algo más sencillo y lógico no tiene ninguna recompensa.

viernes, 9 de febrero de 2024

Wasabi: El trato sucio de la mafia



Dirección: Gérard Krawczyk.

Guión: Luc Besson.

Música: Eric Serra.

Fotografía: Gérard Sterin.

Reparto: Jean Reno, Michel Muller, Ryoko Hirosue, Yoshi Oida, Carole Bouquet, Christian Sinniger. 

Hubert Fiorentino (Jean Reno) es un policía de París un tanto violento que vive marcado por el recuerdo de su gran amor, una joven japonesa que conoció durante su estancia en Japón. Tras diecinueve años sin tener noticias de ella, recibe una llamada en la que le comunican que ha muerto.

Guión de Luc Besson y con Jean Reno al frente, todo parecía prometer un film entretenido, pero Wasabi: El trato sucio de la mafia (2001) no es más que un pasatiempo intrascendente.

Desde el comienzo vemos que la historia se enfoca abiertamente hacia la comedia, con lo que podemos imaginar que el posible interés de la intriga planteada va a quedar supeditado a la comicidad, restando puntos al suspense y la emoción. Es una opción tan válida como otra cualquiera, aunque a mí esta mezcla de géneros nunca termina de gustarme, con las consabidas excepciones. Además para que cualquier comedia funcione ha de estar asentada en un guión inteligente y con gracia y el de Wasabi carece de ambas cualidades.

En el plano del argumento, hay una pequeña dosis de interés cuando Hubert descubre que la muerte de su antiguo amor no fue natural, sino un asesinato. Sin embargo, como el planteamiento general es bastante simple, pronto nos damos cuenta de que el guión no pretende explotar esta vertiente, sino sencillamente crear las bases para el desarrollo de la comedia que se centrará mucho más en la relación entre Hubert y Yumi (Ryoko Hirosue), su hija, cuya existencia desconocía. Y de nuevo volvemos a ver aquí también las carencias del guión, presentando a Yumi como una alocada adolescente muy cercana a la caricatura y llevando la relación con su padre por los caminos menos originales posibles.

La historia, sobre todo, servirá para el lucimiento de Jean Reno en su faceta de poli duro y eficaz, aunque sinceramente el actor francés merecía un papel algo mejor, pues Hubert tampoco resulta un policía creíble, acercándose demasiado a un personaje de cómic, especialmente cuando lo vemos entrar en acción liquidando a cuantos malvados se le acerquen con una facilidad pasmosa.

Si Yumi y Hubert están dibujados sin matices, peor aún lo tenemos con "Momo" (Michel Muller), el amigo de Hubert, cuyo rol es el del personaje gracioso, pero que resulta más próximo a la estupidez que a la gracia, cayendo siempre el guión en bromas demasiado elementales y poco inteligentes como para que nos saquen ni una sonrisa.

Al menos hay que agradecerle al director que le de al desarrollo un ritmo ágil, de manera que la historia transcurre rápidamente y no nos llega a aburrir, aunque tampoco sale de un nivel muy básico, más apropiado para un público infantil sino fuera por las abundantes muertes.

No es, por lo tanto, ni una buena comedia, ni un film interesante en cuanto a argumento. No se pierden nada si deciden no hacerle caso.

jueves, 8 de febrero de 2024

The Informer



Dirección: Andrea Di Stefano.

Guión: Matt Cook (Novela: Anders Roslund y Börge Hellström).

Música: Will Blair y Brooke Blair.

Fotografía: Daniel Katz.

Reparto: Joel Kinnaman, Rosamund Pike, Common, Ana de Armas, Clive Owen, Sam Spruell, Ruth Bradley, Eugene Lipinski, Martin McCann.

Pete Koslow (Joel Kinnaman) trabaja para "El General" (Eugene Lipinski), un mafioso ruso traficante de drogas, pero también intenta dejar esa vida colaborando con el FBI para detener a su jefe.

La baza con la que juega The Informer (2019) es la de la intriga, dándole un par de vueltas al argumento bastante prometedoras pero, lamentablemente, no del todo bien resueltas.

La historia de un infiltrado en la mafia está bastante vista, por lo que se entiende que el guión intente darle una vuelta más y recurra a ingeniosos giros que van poniendo al protagonista cada vez en una situación más desesperada, especialmente cuando un alto cargo del FBI, Montgomery (Clive Owen), decide que la mejor salida posible es librarse de su confidente y echar tierra sobre toda la operación.

No cuesta nada ponerse en la piel de Pete y comprender su desolación al verse en peligro de muerte encerrado en prisión, a merced de todo el mundo.

El problema es que para que la trama funcione hace falta enfocarla de manera inteligente, para que nos sintamos involucrados realmente con los problemas del protagonista y pasemos desde nuestra butaca los mismos apuros y miedos que él. Y eso el guión no lo consigue, pues habría tenido que ahondar más y mejor en los personajes, que al final no terminan de resultarnos ni cercanos ni profundos. Es un fallo realmente grave que lo condiciona todo. Ni cuando la familia de Pete y él mismo están en serios aprietos llegamos a emocionarnos siquiera.

No ayuda mucho tampoco que el guión resulte algo confuso por momentos, tocando muchas variantes, como la presencia del policía de Nueva York Grens (Common) o "El General", que al final no tienen demasiado peso en la historia. Y es que la trama, bien analizada, resulta demasiado liviana, con demasiados clichés, y nunca acaba de sentirse con la suficiente fuerza para atraparnos en sus redes.

Y algo de culpa puede que también esté en que el guión, aún buscando sorprendernos, resulta bastante previsible y no es difícil ir adivinando el desenlace antes de que se produzca. Y si hablamos de desenlace, de nuevo, como sucede a menudo con los argumentos que complican demasiado las cosas, estamos ante un final bastante pobre en su resolución. La parte en que deberíamos estar más implicados resulta que carece de brillantez e incluso algunos momentos se resuelven con cierta precipitación.

A final, estamos ante una película no excesivamente bien elaborada, que funciona por momentos, mientras que en otros se muestra demasiado previsible. Es un film que entretiene pero al que le falta mucho para ser una gran película.

miércoles, 7 de febrero de 2024

Caza legal



Dirección: Andrew Sipes.

Guión: Charlie Fletcher (Novela: Paula Gosling).

Música: Mark Mancina.

Fotografía: Richard Bowen.

Reparto: William Baldwin, Cindy Crawford, Steven Berkoff, Christopher McDonald, Salma Hayek, Miguel Sandoval, Johann Carlo, Jenette Goldstein, Olek Krupa, John Bedford Lloyd, Don Yesso.

Kate McQuean (Cindy Crawford) es una abogada de Miami que tramita el divorcio de la esposa de un mafioso local (Miguel Sandoval). Lo que no puede imaginar es que con ello pondrá su vida en grave peligro. 

Cindy Crawford fue una de las modelos más aclamadas en los años 80 y 90 del siglo XX. Junto con otras modelos, elevó ese status al de estrellas mundiales, revolucionando el mundo de la moda como nunca antes se había visto. Caza legal (1995) sin duda jugaba con el tirón y popularidad de la modelo como su principal baza de cara a la taquilla. Y hay que reconocer que a día de hoy, la presencia de Cindy Crawford sigue siendo lo único que justifica ver esta cinta.

Pero hemos de reconocer que Cindy no es actriz y su debut en la pantalla lo deja en evidencia. Sin embargo, su trabajo no estaba enfocado a que ganara premios de interpretación, sino sencillamente a permitirle mostrar sus encantos, que eran muchos, y ser un reclamo para la taquilla.

En cuanto a la intriga, la verdad es que el planteamiento tiene un punto de interés y emoción, al ver cómo una mujer inocente es asediada por una banda de ex agentes de la KGB. Siempre que entra en juego un inocente que es puesto en peligro por circunstancias que el mismo desconoce, la intriga está asegurada y enseguida se consigue que el espectador empatice con él.

Sin embargo, el problema de Caza legal es que es una película que destila mala calidad por todos lados. Da la impresión de que no se trabajó la producción con esmero, dejando sin pulir casi todos sus apartados. 

Por ejemplo, la intriga es demasiado elemental, cayendo en tópicos constantemente y sin lograr demasiada profundización, ni en los malos ni en la relación entre Kate y Max (William Baldwin), el policía que intenta protegerla. Los primeros son meros estereotipos llevados al límite y la pareja protagonista se mueve también en un terreno muy predecible pero sin alma. Su evidente romance tiene lugar porque es necesario que así sea, pero no resulta demasiado creíble ni tiene más recorrido que el de un cliché necesario.

Los actores secundarios no son demasiado buenos, como tampoco William Baldwin, y si a todo ello le añadimos unos diálogos sin calidad, el resultado es una película bastante pobre en general. 

Solamente algunas escenas de acción parecen estar concebidas con algo más de ambición, logrando elevar el nivel y añadir algunos momentos espectaculares, pero es muy poco para consolidar una historia que transcurre sin verdadera emoción.

martes, 6 de febrero de 2024

Top Gun: Maverick



Dirección: Joseph Kosinski.

Guión: Ehren Kruger, Eric Warren Singer y Christopher McQuarrie.

Música: Harold Faltermeyer, Lady Gaga, Hans Zimmer.

Fotografía: Claudio Miranda.

Reparto: Tom Cruise, Miles Teller, Jennifer Connelly, Jon Hamm, Glen Powell, Lewis Pullman, Charles Parnell, Bashir Salahuddin, Monica Barbaro, Jay Ellis, Danny Ramirez, Val Kilmer, Ed Harris.  

Pete "Maverick" Mitchell (Tom Cruise) es piloto de pruebas de la Marina estadounidense, pero ante una difícil misión lo nombran instructor de los pilotos encargados de llevarla a cabo, por lo que regresa a Top Gun más treinta años después de su formación en la academia. 

Más alto, más rápido, más fuerte, el lema de los Juegos Olímpicos sirve perfectamente para establecer una rápida comparación entre esta cinta y su predecesora, Top Gun (Tony Scott, 1986). Si la cinta de los ochenta era bastante espectacular, y llena de tópicos, Kosinski echa toda la carne en el asador para ofrecer un espectáculo mayúsculo, aunque escasamente original en su argumento.

La verdad es que el cine de acción contemporáneo nos tiene ya acostumbrados a escenas de una espectacularidad increíble, de ahí el mérito de Kosinski al lograr sorprendernos con unas secuencias de vuelos impresionantes, de las que te dejan sin aliento. A nivel de espectáculo, todo está ahí, incluso la parafernalia de las motos, coches, cazadoras, gafas de sol y demostraciones de hombría que ya habían marcado la primera entrega. Es verdad que todo resulta demasiado perfecto y estudiado, pero no deja de ser un vistoso envoltorio y eso también cuenta en el resultado final.

Quizá lo más interesante de la película es que ahora sí que el guión se toma su tiempo para ahondar en los personajes principales. Maverick ya no solo es un piloto arrogante, sino que muestra su dolor por la pérdida de su compañero "Goose" años atrás y es mucho más frágil a nivel personal y sentimental. Es un enfoque que aporta profundidad al personaje y lo hace más cercano y humano, más allá del prototipo. Su relación con Penny (Jennifer Connelly) también aporta un lado romántico y tierno a la historia, aunque podría haberse desarrollado algo mejor, pero resulta que el enfoque es otro: estamos ante un film de acción, heroísmo y épica y en ello se centra principalmente el argumento.

Y es justo en esta vertiente donde el guión patina, lamentablemente. Porque quiere llevar las cosas al límite, demasiado al límite, creando una misión imposible, haciendo que Maverick participe en ella, como no podía ser de otra manera, y llevando también hasta lo imposible la relación entre Maverick y "Rooster" (Miles Teller) con unos sacrificios y actos heroicos que rozan lo increíble. 

Y es que en ese esfuerzo por lo mejor, el desenlace de Top Gun: Maverick, de tan forzado, llega a empañar los méritos de la cinta, convirtiendo los minutos finales en un cúmulo de tópicos vergonzosos, enfatizados por la típica banda sonora que realza el momento de emoción, que sonrojan a cualquiera. Entiendo que se opte por el final feliz, pero no hacía falta que fuera tan empalagoso. 

Pero incluso con esa tendencia perfeccionista y dramática tan poco lograda, el espectáculo resulta abrumador. No es un film profundo, no es un film que suene a auténtico, pero como producto de consumo su nivel de producción resulta de muy alto nivel. La pena, como suele pasar demasiado a menudo, es que el guión sea de un nivel de escuela infantil.