El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 15 de abril de 2020

Perdida



Dirección: David Fincher.
Guión: Gillian Flynn (Libro: Gillian Flynn).
Música: Trent Reznor y Atticus Ross.
Fotografía: Jeff Cronenweth.
Reparto: Ben Affleck, Rosamund Pike, Neil Patrick Harris, Tyler Perry, Kim Dickens, Patrick Fugit, Carrie Coon, Missi Pyle, Kathleen Rose Perkins, Emily Ratajkowski.

El día de su quinto aniversario de boda, Amy (Rosamund Pike) desaparece de su domicilio. Cuando su esposo Nick Dunne (Ben Affleck) informa a la policía del hecho, los primeros indicios hacen recaer las sospechas en él.

Lo mejor que se puede decir de Perdida (2014) es que es un film que sorprende al espectador y, dada la simplicidad de muchos thrillers actuales, cortados por un patrón parecido, el hecho de que no sepamos en casi ningún momento a qué atenernos es un gran elogio para la película, cuyo excelente guión fue escrito por Gilliam Flynn, la misma autora del libro en que se basa Perdida. Y nunca me cansaré de insistir en que con un buen guión, y aquí lo tenemos, la mitad del camino para el director está hecho.

Dados los habituales giros y engaños a que los thrillers actuales nos tienen acostumbrados, algunas veces de una falsedad vergonzosa, desde el comienzo de Perdida estamos expectantes, sin saber muy bien qué derroteros va a tomar la historia. Lo que yo tenía claro es que detrás de la desaparición de Amy iba a haber mucho más de lo que nos pudiéramos imaginar. El peligro era comprobar si el guión iba a seguir unos derroteros coherentes o se iba a apuntar al terreno del engaño chapucero.

Lo bueno de la historia es que, mientras esperamos a ir descubriendo acontecimientos, el argumento no nos permite ni un momento de aburrimiento y, dentro de una aparente normalidad en la investigación y búsqueda de Amy, nos vamos sintiendo cada vez más atrapados en la intriga, intentado averiguar si Nick es un buen hombre, como aparenta, o si oculta algo verdaderamente turbador.

Y es entonces, cuando la historia comienza a perfilarse y la madeja del misterio se va desvelando, cuando apreciamos el gran trabajo de Gilliam Flynn. Es verdad que el argumento es un tanto enrevesado y requiere de nuestra complicidad para aceptar su planteamiento, pero al mismo tiempo Fincher ha logrado mantener nuestra atención con tanto acierto y los giros argumentales encajan, dentro de su rareza, tan convenientemente, que aceptamos lo curioso de la historia con cierta complacencia, pues estamos metidos de lleno en ella y, por encima de lo verosímil o extraño de la figura de Amy, apreciamos la originalidad del relato, las dosis de intriga y los giros inesperados que nos han tenido en vilo durante todo el film, que no es corto precisamente, lo que añade más mérito al trabajo del director.

Precisamente, Fincher sabe jugar con buen pulso con la alternancia del presente y los flashbacks al comienzo del film, con lo que tenemos una narración ágil que nos va atrapando poco a poco en un thriller que cuenta con el acierto también de ahondar en las relaciones de pareja e incluso hacer una dura crítica de los programas basura de televisión, si bien aquí el tono me pareció demasiado poco sutil para mi gusto. El no centrarse de manera exclusiva en la intriga, desarrollando personajes y temas secundarios, aporta riqueza y profundidad al film.

En cuanto al reparto, me gustaría destacar el buen trabajo en general de todos los actores, pero destacando especialmente a Rosamund Pike, que compone un personaje lleno de aristas, de sombras y que resulta perturbadora dentro de una apariencia casi angelical muchas veces. Ben Affleck, sin embargo, me sigue pareciendo un actor demasiado soso, inexpresivo, casi sin sangre en las venas y que no termina de convencerme del todo.

En resumen, Perdida es una película muy interesante. Es cierto que no llega a las cotas de excelencia de Seven (1995), quizá el mayor logro de Fincher, pero es que ese thriller había puesto el listón muy, muy alto; pero sin duda es un film bien construido, con una intriga sorprendente y cuyas trampas argumentales se aceptan con gusto y que te mantendrá enganchado a la pantalla durante todo el tiempo.

sábado, 11 de abril de 2020

Imagine: John Lennon



Dirección: Andrew Solt.
Guión: Sam Egan y Andrew Solt.
Música: John Lennon y The Beatles.
Fotografía: Nestor Almendros.
Reparto: John Lennon, Yoko Ono, Paul McCartney, George Harrison, Ringo Star, Sean Lennon, Phil Spector, Cynthia Lennon, Julian Lennon, George Martin, Brian Epstein.

John Lennon está preparando en su mansión la grabación de su tema Imagine, todo un símbolo de sus ideas sobre la política, la religión, la sociedad y el mundo.

Imagine: John Lennon (1988) es un documental centrado en la figura de John Lennon una vez que ya se ha disuelto The Beatles. Por una parte, el film relata la vida del músico al lado de Yoko Ono, su matrimonio, su famosa estancia en la cama de un hotel en Amsterdam para abogar por la paz en el mundo, su vida en Nueva York, su separación temporal de Yoko Ono, la importancia en su vida del nacimiento de su hijo Sean.

A partir de este relato, el documental también aprovecha la ocasión para hacer un recorrido rápido por la vida de Lennon y, especialmente, su etapa con The Beatles, desde su origen en la época estudiantil, su paso por Hamburgo y su explosión al regresar a Inglaterra, convirtiéndose en todo un fenómeno cultural a nivel mundial.

Como documental, hay que decir que, para todos aquellos que crecieron con The Beatles o amaron su música, al tiempo que siguieron después la obra de John Lennon, el trabajo de Andrew Solt va a resultar muy interesante. Hay mucho material de archivo que se ha visto en otros films sobre el grupo, es cierto, pero también mucho otro rodado de primera mano centrado en Lennon, con interesantes entrevistas y momentos de su vida cotidiana, donde podemos ver al músico en sesiones de grabación, con sus amigos o en actos públicos. Hay algún momento curioso, como su conversación con un hombre que merodeaba por su casa y al que termina invitando a comer.

Sin embargo, hay que reconocer que el documental pasa bastante rápido por todos los apartados de que se ocupa, dejando una sensación agridulce: por un lado, el material que ofrece es interesante, es verdad, pero te deja con las ganas de más. Echo de menos un recorrido más profundo sobre la vida de John Lennon y aquellos momentos que marcaron su vida, sobre los que Andrew Solt pasa de puntillas.

Lo mismo sucede con el repaso a The Beatles: Solt toca los momentos clave, pero no consigue trasmitir la pasión y la trascendencia que tuvo el grupo en su época. De la misma manera, se podría achacar que no tenemos ninguna entrevista con el resto de The Beatles; se entiende porque es un documental centrado en Lennon, pero algunos apuntes aportados por Paul, George o Ringo habrían venido muy bien.

Sin embargo, en el documental queda muy bien analizada la relación de John y Yoko, incidiendo en su amor incondicional, en su unión casi perfecta y que dio un giro total en la vida de Lennon. Es, sin duda, la parte fundamental del film.

Es evidente que el formato de documental limita ciertamente una mayor profundización, y más cuando la duración total es de apenas cien minutos, pero, como decía, uno se queda un poco frío al final, con la sensación de que se ha sido demasiado superficial, de que se ha dedicado poco tiempo a la vida y obra de uno de los músicos más importantes de la historia. Así todo, se disfruta de algunos momentos únicos. Merece la pena.

Sólo tú



Dirección: Norman Jewison.
Guión: Diane Drake.
Música: Rachel Portman.
Fotografía: Sven Nykvist.
Reparto: Marisa Tomei, Robert Downey Jr., Bonnie Hunt, Joaquim de Almeida, Fisher Stevens, Billy Zane, Adam LeFevre, John Benjamin Hickey, Siobhan Fallon.

A los once años, Faith Corvatch (Marisa Tomei) conoce el nombre de su alma gemela. Cuando años después recibe una llamada telefónica de dicho hombre, no duda en dejarlo todo para ir en su busca.

La comedia romántica parece haberse atascado en un laberinto de difícil salida, al menos mientras los guionistas de turno opten por la vía más sencilla y no intenten estrujarse un poco más las neuronas. Actualmente, resulta muy complicado encontrar una comedia romántica original, divertida y cautivadora.

Y Sólo tú (1994), por desgracia, no es una excepción a esta mediocridad imperante. La solución a la repetición de una fórmula muy gastada en el género (la pareja protagonista se busca, se encuentra, supera varias dificultades para poder disfrutar de un instante de unión para luego separarse, casi irremediablemente, antes de la reconciliación final) es buscar la originalidad en un argumento retorcido y absurdo que termina por dinamitar él solo la necesaria credibilidad de la historia para que el espectador pueda sentirse involucrado en ella y, de esa manera, participar de las desgracias y alegrías de los protagonistas.

Diane Drake, en un alarde de imaginación desbocada e ingenuidad infantil, teje una historia que se sostiene con alfileres desde el principio, aunque aún puede tener una justificación en virtud de un romanticismo idealizado al servicio del argumento. Pero como no encuentra inspiración más que en retorcer la historia al límite de lo plausible, la guionista va dando giros increíbles a la premisa inicial hasta convertirla en un despropósito. Al final, el hombre de quién se enamora Faith ha construido tal cantidad de mentiras que nadie en su sano juicio se fiaría lo más mínimo de él. Pero en Sólo tú parece que cualquier cosa vale con tal de complicarlo todo con la esperanza de que sea esta aparente sorpresa continua la que salve el film y lo haga atractivo para el público. Puede que funcione para muchos espectadores, pero desde mi punto de vista todo el argumento no es más que una absurda manera de afrontar una historia previsible, sin personajes realmente atractivos e interesantes y maquillar así la falta de originalidad y talento.

En realidad, los personajes carecen de verdadera entidad, no llegamos a conectar con ellos, a entenderlos y tanto la búsqueda de Faith de un hombre desconocido como su enamoramiento cuando cree encontrarlo resultan demasiado precipitados y poco convincentes. Es como si la premisa del film fuera que los protagonistas tuvieran que quedar reducidos a seres irreflexivos, impulsivos y alocados, sin más justificación que la fuerza de la búsqueda de un alma gemela que, para colmo, al final resulta tratarse de un engaño por parte del hermano de Faith.

A favor del film hay que decir que Norman Jewison aporta su buen hace tras la cámara y maquilla de alguna manera la poca entidad del relato, con una dirección acertada, llena de buen gusto y con algunas escenas muy hermosas. También le ayuda mucho el acierto con la pareja protagonista: Marisa Tomei derrocha encanto y frescura y Robert Downing Jr. consigue hacer bastante creíble a su personaje, casi un despropósito por culpa del guión. Y también está notable Bonnie Hunt, como la amiga infalible de Faith.

Sólo tú es una pobre represente del género, un film meramente comercial, superficial y destinado a un público absolutamente transigente con todo, entregado y sin el más mínimo espíritu crítico.

domingo, 5 de abril de 2020

Chaplin



Dirección: Richard Attenborough.
Guión: William Goldman, William Boyd y Bryan Forbes.
Música: John Barry.
Fotografía: Sven Nykvist.
Reparto: Robert Downey Jr., Anthony Hopkins, Dan Aykroyd, Geraldine Chaplin, Kevin Dunn, Mila Jovovich, Kevin Kline, Paul Rhys, Diane Lane, Penelope Ann Miller, Marisa Tomei, James Woods, David Duchovny, John Thaw.

Charles Chaplin (Robert Downey Jr.), hijo de una pareja de artistas de vodevil, tiene una infancia muy dura en el Londres de finales del XIX. Abandonado por su padre y con la madre enferma, Chaplin comienza muy joven a ganarse la vida en trabajos muy humildes. Gracias a su hermano mayor Sydney (Paul Rhys), empezará a trabajar en la compañía de teatro de Fred Karno (John Thaw).

Entiendo que hacer un film biográfico se me asemeja una tarea muy difícil. Solamente elegir qué partes tratar y cuáles omitir de la vida de un personaje es ya de por sí una ardua tarea. Si además la biografía es la de Charles Chaplin, con una vida artística muy rica y otra personal tremendamente complicada, la empresa parece casi imposible. Digo todo ello como alabanza hacia Richard Attenborough por atreverse a emprender semejante proyecto. Sin embargo, también es verdad que uno debe ser capaz de conocer sus posibilidades y sus limitaciones. Y, sinceramente, me esperaba mucho más de Chaplin (1992).

Señalemos antes de nada el gusto de Richard Attenborough por el género de las biografías: en 1972 dirigió la primera de ellas en El joven Winston, retrato de los primeros años del político Winston Churchill; su consagración como director le llegaría con otra biografía, su película más famosa, Gandhi (1982); y volvería a este género, un año después de Chaplin, con Tierras de penumbra, centrada en el poeta C. S. Lewis.

Centrándonos ya en Chaplin, no podemos negar que se trata de una producción absolutamente impecable, con un esmero en todo lo relacionado con la ambientación, los decorados o el vestuario. La fotografía es espléndida también. Uno percibe no solo la gran cantidad de medios puestos al servicio de Richard Attenborough, sino también el buen oficio de éste para ofrecernos un film estética y formalmente impecable. Con una buena experiencia detrás, no se podía esperar menos del director.

También hemos de poner una buena nota la reparto, con grandes actores como Anthony Hopkins, en el único papel inventado de la película, Dan Aykroyd, Kevin Kline, la hermosísima Mila Jovovich o Geraldine Chaplin, cuya presencia parecía casi inevitable. La hija de Charlot hace aquí de su madre y es ciertamente emocionante ver a Geraldine en ese papel. Pero la figura indiscutible del reparto es, naturalmente, Robert Downey Jr. que destaca no solamente por su asombroso parecido físico con Charles Chaplin, sino también ofreciendo un trabajo de altísimo nivel que demuestra el talento innato de un actor que, hasta esa fecha, no había terminado de despegar, lo que logró con su actuación en esta película.

Sin embargo, me temo que aquí se terminan las alabanzas a Chaplin. Como se puede ver, reducidas al apartado técnico y al reparto. Pero en lo más importante, recrear la apasionante vida y obra de uno de los genios del cine, Attenborough se queda en muy poca cosa.

Como decía al principio, afrontar una tarea como ésta no es sencilla, pero hay maneras de hacerlo y la elegida por el director no me parece acertada. Para empezar, el introducir la figura del biógrafo (Anthony Hopkins) que, con Charles Chaplin, repasa el manuscrito de su biografía, lo que sirve de hilo para ir contando la historia del cómico, no terminó de convencerme y creo que no termina de funcionar del todo bien y el motivo puede ser que me resulta algo artificial.

Pero lo peor de Chaplin es la falta de pasión que se percibe en toda la película. Chaplin es un film con una envoltura soberbia, pero aburrido, plano. No sé si Richard Attenborough quiso abarcar demasiado, aunque la generosa duración del film le daba para mucho, pero el caso es que el repaso de la vida y la obra de Chaplin se queda en la superficie de las cosas, sin profundizar realmente en nada. No tenemos una visión clara de sus duros inicios, ni de la manera en que se fue afianzando en la industria del cine hasta convertirse en un ídolo para el público, lo que apenas se percibe en la película. Incluso, el director cae en una especie de rutina a la hora de ir mostrando cómo Charles Chaplin iba ideando cada nueva película, de manera que tenemos una serie de momentos que resultan demasiado similares entre sí y que, como en todo el film, se quedan en la superficie.

Tampoco la vida personal de Chaplin recibe el tono adecuado y volvemos a quedarnos con las ganas de saber más. Hay pasajes fundamentales de su vida sentimental que se pasan por alto de una manera lamentable, cuando hubieran podido dar el tono dramático y el acercamiento necesario a la figura del protagonista para darle más vida al film. Parece, como decía, que el director hubiera querido abarcar demasiado y pasara de puntillas por todos los capítulos de la vida de Chaplin, pero sin detenerse en realidad en ninguno.

Hay algunos breves momentos de cierta inspiración, como esa secuencia en que Chaplin debe escapar con los negativos de El chico. Filmadas a más velocidad de la normal, como en el cine mudo, son uno de los pocos momentos logrados del film. Sin embargo, el final, cuando el actor recibe el Oscar honorífico por toda su carrera, resulta absolutamente forzado y manipulador, buscando de una manera demasiado fácil la emoción que le faltó a la película.

Al final de la película me queda un sabor amargo, la constatación de haber presenciado un film sin alma, rutinario y superficial que en nada sirve para acercarnos a la vida y obra de una figura indispensable de la historia del cine.

viernes, 3 de abril de 2020

Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar



Dirección: Woody Allen.
Guión: Woody Allen (Libro: David Reuben).
Música: Mundell Lowe.
Fotografía: David M. Walsh.
Reparto: Woody Allen, Gene Wilder, Lynn Redgrave, Louise Lasser, John Carradine, Lou Jacobi, Tony Randall, Anthony Quayle, Burt Reynolds.

Película compuesta de siete capítulos que analizan diversos aspectos relacionados con la sexualidad: un bufón que desea a su reina; un médico que se enamora de una oveja; una mujer que solamente se excita en lugares públicos; un maduro hombre casado al que le gusta vestirse de mujer; un programa concurso de televisión sobre fetichismos; un científico de temas sexuales que termina completamente loco y el mecanismo del cuerpo humano ante una relación sexual.

Se trata del cuarto largometraje del director, de 1972, y es evidente que a Woody Allen aún le quedaba mucho que pulir en su cine e incluso en su faceta como actor, en la que aún se muestra un tanto inseguro. Tenemos a un Woody Allen humorista, creador de chistes y sketches, pero aún le falta dar el paso que lo convierta en un director de películas por completo.

Sin embargo, a nivel de temática, empezamos a encontrar todo aquello que se convertirá en una constante en las películas del director: el sexo, la muerte, la religión, la educación, la familia.

Al tratarse de siete pequeños cortometrajes, en los que Allen plasma en imágenes los capítulos del libro homónimo de David Reuben en que se basa la película, no es fácil hacer una valoración global, porque, junto a algunos episodios bastante logrados, otros se quedan por debajo de la media, con situaciones no demasiado originales y acercamientos al problema sexual planteado un tanto simples. Y lo mismo puede decirse del nivel humorístico: junto a verdaderos buenos gags y chistes inteligentes nos encontramos con otros bastante simples.

La impresión general es que se trata de un film al que le falta bastante trabajo de elaboración; parece como una acumulación de primeras ideas sin pulir, sin afinar definitivamente. Incluso, algunos cortos parecen precipitados, sin una estructura bien trabajada. El conjunto se nos queda, hoy en día, como absolutamente ingenuo.

Puestos a escoger, el sketch del concurso de televisión me parece el más irónico y donde se hace una crítica más aguda sobre el medio televisivo y su banalización de todo, convertido en mero producto de consumo de masas, además de lanzar sus dardos contra la religión, un tema recurrente en la filmografía del director. Los tres primeros capítulos son menos originales, con planteamientos y desarrollos previsibles e incluso con finales demasiado abruptos, dando la sensación de estar peor elaborados. El del científico loco me pareció bastante bueno, con la secuencia de la teta gigantesca como todo un hallazgo. Por último, del capítulo final me quedo con el miedo del espermatozoide interpretado por Allen a abandonar el cuerpo hacia un mundo desconocido y lleno de peligros.

En resumen, sin duda estamos ante una película menor dentro de la filmografía de Woody Allen. No deja de ser una simple curiosidad que nos permite ver los inicios del director, pero que está aún muy lejos de lo mejor de su cine.

miércoles, 1 de abril de 2020

Tienes un e-mail



Dirección: Nora Ephron.
Guión: Nora Ephron y Delia Ephron.
Música: George Fenton.
Fotografía: John Lindley.
Reparto: Tom Hanks, Meg Ryan, Greg Kinnear, Parker Posey, Steve Zahn, Jean Stapleton, Dave Chappelle, Dabney Coleman, Heather Burns.

Kathleen Kelly (Meg Ryan) es la propietaria de una pequeña librería de cuentos infantiles que, de pronto, se ve amenazada por la apertura de una gran tienda de libros, propiedad de Joe Fox (Tom Hanks). Lo que ambos ignoran es que son precisamente ellos dos quienes llevan un tiempo manteniendo una relación a través de e-mail.

La primera vez que empecé a ver Tienes un e-mail (1998) desconocía que estaba basada en El bazar de las sorpresas (Ernst Lubitsch, 1940) y, cuando descubrí este hecho, apagué de inmediato el televisor indignado de que alguien pudiera atreverse a ofrecer una nueva versión de un auténtica obra maestra (no le llamo remake porque hay demasiadas variaciones argumentales entre ambas películas como para definirla de esta manera). Imagino que es lo sentirá un músico si alguien hace una versión pop de Mozart, por ejemplo.

Sin embargo, mucho tiempo después, me he decidido a darle una oportunidad y ver qué había cocinado Nora Ephron a partir de la magnífica comedia de Lubitsch. Y, si he de ser sincero, el resultado final no es tan malo como había esperado. A decir verdad, hemos de reconocer el buen oficio de la directora, y co-guionista, para ofrecer una comedia bastante bien construída. Es más, se explica el éxito de la película en su momento y más si el público que la vio desconocía el original.

Gran parte de la culpa de que Tienes un e-mail funcione bien es gracias al acierto con la pareja protagonista. Tom Hanks ha demostrado de sobra su gran talento como actor, empezando su carrera precisamente con comedias como Un, dos, tres... Splash (Ron Howard, 1984) o Esta casa es una ruina (Richard Benjamin, 1986). Y Meg Ryan era un rostro inevitable en el cine de los noventa del siglo pasado. De hecho, ambos actores formaron pareja en varias comedias en aquella época, que sirvieron para revitalizar el género y los convirtieron en una de los duos de moda, como en Joe contra el volcán (John Patrick Stanley, 1990) o Algo para recordar (1993), también dirigida por Nora Ephron, directora que parece tener cierta debilidad por los remakes, pues Algo para recordar era su versión de Tú y yo (Leo McCarey, 1957).

Una hermosa fotografía, un banda sonora preciosa y un argumento que funciona bastante bien, con sus dosis de intriga y romance, que el guión sabe construir a partir de la historia de El bazar de las sorpresas con algunas variaciones bien traídas, hacen de Tienes un e-mail un entretenimiento bastante sólido, pero con inevitables puntos ciertamente criticables también.

Sin cebarme en comparaciones, es evidente la simplificación radical de esta historia comparada a la original. Donde Lubitsch construía un film delicioso, lleno de personajes encantadores y entrañables,  en la película de Nora Ephron se reemplazan por protagonistas mucho menos definidos, más vulgares y que, en realidad, no nos inspiran ni compasión, ni ternura, ni cariño. Es todo mucho más frío, menos sincero. Y los maravillosos diálogos de El bazar de las sorpresas aquí se convierten en algo mucho menos interesante que nunca llegan a sorprendernos ni impactarnos. La película de Lubitsch derrochaba amor hacia los personajes y la historia abarcaba a todos los protagonistas, mientras que ahora solamente cuentan Kathleen y Joe y se solapa la simplificación del relato con los pasajes musicales, muy hermosos, es cierto, pero que rellenan ciertos tiempos muertos de los que carecía el original.

Es un claro ejemplo del cine que tenemos actualmente, que busca la eficacia y pierde calidad por todos lados. Las historias están como prefabricadas, siguiendo unos moldes que, es verdad, funcionan a nivel de público y taquilla, pero que reducen todo a lo más elemental.

Aquellos que no hayan disfrutado de El bazar de las sorpresas y hayan nacido y crecido con este cine moderno, sin haber conocido el clásico, tienen en esta película una elaborada comedia que funciona bastante bien. Sin embargo, para los que disfrutamos de aquel cine clásico, en blanco y negro, Tienes un e-mail nos resulta incompleta, frívola y sin una verdadera alma. Un producto de consumo y nada más.

Por cierto, el nombre de la librería de Kathleen en el film proviene directamente del título original de la película de Lubitsch: The Shop around the Corner.