El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 23 de abril de 2024

Código fuente



Dirección: Duncan Jones.

Guión: Ben Ripley.

Música: Chris Bacon.

Fotografía: Don Burgess.

Reparto: Jake Gyllenhaal, Michelle Monaghan, Vera Farmiga, Jeffrey Wright, Michael Arden, Cas Anvar, Russell Peters. 

El capitán Stevens (Jake Gyllenhaal) despierta en un tren en el cuerpo de otra persona. Ha sido enviado ahí por un programa experimental para que intente averiguar la identidad de un terrorista y evitar un atentado devastador.

Para algunos una película maravillosa y original, para otros un film pesado, en todo caso Código fuente (2011) es una historia que no te dejaría indiferente. Pienso que la idea es interesante, pero su realización no del todo brillante.

Código fuente parte de una premisa imposible: poder enviar a alguien al pasado en repetidas ocasiones para evitar un atentado. No es algo nuevo, de hecho enseguida pensamos en Atrapado en el tiempo (Harold Ramis, 1993) y ya estamos obligados a un ejercicio de complicidad desde el principio. Lo interesante es ver si el guión y la puesta en escena consiguen hacernos olvidar de alguna manera la imposibilidad de lo que se nos cuenta y que lo vivamos con la intensidad de algo posible.

Y aquí es donde el trabajo de Duncan Jones no logra el éxito. Porque al final en la historia hay dos tramas paralelas: la misión de Stevens de encontrar al terrorista y su intento de comprender qué hace él en ese proyecto. Si lo normal sería esperar que la misión fuera la parte más emocionante, en realidad es la otra historia la que resulta algo más intrigante y con ello se demuestra la debilidad del guión a la hora de intentar implicarnos en la intriga.

Porque los distintos intentos de Stevens de neutralizar la bomba del tren y descubrir al terrorista carecen de la fuerza necesaria para que los vivamos con nervios y con miedo. Son episodios a veces demasiado idiotas, con Stevens tomándola con algún pasajero gratuitamente, sin ningún indicio lógico, de manera que sus actos caen en lo ridículo. Además, sabemos de antemano que logrará su propósito, lo que resta también algo de emoción, pero la manera de resolverse finalmente la misión vuelve a incidir gravemente en los errores anteriores, cayendo de nuevo en la precipitación con un desenlace de baja intensidad.

Más sorpresas depara la otra trama, pues descubrimos que el capitán en realidad ha fallecido y es gracias a un complicado programa, que ni vale la pena intentar comprender, por el que está siendo utilizado su cerebro para enviarlo al tren suplantando la identidad de un pasajero real. Dejando de lado lo inverosímil de la idea, al menos en esta parte del film tenemos algo más de profundidad emocional, pues asistimos al dolor del capitán al conocer su estado y cómo va asumiendo su papel y entabla una bonita relación con Collen Goodwin (Vera Farmiga), que supervisa su misión. No es que la película alcance grandes cotas de profundidad, pero al menos asistimos a ciertos diálogos con sentido, si bien el guión no puede eludir el tono patriótico con la llamada al deber de un militar, el sacrificio y el valor.

Pero es en el final donde el argumento se muestra más convencional, intentando cuadrarlo todo con un final feliz donde todos encuentran su recompensa, por muy extraña que resulte la idea. Aunque, bien mirado, una vez que hemos tragado con todo lo anterior, el final ya no debería sorprendernos demasiado.

Código fuente es una de esas películas en que parece que cabe todo. Su falta de rigor permite un guión lleno de giros que se justifican porque todo es una mera ficción. Pero lo verdaderamente importante es la intensidad, la fuerza de lo que se cuenta y aquí la cinta flojea bastante.

sábado, 20 de abril de 2024

Bodas reales



Dirección: Stanley Donen.

Guión: Alan Jay Lerner.

Música: Burton Lane.

Fotografía: Robert Planck.

Reparto: Fred Astaire, Jane Powell, Peter Lawford, Sarah Churchill, Keenan Wynn, Albert Sharpe, Viola Roche.

Tom Bowen (Fred Astaire) y su hermana Ellen (Jane Powell) son invitados a montar su exitoso espectáculo en Londres con motivo del inminente enlace entre Elizabeth y Phillip Mountbatten.

Dentro de la carrera de Stanley Donen, uno de los directores de musicales por excelencia, a quien debemos obras como Un día en Nueva York (1949), Cantando bajo la lluvia (1952) o Siete novias para siete hermanos (1954), Bodas reales (1951) no deja de ser un film menor, una amable comedia romántica de corte clásico pero lejos de los mejores logros de Donen, que tuvieron lugar al lado de su amigo Gene Kelly.

Normalmente, los musicales suelen asentarse en sus números de cante y baile, lo que es lógico. Por ello, el argumento a veces peca de simplista, como es el caso en Bodas reales, que cuenta cómo los hermanos Bowen, ella amante de conquistas intrascendentes y él entregado a su trabajo y renegando del matrimonio, encuentran a la vez el amor, lo que le obligará a reconsiderar las prioridades de sus vidas.

Nada realmente memorable, por lo que el interés de la película son los números musicales a dúo entre Fred Astaire y Jane Powell, que resultan alegres, frescos, algunos con partituras pegadizas aunque nada realmente sorprendente... salvo el número "You're All the World to Me" donde vemos a Fred Astaire bailando en la habitación de su hotel en el suelo, en las paredes y hasta en el techo. Número prodigioso que encaja con el afán innovador del director, que revolucionó el concepto de los números de baile en el cine, y que se rodó en una habitación que giraba sobre sí misma, lo que le otorga a la escena una continuidad fantástica y elimina la necesidad de trucajes, limitándose Fred Astaire a seguir el giro de las paredes para bailar por toda la estancia como por arte de magia.

Precisamente, es la presencia de Fred Astaire la que le confiere un interés especial a esta película cuyo argumento además se inspira en lo que le sucedió realmente a Fred Astaire, que al principio de su carrera formó pareja con su hermana Adele, la cuál dejó la actuación para casarse con el hijo de un duque.

Un Fred Astaire ya maduro cuando rodó Bodas reales pero conservando esa elegancia y talento únicos, lo que convierte sus números de baile en un espectáculo maravilloso. Nunca me ha gustado este género y su manera de interrumpir el desarrollo de la historia con los números musicales, pero no puedo escapar a la magia que desprende este actor cuando se pone a bailar. Tiene algo que no puedo explicar, pero imagino que es solamente un talento descomunal que te hipnotiza en cuando mueve los pies.

Por los demás, estamos ante la típica comedia clásica positiva, donde todo el mundo encuentra la felicidad, donde no hay malas personas y que, aunque sepamos que es todo simple ficción, te deja al terminar una sensación de bienestar en el cuerpo. Aunque no sea real, te imaginas que la vida podría llegar a ser tan maravillosa... y armoniosa.

lunes, 15 de abril de 2024

Ni una palabra



Dirección: Gary Fleder.

Guión: Anthony Peckham y Patrick Smith Kelly (Novela: Andrew Klavan).

Música: Mark Isham.

Fotografía: Amir Mokri.

Reparto: Michael Douglas, Sean Bean, Brittany Murphy, Famke Janssen, Skye McCole Bartusiak, Jennifer Esposito, Oliver Platt, Guy Torry, Shawn Doyle, Victor Argo, Conrad Goode. 

Para intentar recuperar una piedra preciosa robada años atrás, Patrick Koster (Sean Bean) secuestra a Jessie (Skye McCole Bartusiak), la hija del psiquiatra Nathan Conrad (Michel Douglas) para que este trate a Elisabeth Burrows (Brittany Murphy), una joven perturbada que conoce donde está la piedra. 

Ni una palabra (2001) es un thriller que parece buscar en el rebuscado personaje interpretado por Brittany Murphy la nota distintiva que lo diferencie de muchos otros films cortados por el mismo patrón.

La novedad pues reside en la joven Elisabeth que arrastra un trauma desde la infancia (vio cómo mataban a su padre) que la mantiene recluida en instituciones para enfermos mentales desde hace muchos años. Pero el principal error es que no se profundiza en este personaje lo suficiente y al final resulta un cúmulo de lagunas que el guión parece que no quiere, o tal vez no puede, explicar porque, de presentarla como una enferma problemática que ni habla ni deja que la toquen, pasa a hablar sin problemas y permitir el acercamiento del doctor Nathan en un par de minutos de conversación.

En realidad, es la superficialidad e inconsistencia del argumento el principal defecto de esta cinta que, sin embargo, al menos en su primera mitad, mantiene un cierto nivel de intriga bastante eficaz. Como suele suceder, mientras las claves de la historia permanecen ocultas, el misterio nos mantiene atentos. Pero será cuando el guión tenga que mostrar sus cartas cuando se vea con más claridad lo básico de su fundamento.

Porque en el desenlace se precipitan los acontecimientos de manera un tanto mecánica, de modo que la parte que debería resultar más interesante al final es donde encontramos más fallos. La huída de Nathan con Elisabeth, la lucha de la esposa de éste (Famke Janssen) con uno de los villanos (Guy Torry), la inconsistente pero necesaria intervención de la agente de policía Cassidy (Jennifer Esposito), la previsible y torpe pelea final en el cementerio, algunas excentricidades del director con la cámara... todo ello conforma un tramo final de cierta torpeza y carente de imaginación que no aporta nada especial a los momentos clave de la cinta, dejándonos con un mal sabor de boca.

Ni una palabra funciona y entretiene básicamente por el tema del secuestro de la niña y el secreto que guarda Elisabeth, pero no deja de ser un thriller sin una gran calidad que se apoya en un reparto sólido, es verdad, aunque no deja de tener un aire a film de bajo presupuesto. 

jueves, 11 de abril de 2024

Motín en el Defiant



Dirección: Lewis Gilbert.

Guión: Nigel Kneale y Edmund H. North (Novela: Frank Tilsley).

Música: Clifton Parker.

Fotografía: Christopher Challis.

Reparto: Alec Guinness, Dirk Bogarde, Anthony Quayle, Tom Bell, Maurice Denham, Walter Fitzgerald, Victor Maddern, Murray Melvin, Nigel Stock. 

A finales del siglo XVIII, en plena guerra entre Gran Bretaña y la Francia de Napoleón, el capitán Crawford (Alec Guinness) recibe la orden de dirigir la fragata Defiant a Córcega para reunirse con la flota británica. Durante el trayecto, deberá hacer frente a las insubordinaciones y provocaciones del segundo de a bordo, el sádico teniente Scott-Padget (Dirk Bogarde).

Film de aventuras navales, Motín en el Defiant (1962) sigue un desarrollo bastante clásico, con la novedad respecto a otros films de corte similar, como Rebelión a bordo (Lewis Minestone), también de 1962, de que aquí se perfilan dos conflictos: el de una tripulación cansada de las pésimas condiciones en que viven en los barcos, con mala comida y una disciplina rozando la crueldad, y el conflicto entre el capitán y su segundo, un tipo sádico que se apoya en sus influencias políticas para intentar salirse siempre con la suya. Ambos temas se fusionan con eficacia y, unidos a la guerra con Francia, proporcionan una interesante base argumental.

Los mejores minutos de la historia los tenemos concentrados especialmente al comienzo, donde asistimos a la leva forzosa y los comienzos de las desavenencias entre los dos oficiales al mando. Lamentablemente, este buen comienzo no va a tener una acertada continuidad debido a la repetición de los conflictos, con escasa inventiva y novedades, lo que provoca que a mitad del metraje se pierda un poco el interés y la historia entre en un bajón de intensidad importante. 

Afortunadamente, un par de escenas de batallas navales logran levantar el ritmo hasta que al fin llegamos a un desenlace interesante, aunque peque de rutinario y predecible.

Lewis Gilbert se muestra como un director competente, especialmente a la hora de mostrarnos planos de la navegación de la fragata, con interesantes encuadres y  una hermosa fotografía. Otra cosa es el tema de los combates, donde no es tan preciso y no le saca todo el partido a esas escenas que están bien filmadas pero sin llegar a la excelencia. Incluso algunos cortes raros podrían deberse más a defectos de montaje. 

Lo que sí es un acierto es poder tener a Alec Guinness y a Dirk Bogarde al frente del reparto, pues son lo mejor de la película, con actuaciones sólidas que ponen en evidencia el talento de ambos actores, que nunca caen en excesos a pesar de los intensos momentos de enfrentamiento entre ambos. 

Si la comparamos con Rebelión a bordo, por ser del mismo año y con una temática similar, hemos de reconocer que Motín en el Defiant se queda un poco por debajo de su competidora, demostrando que Lewis Gilbert no logra la misma eficacia que Lewis Milestone. 

Con algunos minutos de más y sin la fuerza dramática necesaria, en todo caso Motín en el Defiant resulta una producción más que correcta y no defraudará a los amantes del género. 

miércoles, 10 de abril de 2024

Cómo robar un millón y...



Dirección: William Wyler.

Guión: Harry Kurnitz (Historia: George Bradshaw).

Música: Johnny Williams.

Fotografía: Charles Lang.

Reparto: Audrey Hepburn, Peter O'Toole, Eli Wallach, Hugh Griffith, Charles Boyer, Fernand Gravey, Marcel Dalio, Jacques Marin, Moustache. 

El padre de la joven Nicole (Audrey Herburn), Charles Bonnet (Hugh Griffith), es un consumado falsificador de cuadros, continuador de una tradición familiar, pues el propio abuelo de Nicole falsificó en su momento la Venus de Cellini. Para que no se descubra que es falsa, Nicole contrata a Simon Dermott (Peter O'Toole), un ladrón de guante blanco, para que la robe del museo al que la prestó Charles.

Hay un estilo de comedias que mezclan sofisticación con ingenuidad, nos muestran un mundo de lujos bajo una mirada complaciente. Cómo robar un millón y... (1966) es un ejemplo de ese cine con cierto sabor a rancio desde su misma concepción, un cine que parece nacer ya caducado. Si además le añadimos una partida de nacimiento en los años sesenta del siglo XX, una década muy marcada por los cambios, tenemos una película un tanto sosa y con escasa mordiente.

Porque Cómo robar un millón y... es una comedia sin gracia, salvo algunos pequeños detalles al comienzo, apoyada en un argumento absurdo de principio a fin, lo que no ayuda ni a que sigamos la trama con un mínimo de interés ni a que sintamos algo de empatía por unos protagonistas tan aburridos como falsos.

Es verdad que en las comedias no es necesario buscar siempre la verosimilitud, pero el problema de la presente es que parte de unos supuestos realmente absurdos. En realidad, todo en la cinta es absurdo, porque es un estilo de comedia que basa su supuesta gracia en ello: presentar situaciones disparatadas protagonizadas por personajes igualmente disparatados. El problema es que como humor dista mucho de ser ingenioso y cae en infantilismos constantemente, por lo que poco probable que entusiasme a personas con un mínimo de espíritu crítico.

Además, la pareja protagonista tampoco termina de encajar correctamente y su idilio es tan falso como ellos. Es una pena ver a una actriz como Audrey Hepburn encasillada en unos papeles de cartón piedra, repitiendo gestos, peinados y vestuario. Creo que valía para mucho más, pero por desgracia creó una especie de prototipo y en esta cinta repite ciertos parámetros demasiado vistos y con poca inventiva.

Pero además tenemos el problema añadido de que William Wyler no era un director especializado en comedias, sino más bien en dramas y esto se nota en el ritmo tan pausado de la cinta, que por momentos resulta cansina al estirar ciertas secuencias hasta lo imposible, cuando la comedia requiere un dinamismo mayor que Wyler no es capaz de darle.

Definitivamente, no es la mejor película de sus participantes y solamente podría resultar de cierto interés para los curiosos y estudiosos de ciertos períodos de la historia del cine.

martes, 9 de abril de 2024

Decisión crítica



Dirección: Stuart Baird.

Guión: Jim Thomas y John Thomas.

Música: Jerry Goldsmith.

Fotografía: Alex Thomson.

Reparto: Kurt Russell, Halle Berry, John Leguizamo, Oliver Platt, Joe Morton, David Suchet, B. D. Wong,  Steven Segal, Len Cariou, Whip Hubley, Andreas Katsulas, Mary Ellen Trainor, Marla Maples Trump, J. T. Walsh.

Unos terroristas secuestran un avión con destino a Washington D. C. exigiendo que se libere a su líder, El -Sayed Jaffa (Andreas Katsulas). El experto en inteligencia militar, David Grant (Kurt Russell), sospecha que el hombre al mando de los secuestradores, Nagi Hassan (David Suchet) esconde sus verdaderas intenciones.

Decisión crítica (1996) no va a ofrecernos nada que no hayamos visto cientos de veces en otros films de acción. Incluso no consigue esquivar los típicos giros del guión bien planificados para que todo encaje al final correctamente. Por ejemplo, si alguien se preguntaba a qué venía la clase de vuelo que toma Grant al principio de la cinta (parece gratuita), cuando llegue el desenlace encontrará la explicación. Y son esos detalles los que menos me convencen, pues no dejan de ser bastante tópicos y realmente no aportan nada especial.

Pero lo que hemos de reconocer es la imaginación de los guionistas para no conformarse con un planteamiento ingenioso pero sencillo, que es lo que parece que van a ofrecernos. Sin embargo, la sorpresa es que el guión va complicando las cosas a cada paso y cuando pensábamos que la trama ya no daba para más sustos, los Thomas se las arreglan para darle una vuelta de tuerca más. Es verdad que no todas las complicaciones del guión son igual de eficaces, incluso algunas están ya tan vistas que decepcionan, pero en conjunto los guionistas logran crear un desarrollo denso, bien planificado y que consigue mantenernos a la expectativa a cada instante. Es el gran mérito de Decisión crítica y lo que le da un toque personal que la eleva un poco por encima de la media de este tipo de películas, bastante predecibles y cortadas por un patrón muy parecido.

Otro detalle interesante es que tampoco se recurre al típico héroe casi sobre humano, que sería lo esperable al contar con la presencia de Steven Segal. Sin embargo, su papel es secundario y su temprana desaparición es otro de los detalles sorprendentes de la cinta. El protagonista pasa a ser Kurt Russell, que no tiene las habilidades de un comando bien entrenado. Es otro punto a favor de Decisión crítica, pues con este detalle consigue añadir un plus de emoción que no tendríamos si el protagonista fuera una especie de Rambo todopoderoso.

Además, y esto es algo personal, Kurt Russell es un actor que me gusta mucho desde que lo ví en Golpe en la Pequeña China (John Carpenter, 1986), una comedia de acción genial. Reconozco que no es una gran estrella, pero me parece más que solvente para este tipo de papeles, por lo que es un aliciente más para ver la película.

Es verdad que hemos de reconocer algunos detalles incongruentes, como que al personaje de John Leguizamo le disparen por la espalda, "resucite" para cargarse a Hassan y al final parece que está ileso mientras se despide de Grant. Tampoco el director me parece especialmente bueno, se limita a filmar con corrección pero la fuerza de la película no reside en su trabajo, sino en el guión.

A pesar de su duración por encima de lo habitual, Decisión crítica creo que funciona correctamente si lo que buscas es un pasatiempo sin muchas complicaciones. Logra mantener la tensión, a pesar de que adivinamos el desenlace, y es un producto que cumple con lo que se espera de él.

viernes, 5 de abril de 2024

Solo las bestias



Dirección: Dominik Moll.

Guión: Dominik Moll y Gilles Marchand (Novela: Colin Niel).

Música: Benedikt Schiefer.

Fotografía: Patrick Ghiringhelli.

Reparto: Denis Ménochet, Laure Calamy, Damien Bonnard, Nadia Terezskiewicz, Guy Roger "Bibisse" N'Drin, Bastien Bouillon, Valeria Bruni Tedeschi. 

El coche de Evelyne Ducat (Valeria Bruni Tedeschi) aparece abandonado en una carretera de una zona montañosa francesa y la policía no encuentra ninguna pista sobre el paradero de la mujer.

Solo las bestias (2019), a medio camino entre el thriller y el drama, es una de las películas más singulares, extrañas, complejas y absorbentes que he visto en mucho tiempo. 

La baza principal del film de Dominik Moll es el misterio que envuelve el desarrollo hasta bien entrados en la historia, lo que garantiza nuestra total atención para ir resolviendo una especie de puzzle que se va reconstruyendo lentamente, de sorpresa en sorpresa, hasta dejarnos al final una sensación un tanto amarga por el drama que encierra, pero reconfortante al ver que aún se pueden hacer historias sencillas en planteamiento y muy densas en contenido.

Con el nexo de unión de la mujer desaparecida, se van entremezclando cinco historias de otros tantos personajes unidos por lazos de matrimonio, amor o deseo. Cada personaje participa a su manera en un drama colectivo que va desnudando el alma de cada uno de ellos, mostrando la soledad interior y la falta de cariño que convierten a los protagonistas en seres tan desvalidos como patéticos, llevándolos a cualquier locura con tal de sentirse amados.

Esta es la esencia de un film sin grandes alardes pero que el director sabe desarrollar con mano firme, uniendo las cinco historias con una lógica inquebrantable para ir desvelando lentamente los misterios que se van planteando, básicamente por el comportamiento extraño, huraño y esquivo de los protagonistas, personas completamente solas que buscan una salida a su situación y no siempre son capaces de encontrar el camino correcto.

Es difícil destacar una historia sobre otra, pues todas tienen la misma fuerza en su precisión a la hora de mostrar las necesidades básicas de cada ser humano: sentirse querido. Quizá la de Joseph (Damien Bonnard) resulte la más extraña, pues es evidente que estamos ante una persona enferma, con un grave problema para relacionarse con los demás y que parece que encuentra al fin la compañía perfecta con el cadáver de Evelyne. La escena en que se suicida es tan sorprendente como rotunda por su extraña lógica.

Pero tampoco se queda atrás la de Michel (Denis Ménochet), que ejemplifica de manera un tanto rotunda la crisis de un hombre de mediana edad que cree encontrar de nuevo las ganas de vivir y de amar sin saber que está siendo timado. Lo triste (o revelador) es que, una vez descubierto el engaño, no puede dejar de desear seguir soñando con su amor, aunque tenga que engañarse a sí mismo. Lo que encontró en la pantalla de su ordenador es más maravilloso para él que su propia vida.

Sin duda, Solo las bestias es toda una sorpresa, un film que no te deja indiferente, una reflexión sobre la soledad y la necesidad de amor tan rotunda como eficaz. 

martes, 2 de abril de 2024

Contraband



Dirección: Baltasar Kormákur.

Guión: Aaron Guzikowski.

Música: Clinton Shorter.

Fotografía: Barry Ackroyd.

Reparto: Mark Wahlberg, Kate Beckinsale, Ben Foster, Giovanni Ribisi, Lukas Haas, J. K. Simmons, Caleb Landry Jones, Diego Luna, David O'Hara, William Lucking, Olafur Darri Olafsson. 

Chris Farraday (Mark Wahlberg) ha dejado la delincuencia y lleva una vida tranquila. Pero cuando su cuñado Andy (Caleb Landry Jones) la pifia con un alijo de droga, Chris deberá volver al contrabando para saldar su deuda con un mafioso local (Giovanni Ribisi).

Contraband (2012), un remake de la islandesa Reykjavík-Rotterdam (Óskar Jónasson, 2008), es de esas cintas que no aburren, pero tampoco deslumbran, quedándose en un término medio: el argumento ofrece unos detalles interesantes, la producción es correcta y como entretenimiento cumple con soltura su cometido.

Tal vez lo más vistoso sea el reparto, con un Mark Wahlberg al que le quedan bastante bien estos papeles de tipo duro. No es un actor que destaque especialmente por su trabajo, pero da la talla y ofrece la imagen adecuada para el papel. Lo mismo podemos decir de Ben Foster, un tipo con una presencia bastante rotunda y que parece hecho a medida para los papeles de villano. Completan el buen reparto la hermosa Kate Beckinsale, que además de un rostro agradable tiene muchas tablas; Giovanni Ribisi, otro actor sólido que siempre destaca y un J. K. Simmons que es tal vez el más desaprovechado, con un rol muy marginal.

En cuanto al argumento, es cierto que partimos de un tópico: el tipo que ha intentado dejar la delincuencia y rehacer su vida y que por mala suerte debe volver al mal camino para salvar a su familia. Lo novedoso es la manera en que se las ingenia para salir airoso, primero de los problemas en le vuelve a meter Andy cuando desaparece con el dinero para pagar los billetes falsos, lo que casi le cuesta la vida, y después para sortear el registro de adunas logrando pasar tanto la droga como los billetes, consiguiendo además que encarcelen a los malos. 

Contado así suena a demasiado peliculero y la verdad es que lo es, pues con la idea de enredar todo lo posible el argumento para subir la tensión y la emoción al máximo nivel, el guión fuerza demasiado las cosas. Es verdad que si no somos muy quisquillosos, hemos de admitir que toda la parte central nos mantiene en vilo, con Chris jugando al límite y con la sorpresa de creer que su esposa (Kate Beckinsale) ha muerto accidentalmente.

Al final, en el fondo, es lo que se espera de una película cuya única meta es entretenernos y aquí el guión juega sus cartas y el resultado es más que aceptable, dejando a un lado la verosimilitud y con el recurso a los típicos trucos y tópicos a los que no escapa el argumento.

En resumen, un film correcto, sin tiempos muertos, para pasar un buen rato con el típico héroe capaz de salirse con la suya a base de ingenio más que de fuerza. Aceptable.

domingo, 31 de marzo de 2024

The Reader (El lector)



Dirección: Stephen Daldry.

Guión: David Hare (Novela: Bernhard Schlink).

Música:  Nico Muhly.

Fotografía: Chris Menges y Roger Deakins.

Reparto: Kate Winslet, Ralph Fiennes, David Kross, Lena Olin, Bruno Ganz, Alexandra María Lara, Hannah Herzsprung, Karoline Herfurth. 

Con tan solo quince años, Michael Berg (David Kross) conoce a Hanna Schmitz (Kate Winslet), una mujer adulta que lo ayuda un día que se encontraba enfermo. Michael se siente atraído por ella y poco después comienzan una relación secreta.

The Reader (2008) es un film enorme que hay que saborear despacio, porque va creciendo conforme pasan los minutos hasta desplegar toda su fuerza en un final tan emotivo como triste.

La película se inicia con el curioso romance entre Michael y Hanna. Extraño porque no sabemos nada de ella, de qué busca, porqué a veces reacciona de manera furiosa con Michael. Es una mujer extraña, a la que le gusta que su joven amante le lea antes de hacer el amor. Del lado de Michael todo está más claro: ha encontrado a su primer gran amor, una hermosa mujer con la que descubrirá el sexo y la complicidad adulta. Y ese amor nunca se olvida. Y te marca para siempre.

Pero si pensábamos que The Reader es una simple historia de un amor imposible, estábamos equivocados. Porque al argumento guarda mucho más. Incluso habría que decir que el comienzo en realidad es lo más flojo de la cinta y no porque el romance entre el adolescente y Hanna no resulte revelador y tierno, sino porque los mejores momentos llegarán después, cuando Hanna desaparezca de repente de la vida de Michael sin avisar y éste comience a estudiar derecho en la universidad.

Es entonces cuando llegamos al centro de la historia, cuando Michael descubre que Hanna ha formado parte de las SS durante la guerra y ahora está siendo juzgada por sus crímenes. Cuando finalmente es condenada a cadena perpetua, Michael (Ralph Fiennes como el protagonista adulto) empezará a enviarle cintas grabadas con las novelas que Hanna escuchaba de sus labios cuando eran amantes. Porque descubrimos también que ella era analfabeta, por eso quería que Michael le leyera los libros y por ello él tiene la posibilidad en el juicio de ayudarla gracias a ese detalle.

No desvelaré lo que sucede, solamente destacar cómo Stephen Daldry convierte el relato en algo íntimo, tranquilo, donde no se permite la osadía de explicar nada, sino que simplemente cuenta una historia. Será el espectador el que tenga que buscar explicaciones, justificaciones, motivos si puede y quiere. De esta manera, las vidas de Hanna y Michael, unidas sin remedio desde su relación, contienen todo el misterio, las contradicciones, el dolor y la amargura de la vida. 

Hanna había sido un misterio, para Michael y para nosotros. Podemos pensar que está marcada por su pasado, por lo que tuvo que hacer. Sin embargo, hay en ella un extraño sentido del deber, la necesidad de cumplir con su trabajo. Hanna parece una mujer fuerte, capaz de enfrentarse incluso a su condena con dignidad y orgullo. Lo que no podrá superar es ver como Michael ha cambiado y ya no es para él aquella mujer a la adoraba. Esa es una pérdida insoportable.

Michael es un hombre que acarrea una tristeza profunda. Su primer amor lo marcado de por vida y jamás ha logrado superar la ruptura, abrupta, inexplicable. Ni siquiera el descubrimiento terrible del pasado de Hanna cambiará su amor por ella. Michael llevará el peso de esa pérdida siempre, doblándole la espalda, clavándosele en las entrañas. The Reader es el retrato directo y sincero del dolor que produce un amor abrasador, el primero, el único en muchos aspectos.

Sin embargo, con el paso del tiempo, Hanna es un bello recuerdo, el más hermoso. Y cuando Michael se sienta ante ella, después de toda una vida, no puede amarla ya. La mujer ajada sentada ante él no es su Hanna. Es un momento tan revelador como definitivo. 

The Reader es un retrato de la vida misma, con sus contradicciones, con luces y sombras en cada uno de nosotros. Una vida de esperanzas... y de la realidad; de lo que soñamos y en qué nos convertimos. Stephen Daldry nos ofrece un relato sin adornos, verídico y por ello muy triste. Es de admirar la facilidad que tiene el director para contagiamos todas las emociones de Hanna y de Michael con una elegancia absoluta, simplemente con la fuerza de una imagen o de una mirada. Es la contundencia de una mirada desnuda, sincera, dolorosa.

The Reader no es una película fácil, porque de tan directa hace daño. Pero es un film notable en su sencillez, en cómo nos mete en la piel de los protagonistas, en cómo sentimos también nosotros su dolor, desesperación y resignación. Maravillosa.

Kate Winslet se llevó muy merecidamente el Oscar a la mejor actriz.

miércoles, 27 de marzo de 2024

Durmiendo con su enemigo



Dirección: Joseph Ruben.

Guión: Ronald Bass (Novela: Nancy Price).

Música: Jerry Goldsmith.

Fotografía: John W. Lindley.

Reparto: Julia Roberts, Patrick Bergin, Kevin Anderson, Elizabeth Lawrence, Kyle Secor. 

Para poder escapar de Martin (Patrick Bergin), un marido maniático y posesivo que la maltrata, Laura (Julia Roberts) finge su propia muerte.

Un año antes de estrenarse Durmiendo con su enemigo (1991), Julia Roberts había arrasado con Pretty Woman (Garry Marshall), por lo que se entiende el tirón en taquilla de esta cinta de suspense que, bien mirada, tiene más de serie B que de producción consistente.

La historia es bastante sencilla: Laura no soporta más a su marido, un maltratador obsesivo. Sabe que su esposo nunca la dejará marcharse, por lo que no le queda más solución que simular su muerte para librarse de una vez por todas de Martin. Y en ese plan y su ejecución tenemos en realidad lo mejor de la película, con unos minutos bastante intensos.

El problema es que a partir de ahí la historia decae bastante, especialmente toda la parte en que Laura intenta empezar una nueva vida y conoce a un joven, Ben (Kevin Anderson), que se interesa por ella. Toda esta parte, con Laura intentando vencer sus miedos y desconfianza hacia los hombres resulta bastante plana y repetitiva. 

Solamente cuando Martin descubre que Laura está viva y empieza a acercarse a ella, el interés parece volver a subir algo, pero tampoco demasiado, porque en el fondo descubrimos que el guión es bastante limitado y en toda la parte central lo único que intenta es alargar como pueda la historia para poder llegar al desenlace. Desenlace tan descolorido y precipitado que ni con mucho llega a compensar todo el tiempo que hemos tenido que soportar antes para llegar a ese momento.

Durmiendo con su enemigo es tan poca cosa que hasta las trampas del guión, porque el guión además de pobre es tramposo, son pequeñas: al principio, en la escena de la playa, queriendo sugerir que Laura es feliz al lado de Martin, y al final, con la "resurrección" de Martin buscando un último toque dramático. 

Incluso el reparto denota la escasa ambición que parece poseer la cinta. Es verdad que Patrick Bergin resulta inquietante y aporta una frialdad a su personaje muy eficaz, pero en realidad Martin es un personaje muy plano y sus detalles de crueldad resultan casi gratuitos por la simplicidad del guión a la hora de perfilarlo. Por su parte, Kevin Anderson me pareció una elección muy mala para jugar el papel del vecino que enamora a Laura. Es un actor sin carisma y muy limitado en su trabajo, palideciendo ostentosamente al lado de Julia Roberts.

De hecho, ella es la única nota de calidad de la cinta y solo por su presencia merece la pena verla. Sin ella podríamos estar hablando tranquilamente de uno de esos telefilms estereotipados que parecen hechos en serie para las tardes de domingo. Es más, podríamos preguntarnos cómo aceptó Julia Roberts participar en un proyecto tan pobre.

martes, 26 de marzo de 2024

Novia a la fuga



Dirección: Garry Marsall.

Guión: Josann McGibbon y Sara Parriott.

Música: James Newton Howard.

Fotografía: Stuart Dryburgh.

Reparto: Julia Roberts, Richard Gere, Joan Cusack, Héctor Elizondo, Rita Wilson, Paul Dooley, Christopher Meloni, Donal Logue, Reg Rogers, Yul Vasquez. 

Ike Graham (Richard Gere) escribe una columna muy popular y bastante polémica en un periódico de Nueva York. Cuando conoce la historia de Maggie Carpenter (Julia Roberts), una joven que ya dejado plantados en el altar a varios novios, decide dedicarle un articulo.

Si pensamos en comedia romántica y le añadimos los nombres de Julia Roberts y Richard Gere enseguida recordamos Pretty Woman (Garry Marshal, 1990), una película que logró acertar de lleno por su originalidad, el encanto de los protagonistas y contarnos un hermoso cuento tan irreal como cautivador.

Por ello no es de extrañar que Garry Marshall se animara a reunir de nuevo a los dos protagonistas, sin olvidar a Héctor Elizondo, un personaje encantador en Pretty Woman, e intentar emular el éxito pasado.

Y la verdad es que contar con Julia Roberts es un acierto absoluto. Ella es el 90% de la cinta, su encanto, su desparpajo, su naturalidad y esa increíble sonrisa son la clave para que Novia a la fuga (1999) funcione correctamente.  También es cierto que Richard Gere aporta su innegable encanto, pero a mí la que me fascina es Julia Roberts.

Sin embargo, a pesar de tener un equipo ganador, Novia a la fuga no termina de funcionar como esperaba. No es que resulte un fiasco, pues en conjunto la comedia es divertida y, aunque resulte predecible, en el fondo los espectadores de este tipo de películas apuestan siempre por el final feliz, pues es la recompensa que se espera para que, al menos en la ficción, la vida y el amor demuestren que se puede rozar la perfección y la felicidad.

Pero en Novia a la fuga falla principalmente el argumento. La historia se centra demasiado en la comedia, intenta resultar divertida a toda costa, a veces forzando innecesariamente las situaciones, con algunos momentos bastante ridículos; pero sobre todo descuida a los personajes secundarios, a los que debía arropar para dar profundidad y sentido a la historia de Ike y Maggie. Es un error importante que penaliza y mucho a la cinta.

Pero además, incluso Ike y Maggie no terminan de concretarse. Es verdad que algunos momentos de ellos juntos, especialmente cuando se sinceran y el tono de la cinta se vuelve más serio, nos ofrecen secuencias muy interesantes, con algunos diálogos de cierto calado, pero el tono general es de parodia y se echa de menos una mayor profundización en ellos, especialmente en Maggie y el motivo por el que huye de todas las bodas. Lo aclara al final, y se agradece, pero hubiera sido necesaria una mayor introspección para que pudiéramos entenderla y empatizar con ella. Al final, lo que hace que un film funcione es cuando logra que el espectador participe desde su butaca de los problemas de los protagonistas y aquí no se consigue, con lo que tenemos un film un tanto frío, con algunos momentos interesantes pero demasiado escasos.

En todo caso, Novia a la fuga no es tan mala como algunas críticas sostienen, simplemente funciona desde un nivel muy básico y seguramente esperábamos más de los dos protagonistas teniendo en cuenta el precedente de nueve años atrás. 

jueves, 21 de marzo de 2024

Una vida por delante



Dirección: Lasse Hallström.

Guión: Mark Spragg y Virginia Korus Spragg.

Música: Deborah Lurie.

Fotografía: Oliver Stapleton.

Reparto: Robert Redford, Jennifer López, Morgan Freeman, Becca Gardner, Josh Lucas, Damian Lewis, Camryn Manheim, Lynda Boyd, Rob Hayter. 

Harta de los malos tratos de su pareja (Damian Lewis), Jean Gilkyson (Jennifer López) abandona su hogar con su hija Griff (Becca Gardner) y busca refugio en la granja de su suegro, Einar (Robert Redford), a pesar de que él la culpa por la muerte de su hijo.

Una vida por delante (2005) es una de esas películas pretenciosas que intentan construir un drama intenso y profundo y lo único que ofrecen es algo más vulgar y previsible.

Todas las piezas están presentes ahí con el fin de crear un melodrama conmovedor y ese es precisamente el problema de la película: no disimula sus pretensiones, lo que hace que tengamos la impresión de que no es un relato espontáneo, fresco, sino algo elaborado con sumo cuidado con un fin evidente.

Está la joven viuda a la que la vida la sigue castigando, ahora con una pareja violenta que la muele a palos. Por otro lado, tenemos a Einar, amargado por la muerte de su hijo, el marido de Jean, a quién culpa de su muerte, pues ella se quedó dormida la volante, lo que provocó el accidente en el que falleció su esposo. ¿Porqué no aclararon las circunstancias del accidente en su momento? Pues para poder implantar el conflicto entre ambos que sabemos de antemano que se resolverá convenientemente a su debido tiempo.

Para que no falte de nada se incluye a Mitch (Morgan Freeman), trabajador a las órdenes de Einar, la voz de su conciencia en realidad, que le señala a su amigo sus fallos y cómo debería reconducir su vida. Además, Mitch se recupera del ataque de un oso, ataque que Einar no pudo evitar al estar borracho. Otro elemento más para completar el cuadro.

En principio, no tengo nada en contra de este tipo de historias, creo que ofrecen un mensaje positivo de superación, de perdón y de intentar rehacer la vida a pesar de las dificultades. Las intenciones son inmejorables.

 El problema de Una vida por delante es que no es una historia profunda, resulta demasiado superficial, tanto en las situaciones que plantea como en la resolución de las mismas. Precisamente ahí reside su mayor debilidad: todo se soluciona demasiado fácilmente, además de resultar muy previsible. No hay escenas de cierta intensidad, incluso cuando el maltratador aparece en el pueblo donde vive ahora Jean. Esperamos algo de emoción, pero el problema se resuelve con demasiada facilidad.

Todo en la historia pasa sin llegar al centro de los problemas. Incluso los diálogos carecen de fuerza, de manera que pasamos por las diversas situaciones sin llegar a sentir su urgencia, sin emocionarnos. Y en un relato que se basa en el dolor y la amargura, el que no llegue a implicarnos a fondo es la mejor prueba de su falta de autenticidad. 

Para conmover al espectador, hay que ser muy preciso y a la vez prudente. Una vida por delante delata nada más empezar sus intenciones melodramáticas, pero sin verdadera convicción. Es todo como prefabricado. Con ello no quiero decir que sea una mala película, pues la puesta en escena es elegante y el fondo de los problemas abordados resulta muy interesante, pero no llega a parecer del todo auténtica.

martes, 19 de marzo de 2024

Hero



Dirección: Zhang Yimou.

Guión: Li Feng, Zhang Yimou y Wang Bin.

Música: Tan Dun.

Fotografía: Christopher Doyle.

Reparto: Jet Li, Tony Leung Chiu-Wai, Maggie Cheung Man-Yuk, Zhang Ziyi, Chen Dao Ming, Donnie Yen.

El guerrero "Sin Nombre" (Jet Li) es recibido en el palacio del rey de Qin (Chen Dao Ming) con todos los honores al haber conseguido matar a los tres asesinos que llevaban años intentando asesinar al monarca.

Hero (2002) es una película inscrita en el género wuxia o de los caballeros de las artes marciales, muy popular en China. Sigue de cerca la estela de Tigre y dragón (Angustias Lee, 2000), cuyo éxito acercó este tipo de films a occidente.

Sin duda, la nota más característica de la cinta de Zhang Yimou es su cuidada puesta en escena, donde destaca sobre todo el uso del color, dominando las diferentes secuencias ahora el negro (palacio real), luego el rojo (escuela de caligrafía), el amarillo (duelo en el bosque), el verde... Lástima que se nos pierda el significado simbólico que sin duda debe tener su utilización, pero estéticamente nos ofrece un espectáculo sorprendente, gracias a una fotografía excepcional a cargo de Christopher Doyle. Si además le unimos la dulce banda sonora, tenemos un resultado realmente hermoso.

El argumento en cambio se complica más, pues estamos ante una leyenda que no se corta a la hora de ir modificando el relato, lo que nos lleva a pensar en una influencia de Akira Kurosawa, en especial su Rashomon (1950).

Estos cambios en la historia están tejidos con inteligencia, pero no dejan de resultar excesivos desde mi punto de vista. A la vez, el desarrollo peca de una excesiva teatralidad, acercando más el relato a un folletín que a una obra épica. Creo que es un defecto del cine oriental, que suele caer en la teatralidad. En el caso de Hero es evidente en argumento y diálogos y para nuestra cultura no deja de ser un tanto chocante, porque le resta seriedad a lo narrado, acercándolo al mundo del cómic más que al cinematográfico; como sucede también con las escenas de lucha, que desafían cualquier ley física y hasta la lógica. Si las vemos como un recurso estético, pueden tener un pase, pero a mí siguen sin gustarme demasiado.

Todo ello pone en evidencia el enfoque marcadamente estético de la obra de Yimou, que busca el impacto visual por encima de todo. Y aquí reside también el punto débil de Hero, pues al lado de sus virtudes formales, la parte del argumento queda muy descompensada, hasta el punto de que, sin ser un film especialmente largo, la lentitud del desarrollo y la excesiva cantidad de escenas de lucha terminan por pasar factura y hay momentos en que el discurso se vuelve algo repetitivo y cansado. De ahí que la sensación que me produce al final sea doble: por un lado, Hero te fascina por la colorida puesta en escena, pero por otro te cansa lo pretencioso del cuento y su escasez de recorrido.

En todo caso, creo merece la pena por salirse de lo que habitualmente nos sirve la filmografía occidental y, si nos dejamos llevar por la fantasía, el espectáculo está garantizado.

domingo, 17 de marzo de 2024

Algo que contar



Dirección: Don Roos.

Guión: Don Ross.

Música: Mychael Danna.

Fotografía: Robert Elswit.

Reparto: Ben Affleck, Gwyneth Paltrow, Joe Morton, Natasha Henstridge, Tony Goldwyn, Johnny Galecki, Alex D. Linz, David Dorfman, Jennifer Grey, Caroline Aaron. 

Debido al mal tiempo, el vuelo que debía coger Buddy Amaral (Ben Affleck) sufre un retraso. Durante la espera, conoce a Greg Janello (Tony Goldwyn), que también espera para poder volver a su casa. Al final, Buddy le da su billete a Greg para poder pasar la noche con una atractiva mujer (Natasha Henstridge) que acaba de conocer también durante la espera.

Algo que contar (2000) es un film romántico que sigue las pautas más clásicas del género, es decir: los protagonistas se conocen, inician una relación que se verá frustrada por un hecho importante pero, finalmente, el amor triunfa y se reconcilian. La nota diferente es el hecho de que Buddy había conocido al marido de Abby (Gwyneth Paltrow) y al darle su billete de avión y morir Greg en ese vuelo, Buddy se siente responsable, lo que origina el conflicto que desencadenará el problema en su relación con Abby.

El tema del accidente de avión y el posterior romance ya lo habíamos visto, con una pequeña variante, en Caprichos del destino (Sydney Pollack, 1999), por lo que no es algo muy original, aunque funciona como punto de partida. El problema es que el guión sabe que es su as en la manga y decide jugar con el decisivo momento de la verdad, cuando Buddy ha de contarle lo sucedido con el vuelo de su marido, durante demasiado tiempo. Se pretende mantener la tensión el máximo tiempo posible, lo que se puede entender, pero al final lo que se consigue es priorizar el dramatismo de manera artificial, lo que estropea en gran medida el tono serio que podría tener la historia. En definitiva, se prefiere el efectismo barato a la lógica y la seriedad.

En realidad, ese es el principal defecto de Algo que contar, que no elige el camino más consecuente y se deja llevar al terreno de los engaños, convirtiendo una historia con muchas posibilidades en un juego demasiado previsible y que no terminamos de creernos porque la dilación de la confesión de Buddy no es lógica. Incluso es muy fácil adivinar que será Abby la que descubrirá el secreto antes de que él se lo confiese.

Y además hay otro detalle que no juega a favor de los protagonistas: su relación se basa en dos mentiras. Abby le cuenta que está divorciada, lo que no tiene más explicación que el interés del guión en retorcer las cosas innecesariamente; y Buddy le oculta que conocía a su esposo. Pero también mienten a los demás, creando un ambiente un tanto extraño que no favorece que empaticemos con ellos. Y de nuevo comprobamos como el interés del guión por jugar demasiado con el drama acaba perjudicando a la historia.

Y la verdad es que da pena ver cómo el guión no sigue un desarrollo más lógico, menos enfocado al efectismo, porque en otros momentos comprobamos que tiene un nivel superior a otras historias parecidas. Por ejemplo, los diálogos resultan bastante más profundos en muchos momentos que las habituales conversaciones intrascendentes y ofrecen un enfoque de las relaciones entre hombres y mujeres, el saber asumir las cosas y poder perdonar al otro y perdonarse a uno mismo bastante interesantes. De haber seguido por esa senda, Algo que contar estaría entre los dramas románticos más recomendables de los últimos años.

Lo que sí que es imposible de perdonar es el tener a Ben Affleck como protagonista. Entiendo que es un actor atractivo, un requisito importante para el papel, pero su calidad interpretativa es muy limitada y eso es un problema grave, como en las escenas en que se da a la bebida por sus remordimientos y dónde nos ofrece una muestra evidente de su poca versatilidad. Affleck es inexpresivo y exagerado y ello condiciona toda la historia. No pasa lo mismo con Gwyneth Paltrow, que me pareció perfecta en su trabajo.

Está claro que Algo que contar tiene muchos defectos y que duele comprobar cómo se ha perdido la oportunidad de hacer algo mucho más hermoso. Y aún así, para los amantes de las películas románticas, creo que no resulta una mala elección. Si valoramos sus aciertos por encima de su marcada orientación comercial, podemos disfrutarla. 

miércoles, 13 de marzo de 2024

Cerdos salvajes (Con un par... de ruedas)



Dirección: Walt Becker.

Guión: Brad Copeland.

Música: Teddy Castellucci.

Fotografía: Robbie Greenberg.

Reparto: Tim Allen, John Travolta, Martin Lawrence, William H. Macy, Ray Liotta, Marisa Tomei, Jill Hennessy, Stephen Tobolowsky, M. C. Gainey, Kevin Durand, John C. McGinley, Peter Fonda.

Cansados de su rutina diaria, Woody (John Travolta), Doug (Tim Allen), Bobby (Martin Lawrence) y Dudley (William H. Macy), cuatro buenos amigos, deciden coger sus motos y emprender un viaje hasta el Pacífico en busca de un poco de libertad.

Cerdos salvajes (Con un par... de ruedas) (2007) tiene un planteamiento interesante: las vidas de cuatro viejos amigos de mediana edad no es lo que habían soñado. Cada uno a su manera se siente frustrado, infeliz, fracasado. Es algo que puede pasar, sobre todo cuando ves que has pasado el ecuador de tu vida y tus sueños se han quedado muy atrás. Por eso todos acaban animándose a emprender un viaje sin un destino claro, tan solo evadirse de la vida cotidiana, soñar que dejan atrás los problemas, ser de nuevo los dueños de su destino, aunque solo sea durante unos días.

Claro está, esto es una comedia y el planteamiento no toma un enfoque deprimente o demasiado serio. Pero el punto de partida es acertado. Claro que Walt Becker no va a aportar reflexiones trascendentales. La idea es simplemente entretenernos con las aventuras de estos amigos durante su viaje, donde incendiarán accidentalmente su tienda de campaña, se encontrarán con un policía homosexual (John C. McGinley) que se siente atraído por ellos, escandalizarán a una familia al bañarse desnudos y se enfrentarán a una banda de moteros liderada por el pendenciero Jack Blade (Ray Liotta). Hasta el tímido de Dudley tendrá tiempo de enamorarse de una hermosa camarera (Maria Tomei).

Pero las buenas intenciones de Cerdos salvajes van a chocar directamente con un guión demasiado simple que no deja de ofrecernos situaciones muy previsibles. Es verdad que algunos chistes logran sacarnos una sonrisa, pero en cambio otros momentos resultan demasiado patéticos por su falta de imaginación y chabacanería. Sé que hacer una comedia es complicado, pero aún se complica más cuando el guión no sabe esquivar los chistes vulgares.

Tengo la sensación de que una de las claves para que una comedia funcione reside en que sus autores deben considerarla como algo serio. En Cerdos salvajes da la sensación de que sus artífices no siguieron esta premisa, se tomaron el trabajo a la ligera y el resultado es un film con una calidad inferior a lo deseable.

Es verdad que algunos nombres del reparto, como William H. Macy, John Travolta (aunque su elección de proyectos fue bastante cuestionable en muchas ocasiones) o la maravillosa Marisa Tomei disimulan un poco las carencias de la cinta. Y también he de reconocer que el viaje en moto tiene su encanto, aunque se podrían haber explotado mejor los paisajes por los que viajan, pues el director se centra en exceso en las motos y desaprovecha la riqueza visual de los territorios que cruzan. Pero siempre es bonito ver rodar unas Harley y más con el acompañamiento de una banda sonora muy atractiva.

En conjunto, incluso con el forzado final feliz cargado de merengue, he de confesar que uno termina de ver la película con cierta sensación de bienestar. Repito, es un film endeble, solamente aderezado con algunos momentos menos malos, pero al final me quedé con una sonrisa en la boca, como la de los cuatro amigos frente al Océano Pacífico.

sábado, 9 de marzo de 2024

¿Conoces a Joe Black?



Dirección: Martin Brest.

Guión: Ron Osborn, Jeff Reno, Kevin Wade y Bo Goldman (Obra: Alberto Casella).

Música: Thomas Newman.

Fotografía: Emmanuel Lubezki.

Reparto: Brad Pitt, Anthony Hopkins, Claire Forlani, Jake Weber, Marcia Gay Harden, Jeffrey Tambor, David S. Howard, Lois Kelly-Miller.

William Parrish (Anthony Hopkins) va a cumplir sesenta y cinco años y desde hace algún tiempo no se siente del todo bien de salud. Un día, después de estar escuchando una voz misteriosa, se presenta en su casa la Muerte.

Hay varias formas de abordar ¿Conoces a Joe Black? (1998). Por un lado, podría estamos ante una reflexión sobre lo efímero de la vida, su fragilidad, cómo puede cambiar en un segundo sin remedio. Aquí entraría todo lo concerniente a la relación de Joe Black (Brad Pitt), la Muerte, con William Parrish, el magnate de las telecomunicaciones que aún no está preparado para morir. Pero la visita de Joe le sirve para comprender lo que es importante y lo que no en su vida, apreciar la suerte que ha tenido y poder despedirse a tiempo de sus hijas, Allison (Marcia Gay Harden) y Susan (Claire Forlani). 

Quizá se eche en falta un enfoque más profundo de un tema tan trascendental, pues al final el guión no pasa de la superficie, resultando muy blando y un tanto estereotipado. 

La otra vertiente, la del romance entre Joe y Susan me pareció mucho más atinada y bastante más convincente. Se trata de una hermosa historia de amor, un amor imposible, pero donde el guión logra brindarnos los momentos más emotivos, sensibles y tiernos de la película. Sin duda, tiene mucho que ver la presencia de Brad Pitt y Claire Forlani, dos actores con un innegable atractivo y que además, juntos, desprenden ternura y complicidad. Además, se añade la intriga de qué sucederá la final, si Joe le revelará su verdadera identidad a Susan, si el amor logrará vencer a la muerte o si simplemente todo terminará en cuanto Joe se "lleve" a su padre.

Pero al igual que la parte de Joe y William, volvemos a encontrar pequeños deslices de un guión que no ha sabido convertir esta especie de cuento en algo más profundo. Porque el comportamiento de Joe, que después de todo es la misma Muerte, resulta un tanto infantil y no terminamos de creerlo. Es verdad que aporta un cierto encanto en la relación con Claire por su inexperiencia y torpeza, pero no encaja con el personaje.

También habría que perdonarle a los guionistas el enfoque tan simplista de la historia, donde los buenos son inmaculados, algo que choca un poco con la posición de William Parrish, un magnate de una nobleza apabullante, o la misma Claire, con una especie de inocencia y pureza demasiado perfectas. Incluso Allison y su esposo Quince (Jeffrey Tambor) están caracterizados con demasiada simplicidad como para que los lleguemos a tomar demasiado en serio. En cambio en Drew (Jake Weber), el guión se ceba sin piedad, dejando bien claras las intenciones del relato: crear un cuento que marca las líneas con demasiada claridad entre el bien y el mal. 

Pero a nivel técnico, la película es perfecta. Con una fotografía exquisita, una banda sonora magnífica y una dirección elegante y precisa, es un regalo disfrutar de los encuadres, la luz y unos decorados suntuosos. Incluso Martin Brest consigue que una película basada en los diálogos exclusivamente, con pocos decorados y muy larga transcurra con una fluidez envidiable. Y aquí también tenemos que destacar a Anthony Hopkins, que con sus tablas convierte sus escenas en una delicia.

El desenlace me provoca sentimientos encontrados. Es gratificante el enfoque positivo que se le da, no convirtiendo la muerte de William en un drama, sino presentándola con cierta naturalidad. También el ver que Susan encuentra el amor es reconfortante, mucho más que dejarla destrozada por perder a Joe para siempre. Pero en el fondo, el mejor final habría sido ese, el de una despedida porque su relación resulta imposible, por triste que sea.

Si ponemos en una balanza los puntos positivos y los negativos, objetivamente debería decir que ¿Conoces a Joe Black? es un film que flojea por muchos lados. Pero si soy sincero, he de reconocer que la historia me gustó, con sus defectos y todo, especialmente la parte romántica, porque me resultó realmente entrañable la relación que se establece entre Susan y Joe, como ella queda fascinada por su belleza, pero también cómo es capaz de conquistarlo con su dulzura y unos sentimientos puros. ¿Quién no se enamoraría de una mujer como Susan?

En fin, que estamos ante un cuento moderno, con todos sus defectos, recomendable a románticos empedernidos o seguidores de la pareja protagonista masculina. Al resto seguro que no les entusiasmará.

miércoles, 6 de marzo de 2024

Heavy Trip



Dirección: Jukka Vidgren y Juuso Laatio.

Guión: Jukka Vidgren, Juuso Laatio, Aleksi Puranen y Jari Olavi Rantala.

Música: Lauri Porra.

Fotografía: Harri Räty.

Reparto: Johannes Holopainen, Max Ovaska, Samuli Jaskio, Antti Heikkinen, Minka Kuustonen, Chike Ohanwe, Ville Tiihonen, Kai Lehtinen, Rune Temte, Martti Syrjä, Pirjo Lonka.

Turo (Johannes Holopainen) es el cantante de una banda de heavy metal formada con sus tres mejores amigos. Nunca han tocado en público pero ahora, tras componer su primera canción, pueden tener una gran oportunidad.

De Finlandia nos llega el debut de la pareja de directores con una comedia un poco gamberra y con ciertos toques inspirados.

Heavy Trip (2018) se centra en cuatro amigos unidos por su amor al heavy metal, si bien en el tiempo que llevan tocando nunca lo han hecho en público, no tienen ningún tema propio, ni un nombre y encima su solista tiene pánico escénico.

En realidad, Turo es un tipo al que le vencen sus miedos, no solo para salir a escena, sino para enfrentarse con los que se burlan de él y lo que es peor, para declare su amor a Miia (Mika Kuustonen).

Este comienzo de la película resulta preciso a la hora de perfilar a los personajes a la vez que la sencillez de la puesta en escena es todo un acierto y una declaración de intenciones: estamos ante un film modesto que juega sus bazas desde el guión, donde se centra para contarnos una historia divertida y un tanto surrealista y macabra. Porque poco a poco el argumento se va volviendo más imprevisible y sorprendente, con detalles que rozan lo macabro, como desenterrar al batería muerto (Antti Heikkinen), con otros detalles escatológicos, como los vómitos de Turo o el baño de sangre de reno que sufre un promotor noruego (Rune Temte). Son detalles que encajan bien en el argumento, pero que llevan el humor más tranquilo del comienzo a situaciones menos inspiradas, rozando el ridículo, como el del puesto fronterizo noruego jugando a la guerra, en una secuencia verdaderamente grotesca y muy infantil.

Es una pena, pues la historia me parecía bastante interesante sin llevarla a esos extremos. Imagino que los guionistas tenían en mente un enfoque más radical, el problema no reside en ese planteamiento, sino en la manera de llevarlo a término, pues la mayoría de las bromas más desfasadas no tienen en realidad un nivel muy elevado, cayendo en tonterías muy poco elaboradas, con lo que, conforme avanza la película, va perdiendo la frescura inicial para llevarnos a un final demasiado convencional y escasamente imaginativo.

Se echa de menos haber ahondado más en la personalidad de Turo sin caer en excesos, pues el contraste entre su afición por el heavy y su carácter tímido y miedoso habría servido para darle un aire especial al relato, en especial a su relación con Miia, que al final no consigue desarrollarse como nos hubiera gustado y se queda en muy poca cosa.

A pesar de sus defectos, creo que Heavy Trip al final tiene cierto encanto. No es una comedia sorprendente, pero funciona dentro de sus modestas pretensiones.

viernes, 1 de marzo de 2024

La mercenaria



Dirección: M. J. Bassett.

Guión: M. J. Bassett e Isabelle Bassett.

Música: Jack Halama y Scott Shields.

Fotografía: Brendan Barnes.

Reparto: Megan Fox, Philip Winchester, Adam Deacon, Jessica Sutton, Isabelle Bassett, Greg Kriek, Sisanda Henna, Brandon Auret, Kenneth Fok, Calli Taylor, Lee-Anne Liebennerg. 

Sam O'Hara (Megan Fox) lidera un grupo de mercenarios encargados de liberar a Asilia (Jessica Sutton), la hija del gobernador, secuestrada por Zalaam (Adam Deacon), un terrorista adscrito a la organización islamista al-Shabaad. El grupo de Sam logra el rescate, pero la huída se complicará seriamente.

La mercenaria (2020) sigue un esquema bastante parecido a muchas películas de acción del estilo de Arnold Schwarzenegger. En concreto, hay ciertas similitudes con Depredador (John McTiernan, 1987), pero ni Megan Fox es Schwarzenegger, ni M. J. Bassett es John McTiernan. Y es que Megan Fox en ningún momento me pareció encajar en su personaje, además de mostrar cierta torpeza en las escenas de acción, con lo que parte del posible atractivo de la cinta se pierde sin remedio.

El comienzo de la película es interesante, especialmente por cómo se van torciendo las cosas para el equipo de Sam desde la misma huída, perdiendo a compañeros y quedándose sin munición. Para colmo, en un giro tan inesperado como interesante, en cuanto encuentran refugio en una granja abandonada empiezan a ser masacrados por una temible leona. Por cierto, en el intento de hacerla realmente terrorífica, los efectos especiales terminan por convertirla en algo demasiado artificial. Para eso, habría sido mejor recurrir a planos rápidos que no permitieran que la viéramos con tanto detalle.

Hasta ese momento, la cinta transcurre con agilidad, tiene escenas de acción bien resueltas y la situación de los protagonistas, acosados por el animal y perseguidos por la gente de Zalaam, crea interesantes expectativas. Pero justo entonces, cuando Bassett parecía tener todos los ases en la mano para mantener un buen tono, es cuando la historia empieza a hacer aguas.

En primer lugar, la estancia en la granja, intentando pedir que los rescaten, se hace demasiado larga. El primer ataque de la leona sorprende, pero el resto resultan repetitivos además de ser totalmente previsibles, por lo que se pierde el factor sorpresa, cayendo el relato en la rutina.

Por otra parte, en esos momentos de calma es cuando el guión (escrito por el director y su hija) aprovecha para adentrarse en los personajes, sus motivaciones, sus miedos o sus traumas. Y aquí, tristemente, comprobamos la banalidad del escrito, incapaz de conmovernos y de hacer creíbles a los personajes. Los diálogos no tienen suficiente fuerza y la sensación es más de relleno que otra cosa. El ritmo de la película, que había empezado con gran dinamismo, se estanca y hasta el desenlace vivimos momentos en que cuesta mantener el interés.

Sin embargo, cuando al fin llegan los matones de Zalaam a la granja y se avecina lo que esperamos sea el climax de la historia, M. J. Bassett muestra una inoperancia alarmante. El ataque resulta inconexo, resuelto con una torpeza inconcebible, con momentos casi cómicos y un desarrollo totalmente incomprensible, con los asaltantes desapareciendo de repente para volver a salir a la palestra muy bien situados para que los maten ordenadamente. Es todo tan arbitrario y ridículo que pocas veces, incluso en películas de serie B, he visto tal cúmulo de errores.

 Es una pena ver como una historia como esta, no excesivamente original, pero que apuntaba cierta intriga y emoción, se arruina por errores infantiles difíciles de entender. Un film, finalmente, sin interés.

miércoles, 28 de febrero de 2024

La proposición



Dirección: Anne Fletcher.

Guión: Peter Chiarelli.

Música: Aaron Zigman.

Fotografía: Oliver Stapleton.

Reparto: Sandra Bullock, Ryan Reynolds, Malin Akerman, Craig T. Nelson, Mary Steenburgen, Betty White, Denis O'Hare, Oscar Nuñez, Aasif Mandvi.

Cuando Margaret (Sandra Bullock), una importante ejecutiva en una editorial de Nueva York, recibe la noticia de que va a ser deportada a su país, Canadá, al caducarle su visado de residencia, encuentra que la mejor solución es casarse.

La comedia romántica se mueve en unos esquemas bastantes limitados, por lo que el intentar buscar algún recurso a base de guiones con un toque original no es una mala solución, aunque la clave siempre estará en la calidad, no en la originalidad. Lo importante es que la historia nos enganche, que los personajes resulten cercanos, alguien con quién podamos identificarnos, y que el desarrollo sea coherente.

El punto de partida de La proposición (2009) tiene su gracia: una ejecutiva odiada por todos sus compañeros que decide que lo mejor para evitar ser deportada es fingir su matrimonio. Y no se le ocurre elegir a otro que a su asistente, Andrew Paxton (Ryan Reynolds), al que está estado martirizando durante años. A partir de ahí, la clave reside en que el guión consiga convencernos de que ese enfrentamiento inicial termine en amor. Y creo que casi lo logra, pero le falta un punto a la historia para terminar de conseguirlo por completo.

Pienso que el fallo principal reside en el cambio que se produce en los personajes, de manera que cuesta entenderlo y aceptarlo. Margaret es presentada como una jefa despiadada y Andrew como un empleado sumiso y algo acobardado por ella. Pero en cuanto empiezan a fingir su romance, Andrew comienza a fastidiar a Margaret y ella pierde de pronto su carácter agresivo. La cosa no encaja.

Otro detalle que debería haberse alimentado más es el proceso por el que ambos empiezan a conocerse mejor y a limar diferencias, lo que poco a poco los llevaría al enamoramiento. Y solamente hay una escena es que veamos algo así entre ellos y es cuando Margaret se sincera con Andrew en el dormitorio y le cuenta el tiempo que lleva sin tener relaciones y el porqué  de un tatuaje. Es un momento íntimo muy bien planteado y que explica cómo Andrew empieza a ver a su jefa con otros ojos, pero es el único y creo que es insuficiente. Por eso al final, el enamoramiento de los protagonistas no acaba de resultar del todo creíble, con lo que la comedia termina no llegar al buen puerto deseado. Casi lo consigue, pero le falta algo de convicción y de coherencia para ello.

Por otra parte, la familia de Andrew está ahí para arropar la historia y por ello su papel es muy importante para el desarrollo de la relación. Y de nuevo el guión alterna aciertos con errores clamorosos. Por ejemplo, los padres de Andrew, Joe (Craig T. Nelson) y Grace (Mary Steenburgen), apenas aportan nada a la historia; solamente la abuela Annie (Betty White) cobra un rol algo más importante, pero en lugar de convertirla en un personaje entrañable (la escena de la joya familiar va por ese camino), el guión prefiere darle un toque cómico que en realidad termina siendo grotesco en la escena del baile en el bosque.

Son estos bandazos del guión, que ofrece un momento de cierta calidad al lado de patinazos absurdos, lo que termina por desequilibrar el conjunto. Y no se entiende bien cómo una misma persona puede escribir una escena con cierta profundidad emocional y al minuto siguiente ofrecernos un disparate. 

Lo que sí me quedó claro es que Sandra Bullock no ha perdido ni un poco de su talento y encanto para la comedia. Gracias a ella la película logra un nivel que sería impensable con otra actriz. Ella resulta absolutamente convincente como jefa despiadada y al mismo tiempo tiene algo que impide que nos caiga mal, por lo que siempre estamos de su parte, lo que es fundamental para que sintamos empatía hacia ella y deseemos que termine siendo feliz al lado de Andrew. 

Da pena, pues, ver como La proposición, que tenía todo a su alcance para funcionar muy bien, termina estropeando sus posibilidades con decisiones absurdas del guión. Tal vez si se hubiera enfocado menos a la comedia la cosa habría terminado mejor. Es un film que se puede disfrutar, es cierto, pero que nos deja cierto sabor agridulce en la boca. 

martes, 27 de febrero de 2024

El beso del dragón



Dirección: Chris Nahon.

Guión: Luc Besson y Robert Mark Kamen (Historia: Jet Li).

Música: Craig Armstrong.

Fotografía: Thierry Arbogast.

Reparto: Jet Li, Bridget Fonda, Tchéky Karyo, Ric Young, Burt Kwouk, Max Ryan, Laurence Ashley, Cyril Raffaelli, Didier Azoulay, Isabelle Duhauvelle.

Con la misión de detener a un traficante chino y su cliente en Francia, la policía china envía al agente Liu Jian (Jet Li) a París para colaborar con el inspector Richard (Tchéky Karyo).

No vamos a encontrar en la historia de El beso del dragón (2001) nada especialmente imaginativo. Estamos ante un típico film de acción basado en las artes marciales con un argumento sobre tráfico de drogas, corrupción policial, prostitución y la relación entre el héroe y una prostituta que, sin llegar a convertirse abiertamente en un romance, aporta las notas necesarias y agradecidas de ternura a la colección de peleas que dominan casi por entero la cinta.

La figura de la historia es Jet Li, un luchador que está a medio camino entre Bruce Lee, por fisonomía y sobriedad interpretativa, y Jackie Chan, por ese estilo de lucha especialmente atlética y que utiliza los recursos a su alcance como ayuda o armas eventuales. Es un estilo un tanto teatral y poco realista, pero aporta ese espectáculo en las coreografías de lucha que tan bien queda en la pantalla. Yo prefiero algo menos circense, pero hemos de reconocer que Chris Nahon consigue unos resultados en esas escenas muy atractivos.

Otro punto importante es la presencia de Tchéky Karyo en la piel del malvado inspector de policía que intenta desesperadamente acabar con Liu Jian. La caracterización del inspector como un tipo sin escrúpulos realmente peligroso y sanguinario es perfecta para la trama y Tchéky Karyo consigue convertir al personaje en alguien especialmente odioso y malvado.

El argumento en sí tampoco desmerece en absoluto. Es verdad que la historia no es muy original y algunos momentos resultan un tanto increíbles, pero teniendo en cuenta que de lo que se trata es de fijar las bases para las múltiples peripecias del protagonista, hay que convenir que al menos el trabajo de los guionistas es minucioso y además se toman su tiempo para ofrecernos escenas de transición interesantes donde se va perfilando con buen gusto y acierto la relación entre el agente chino y la prostituta. 

Es verdad también que el guión no es capaz de evitar caer en ciertos tópicos, más evidentes en el personaje de Bridget Fonda, que además se intenta edulcorar un poco al principio cuando se muestra reticente a entrar en el juego de seducir al mafioso chino. No son detalles trascendentes, pero sí que denotan un intento de "proteger " al personaje y que no la veamos como una mujer sin principios, de ahí también su negativa a drogarse.

Lo mejor de El beso del dragón es que, a pesar de su trama predecible, ciertos detalles inverosímiles y su enfoque a un consumo fácil, consigue equilibrar su finalidad principal con un cuidado en los personajes, de manera que a parte de la acción pura y dura, tenemos un conjunto de detalles que arropan perfectamente la historia, que termina funcionando bastante bien. 

lunes, 26 de febrero de 2024

Venganza: conexión Estambul



Dirección: Olivier Megaton.

Guión: Luc Besson y Robert Mark Kamen.

Música: Nathaniel Mechaly.

Fotografía: Romain Lacourbas.

Reparto: Liam Neeson, Maggie Grace, Famke Janssen, Rade Serbedzija, Leland Orser, Jon Gries, D. B. Sweeney, Luke Grimes.

Para salvar a su hija Kim (Maggie Grace), Bryan Mills (Liam Neeson), agente de la CIA retirado, había acabado con todos sus raptores. Ahora el padre de uno de ellos (Rade Serbedzija) ha decidido vengarse.

Venganza (Pierre Morel, 2008) era un film de acción no especialmente novedoso, pero sí que tenía suficiente carga dramática en su argumento y acción a raudales para cautivar a un gran número de espectadores. Su sorprendente éxito de taquilla dio lugar, como cabía esperar, a una segunda entrega: Venganza: conexión Estambul (2012). Por desgracia, repetir la fórmula casi mecánicamente no dio como resultado más que un film cuestionable.

Parece que los guionistas de esta entrega no se esforzaron demasiado a la hora de elaborar el argumento, calcando el planteamiento de la primera película, incluso con el prescindible epílogo, aún más insustancial que el de la cinta de Morel. La única variación es que esta vez será la esposa de Bryan (Famke Janssen) la que caiga en manos de los malvados y a la que salvará su esposo con la ayuda de su hija. Y es en esta ayuda donde más chirría un guión ventajista e increíble, con deducciones imposibles y soluciones idiotas, como la de Kim tirando granadas por Estambul como si nada. Si no fuera tan patético, porque el guión lo plantea en serio, daría casi para una película de humor.

Pero el tema de las granadas no agota ni mucho menos el capítulo de disparates. La manera en que Bryan deduce dónde retienen a su esposa no se sostiene en pie, aún con los intentos del guión de justificarlo. Tampoco parece normal que nadie vigile a Bryan y su esposa cuando son capturados, pudiendo él telefonear a su hija con toda la calma del mundo.

Para completar el desaguisado, por mucho que se intente ofrecer de los villanos de turno cuna imagen de tipos duros, la verdad es que no se consigue hacerlos mínimamente temibles, ya no solo por la rutinaria manera de presentarlos, sino sobre todo por lo torpe de sus acciones, estando siempre de espaldas al peligro, descuidando la vigilancia u ofreciendo escasa resistencia. Incluso su jefe termina resultando patético, escondido como un niño pequeño.

Solamente la secuencia de la persecución en coche por las calles de Estambul resulta mínimamente emocionante y ágil en su ejecución; eso sí, tenemos que tragarnos una nueva estupidez del guión como es el hecho de que la hija de Bryan conduzca tan endemoniadamente bien cuando ni siquiera tiene el carnet de conducir. Si lo hubieran hecho a propósito como recurso cómico no les habría salido tan bien.

Sinceramente, pocas veces, salvo en producciones de bajo presupuesto, hemos visto una historia más desangelada y rutinaria. No se puede pretender construir nada a brochazos sin el más mínimo esfuerzo. Una película totalmente ridícula.  

domingo, 25 de febrero de 2024

2 Guns



Dirección: Baltasar Kormákur.

Guión: Blake Masters (Novela gráfica: Steven Grant).

Música: Clinton Shorter.

Fotografía: Oliver Wood.

Reparto: Denzel Washington, Mark Wahlberg, Paula Patton, Bill Paxton, James Marsden, Fred Ward, Edward James Olmos. 

Intentando incriminar a un capo de la droga, Manny "Papi" Greco (Edward James Olmos), el agente de la DEA Robert Trench (Denzel Washington) atraca un banco con su "socio" Michael Stigman (Mark Wahlberg), en realidad agente de la inteligencia naval. Pero ambos desconocen la verdadera identidad del otro. Lo que tampoco saben es que en realidad han robado dinero negro de la CIA.

La prueba más evidente de que 2 Guns (2013) proviene de una adaptación de una novela gráfica la tenemos en un guión infantil y absurdo que solo busca divertirnos con un discutible cóctel de acción, intriga y humor. 

Lo primero que tenemos que tragarnos es el rocambolesco hecho de que dos agentes de distintos organismos colaboren para detener a un narcotraficante sin que ninguno conozca la identidad del otro. Es una primera prueba importante que en mi caso me impidió tomarme en serio todo lo que venía detrás de esa curiosa premisa. Además, no me parece necesario tener que forzar tanto las cosas para todo lo que viene a continuación, que podría haberse orquestado sin un arranque tan duro de digerir.

Y es que la coherencia o la verosimilitud no entran dentro de los parámetros de 2 Guns, que es un simple pasatiempo con mucha testosterona, personajes de cartón piedra y humor varonil no demasiado original.

Es verdad que la primera parte de la cinta, con el tema de la identidad de los protagonistas, el misterio de a quién pertenece el dinero que han robado o por qué quieren cargarse a Stigman sus propios superiores crean unas buenas expectativas, lo que unido a ciertas escenas de acción bien realizadas nos invitan a seguir atentos a los acontecimientos.

Además, hay que reconocer el carisma de Denzel Washington en este tipo de películas, a lo que se une un inspirado Mark Wahlberg, formando una pareja que funciona de manera convincente, aún cuando sus papeles sean demasiado tópicos y los diálogos tremendamente simples.

Pero a poco la cinta empieza a degenerar en situaciones improbables, decisiones de los malos de turno un poco cuestionables y, en general, una trama confusa y sin mucho sentido que va convirtiendo el argumento en un sinsentido. Es entonces cuando vemos claramente que la película es una bobada mayúscula enfocada solamente a hacernos pasar un rato de evasión sencilla, llena de giros argumentales y acción a raudales  no apta para aquellos que busquen algo más de profundidad.

Seguramente, mucha gente se contentará con ello y, bien mirada, la cinta tiene una factura muy lograda y mantiene el ritmo sin problemas. Lo que pasa es que me hubiera gustado un argumento más inteligente y menos estereotipado. Pero hoy en día parece mucho pedir.

sábado, 24 de febrero de 2024

Uno de los nuestros



Dirección: Martin Scorsese.

Guión: Nicholas Pileggi y Martin Scorsese (Novela: Nicholas Pileggi).

Música: Pete Townshend.

Fotografía: Michael Ballhaus. 

Reparto: Robert De Niro, Ray Liotta, Joe Pesci, Lorraine Bracco, Paul Sorvino, Frank Sivero, Tony Darrow, Mike Starr, Frank Vincent, Chuck Low, Debi Mazar, Christopher Serrone.

Desde niño, Henry (Christopher Serrone) se siente atraído por los mafiosos del barrio, tipos importantes a sus ojos, y se ha propuesto ser uno de ellos.

Uno de los nuestros (1990) es para muchos una obra maestra de Martin Scorsese. No quiero quitarle méritos, pero no encuentro nada en ella que me haga valorarla hasta ese punto. Tal vez destacaría la evidente soltura del director a la hora de dirigir esta historia del ascenso y caída de Henry Hill; tantos años dirigiendo le dan a Scorsese un dominio de la puesta en escena incuestionable. Pero, la verdad, toda la película me pareció artificial, me costaba verla como algo verídico, meterme de lleno en ella y eso que está basada en hechos reales.

El problema creo que tiene mucho que ver con la voz en off que va contando la historia desde el principio y que le da al relato un tono casi irreal. Además, los protagonistas, incluso en sus rasgos más brutales, como con el personaje de Joe Pesci, parecían en todo momento de ficción, siguiendo unos patrones muy estereotipados, hasta en sus rasgos aparentemente más singulares. Hay algo artificial en la película, no es nada evidente, una sensación de que todo está demasiado planificado.

La historia se centra en el personaje de Henry, interpretado de adulto por un Ray Liotta que me pareció bastante sobreactuado por cierto, que desde pequeño aspira a llevar la vida de lujos y poder de los mafiosos de su barrio. Es su peculiar visión del triunfo. Quiere sentirse importante, vivir por encima de la existencia rutinaria de los pobres trabajadores del barrio, miserables y explotados. 

Pero el sueño tendrá su lado perverso, como pronto descubrirá Henry. El dinero corrompe, la vida fácil pasa factura. Pero la lección más cruel es ver cómo sus compañeros y amigos pueden pegarte un tiro sin pestañear. No hay lealtad, nadie se fía de nadie y, llegado el momento, tonto el último. Por eso Henry debe delatar a sus compinches, pues lo han dejado solo y además planean liquidarlo. Su sueño dorado acabará en la nada, viviendo la vida de tantos americanos normales, lo que él tanto despreciaba.

Uno de los detalles curiosos de Uno de los nuestros es que Scorsese no se centra en los grandes capos, sino en la clase media de la mafia. Henry, Jimmy (Robert De Niro) y Tommy (Joe Pesci) son peones ejecutores, no los que mueven los hilos. Y si en El padrino (1972) Coppola daba una imagen con cierto glamour de la mafia, Scorsese muestra ese mundo desde un punto de vista opuesto, especialmente en el tema de la violencia, siempre presente y muchas veces gratuita. Es una visión más cercana a la realidad, sin duda.

Martin Scorsese extiende el relato durante más de treinta años, con lo que la historia me parece que pierde algo de unidad, si bien los saltos en el tiempo necesarios para ajustar la duración del film me parecieron muy bien integrados, pero de todos modos hay cierta dispersión, a parte de que al abarcar tanto se pasa demasiado de prisa por ciertos momentos y nunca se llega a profundizar demasiado en los personajes. 

Uno de los nuestros es cine del bueno, tiene un reparto excelente y un director con un talento especial, pero aún así lo encontré artificial, nunca me llegué a emocionar, ni me intrigaba nada de lo que se narraba; en todo momento era consciente de estar viendo una ficción y eso es preocupante.

Joe Pesci ganó el Oscar al mejor actor secundario.