El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 9 de diciembre de 2019

El príncipe de Zamunda



Dirección: John Landis.
Guión: David Sheffield y Barry W. Blaustein (Historia: Eddy Murphy).
Música: Nile Rodgers.
Fotografía: Woody Omens.
Reparto: Eddy Murphy, Arsenio Hall, Shari Headley, James Earl Jones, John Amos, Allison Dean, Madge Sinclair, Paul Bates, Vanessa Bell, Eriq La Salle, Don Ameche, Ralph Bellamy, Cuba Gooding Jr., Samuel L. Jackson.

El príncipe Akeem (Eddy Murphy), heredero al trono de Zamunda, no desea un matrimonio impuesto, según la tradición del país y decide marcharse a los Estados Unidos de incógnito y buscar allí a su futura esposa, alguien que lo quiera por cómo es, no por su título.

En los años ochenta del pasado siglo, Eddy Murphy comenzó una carrera como actor que le proporcionó bastante popularidad y algunos éxitos de taquilla, éxitos que le permitieron poder llevar a cabo proyectos personales como precisamente en el caso de El príncipe de Zamunda (1988), basada en una historia creada por el propio actor y para la que eligió al director John Landis, con quién ya había trabajado en Entre pillos anda el juego (1983), y que es más conocido por películas como Desmadre a la americana (1978), The Blues Brothers (1980) o Un hombre lobo americano en Londres (1981).

El príncipe de Zamunda viene a recoger la fórmula de sobra conocida de chica sencilla que encuentra a su príncipe azul, en este caso del imaginario reino de Zamunda. El argumento está bastante visto, pero la originalidad en esta ocasión es que el relato está contado desde el punto de vista del príncipe, que busca una mujer que lo quiera de verdad, no por su dinero, haciéndose pasar por una persona normal.

La película está planteada para el absoluto lucimiento del actor que, en realidad, demuestra sus evidentes limitaciones interpretativas, y donde ya enseña su predilección por interpretar diversos papeles; así Eddy Murphy será también el dueño de una barbería, un cliente de la misma y hasta el cantante de soul Randy Watson. Por su parte, Arsenio Hall se transformará en el reverendo Brown, en el barbero Morris y hasta en una chica de un club.

El argumento de El príncipe de Zamunda no es precisamente un derroche de originalidad y lo previsible de su desarrollo es quizá lo más criticable del film. Tampoco es que los momentos supuestamente graciosos estén realmente logrados, salvo algunos detalles concretos y en especial las caracterizaciones de Eddy Murphy y Arsenio Hall, que figuran entre lo más reseñable de la película. Y, sin embargo, a pesar de estas limitaciones, John Landis consigue crear un film que se disfruta con agrado si, eso sí, nos dejamos llevar por la simplicidad del planteamiento y no le pedimos demasiado a la historia.

La película carga un poco las tintas a la hora de retratar la riqueza y el lujo absurdo en que vive la familia real de Zamunda, en lo que podría tomarse como una crítica a la manera de comportarse de estos nuevos ricos sin gusto ni mesura. Del mismo modo que la visión de pobreza y precariedad del barrio de Queens ofrecen una cara poco amable del sueño americano. Aún así, El príncipe de Zamunda es sobre todo una comedia amable cuyo principal interés es ofrecer un entretenimiento sin demasiadas complicaciones.

La película tuvo un enorme éxito en el momento de su estreno, llegando a figurar como la primera en recaudación durante unas cuantas semanas y consolidando el buen momento del actor en aquella época.

domingo, 1 de diciembre de 2019

Pulp Fiction



Dirección: Quentin Tarantino.
Guión: Quentin Tarantino y Roger Avary.
Música: Varios.
Fotografía: Andrzej Sekula.
Reparto: John Travolta, Samuel L. Jackson, Uma Thurman, Bruce Willis, Ving Rhames, Harvey Keitel, Tim Roth, Amanda Plummer, María de Medeiros, Eric Stoltz, Rosanna Arquette, Christopher Walken, Quentin Tarantino, Steve Buscemi.

Jules Winnfield  (Samuel L. Jackson) y Vincent Vega (John Travolta), dos pistoleros que trabajan para el mafioso Marsellus Wallace (Ving Rhames), han de recuperar un misterioso maletín que le ha sido robado a su jefe por unos jóvenes delincuentes. Un trabajo sencillo pero que no saldrá como ellos piensan y le cambiará la vida a Jules.

Segundo trabajo como director de Quentin Tarantino, tras el éxito de Reservoir Dogs (1992), que le situó de golpe como uno de los nuevos directores con más seguidores.

El cine de Tarantino tiene unas señas de identidad muy marcadas, lo que constituye indudablemente un estilo único, que lo diferencia de todos sus coetáneos. Tarantino bebe del cine de serie B, del cómic, el manga, la cultura pop, las series de televisión, la música de los cincuenta y sesenta, el pulp (revistas de géneros diversos editadas con pulpa de celulosa, de ahí el nombre, cuya meta era proporcionar entretenimiento sencillo y directo a un público de lo más variado), películas orientales de artes marciales.... y todo ello se mezcla en Pulp Fiction (1994) para crear una de las películas más aclamadas de los últimos años.

Dividida en capítulos, como si de un cómic se tratara, uno de los aspectos más destacados del film es su peculiar estructura narrativa, que no sigue un curso lineal, sino más bien circular. Pulp Fiction comienza en una cafetería, donde Pumpkin (Tim Roth) y su novia Yolanda (Amanda Plummer) van a atracar el local y a los clientes, y termina en el mismo lugar, con Jules enfrentándose a los atracadores y perdonándoles la vida, pues acaba de decidir cambiar de vida, como se ha visto antes en otro de los capítulos del film.

Entre medias, una historia que gira en torno a un mafioso local, su mujer Mia (Uma Thurman) y Butch (Bruce Willis), un boxeador casi acabado que decide no dejarse comprar. También hay sitio para un par de pervertidos, un tal señor Lobo (Harvey Keitel ), solucionador de problemas.... La intención de Tarantino con toda esta fauna, típica del universo de las pulp, es situarla en el mundo real y sacarla de quicio.

Y con todo este entramado, Tarantino crea una historia sin mucha pretensiones, más allá de servir de base o pretexto para desarrollar unos personajes extraños, llevados a situaciones límite. No es un film con un mensaje moralizador ni una filosofía profunda. Es un trozo de extraña realidad expuesto con un humor muy negro y bajo el prisma particular del director, con todas sus influencias, gustos y obsesiones. Un universo tan peculiar que te puede atraer o espantar sin remedio.

Otro de los aspectos más innovadores y destacables de Pulp Fiction es la originalidad de los diálogos. Lo novedoso es que, en contra de lo que suele ser tradicional, que los diálogos acompañen el desarrollo argumental, en este caso las conversaciones tratan de temas banales que nada tienen que ver con la acción. Es un juego que gira siempre sobre temas típicos de la cultura pop, de ahí que el público los reconozca y hasta se identifique con ellos de manera inmediata. Esa es la clave de que funcionen tan bien y es otra de las señas de identidad del director.

La violencia gratuita es el otro gran pilar del cine de Tarantino, que no disimula su gusto por la sangre en abundancia. En Pulp Fiction esa violencia salvaje está presente sin tapujos, incluso en los diálogos, no necesita justificación, como en el caso de los pervertidos, que disfrutan de manera insana con el dolor que provocan en los demás, por mero placer enfermizo. Este abuso de la violencia es, desde mi punto de vista, uno de los mayores reproches que se le puede poner a Tarantino, aunque también es uno de los aspectos que más seguidores aportan a su cine.

Quizá uno de los mayores aciertos de Tarantino fue el lograr reunir a un grupo de actores tan especiales para el film, comenzando por un John Travolta que estaba de capa caída y al que esta película volvió a relanzar. Uma Thurman está sencillamente perfecta, lo mismo que Samuel L. Jackson, que realiza un trabajo absolutamente convincente. Bruce Willis quizá destaque menos, repitiendo sus características muecas sin mucho esfuerzo. Pero además contamos con la presencia de Harvey Keitel, Rosanna Arquette y Christopher Walken. Un lujo de elenco para un director que aún daba sus primeros pasos y que, sin duda, contribuye enormemente al éxito de la película.

Todo el mundo que haya visto la película recuerda un par de escenas que han pasado ya a las páginas de la historia del cine: el chute de adrenalina de Vincent a Mia o la maravillosa escena de baile de ambos, donde Travolta vuelve a demostrar ese talento genuino para crear magia bailando, en esta ocasión al son de You Never Can Tell de Chuck Berry.

No soy un fan del cine de Tarantino, reconozco su originalidad, pero no termina de convencerme. Sin embargo, hay que aceptar el mérito de Pulp Fiction dentro de la reciente historia del cine, cambiando muchos conceptos y abriendo las puertas a otras muchas películas y series que, sin su ejemplo y su éxito, tal vez no hubieran existido o habrían tenido que esperar muchos más años para que las grandes productoras apostaran por ellas.

Pulp Fiction impactó por su originalidad en todos los aspectos y porque resultó un producto muy bien rematado, con todos los elementos clave del cine de su director en armoniosa amalgama. Tarantino no alcanzará después tanta efectividad en ninguna de sus siguientes películas. Pulp Fiction se llevó al Oscar al mejor guión original.