El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 31 de marzo de 2016

El puente de los espías



Dirección: Steven Spielberg.
Guión: Matt Charman, Ethan Coen y Joel Coen.
Música: Thomas Newman.
Fotografía: Janusz Kaminski.
Reparto: Tom Hanks, Mark Rylance, Amy Ryan, Scott Shepherd, Sebastian Koch, Billy Magnussen, Alan Alda, Jesse Plemons, Eve Hewson, Peter McRobbie, Austin Stowell.

James Donovan (Tom Hanks), un abogado de Brooklyn, recibe el encargo de llevar la defensa de un espía ruso (Mark Rylance) recientemente capturado. A pesar de ser consciente de lo impopular que resultará su tarea, Donovan acepta el encargo.

Sin duda ninguna hay que quitarse el sombrero ante el talento de Steven Spielberg a la hora de contarnos historias; o quizá sería más acertado decir a la hora de engancharnos a sus historias. Es como un mítico contador de cuentos que empieza su relato y te mantiene en vilo durante el tiempo que sea.

En El puente de los espías (2015) nos vuelve a demostrar su capacidad natural de abordar cualquier tema, llevarlo a su terreno y crear una historia apasionante y cautivadora, rigurosa y personal, con una capacidad fascinante de dotar de intensidad y de vida a cualquier asunto.

El tema de los espías y la Guerra Fría ha dado lugar a muchas novelas y películas caracterizadas por la intriga, las traiciones y el suspense. Con Spielberg, el tema adquiere otra dimensión. No se pierde la intriga, ni el rigor a la hora de mostrarnos un mundo de desconfianzas, intereses ocultos y mentiras, donde nadie queda libre de sospechas, donde tus propios compatriotas pueden ser más peligrosos que el enemigo, donde todos juegan la misma mentira intentando que parezca cierta. Pero Spielberg, además, le da a cada personaje una dimensión humana, cercana, real. Los protagonistas de un juego de guerra son también seres con una historia, un alma y unos principios; y el director sabe plasmarlos con sencillas imágenes, con planos cargados de sentimientos, con pequeños detalles que en apariencia resultan muy sencillos, pero que solo están al alcance de directores tocados por un talento y una sensibilidad especiales. Y Steven Spielberg es uno de ellos.

Puede que no siempre estemos del todo de acuerdo con su mensaje, o que a veces peque de demasiado patriotero, algo que se percibe claramente en algunos pasajes de la cinta. Sin embargo, todo queda relegado a un segundo plano cuando comprobamos cómo es capaz de ponernos al borde de la lagrimita con un solo plano, una mirada o un detalle aparentemente insignificante.

A nivel argumental, El puente de los espías es un relato muy lúcido de aquellos terribles años de la Guerra Fría, mostrándonos la paranoia y el miedo reinante en los Estados Unidos en cualquier tema relacionado con el comunismo y los soviéticos. Hasta el extremo de no tener reparos ni los propios jueces a la hora de vulnerar los derechos constitucionales del supuesto espía soviético. Spielberg no duda en mostrar los extremos a que podían llegar los norteamericanos cuando se trataba de atacar al comunismo y cualquiera que pareciera simpatizar o ayudar a la causa soviética.

Del mismo modo, en la segunda parte de la película, el director muestra sin reparos la miseria de los países del este, el miedo de sus gentes, la penuria, el control policial y político, la miseria, el hambre y el terror. Desde este punto de vista, la película es un interesante viaje a unos años oscuros donde todo parecía estar permitido con tal de aventajar al enemigo y donde los peligros reinaban por igual en ambos bandos para cualquier ciudadano corriente enfrentado a la maquinaria política.

Pero, como decía al comienzo, ese rigor no le impide mostrar también un enfoque muy humano, poniendo énfasis en los sentimientos, los deseos, la soledad de las personas. Ni el espía Rudolf Abel es un demonio ni los muchachos de la CIA son unos santos. Spielberg huye del maniqueísmo e intenta contar, por encima de todo, una historia humana, centrándose en la figura de Donovan, su héroe, defensor del valor de los principios, el honor y la integridad, incluso poniéndolos por encima de la familia. Lo importante, como dice el abogado al final, no es lo que piense la gente de uno, sino lo que uno sabe que ha hecho.

Y una vez más, el director vuelve a confiar en Tom Hanks, un actor asiduo de sus películas y que de nuevo demuestra la madera y la talla de que está hecho. Hanks está espléndido, con una interpretación sencilla pero cargada de fuerza, especialmente en su mirada. A su lado, el excelente Mark Rylance, ganador del Oscar al mejor secundario por un trabajo lleno de convicción y todo un reparto donde todos resultan absolutamente convincentes.

Y, como no, tampoco podemos olvidarnos de la puesta en escena, con una ambientación perfecta, una fotografía maravillosa y una banda sonora sublime. Es decir, un apartado técnico sobresaliente al que Spielberg sabe sacar todo el partido posible con un relato intenso y muy bien contado donde deja claro que es, actualmente, el mejor director en activo.

Solo con algunas secuencias, como las que componen el final de la película, comprendemos el talento natural de este director para expresar mil sentimientos en un solo plano. En algunos momentos me ha recordado al gran John Ford y su facilidad para condensarlo todo en un solo plano. Spielberg domina su trabajo y eso se nota en cada secuencia. Sabe cómo contar una historia, eso es evidente.

La película, basada en hechos reales, recibió seis nominaciones, aunque finalmente se tuvo que conformar con el único premio a Mark Rylance.

martes, 22 de marzo de 2016

Crazy, Stupid, Love



Dirección: Glenn Ficarra y John Requa.
Guión: Dan Fogelman.
Música: Christophe Beck y Nick Urata.
Fotografía: Andrew Dunn.
Reparto: Steve Carrell, Ryan Gosling, Julianne Moore, Emma Stone, Analeigh Tipton, Marisa Tomei, Kevin Bacon, Jonah Bobo, Joey King, Crystal Reed, Liza Lapida, John Carroll Lynch, Josh Groban.

Cal Weaver (Steve Carrell) lleva casado con Emily (Julianne Moore) veinticinco años y aún está enamorado de ella. Pero todo su mundo se viene abajo cuando Emily le pide el divorcio, anunciándole también que le ha sido infiel.

Hacer comedia no es fácil. Puede que sea el género más complicado que existe. Hacer llorar es sencillo, provocar miedo también, pero hacer reír, o sonreír, crear una historia divertida sin caer en lo vulgar... eso está reservado a muy pocos. Y la verdad es que, salvando contadas excepciones, la comedia actual es un cúmulo de tópicos y disparatas donde la imaginación y el talento parecen haber desaparecido.

Dicho todo lo anterior, Crazy, Stupid, Love (2011) parece ofrecernos algo de más calidad que la media del género. Al menos, en sus inicios. La ruptura del matrimonio de Cal y Emily, la desesperación de él, la aparición de un don Juan encantador (Ryan Gosling) dispuesto a reconducir y reeducar al pobre Cal... la verdad es que el arranque de la película es prometedor, además de encerrar las mejores frases de toda la película. Es una introducción donde aparecen todos los personajes del enredo con sus fobias y filias, y que resulta muy entretenida.

Sin embargo, todas estas buenas expectativas y el aire un tanto gamberro de este comienzo empiezan a diluirse poco a poco conforme avanza la historia y empiezan a surgir las buenas intenciones, la buena moral, el encarrilamiento de la vida de los personajes hacia el consabido final feliz. Entonces, sin remedio, la película empieza a declinar, los enredos pierden gracia, la chispa del comienzo se apaga, los personajes pasan de ser originales a meros peleles que repiten sin mucha convicción lo de tener una alma gemela, quererse para toda la vida y perdonarse los pequeños deslices en busca del amor perfecto, monógamo y ejemplar.

El argumento entonces ya no es novedoso ni transgresor ni gracioso. Todo se vuelve tan previsible que pierde la gracia, porque ya comprendemos que no hay sorpresa posible. El don Juan se reconduce milagrosamente, el esposo engañado no solo perdona la infidelidad, sino que descubre nuevas fuerzas para ser feliz con su mujer, el adolescente cargante recupera su fe en el amor perfecto... y todo delante de la comunidad, proclamando las verdades voz en alto, en una escena que me produjo vergüenza ajena.

¿Qué se puede salvar de esta película? Sin duda, el reparto, con un Ryan Gosling magnífico, lleno de encanto y frescura; un Steve Carrell que, sin gustarme especialmente, resulta muy convincente, lo mismo que Julianne Moore. Y el resto, pues tampoco desentonan, la verdad. La pareja de directores, a pesar del desfondamiento final del guión, llevan bien las riendas del relato. Y, como decía, el comienzo de la película resulta bastante aceptable. Sin embargo, en su conjunto, Crazy, Stupid, Love resulta un film un tanto decepcionante, sin encanto, sin talento, superando por poco la mediocridad en que ha caído el género en la actualidad.

Sé que es injusto, pero mientras veía la película no pude evitar recordar alguna de las comidas clásicas de los años treinta y cuarenta: Capra, Lubitsch... y lamentarme al comprobar cómo se ha perdido la magia de aquellas comedias.

domingo, 20 de marzo de 2016

El intercambio



Dirección: Clint Eastwood.
Guión: J. Michael Straczynski.
Música: Clint Eastwood.
Fotografía: Tom Stern.
Reparto: Angelina Jolie, John Malkovich, Jeffrey Donovan, Colm Feroe, Amy Ryan, Gattlin Griffith, Michael Kelly, Jason Butler Harner, Devon Conti, Pamela Dunlap.

Los Ángeles, 1928: el hijo de nueve años de Christine Collins (Angelina Jolie), madre soltera, desaparece un día sin dejar rastro. Meses más tarde, la policía le comunica a Christine que han encontrado a Walter (Gattlin Griffith), pero cuando al fin se reúne con él, se da cuenta de que no es su hijo. Sin embargo, ante su asombro, la policía insiste en que sí lo es.

Pocas veces se hace tan necesaria la advertencia inicial de que El intercambio (2008) está basada en hechos reales. Y es que el afirmar que una madre se equivoca a la hora de identificar a su hijo parece más bien un chiste surrealista. Y aún con esa advertencia preliminar, cuesta entender el torpe comportamiento de la policía, ni siquiera admitiendo que con ello pretendían lavar su mala imagen pública. Semejante torpeza me sigue pareciendo bastante increíble.

Leyendo la sinopsis de la película, la verdad es que no atraía demasiado. Parecía el resumen de una de esas películas de serie B o, peor aún, de un telefilm de esos infumables que pueblan las sobremesas veraniegas. Solamente la presencia de Clint Eastwood en la dirección me animó a sentarme frente al televisor. Y es que Eastwood nos ha dejado algunos films realmente maravillosos a lo largo de su carrera tras la cámara, lo que le concede un aval casi ilimitado.

Y de nuevo el director nos regala uno de esos trabajos impecables a cuanto a estilo, puesta en escena, narración y sensibilidad. Si algo caracteriza a Clint Eastwood es que conoce su oficio, tiene buen gusto y un talento natural a la hora de contar historias.

El intercambio destaca en todos los apartados en que posemos la mirada. Es una intensa e inquietante historia de sufrimiento de una madre ante la desaparición de su hijo, especialmente al encontrarse con la incompetencia y las mentiras de la policía, que lejos de ayudarla pretende aprovecharse de ella para dar un blanqueo a su imagen. Y aquí el director demuestra su habilidad para llevar la historia con mano firme, sin reparar en escenas con gran carga emocional, pero también evitando los peligros de cargar en exceso las tintas y caer en un folletín infumable.

Tampoco elude la crítica social, cuando la brutalidad policial conculca los derechos fundamentales y cuando la política impone sus reglas más allá del sentido del deber. Y completa la terna una triste y sórdida historia de un asesino de niños que nos pone los pelos de punta.

Y, como decía, todo ello con la elegancia y el saber hacer del director, siempre preciso, correcto y certero; dejándonos sin respiración en muchas ocasiones y, siempre, atándonos al sofá sin remedio.

Si la narración es impecable, lo mismo tenemos que decir de la ambientación, cuidada hasta el mínimo detalle para que nos sintamos en plenos años veinte; por ponerle un pero, todo está demasiado reluciente, demasiado nuevo. Y también, el lenguaje me pareció demasiado moderno, pero es sólo una apreciación personal. Y por si no le llegara con dirigir la película, Eastwood también es el autor de la banda sonora, como había hecho ya en Million Dollar Baby y en Banderas de nuestros padres, por ejemplo. En este punto he de reconocer que la partitura me pareció demasiado similar a la de Sin Perdón (1992), aunque el mérito del director sigue estando ahí.

En cuanto al reparto, la película es sin duda enteramente de Angelina Jolie, con un trabajo nada sencillo pero que ella lo borda de principio a fin. En sus numerosas escenas de dolor consigue resultar absolutamente creíble y convincente, llegando a contagiarnos su dolor con total naturalidad. Sin duda, su nominación al Oscar estaba más que justificada. Y como buen director, Eastwood consigue un buen registro de todos y cada uno de los actores, salvo quizá alguno de los niños que aparecen en la película, algo más complicado de conseguir.

Y sin embargo, hay algo que no me gustó del todo. A pesar de que El intercambio tiene cosas muy buenas, hay un detalle que me llamó la atención, y es la inclinación del director hacia argumentos un tanto peliagudos. Si repasamos su filmografía, descubrimos esa tendencia en no pocas de sus películas, que se inclinan hacia el drama de un modo descarado. Pienso en Mystic River (2003) o Million Dollar Baby (2004), por ejemplo. Está claro que que abordando temáticas tan melodramáticas es más fácil que nos sintamos emocionados y conmovidos con esas historias. Es verdad, también, que en manos de otro director, estos argumentos podrían dar lugar a verdaderos bodrios, pero me resulta inquietante que sus gustos le lleven a temas tan sórdidos y sensibleros como éstos.

A pesar de ello, El intercambio es una buena película, bien dirigida, bien ambientada y muy bien contada. Quizá un pelín larga de más, pues a mi entender creo que sobraban algunas escenas del final. De todos modos, como es habitual en él, Eastwood demuestra que es uno de los directores más inteligentes y eficaces de Hollywood. Larga vida para él.

Caos



Dirección: Tony Giglio.
Guión: Tony Giglio.
Música: Trevor Jones.
Fotografía: Richard Greatrex.
Reparto: Jason Statham, Ryan Phillippe, Wesley Snipes, Henry Czerny, Justine Waddell, Nicholas Lea, Jessica Steen, Rob LaBelle, John Cassini, Ty Olsson.

Un grupo de atracadores entra a robar en un banco, pero todo se complica cuando un rehén hace sonar la alarma. Cuando la policía rodea la sucursal, el líder de los atracadores (Wesley Snipes) pone una condición: solo quiere negociar con el detective Quentin Conners (Jason Statham), que había sido apartado del servicio por la muerte de una rehén poco tiempo atrás.

La verdad es que en este tipo de películas, que mezclan el cine de acción con cierta intriga, parece que ya está todo escrito. Por ello, para salirse del camino trillado, es frecuente que nos topemos con algunos guiones que, buscando algo novedoso, se dedican a rizar el rizo de manera un tanto excesiva y además bastante previsible. Y nada más empezar Caos (2005) tuve el presentimiento que el guión iba a jugar al escondite y al despiste con nosotros. Era algo que flotaba en el aire. Y no me equivoqué. Quizá, si acaso, me quedé corto en mis suposiciones.

Lo curioso del caso es que, por un lado, el guionista intenta ser original y para ello recurre a una buena cantidad de trampas y engaños, de manera que pueda sacarse el as de la manga cuando crea conveniente; pero, por otro lado, y aquí está la contradicción, buscando la originalidad en la trama para poder sorprendernos en el último momento, descuida descaradamente todo lo demás de la historia: cae en clichés de todo tipo; crea personajes sin trasfondo alguno que son meros estereotipos sin entidad alguna; descuida los diálogos; el desarrollo es bastante previsible, incluso cuando pretende habernos engañado con trucos baratos... En definitiva, buscando el truco final, descuida todo lo demás.

El resultado es una película plana, carente de verdadera emoción, con un guión torpe que no resulta mínimamente creíble..., es decir, todo lo que se puede hacer mal, se hizo. Y para colmo, Tony Giglio, tras fallar como guionista, tampoco demuestra mucha mejor mano como director. Su trabajo tras la cámara resulta muy rutinario, no logra mantener el ritmo ni crear tensión, algunas escenas están resueltas de un modo poco convincente... En resumen: un nivel bastante mediocre tanto en el guión como en la realización.

En cuanto al reparto, el hombre de moda en el cine de acción, Jason Statham, está en su línea habitual de tipo duro con rostro impenetrable. No se le puede pedir más ni creo que para este tipo de cine se requiera mucho más (me estoy acordando de a Arnold Schwarzenegger, a quien Statham da mil vueltas como actor). Wesley Snipes se limita a pasear su elegante figura y poco más, con la ley del mínimo esfuerzo; mientras que Ryan Phillippe no me parece que vaya camino de ser una estrella, más allá de un físico agradable resulta un tanto soso.

Caos es un mero pasatiempo sin ningún interés en sí mismo. Si te dejas llevar, sin pedirle nada, puedes pasar el rato, si bien sin llegar a emocionarte o disfrutar realmente de nada especial. Es una de esas cintas del montón que se olvidan rápidamente.

jueves, 17 de marzo de 2016

Zodiac



Dirección: David Fincher.
Guión: James Vanderbilt (Libros: Robert Graysmith).
Música: David Shire.
Fotografía: Harris Savides.
Reparto: Jake Gyllenhaal, Robert Downey Jr., Mark Buffalo, Anthony Edwards, Chloë Sevigny, Donal Loge, John Carroll Lynch, Brian Cox, Clea DuVall, Elias Koteas.

El cuatro de Julio de 1969, un desconocido mata a una joven y deja muy malherido a su acompañante. Comienza así una serie de asesinatos reivindicados con cartas enviadas a la prensa por un hombre que se hace llamar Zodiac.

Zodiac (2007) es la recreación de las investigaciones policiales, y periodísticas, en torno a un famoso asesino en serie de finales de los años sesenta y principios de los setenta en la zona de San Francisco, que fue conocido como el "Asesino del zodiaco". El caso jamás fue resuelto por la policía, convirtiéndose así en uno de los casos abiertos más famosos, también por la repercusión mediática que tuvo en su momento.

Quizá el gran acierto de David Fincher, que ya nos había sorprendido con la magnífica Seven (1995), también centrada en un asesino en serie, es el nuevo enfoque que le da al tema tan socorrido del criminal compulsivo. En esta ocasión, su ejercicio no gira en torno a la figura sádica del asesino, como había hecho con tanto acierto en Seven, sino que el guión se centra en los investigadores, consiguiendo así un nuevo punto de vista que supone un giro radical en la manera de afrontar un género que parecía encasillado en los tópicos habituales. Fincher construye una poderosa historia desde el punto de vista de la frustración de la policía al verse impotente ante un criminal astuto que no solo se sale con la suya, sino que además los ridiculiza sin piedad.

No se trata ya, tan solo, de seguir la pista al asesino, es más bien una crónica de un fracaso donde el director evita recurrir a las habituales trampas argumentales o detalles macabros tan recurrentes en el género. En su lugar, la historia cobra vida por las personas que se implican en una lucha desigual y obsesiva que no aporta resultados. Finalmente, con el paso de los años y la ausencia de nuevos crímenes, el caso entra en vía muerta. Es entonces cuando entra en juego la figura de Robert Graysmith (Jake Gyllenhaal), caricaturista del San Francisco Chronicle, que se obsesionará intentando descubrir al asesino cuando decide escribir un libro sobre el tema.

Esta segunda parte, que arranca de manera brillante al darle un nuevo brío a la historia, peca quizá de ser demasiado larga, llevando a la película a una duración de ciento cincuenta y ocho minutos donde es un poco frustrante ver cómo Graysmith se va implicando en la investigación hasta límites obsesivos. A pesar de la duración, sigue siendo un brillante ejercicio narrativo por parte de David Fincher, donde éste vuelve a dejarnos pasmados con su capacidad para engancharnos a una historia, sea ésta truculenta o no, siga los cauces esperados o se decante por un relato que aporta sin duda todo un chorro de aire fresco a un género plagado de mediocridades.

Otro de los puntos fuertes de Zodiac es su excelente reparto. Todos los actores están a un gran nivel, tanto los famosos como los menos conocidos. Pero sin duda tengo que elogiar el magnífico trabajo de Robert Downey Jr., un actor prodigioso que borda su papel.

Si a todo lo anterior le sumamos una cuidadosa puesta en escena, una excelente fotografía, un guión muy inteligente que sabe dotar de intensidad a la historia, construyendo además personajes muy reales, y el control absoluto del director a la hora de marcar el ritmo y los tiempos, con un relato que nos mantiene en vilo durante toda la duración de la cinta, tenemos como resultado un film más que interesante que nos vuelve a congraciar con el género, con una nueva visión del mismo más humana y más interesante. Sin duda, una película notable.

sábado, 12 de marzo de 2016

Red



Dirección: Robert Schwentke.
Guión: Jon Hoeber y Eric Hoeber. (Comic: Warren Ellis).
Música: Christophe Beck.
Fotografía: Florian Ballhaus.
Reparto: Bruce Willis, John Malkovich, Morgan Freeman, Helen Mirren, Karl Urban, Mary-Louise Parker, Brian Cox, Richard Dreyfuss, Rebecca Pidgeon, Ernest Borgnine.

Frank Moses (Bruce Willis) es un agente de la CIA retirado que lleva una vida un tanto solitaria y aburrida. Sin embargo, una noche recibe la visita de un grupo de matones dispuestos a liquidarlo. Tras librarse de ellos, Frank intentará averiguar que hay detrás de ese ataque.

A partir de un comic (otro más), Schwentke nos ofrece un espectáculo típico de ese cine de palomitas entretenido pero intrascendente, para esos días de invierno en que no hay mucho que hacer.

La película intenta ser una mezcla de cine de acción y comedia ligera y la verdad es que, aunque hay algunos momentos buenos, en líneas generales la mezcla no termina de funcionar.

Y eso que Red (2010) arranca bastante bien: nos presenta a un aburrido pensionista que solo tiene el consuelo de sus conversaciones telefónicas con la encargada de enviarle su pensión, Sarah (Mary-Louise Parker), hasta que una noche un grupo de sicarios intenta matarlo. La intriga está servida y la escena de lucha en la casa de Moses es espectacular.

Sin embargo, en lugar de seguir en esta línea, la película gira hacia la comedia mientras asistimos al encuentro de Moses con antiguos camaradas de oficio; encuentros muy poco originales y un tanto ridículos, repitiendo sin mucha convicción la idea de que cada persona a la que Moses va a pedir ayuda tiene una cuenta pendiente con él. Se rompe pues bruscamente el climax de tensión y entramos en un nuevo tono un tanto soso, donde la gracia brilla por su ausencia. Además, los personajes a los que dan vida Morgan Freeman, John Malkovich, Helen Mirren o Brian Cox son, más que seres de carne y hueso, meras caricaturas que no llegan a trasmitirnos nada. En cierto modo, quizá por el papel de John Malkovich, la película me hizo pensar en una especie de Equipo A de jubilados. Y como en aquella estúpida serie, aquí también asistimos a algunas escenas muy aparatosas donde, milagrosamente, parece que las balas esquivaran a los blancos.

La intriga prosigue como eje conductor de la historia, pero ya hemos perdido el interés y la emoción, toda vez que no nos será nada complicado adivinar el final feliz que se prepara en el horizonte y constatar que el tono ligero seguirá presente para arruinar del todo el posible interés por el argumento. Y es que si no siempre es bueno mezclar géneros, en este caso es la parte de la comedia, sin gracia y sin originalidad, la culpable de que la película resulte un tanto fallida.

Nos queda, eso sí, poder disfrutar de un reparto de lujo, con algunos actores a los que siempre es un placer poder ver. Es verdad que Morgan Freeman tiene un papel reducido, que John Malkovich es presentado como un pirado (aún así su trabajo es magnífico) y que Helen Mirren está fuera de lugar con una metralleta en la mano... pero si algo destaca en Red es sin duda la nómina de actores que reúne. Lástima que no se les saque todo el partido posible. Por cierto, no quisiera olvidarme de Ernest Borgnine, siempre es bonito encontrarnos con un actor de su trayectoria al que el cine aún le brinda un pequeño papel, como homenaje cariñoso.

Red es, pues, una película que se queda en tierra de nadie. La culpa, sin duda, de un guión bastante flojo que no consigue convencer, especialmente en el aspecto cómico y ligero que quiere dar a la trama. Puede resultar un pasatiempo agradable, pero sus carencias son manifiestas, así que es posible que nos deje un tanto insatisfechos.

jueves, 10 de marzo de 2016

Hombres de negro



Dirección: Barry Sonnenfeld.
Guión: Ed Solomon (Comic: Lowell Cunningham).
Música: Danny Elfman.
Fotografía: Donald Peterman.
Reparto: Tommy Lee Jones, Will Smith, Linda Fiorentino, Vincent D'Onofrio, Rip Torn, Tony Shalhoub, Siobhan Fallon, Mike Nussbaum, Richard Hamilton.

Desde hace muchos años, en la tierra habitan alienígenas llegados de otras galaxias en busca de refugio. Un departamento secreto del gobierno norteamericano se encarga de controlarlos y vigilarlos. Un día, el agente de policía James Edwards (Will Smith) se enfrenta sin saberlo a un alienígena. Este descubrimiento cambiará su vida.

Basada en un comic de Lowell Cunningham, Hombres de negro (1997) es una disparatada comedia con un gran éxito de taquilla en su momento, lo que ha dado lugar a dos secuelas más y una serie de animación.

La película no deja de ser un disparate de principio a fin. Lo que sucede es que para hacer disparates que funcionen, y esta película funciona bastante bien, hay que tener talento y sentido del ritmo. Y Sonnenfeld demuestra que los tiene. Además, es cierto, la película tiene mucho dinero detrás, con unos efectos especiales apabullares y una puesta en escena impecable. Hay que reconocer que en cine de puro espectáculo, los americanos tienen mucho arte, y más si detrás del proyecto está Steven Spielberg como productor.

Como es de esperar, en este tipo de películas el argumento es casi lo de menos. En este caso, un bicho extraterrestre llega a la tierra para robar una poderosa arma con la que desatar una guerra ínter galáctica. Bueno, hace falta un punto de partida en toda historia y ese es tan válido como otro cualquiera. A partir de ahí, se desata la locura: Tommy Lee Jones y Will Smith, los hombres de negro, en busca del malhechor alienígena que va desatando el caos por donde pasa, además de dejar un buen reguero de cadáveres tras de sí. Lo importante es el despliegue de efectos, especialmente con la creación de toda una fauna de extraterrestres más originales los unos que los otros, y mucha acción: carreras, persecuciones, disparos,... y como guinda de todo un humor que, sin ser nada realmente novedoso, sí que proporciona algunos momentos bastante logrados, como en el nacimiento del hijo de un alienígena ("Felicidades, acaba de tener un precioso... calamar") o cuando el agente J (Smith) descubre entre los alienígenas que viven mezclados con los humanos a Sylvester Stallone y a su profesora de primaria.

Tommy Lee Jones y Will Smith encabezan un buen reparto, aportando un talento innegable para este tipo de papeles, mezcla de tipos duros y chuletas de barrio. Genial también Vincent D'Onofrio, con una caracterización magnífica. Y no nos olvidemos de Linda Fiorentino, haciendo honor a su nombre.

Hombre de negro no es más que cine de palomitas, pero con una historia muy original y una puesta en escena cuidada al máximo, lo que garantiza que pasemos un rato muy entretenido dejándonos llevar por esta aventura surrealista e intergaláctica que se llevó el Oscar al mejor maquillaje con todo merecimiento.

martes, 8 de marzo de 2016

Carta de amor



Dirección: Peter Ho-sun Chan.
Guión: Maria Magenta (Novela: Cathleen Schine).
Música: Luís Enríquez Bacalov.
Fotografía: Tami Raiker.
Reparto: Kate Capshaw, Blythe Danner, Ellen DeGeneres, Geraldine McEwan, Julianne Nicholson, Tom Everett Scott, Tom Selleck, Gloria Stuart, Bill Buell.

Helen (Kate Capshaw) es la dueña de una librería en un pequeño pueblo costero. Un día, en un sofá de la tienda, encuentra una carta de amor anónima y piensa que está dirigida a ella. Empieza así a fantasear con quién puede habérsela escrito.

Carta de amor (1999) es un film modesto en todos los sentidos, incluida una duración bastante contenida de solo ochenta y ocho minutos, que sin embargo son tiempo más que suficiente para contarnos una serie de historias de amor entrelazadas que conforman el argumento de la película.

Sin embargo, no se trata de la típica comedia romántica al uso, de la que ya tenemos miles de obras pululando por ahí con esquemas similares. Por eso, buscando sin duda una cierta originalidad, Peter Ho-sun Chan le da a los personajes y situaciones de esta comedia un toque diferente, extraño, que hace que en un primer momento uno se sienta un tanto desconcertado ante algunos diálogos que no parecen seguir unas pautas normales, o con algunas reacciones desconcertantes, o con unos personajes que no sabemos muy bien de que van... Es necesario tener un poco de paciencia para ir cogiendo el ritmo y entendiendo a los protagonistas. Es necesario olvidarnos de lo que sería lo lógico y encajar unos sucesos que a veces son un tanto extraños.

Y si bien ese tratamiento es lo que le da un aire diferente a una comedia que argumentalmente es bastante normal, de la misma manera esas rarezas nos impiden en muchos momentos tomarnos en serio a los personajes, implicarnos más con sus vicisitudes.

Hacia el final, sin embargo, el guión parece retomar unos cauces más ortodoxos, pero aún  así he notado que la historia no llegaba a emocionarme especialmente. Hay un tratamiento un tanto frío, los personajes no parecen abrirse del todo, en un juego curioso y original que hace de esta película una comedia diferente, pero también un tanto fría. Me hubiera gustado poder conocer mejor a los personajes, emocionarme más con ellos, que hubiera más intensidad, pues creo que habría hecho que todo funcionara un poco mejor.

Tampoco era necesario aclarar quién escribió la carta que desencadena los acontecimientos. Personalmente hubiera preferido que todo quedara en el aire, pudiendo imaginar un azar caprichoso o un destino inevitable en el origen de todo. Cuestión de gustos.

Carta de amor puede gustar mucho a quién valore la originalidad y el tono personal de contar esta historia por encima de todo. Yo creo que el tema de partida es muy interesante, y pienso que la película tiene bastantes cosas positivas; sin embargo, echo de menos un mejor acercamiento a los personajes y más pasión a la hora de describir algo tan intenso como el sentirse enamorado.

lunes, 7 de marzo de 2016

El amigo de mi hermana



Dirección: Lynn Shelton.
Guión: Lynn Shelton.
Música: Vince Smith.
Fotografía: Benjamin Kasulke.
Reparto: Emily Blunt, Rosemarie DeWitt, Mark Duplass, Mike Birbiglia, Kate Bayley, Mel Eslyn, Jeanette Maus.

Ya ha pasado un año de la muerte de Tom, pero su hermano Jack (Mark Duplass) sigue terriblemente abatido, por lo que su mejor amiga, Iris (Emily Blunt), le invita a que pase unos días de reflexión en una casa que tienen sus padres en una isla. Sin embargo, cuando llega a la casa, Jack se encuentra con la hermana de Iris, Hannah (Rosemarie DeWitt), que se ha refugiado allí tras un fracaso amoroso.

Siempre es de agradecer un film diferente, que rompa con las modas de la gran industria y tenga el atrevimiento de nadar contra corriente. Este es sin duda uno de los rasgos más meritorios de Lynn Shelton y su El amigo de mi hermana (2011), un film de escaso presupuesto que nos adentra en los problemas emocionales de tres personas en un momento crucial de sus vidas.

El amigo de mi hermana gira en torno a Jack, quién aún no ha sido capaz de superar la pérdida de su hermano Tom, aunque ya haya transcurrido un año. La expareja de Tom, Iris, es la mejor amiga de Jack, pero está enamorada de él, aunque tenga miedo a confesárselo y hasta a confesárselo a ella misma. Y por último está la hermana de Iris, Hannah, lesbiana, y que acaba de romper con su pareja tras siete años de relación. Y estas tres personas se juntan en una casa, aislados del mundo, con el fin de poner en orden sus vidas, aunque al final terminan por complicarlo todo un poquito más.

Como decía, me parece muy interesante el que películas intimistas e independientes puedan seguir abriéndose paso en medio de producciones millonarias. Es saludable para la industria y reconfortante para el espectador. Sin embargo, no por el mero hecho de ser una propuesta diferente hemos de darle nuestra aprobación sin reservas. Y en el caso de El amigo de mi hermana, aún reconociendo sus méritos, he de confesar que me dejó un tanto frío.

Los enredos entre los tres protagonistas me parecieron un tanto forzados. Es verdad que todos los acontecimientos parecen necesarios para desarrollar la historia y plantear los conflictos que se proponen, pero no deja de parecerme todo un tanto precipitado. Tampoco el final es del todo satisfactorio, con una reconciliación modélica, sin aristas, sin conflictos, tan idílica como los paisajes de la isla.

Pero quizá el principal problema de la película sea que no llega a profundizar realmente en los personajes. Hay un intento en el guión por adentrarse en los personajes, en sus problemas. Pero el enfoque huye de la dramatización y adopta un punto de vista muy actual, con diálogos en cascada que buscan un aire de normalidad. La idea puede que sea acertada, pero el resultado es que el guión se queda en la superficie de las cosas, los personajes permanecen distantes, incluso resultan extraños, no llegamos a conocerlos en profundidad. Y el resultado es que asistimos a sus problemas con cierto distanciamiento, no consiguen conmovernos; es todo un tanto liviano, como si la directora no supiera o no quisiera afrontar los problemas de los protagonistas de un modo más serio, quedándose en una exposición cool que agrade a todos.

Incluso la repetitiva sucesión de planos paradisíacos de la isla resulta un tanto forzada, sin llegar a casar del todo bien con el tono más intimista y prosaico de la historia.

Lo mejor, sin ninguna duda, es el gran trabajo de los tres protagonistas, con una naturalidad en sus interpretaciones maravillosa. Un ejemplo de actuación natural y sincera que nos aporta lo más fresco y auténtico de la cinta.

El amigo de mi hermana podría haber calado más hondo, porque los mimbres estaban ahí. Sin embargo, al final se queda en una historia agradable, pero un tanto insustancial. Y aún así, es una propuesta recomendable.

domingo, 6 de marzo de 2016

La pesca de salmón en Yemen



Dirección: Lasse Hallström.
Guión: Simon Beaufoy (Novela: Paul Torday).
Música: Dario Marianelli.
Fotografía: Terry Stacey.
Reparto: Ewan McGregor, Emily Blunt, Kristin Scott Thomas, Amr Waked, Rachael Stirling, Tom Mison, Catherine Steadman, Tom Beard.

El jeque Muhammed (Arm Waked), del Yemen, amante de la pesca, ha concebido un extraño proyecto: introducir la pesca de salmón en su país. Para ello recurre a los servicios de una consultoría inglesa, que contacta con el doctor Fred Jones (Ewan McGregor), del Centro Nacional para el fomento de la Piscicultura, quién rechazará de plano la idea por descabellada e imposible. Con lo que no cuenta el doctor es con la intervención de la señora Maxwell (Kristin Scott Thomas), jefa de prensa del primer ministro, que ve en esa idea una posibilidad propagandística muy interesante.

A veces una película no tiene que ser espectacular para gustar. Es lo que me sucedió con La pesca de salmón en Yemen (2011), un film sencillo que funciona desde la normalidad.

En un principio, el mayor interés para mí venía del protagonismo de Ewan McGregor, un actor que me gusta especialmente por su naturalidad y sencillez. No recuerdo un trabajo suyo que no me haya gustado. Así que ese fue mi primer aliciente para ver esta película que comienza con un tono ligero, de comedia, si bien no es que resulte graciosa ni que tenga bromas o situaciones especialmente simpáticas. Tan sólo posee un tono completamente opuesto al drama, a la seriedad. Y aún así, intuía que la historia no era una comedia al uso, no me parecía una película para reírnos, como luego se fue demostrando.

Desde una naturalidad casi total, sin artificios, el argumento nos va metiendo en las vidas del doctor Jones, que fuera de su trabajo es un hombre infeliz en su matrimonio, por culpa de una mujer fría y distante que lo mantiene en un segundo lugar en su vida, y de Harriet (Emily Blunt), la consultora que nada más empezar una relación con un militar recibe la noticia de que ha desaparecido en combate. Y aquí está la base de la película, con el telón de fondo de la puesta en marcha del gigantesco proyecto de repoblar con salmones un río en Yemen. Porque el film es, en realidad, una sencilla y hermosa historia de amor entre dos personas unidas por el destino y que, compartiendo dolores y soledades, terminan enamorándose, contra corriente, como nadan los salmones.

Aún tiene tiempo Hallström de trufar esa historia de amor con bonitas reflexiones sobre la fe y la ciencia; la falsedad de la política, con sus engaños y sus manipulaciones; pero sobre todo con una sincera reflexión sobre la soledad, sobre la necesidad de ser escuchado y sentirse valorado. O como dice Harriet al final: tener una compañera.

No hay nada mejor en cualquier creación que lograr dar vida a sus personajes, hacerlos humanos, cercanos. Y esa es la mayor virtud de esta historia, conseguir que seamos cómplices de Harriet y Fred, que sus problemas nos afecten, que su felicidad nos llegue también a nosotros.

Si Ewan McGregor es un actor que gusta mucho, la presencia de Emily Blunt es todo un acierto también; no es solo un rostro bonito, sino que logra trasmitirnos toda una serie de sentimientos desde una naturalidad absoluta. Kristin Scott Thomas aporta también sus tablas en un papel un tanto exagerado, pero que ella logra hacer creíble dentro del tono de parodia del mismo.

En definitiva, La pesca de salmón en Yemen me ha parecido una película muy válida. No es que pretenda ser la comedia del año ni la más apasionante historia de amor jamás filmada. Es una película modesta, pero honesta. Juega sus cartas de manera directa: está bien filmada, tiene hermosos diálogos, personajes que se hacen muy cercanos y uno termina contento y reconfortado con una bonita historia de amor, contagiado de la felicidad de sus protagonistas.

viernes, 4 de marzo de 2016

El 6º día



Dirección: Roger Spottiswoode.
Guión: Cormac Wibberley y Marianne Wibberley.
Música: Trevor Rabin.
Fotografía: Pierre Mignot.
Reparto: Arnold Schwarzenegger, Robert Duvall, Michael Rapaport, Tony Goldwyn, Michael Rooker, Sarah Wynter, Wendy Crewson, Rodney Rowland.

La vida de Adam Gibson (Arnold Schwarzenegger) va a sufrir un cambio radical cuando, el día de su cumpleaños, regresa a casa y se encuentra que un clon suyo ha ocupado su lugar. Para colmo, un grupo de individuos intentará acabar con su vida por haber descubierto esa clonación.

En el cine de ciencia-ficción parece caber de todo, incluso los argumentos más disparatados son tratados con enormes dosis de verosimilitud, como en el caso que nos ocupa. El tema de la clonación, tan de moda y tan proclive a debates filosóficos y éticos, es la base de El 6º día (2000), un film muy en la línea de los de Schwarzenegger, pero en esta ocasión un tanto mediocre.

Como decía, la clonación de seres humanos está en la base de esta cinta; pero tratándose de un film de  Arnold Schwarzenegger no podemos esperar que el tema esté tratado de una manera seria ni en profundidad; es solo un punto de partida para desarrollar un film de acción pura y dura, género en que tan bien se mueve este actor.

Sin embargo, hasta para hacer un film de estas características hace falta mucho talento, cosa que parece no tener el señor Roger Spottiswoode, con una dirección bastante pobre, con escenas tan mal filmadas que parecen impropias de una película de un actor de la talla y el caché de Schwarzenneger. Y es que no es suficiente con acumular efectos especiales, disparos a mansalva, artilugios inverosímiles (estoy pensando en el mando a distancia del helicóptero), mujeres y niños en peligro y malos que resucitan cada dos por tres como si nada..., hace falta mucho más y, sobre todo, hacer las cosas bien.

Los decorados son bastante pobres, el ritmo no siempre es el correcto, los diálogos están llenos de frases hechas sin gracia ni emoción y encima el final es bastante previsible, y muy poco convincente además, con uno de esos apaños tan forzados que resulta casi ridículo. Es todo tan vulgar que no he sentido tensión ni emoción con ninguna de las escenas supuestamente más importantes. Solamente hay un detalle que salvaría de esta película: la relación entre el doctor Griffin Weir (Robert Duvall) y su esposa, con una buena dosis de sinceridad y con un par de escenas verdaderamente conmovedoras; curiosamente, es la parte de la película que más se aleja de la tónica dominante, la acción pura y dura. Pero también son las únicas escenas en que sentimos algo hacia unos personajes de la película que sí que parecen vivos y que nos pueden trasmitir algo. Porque el resto son personajes muy estereotipados, predecibles y sin profundidad.

Definitivamente, para los fanáticos de Arnold, esta no es, con diferencia, su mejor película. Si bien es el género en el que mejor se maneja, es evidente que no siempre elige los proyectos de más calidad. En esta ocasión estamos ante un film bastante ramplón que puede entretener pero en el que hay importantes carencias y un nivel general de calidad que deja bastante que desear.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Shakespeare enamorado



Dirección: John Madden.
Guión: Marc Norman y Tom Stoppard.
Música: Stephen Warbeck.
Fotografía: Richard Greatrex.
Reparto: Gwyneth Paltrow, Joseph Fiennes, Geoffrey Rush, Colin Firth, Ben Affleck, Judi Dench, Simon Callow, Jim Carter, Martin Clunes, Antony Sher, Imelda Staunton, Tom Wilkinson, Mark Williams, Daniel Brocklebank, Rupert Everett.

Londres, 1593. El poeta William Shakespeare (Joseph Fiennes) está pasando por una crisis creativa, lo que desespera Philip Henslowe (Geoffrey Rush), dueño del teatro de La Rosa, que necesita urgentemente una obra suya con la que saldar sus deudas.

Normalmente miro con recelo las películas históricas, pues suelen ser bastante mal tratadas por los guionistas en cuanto a respetar los hechos realmente acontecidos. Y, naturalmente, Shakespeare enamorado (1998) no escapa a esas licencias poéticas, palabras bajo cuyo amparo suelen cometerse bastantes atrocidades. Sin embargo, confieso que estaba equivocado al pensar en esta película como un film histórico. No lo es, y si no lo vemos desde ese punto de vista, si lo contemplamos como una comedia romántica, pues esa es su verdadera naturaleza, podremos valorarla en su justa medida.

Y es que Shakespeare enamorado simplemente utiliza al personaje de Shakespeare y su época como excusa para construir una divertida y también conmovedora historia de un amor imposible, creando un fantástico y original paralelismo entre ese amor y la creación de la famosa obra Romeo y Julieta. En ese juego entre la realidad y la creación artística encontramos los mejores momentos de la película, con escenas de los ensayos de la obra y de los encuentros amorosos de Shakespeare y Viola (Gwyneth Paltrow) yuxtaponiéndose en una hermosa y lograda composición.

Es evidente que la belleza del texto de Romeo y Julieta aporta un punto de partida fabuloso para desarrollar la historia de amor del poeta y su musa. Pero todo hubiera podido quedar a medias y es aquí donde debemos ensalzar la labor de John Madden, que logra elevar la historia a momentos realmente hermosos, con algunas escenas perfectas, conmovedoras, que nos dejan en suspenso ante tanta pasión y tanto dolor reunidos en unos versos que brotan con total naturalidad de las bocas de los actores, cuando se corría el riesgo de parecer pedantes y barrocos. Pero no es así, son sencillamente hermosos y logran arrebatarnos de la vida prosaica cotidiana para sumergirnos en un universo de rimas y metáforas de un lirismo perfecto. El amor de William y Viola no es acartonado y distante, sus vidas no son teatrales, su universo, con esa distancia de siglos, es a pesar de todo muy próximo, maravillosamente real. Ese es el gran mérito de esta película: conseguir ser un film romántico eterno, intemporal.

Además, no debemos olvidarnos de una ambientación magnífica, aún en sus excentricidades. No es una puesta en escena que se imponga y nos deslumbre, sino que la percibimos exacta, pero siempre en un segundo plano, sin interponerse con la verdaderamente importante; algo que por desgracia muchas veces sucede al revés.

En cuanto al reparto, maravilloso Joseph Fiennes al componer a un Shakespeare totalmente auténtico, humano, cercano. Creo que es un acierto perderle un poco el respeto al personaje y mostrarnos a un poeta muy mundano, lo que lo convierte en mucho más real y cercano. Gwyneth Paltrow por su parte, además de estar bellísima, realiza un trabajo lleno de frescura e intensidad, es una mujer enamorada y nos lo hace ver con una interpretación maravillosa. Y los personajes secundarios, como Colin Firth o Geoffrey Rush, por citar solo a los dos con más minutos, están también perfectos. Pero no quisiera dejar de mencionar a Judi Dench en el papel de la reina Isabel I, en un trabajo asombroso en el que solo con su mirada nos deja helados.

Sin duda, una comedia romántica maravillosa, que ha sabido explotar el fondo histórico con mucha inteligencia para crear una historia de amor que ya hemos visto muchas veces, pero con esa originalidad de su ambientación historia y con un trabajo de dirección admirable, que logra elevarla a cotas de expresión e intensidad geniales.

La película fue la gran triunfadora en los Oscars de ese año, recibiendo trece nominaciones, para terminar llevándose nada menos que siete Oscars: mejor película, mejor actriz (Gwyneth Paltrow), mejor actriz de reparto (Judi Dench), mejor guión original, mejor banda sonora, mejor dirección artística y mejor diseño de vestuario.