El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 31 de enero de 2023

Almas desnudas



Dirección: Max Ophüls.

Guión: Henry Garson y Robert W. Soderberg (Historia: Elisabeth Sanxay Holding).

Música: Hans Salter.

Fotografía: Burnett Guffey (B&W). 

Reparto: James Mason, Joan Bennett, Geraldine Brooks, Henry O´Neill, Shepperd Strudwick, David Bair, Roy Roberts.

Al descubrir el cadáver del novio de su hija Bea (Geraldine Brooks), Lucia Harper (Joan Bennett) decide esconder el cuerpo temiendo que la culpable sea su hija.

Última película norteamericana de Max Ophüls, Almas desnudas (1949) es un film negro realmente peculiar.

La historia gira en torno a la figura de una típica ama de casa norteamericana de clase media, con su marido trabajando en Europa, y que debe hacer frente a los problemas cotidianos y la educación de sus hijos ella sola. Y el mayor problema es la relación de su hija Bea con Darby (Shepperd Strudwick), un hombre mucho más mayor que ella que además no es trigo limpio. La señora Harper no duda en enfrentarse a él para proteger a su hija con un coraje encomiable, pero aún demostrará más fuerza cuando esconde el cadáver de Darby, convencida de que su hija lo mató.

El retrato de la señora Harper, protegiendo a su familia a brazo partido es magnífico y aún se engrandece más cuando deberá hacer frente al chantaje. Una vez más, la señora Harper demostrará su entereza y determinación para hacer todo lo posible por su hija, como solamente una madre es capaz de hacer.

Sin embargo, la sorpresa llega cuando uno de los chantajistas, Martin Donnelly (Charles Mason), se enamora de la señora Harper, creando un giro inesperado en el devenir de la historia. Es gracias a ello que Almas desnudas adquiere una nueva dimensión. Estamos ante un film negro realmente original, en esta ocasión no por la maldad de los villanos, sino precisamente por su debilidad: Donnelly pierde toda su fiereza ante Lucia, desea redimirse, ayudarla, hasta el punto de renunciar a todo, aún cuando no tiene la certeza de que ella le corresponderá, pero da igual, es el poder del amor, capaz de darle esperanzas y la fuerza necesaria para desear cambiar de vida.

Sin embargo, estamos ante un drama y el mal ha de ser castigado, aunque en el fondo hubiéramos deseado que Donnelly pudiera en verdad redimirse. 

Con una fotografía que logra crear un ambiente tenebroso en los momentos capitales, Max Ophüls dirige con agilidad este conmovedor drama hasta el punto que termina pareciéndonos demasiado breve. Hubiéramos deseado que la historia continuara, atrapados como estábamos en las vicisitudes de la señora Harper y eso es sin duda un gran elogio hacia el trabajo del director, que logra crear un film que nos engancha y parece transcurrir sin esfuerzo.

Con una soberbia la interpretación de Joan Bennett, que nos hace sentir en nuestra propia piel su angustia al verse constantemente requerida por situaciones que la superan, y un eficaz James Mason, un gran actor sin necesidad de alardes, basando su eficacia en una naturalidad encomiable, Almas desnudas es una película intensa y trágica, conmovedora.

lunes, 30 de enero de 2023

La mujer sin alma



Dirección: Dorothy Arzner.

Guión: Mary C. McCall, Jr. (Obra: George Kelly).

Música: R. H. Bassett, Emil Gerstenberger y Milan Roder.

Fotografía: Lucien Ballard (B&W).

Reparto: Rosalind Russell, John Boles, Billie Burke, Jane Darwell, Dorothy Wilson, Alma Kruger, Thomas Mitchell. 

La señora Craig (Rosalind Russell) ha hecho de su casa su fortaleza; en ella se siente segura y todo debe hacerse cómo ella desea.

Basada en la obra de teatro homónima de George Kelly (tío de la actriz Grace Kelly), ganadora del premio Pulitzer, La mujer sin alma (1936) es un retrato directo y sin adornos de una mujer dominante.

La señora Craig aparece desde el principio como una mujer exigente con todos los que la rodean, desde el servicio, cuyo trabajo debe ser perfecto so pena de despido fulminante, hasta su marido, que debe plegarse a sus normas y exigencias. Pero no lo hace de manera inconsciente o caprichosa, Harriet Craig está convencida de que no hay otra forma de comportarse.

Desdeña el amor romántico y su matrimonio no fue sino la manera de lograr su independencia y una posición en la sociedad que defiende a toda costa. Controla a su esposo, aislándolo de sus amigos, para evitar que pueda sentirse tentado por otras mujeres. 

Este retrato, decididamente poco amable, podría convertir a la señora Craig en alguien repulsivo, hasta que se desvela el verdadero motivo de ese comportamiento: Harriet ha visto como su madre perdía a su marido y moría destrozada de dolor y ese miedo a que pueda sucederle lo mismo la ha vuelto dominante  hasta la exageración. Pero su actitud no es más que miedo, pánico mejor dicho, a verse desvalida, sin nada. Por ello en su casa encuentra su seguridad, es algo material, tangible, que puede controlar a su antojo y de ahí se extiende ese control a todos los que la rodean. En el fondo, es digna de lástima. Pero también esta historia nos habla de una época en que la mujer dependía económicamente de su marido, siendo extremadamente vulnerable, como en el caso de la madre de Harriet y de ella misma. Ello no justifica su control paranoico de todo y de todos, pero arroja luz hacia su persona. Al final, al comprenderla, sin llegar a justificarla, la compadecemos, especialmente cuando termina sola, pues nadie puede soportar vivir con alguien así. Ella ha construido su propia cárcel, sin saberlo.

La película es verdad que puede resultar en conjunto un tanto simple en su planteamiento, que está también limitado por la escasa duración de la cinta, lo que hace que el desarrollo y el desenlace sucedan quizá demasiado esquemática y rápidamente. Seguramente el tema daba para más aunque también es verdad que, tal y como está planteada, la película transcurre de manera perfecta, metiéndonos en la historia desde el principio y sin un segundo de aburrimiento.

Otro detalle interesante es que tanto el guión como la dirección corren a cargo de mujeres, lo que sin duda no era habitual en la época y despejan cualquier sospecha de visión sesgada a cerca de la figura de Harriet. Su retrato es certero y no provoca repulsa, sino tristeza por una mujer tan débil que termina, casi sin proponérselo, alejando a todos los que la quieren de su lado.

Trabajo perfecto de Rosalind Russell, una gran actriz cuyo trabajo más reconocido fue en Luna nueva (1940) de Howard Hawks, y que tuvo la virtud de interpretar papeles de mujeres interesantes, dignas y realizadas profesionalmente, sin llegar a ser nunca un símbolo sexual.

La mujer sin alma, dentro de su aparente simplicidad, ofrece una interesante reflexión sobre la naturaleza humana y el rol de la mujer a principios del siglo XX dentro de un buen ejemplo de un estilo de hacer películas donde el fondo realmente importaba.

domingo, 29 de enero de 2023

Cabalgar en solitario



Dirección: Budd Boetticher.

Guión: Burt Kennedy.

Música: Heinz Roemheld.

Fotografía: Charles Lawton, Jr.

Reparto: Randolph Scott, Karen Steele, Pernell Roberts, James Best, Lee Van Cleef, James Coburn. 

Ben Brigade (Randolph Scott), un cazarrecompensas, detiene al joven Billy John (James Best), acusado de asesinato, para llevarlo a Santa Cruz, donde será colgado. En el camino, se les unen una pareja de pistoleros, Sam (Pernell Roberts) y Whit (James Coburn) y una mujer (Karen Steele). 

Western tardío firmado por Budd Boetticher, director conocido por sus films del Oeste de serie B, Cabalgar en solitario (1959) explota convincentemente su simplicidad para ofrecernos una película muy interesante.

La trama de la película es bastante sencilla: la captura de un asesino para que rinda cuentas ante la justicia. Para que el relato no carezca de intensidad, se añade el acoso de los indios por un lado y la necesidad que tienen Sam y Whit de entregar ellos a Billy John a la justicia para poder dejar atrás su pasado y empezar una nueva vida acogiéndose a la amnistía prometida por la ley.

Pero el guión de Burt Kennedy, colaborador habitual del director, esconde además un as en la manga: Brigade busca venganza por algo ocurrido hace años, misterio que el guión nos irá desvelando lentamente, con pequeños indicios que van dosificando el suspense hasta el momento del desenlace.

Como vemos, una historia en líneas generales de escasa originalidad pero que Boetticher sabe explotar convenientemente y con una escasez de personajes y medios evidente.

Con unos diálogos directos y precisos, la aventura del cazarrecompensas y su grupo transcurre con precisión, concisión y agilidad lo que, favorecido por una duración contenida, otorga al film un devenir sin fisuras.

A pesar de la economía de medios, el director pudo contar con su actor preferido, Randolph Scott que, sin realizar un trabajo especialmente bueno, da el tipo con solvencia y que está perfectamente secundado por Lee Van Cleef, un villano excelente, James Coburn y Pernell Roberts, muy conocido por su participación en la serie Bonanza (1959-1973). La hermosa Karen Steele pone la nota sexy al reparto y da pie para algunas alusiones de alto contenido sexual apenas disimuladas.

Western sencillo, reducido a lo mínimo, en argumento y personajes, Cabalgar en solitario es un buen ejemplo de cómo aprovechar al máximo las posibilidades del material que se tiene para construir una historia interesante que funciona con precisión.

Atención al desenlace, con un punto de originalidad que además ennoblece a los protagonistas.

sábado, 28 de enero de 2023

La balada de Buster Scruggs



Dirección: Joel Coen y Ethan Coen.

Guión: Joel Coen y Ethan Coen (Historia: Jack London y Stewart Edward White).

Música: Carter Burwell.

Fotografía: Bruno Delbonnel.

Reparto: Tyne Daly, James Franco, Brendan Gleeson, Bill Heck, Grainger Hines, Zoe Kazan, Harry Melling, Liam Neeson, Tim Blake Nelson, Jonjo O`Neill, Chelcie Ross, Saul Rubinek, Tom Waits, Jefferson Mays.

Seis historias independientes con el nexo de estar ambientadas en el Oeste americano a mitad del siglo XIX.

La balada de Buster Scruggs (2018), presentada como capítulos de un libro titulado "La balada de Buster Scruggs y otras historias del viejo Oeste", está compuesta por seis relatos breves, dos de ellos basados en escritos de Jack London y Stewart Edward White y el resto historias inventadas sobre el Oeste americano, que conforman una película curiosa, atractiva y desigual.

Al tratarse de capítulos independientes, es evidente que no todos tienen el mismo interés o intensidad, por lo que es complicado emitir una valoración de conjunto de una manera precisa. Quizá lo que se puede generalizar es la maravillosa fotografía del conjunto, realmente preciosa, y la cuidada y elegante puesta en escena. De la misma manera, el dominio del tempo y la narración por parte de los hermanos Coen es evidente, con un discurso personal y fluido donde destaca la habilidad para sorprendernos con la inteligente alteración del ritmo y los planos, demostrando un dominio envidiable del lenguaje cinematográfico.

Si nos centramos en cada episodio independientemente, el primero de ellos, titulado La balada de Buster Scruggs, se centra en la figura de Scruggs (Tim Blake Nelson), un forajido cantarín y alegre que se enfrenta a varios rivales antes de toparse con la horma de su zapato. Es una historia curiosa, con toques surrealistas, y donde brilla el humor negro tan peculiar de los Coen y su gusto por detalles macabros, algo excesivo para mi gusto. El resultado es un episodio ligero y rebosante de humor que apacigua el drama y convierte el cuento en un disparate jocoso.

En Cerca de Algodones se continúa con el tono ligero y el humor macabro contando el asalto a un solitario banco, el frustrado intento de ahorcamiento del ladrón (James Franco), salvado por los indios, y su posterior ahorcamiento final bajo una acusación equivocada. La moraleja podría ser que nadie escapa a su destino. El cuento mantiene la chispa y la agilidad del primer capítulo, al igual que ciertos detalles macabros, discurriendo con agilidad y precisión.

Es en la tercera entrega, titulada El mantenido, donde se produce un cambio radical en el tono de la película. Se trata de una historia más sombría, sin pizca de humor, sobre un empresario (Liam Neeson) que recorre el Oeste con su espectáculo, que consiste en un joven tullido (Harry Melling) que recita pasajes literarios y bíblicos. Aquí la agilidad narrativa se estanca y ante una historia limitada los Coen recurren a repeticiones de la actuación del orador que convierten el episodio en el más aburrido, al que ni el sorprendente desenlace redime de sus limitaciones.

Con El cañón de oro seguimos en la línea del anterior episodio y la sensación de que se trata de nuevo de una historia demasiado limitada como dar mucho de sí. Solamente la belleza formal, con un paisaje realmente hermoso, amortigua algo el escaso recorrido del episodio, parco en interés y originalidad.

Afortunadamente, tras estos dos capítulos que llevaban la película a un descenso evidente de su nivel inicial, La mujer desconcertada recupera el pulso y es, para mí, el capítulo más completo del conjunto. La historia de dos hermanos (Jefferson Mays y Zoe Kazan) que viajan en una caravana hacia Oregon para emprender un negocio y las vicisitudes que les acontecen es la más interesante, pues es un relato complejo y que se adentra en la naturaleza humana con personajes profundos que nos hablan de las costumbres y relaciones en la época de la expansión del hombre blanco hacia el Oeste. Además, la historia tiene fuerza y dramatismo suficientes para trascender el mero cuento y constituir todo un relato denso y apasionante donde de nuevo el destino y el infortunio parecen jugar con la vida de las personas cruelmente.

Cierra la película Los restos mortales, un curioso relato que, sin alcanzar la profundidad del anterior, añade de nuevo toques de humor negro para cerrar esta peculiar película con acierto, dejando un agradable sabor de boca final con el enigmático destino que aguarda a los viajeros y que parece aludir a la muerte. 

El balance global es que estamos ante un film muy personal de los hermanos Coen donde dan rienda suelta a sus obsesiones y a su peculiar estilo. Personalmente, encuentro que es un divertimento menor, con buenos detalles pero irregular y sin llegar a adquirir entidad suficiente como para equipararlo a algunas de sus películas de referencia. Creo que a los entusiastas de esta pareja de cineastas no les defraudará, pero considero que el hecho de que los Coen hayan firmado obras geniales, como Fargo (1996) o El gran Lebowski (1998), no me impide ser crítico cuando creo que se quedan por debajo de su capacidad o se limitan, como en este caso, a crear un entretenimiento menor.

viernes, 27 de enero de 2023

Chain of Events



Dirección: Gerald Thomas.

Guión: Patrick Brawn (Historia: Leon McKern).

Música: sin dato.

Fotografía: Peter Hennessy (B&W).

Reparto: Dermot Walsh, Susan Shaw, Jack Watling, Lisa Gastoni, Kenneth Griffith, Alan Gifford, Ballard Berkeley, Harold Lang, Martin Boddey.

Cuando un empleado de banco sube al autobús y no paga el billete, provocará una serie de acontecimientos de consecuencias imprevisibles.

Modesta película británica de apenas cincuenta y cinco minutos, Chain of Events (1958) es un sencillo pasatiempo sin grandes méritos pero tampoco con defectos importantes.

La historia comienza con un empleado de banco, el señor Clarke (Kenneth Griffith), que no paga su billete de bus de regreso a su casa. Ello provoca que sea denunciado por la compañía de transporte y, para librarse de las consecuencias, el señor Clarke les da el nombre de un cliente del banco, John Stockman (Ballard Berkeley), que recibe la denuncia de la compañía de autobuses sin saber cómo ni porqué y ha de comparecer al juicio. Lo que podría haberse quedado en una mera anécdota comienza a crecer como una bola de nieve provocando el despido del periodista Tom Quinn (Derroto Walsh), que publicó la noticia del juicio dando por hecha la culpabilidad del Stockman sin investigar a fondo el hecho. La cadena de acontecimientos encadenados provocada por el acto del señor Clark culmina con el chantaje a un aristócrata, Lord Fenchurch (Alan Gifford), lo que provocará un terrible desenlace.

El mérito de la película es la manera tan eficaz y plausible en que encadena la serie de consecuencias que terminan en la tragedia final, de un modo completamente natural. Hay que reconocer que, para que la trama sea convincente en la actualidad, hemos de hacer un esfuerzo para entender las implicaciones sociales del simple hecho de no pagar el billete del bus y tener que enfrentarse a la denuncia correspondiente, algo que puede resultar excesivo desde nuestro punto de vista, pero que en aquella época podría tener importantes consecuencias a nivel de la honorabilidad del implicado, lo que explica el miedo del señor Clarke y su cobarde actuación. Una vez comprendido este punto, el argumento se desarrolla de manera natural y lógica para la época.

Gerald Thomas construye el relato yendo directamente a lo fundamental de los hechos, sin rodeos o pérdidas de tiempo en detalles accesorios. De ahí la brevedad de la cinta y la agilidad con que transcurre la historia donde, con una economía de medios encomiable, Thomas consigue describir perfectamente a los principales implicados de manera que entendemos sin margen de error cada uno de los actos, sus motivos y su talla moral. 

En cuanto al reparto, rostros desconocidos a nivel internacional. No se trata de grandes actuaciones, pero tampoco desentona nadie especialmente.

La película no destaca especialmente por nada, es un sencillo relato cercano a un cuento moralizador que nos advierte de las posibles e imprevistas consecuencias de un acto aparentemente nimio, pero reprobable y con consecuencias terribles.

jueves, 26 de enero de 2023

Cuestión de sangre



Dirección: Tom McCarthy.

Guión: Tom McCarthy, Thomas Bidegain, Noé Debré y Marcus Hinchey.

Música: Mychael Danna.

Fotografía: Masanobu Takayanagi.

Reparto: Matt Damon, Camille Cottin, Abigail Breslin, Lilou Siauvaud, Deanna Dunagan, Idir Azougli.  

Bill Baker (Matt Damon), obrero sin trabajo, viaja a Marsella para visitar a su hija Allison (Abigail Breslin), que cumple condena por un asesinato que afirma no haber cometido.

Inspirada en la historia real de Amanda Knox, joven acusada de matar a su compañera de piso en 2007, Cuestión de sangre (2021) se presenta de manera muy sobria, quizá demasiado para algunos, aunque a mí me ha convencido la elección de Tom McCarthy, que renuncia a cualquier intento de convertir el relato en algo espectacular o melodramático, con lo que consigue un resultado mucho más creíble y convincente. 

La historia se centra en Bill Baker, un hombre de la América profunda, muy religioso y con un pasado de alcoholismo, que visita a su hija, que ya lleva cinco años encarcelada en Marsella acusada de asesinar a su compañera sentimental. Convencido de la inocencia de Allison y agotadas las vías legales, Bill intentará localizar a un hombre que, según ella, es el verdadero asesino. Es su lucha por redimirse ante ella y ante él mismo, pero no le será nada fácil hacerlo, porque no es un héroe y encima se mueve en un país donde no conoce el idioma ni las costumbres, muy diferentes a las de su América profunda.

Incluso la relación de Bill con Virginie (Camille Cottin), la mujer que le ayuda en sus pesquisas, está desprovista del toque pasional y sexual que sería de esperar y solamente al final se establece la relación sentimental de ambos, pero sin explosiones pasionales, sino siguiendo el tono intimista y reflexivo del relato.

No es que McCarthy evite los momentos emotivos, solamente no abusa de ellos ni los utiliza de manera manipuladora, sencillamente surgen con naturalidad como algo consustancial con la historia, que en todo caso siempre se mueve en cauces absolutamente naturales y convincentes.

Pero la propuesta de McCarthy no está libre de fallos. El más evidente es la pérdida de fuerza de la historia a medida que avanza. En este sentido, alargar demasiado el relato obra en su contra y el último tercio del film se hace cuesta arriba. Es el gran error del director que si hubiera acortado una media hora la película habría mantenido el buen tono del principio y no llegaríamos al sorprendente desenlace un tanto fatigados. Desenlace que, aunque seguramente inesperado, encaja perfectamente en la historia y da un interesante giro a la visión que nos habíamos formado de los protagonistas. La escena final con Allison y su padre en el porche es seguramente el mejor broche posible para una historia de sufrimiento, lucha y resignación.

En todo caso, Matt Damon realiza un trabajo soberbio, lo mismo que la joven Abigail Breslin que ya apuntaba muy alto en sus primeros trabajos siendo una niña, como en Pequeña Miss Sunshine (Jonathan Dayton, 2006), y sigue demostrando su valía ahora de adolescente. Camille Cottin completa el reparto en el que también destaca la joven Lilou Siauvaud en el papel de su hija.

El balance general de Cuestión de sangre es decididamente positivo, pues sus aciertos superan con creces a sus defectos, quedando al final un retrato muy certero de unos personajes heridos por la vida dentro de un relato sensible y sincero. 

miércoles, 25 de enero de 2023

Una razón brillante



Dirección: Yvan Attal.

Guión: Yvan Attal y Victor Saint Macary.

Música: Michael Brook.

Fotografía: Rémy Chevrin.

Reparto: Daniel Auteuil, Camélia Jordana, Nozha Khouadra, Nicolas Vaude, Jean-Baptiste Lafarge, Claude Perron. 

Neïla Salah (Camélia Jordana), una joven de origen árabe, no comienza con buen buen pie en la Universidad, pues en su primer día de clase tiene un enfrentamiento con Pierre Mazard (Daniel Auteauil), un profesor conflictivo y con fama de racista.

Una razón brillante (2017) parece de entrada una propuesta interesante que tiene a su alcance temas muy importantes, como la integración de la segunda y siguientes generaciones de extranjeros en Francia, el racismo, la tolerancia, la sociedad actual hipersensible donde cualquier gesto o acto se analiza con lupa en busca de lo inconveniente o censurable, la docencia universitaria... Quizá demasiados temas o expectativas ambiciosas que finalmente Yvan Attal elude para centrarse en algo mucho más banal.

Y es que la película decide no adentrarse en terrenos incómodos y opta por un camino más seguro, como es el forzado entendimiento entre el profesor problemático y la alumna de los suburbios. Mazard, al que la universidad va a someter a un consejo disciplinario por las numerosas quejas contra su persona, es obligado a redimirse entrenando a Neïla, con la que ha tenido su última salida de tono, para un concurso de oratoria. Mazard, sin embargo, le oculta a la alumna ese detalle, haciéndole creer que su apoyo es desinteresado, lo que creará lógicamente el punto de conflicto que será explotado en el momento oportuno.

Así pues, la película se vuelve un tanto previsible al centrarse en la antipatía mutua entre profesor y alumno y cómo su forzada convivencia obrará el cambio en ambos. Un esquema demasiado vulgar y estereotipado por donde Una razón brillante empieza a derrapar. 

Además, el director demuestra muy poca imaginación y el film transcurre con una alternancia monótona de situaciones: a las escenas de las clases de oratoria le siguen invariablemente otras de Neïla en su barrio, con alguna pequeña variante, pero sin romper el esquema, lo que de añade un desarrollo encorsetado que resta dinamismo a la película.

Incluso la historia de amor de Neïla con un amigo del barrio carece de profundidad y parece que se ha puesto ahí solamente para añadir en su momento un nuevo conflicto dramático, forzado y casi ridículo, que se resolverá con la misma precipitación que su comienzo y su desarrollo.

Pero quizá lo peor de todo es cuando llega la hora del desenlace y comprobamos cómo el director de nuevo recurre a los tópicos, con el enfrentamiento de la alumna con Mazard cuando descubre el verdadero motivo de sus clases de oratoria, algo que no nos pilla por sorpresa pues estaba telegrafiado desde el comienzo. Lo que sigue es fácilmente predecible y la defensa efusiva que hace Neïla del profesor ante el consejo disciplinario servirá para demostrar todo lo aprendido en las clases de oratoria, que es mucho y muy bueno, además de destacar los sentimientos de afecto y admiración que han nacido en ella hacia Mazard. 

Como vemos, la historia y su desarrollo carecen de originalidad y no hay verdadera emoción en lo narrado. Incluso los personajes de Neïla y el profesor están construidos a base de tópicos y todo el montaje resulta artificial.

Pero también es verdad que la puesta en escena, sencilla, resulta eficaz, al tiempo que los diálogos tienen momentos brillantes con lo que el film supera la media de este tipo de relatos por la calidad de algunos de los componentes como, por ejemplo, el trabajo de Camélia Jordana, pleno de intensidad, o el bueno de Daniel Auteuil, un veterano del cine francés que tiene aquí un buen papel para lucirse.

Quizá lo más interesante de Una razón brillante es cómo termina demostrando la falsedad del mantra de Mazard sobre la oratoria donde defendía que lo más importante era convencer a los demás, no la verdad; pero finalmente, lo que queda claro es que tanto él como su alumna se quieren sinceramente y esa verdad es lo importante.

martes, 24 de enero de 2023

El exótico Hotel Marigold



Dirección: John Madden.

Guión: Ol Parker (Libro: Deborah Moggach). 

Música: Thomas Newman.

Fotografía: Ben Davis.

Reparto: Judi Dench, Bill Nighy, Tom Wilkinson, Maggie Smith, Penelope Wilton, Ronald Pickup, Celia Imrie, Dev Patel, Tina Desai, Lillete Dubey.

Por distintas razones, un grupo de personas mayores inglesas coinciden como huéspedes en un hotel de la India que no se parece mucho al que habían esperado. 

Últimamente estoy constatando como ambicionas películas recientes buscan aunar una puesta en escena preciosista con un contenido profundo. Sin embargo, el resultado suele estar desequilibrado, con un contenido por debajo de lo deseable y es justo la sensación que he tenido tras ver El exótico Hotel Marigold (2011). 

La propuesta de John Madden es en su origen interesante: hacer un retrato de un grupo de personas en la recta final de su existencia, con los problemas propios de su edad y haciendo un balance de sus vidas y sacando conclusiones. Además, para que el entorno sea aún más impactante, Mayen sitúa la acción en la India, un subcontinente tan exótico que ofrece muchas posibilidades a nivel de telón de fondo.

El diseño de producción es impecable, con una hermosa fotografía que nos presenta una India casi de postal, donde incluso los bajos fondos parecen oler a hermosas fragancias exóticas. El ritmo es preciso, de manera que ni la duración del relato se hace pesada. Desde este punto de vista meramente formal el film no tiene tacha alguna. Y si además le añadimos un reparto especialmente cuidado, el resultado es una película que lo reúne casi todo para funcionar bien. 

El problema es que tanto lujo de detalles no encierra lamentablemente un contenido a su altura. Y no es que las historias presentadas no resulten interesantes, el problema es que no parecen auténticas, sino una especie de fórmula muy bien calculada para emocionar al espectador, manipularlo convenientemente para hacerle pasar de la risa tranquila a la emoción dosificando los dramas con astucia para llevarnos a un final tan idílico que nos sintamos agradecidos por la experiencia.

Ya el punto de partida, el grupo de desconocidos turistas ingleses coincidiendo en el mismo hotel en la India, es un tanto forzado, pero no es complicado asumirlo. Sin embargo, lo que viene a continuación sí que roza lo surrealista.

Primero, el director del hotel, que parece vivir en un mundo de dibujos animados, estafando directamente a los huéspedes con un hotel que no es ni la sombra de lo anunciado y tanto él como los clientes parecen aceptar el engaño como si fuera una simple broma inocente.

Segundo, personas totalmente desconocidas que se desvelan los secretos más íntimos con una naturalidad indescriptible. Tras un saludo de cortesía pasan a confesarse secretos íntimos como quien comparte una taza de té. Aquí el film resulta ya del todo increíble. Sin embargo, lo peor es cuando partiendo de estas bases se busca un relato trascendente a base de tópicos y de forzar situaciones con un descaro increíble para sacarnos una lagrimita. Es evidente que nadie se puede quedar indiferente ante un amor frustrado, la soledad o el dolor de un matrimonio fracasado. Pero para que el relato de estas desgracias resulte verdaderamente emotivo ha de ser sincero y nunca tuve esa impresión, más bien la de un guionista que practicaba la alquimia mezclando en su laboratorio los ingredientes necesarios para forzar una historia emotiva, tierna y bienintencionada.

La suerte es poder disfrutar de Maggie Smith, Tom Wilkinson, Bill Nighy y Julie Dench, realmente increíbles como siempre e incluso Dev Patel, a pesar de su alocado personaje, al que logra contagiar una alegría de vivir encantadora. Pero pretender solamente con el reparto y la preciosa puesta en escena justificar un argumento forzado y manipulador termina por no resultar una buena fórmula.

Un film que se deja ver con agrado pero que va a requerir muy buena voluntad por nuestra parte.

lunes, 23 de enero de 2023

Truman Capote



Dirección: Bennett Miller.

Guión: Dan Futterman (Novela: Gerald Clarke).

Música: Mychael Danna.

Fotografía: Adam Kimmel.

Reparto: Philip Seymour Hoffman, Catherine Keener, Clifton Collins Jr., Bruce Greenwood, Bob Balaban, Mark Pellegrino, Marshall Bell, Amy Ryan, Bess Meyer, Chris Cooper.

En noviembre de 1959 Truman Capote (Philip Seymour Hoffman) lee en el periódico la noticia de un crimen cometido en un pequeño pueblo de Kansas y decide que quiere escribir un artículo sobre ese suceso.

Truman Capote (2005) es el relato del proceso de escritura de "A sangre fría", la gran novela del escritor norteamericano que lo consagró definitivamente como uno de los mayores talentos de ese país.

Todo parte de un brutal crimen en el que dos delincuentes matan a los cuatro miembros de una familia de Holcomb, Kansas, a cuyo domicilio habían acudido para robarles. Capote vio la oportunidad de escribir un artículo y fue a dicho pueblo para documentarse en compañía de su amiga de la infancia Harper Lee (Catherine Keener), autora del libro "Matar a un ruiseñor". Una vez allí, viendo la magnitud de la noticia, decidió escribir un libro.

La película se centra especialmente en el escritor, dejando los acontecimientos en que se basa su libro en un segundo plano, lo mismo que la relación de Capote con Perry (Clifton Collins Jr.) que, teniendo un papel destacado en el relato, tampoco ensombrece el interés esencial del argumento: adentrarnos en la compleja personalidad de Capote y el largo y doloroso proceso de elaboración de su novela.

El tema podría ser demasiado denso y se corría el riesgo de hacer un retrato pesado, aburrido o demasiado empalagoso del escritor. Nada de eso ocurre. El guión está tan portentosamente escrito que consigue un retrato apasionante de Capote que, además de resaltar su personalidad tan peculiar, es capaz de realizar un acercamiento desprovisto de complacencia, creando un retrato complejo, con luces y sombras, como sin duda sucede con toda persona. 

Comprobamos la sensibilidad del escritor, conmovido por el crimen primero y atraído después por la personalidad de Perry, si bien este es un punto en el que la película podría haberse adentrado algo más, pues Perry termina siendo un personaje al que no llegamos a conocer completamente. En cambio, vemos el egoísmo del escritor, capaz de mentir descaradamente a Perry si ello le era necesario, y de llegar a anhelar el fin de los aplazamientos de la ejecución de los presos para poder terminar su libro, si bien cuando acude a la ejecución comprobamos hasta que punto le afecta.

En todo caso, me parece un gran acierto del guión el componer un retrato de Capote tan complejo, alejado de las alabanzas planas. Así, Capote se presenta como un hombre egoísta, sensible, frívolo, manipulador, mentiroso... en definitiva, una persona difícil de encasillar, un dibujo que sin duda resulta realmente apasionante y nos aleja de una visión unidireccional y simplista. 

En cuanto a la puesta en escena, lo más impactante es poder disfrutar de un ritmo absolutamente perfecto, casi hipnótico, especialmente en la primera parte del film. La manera tan elegante de contar la historia por parte de Bennett Miller es todo un regalo. No recuerdo ahora mismo un film que me haya sorprendido tan gratamente con la manera de transcurrir la narración, lenta pero precisa, con cambios de secuencias perfectos y apoyada en una fotografía asombrosa y una banda sonora que te acaricia a lo largo de toda la historia.

Y, naturalmente, el segundo factor que convierte a Truman Capote en un film especial es el portentoso trabajo de Hoffman, un actor con un talento fuera de lo común. Pocas veces podremos disfrutar de un trabajo tan genuino, donde el actor es capaz de sacar a la luz un sinfín de emociones con una fuerza rotunda. Philip S. Hoffman, desde mi punto de vista uno de los mejores actores de la historia, recibió por este impecable trabajo el Oscar al mejor actor.

Truman Capote es una gran película, intensa y llena de matices sobre un personaje complejo y único en uno de los momentos más trascendentales de su vida. Absolutamente recomendable.

domingo, 22 de enero de 2023

Siete días de mayo



Dirección: John Frankenheimer.

Guión: Rod Serling (Novela: Fletcher Knebel y Charles W. Bailey II):

Música: Jerry Goldsmith.

Fotografía: Ellsworth Fredricks (B&W).

Reparto: Burt Lancaster, Kirk Douglas, Fredric March, Ava Gardner, Edmond O´Brien, Martin Balsam, Andrew Duggan, Hugh Marlowe, Whit Bissell, Helen Kleeb, George Macready, Richard Anderson, Bart Burns.

A raíz de la firma de un tratado de desarme nuclear con la URSS, el jefe del Estado Mayor, general Scott (Burt Lancaster), contrario a ese tratado y considerando al presidente Jordan Lyman (Fredric March) indigno del cargo, organiza una conspiración para hacerse con el poder.

La posibilidad de un golpe de estado en los Estados Unidos resulta inverosímil, pero el acierto de Siete días de mayo (1964) es hacer que tal posibilidad resulte creíble. Para ello, Frankenheimer afronta el discurso alejado de planteamientos excesivos, basados en la acción, lo que hubiera sido un recurso quizá más atractivo para cierta clase de público (hemos visto propuestas en films actuales seguir esa línea y resultan grotescas) pero mucho menos aceptable si queremos que nuestra historia resulte mínimamente coherente y convincente.

El mérito pues del director es evidente al lograr por un lado credibilidad con una premisa un tanto exagerada y después al elaborar un film que mantiene el interés y la tensión a base de diálogos, sin recurrir en ningún momento a alardes más efectistas. Además, la narración es clara, de manera que seguimos sin complicaciones el desarrollo de la trama, especialmente brillante en la parte en que el coronel Casey (Kirk Douglas) va descubriendo indicios que le llevan a alertar al presidente de la conspiración. A partir de ese momento creo que el film baja un poco en su intensidad, tal vez porque se ha desvelado la trama y solo queda resolverla, siendo sencillo anticipar el desenlace, pero aún así el film no aburre en ningún momento.

Además, hay que resaltar otro detalle que quizá hoy en día se nos pueda escapar: en el momento de la realización de Siete días de mayo la Guerra Fría estaba en pleno vigor, con la crisis de los misiles de Cuba muy reciente todavía, lo mismo que la muerte de Kennedy. Es decir, es una propuesta que se estrena en un momento en que el tema de las tensas relaciones con la URSS era de máxima actualidad y seguramente preocupaba mucho a la opinión pública. De ahí que la manera del público de la época de enfrentarse al planteamiento del film no sería tan distante como el que podemos tener hoy.

La parte quizá menos sólida de la película es la manera un tanto forzada de introducir la trama secundaria de Eleanor (Ava Gardner), la antigua amante del general Scott, que parece simplemente más debida a la costumbre de contar con una presencia femenina que algo que caiga por su peso y tenga un encaje solido en la historia.

El reparto, con la presencia de dos grandes figuras como Burt Lancaster y Kirk Douglas, para mí este último un paso por delante del resto, es un atractivo más en la propuesta de Frankenheimer, estando además los protagonistas bien arropados por secundarios de la talla de Fredric March, Edmond O'Brien o Martin Balsam, además de la mencionada Ava Gardner.

Film de defensa a ultranza del sistema democrático como único posible y sensato (a destacar los reproches que le hace el presidente al general Scott conminándolo a presentarse a las elecciones si desea cambiar las cosas) y del sentido común entre los gobernantes para hacer de este un mundo en paz, Siete días de mayo es una película inteligente que nos demuestra que, además del cine de acción, existen otras alternativas para tratar temas políticos y conspiraciones sin caer en juegos de guerra espectaculares y de dudosa credibilidad.

Por cierto, para aquellos que prefieran un enfoque muy diferente al de Siete días de mayo pero igualmente contundente sobre la Guerra Fría, les recomiendo ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú (Stanley Kubrick), curiosamente también de 1964, una obra maestra llena de un humor terroríficamente certero.

sábado, 21 de enero de 2023

Mystery Junction



Dirección: Michael McCarthy.

Guión: Michael McCarthy.

Música: Michael Sarsfield.

Fotografia: Robert LaPresle (B&W).

Reparto: Sydney Tafler, Barbara Murphy, Martin Benson, Pat Owens, Cyril Smith, Christine Silver, John Salew, David Davies, Philip Dale, Charles Irwin, Ewen Solon, Pearl Cameron.

Mientras Larry Gordon (Sydney Tafler), escritor de libros de misterio, está charlando con la señorita Owens (Christine Silver), una admiradora, escuchan un grito y tras recorrer el tren indagando comprueban que uno de los guardias que custodiaban a un preso (Martin Benson) ha desaparecido.

Film británico marcadamente modesto, Mystery Juntion (1951) es un rompecabezas que va desvelando sus cartas lentamente, hasta el curioso final.

La modestia de la película queda remarcada por un reparto limitado a los protagonistas y un tren y una estación como únicos escenarios. Sin embargo, Michael McCarthy, con tan pocos elementos, sabe sacar un buen partido de una trama escrita por él mismo donde juega hábilmente con el misterio que envuelve el film: personas que desaparecen, pasajeros que no son quienes decían ser, un asesino misterioso que parece haberse equivocado de víctima... un juego muy astuto que logra mantenernos en vilo en espera de satisfacer nuestra curiosidad.

El problema que suelen plantear este tipo de argumentos es doble: por un lado, mantener el interés durante la duración del desarrollo hasta el ansiado final. McCarthy lo consigue porque el film no es demasiado largo, lo que impide que se produzcan momentos de relleno, y porque mantiene el dinamismo en todo momento, de manera que la tensión es constante, sin dejar que se produzcan escenas vacías de contenido que nos desvíen de lo importante. Solamente algunos breves momentos rompen el ritmo, pero son tan breves y encajan tan bien en el conjunto que no interfieren para nada en el climax de misterio.

En segundo lugar, el peligro también reside en que el desenlace resulte absurdo o tramposo, de manera que el espectador se sienta de alguna manera estafado por una historia mal concebida y resuelta. pero tampoco el director comete ese error. Es verdad que el final encierra un par de sorpresas, pero no dejan de resultar bastante lógicas si se mira bien y resultan reconfortantes después de todo. Lo principal, es que no da la sensación de que se haya jugado con el espectador, sino sencillamente de que el guionista ha buscado una historia lo más interesante posible para hacerlo disfrutar la mayor parte del tiempo posible.

El reparto está compuesto de actores desconocidos para mí pero he de admitir que, en general, me resultaron todos completamente convincentes, tal vez sin un carisma especial, pero con oficio en todo caso.

Mystery Junction es un modesto film de misterio sin grandes virtudes, pero que logra entretenernos con sus sencillas armas. Un pasatiempo simple pero recomendable.

viernes, 20 de enero de 2023

An inspector calls



Dirección: Guy Hamilton.

Guión: Desmond Davis (Obra: J. B. Priestley).

Música: Francis Chagrin.

Fotografía: Ted Scaife (B&W).

Reparto: Alastair Sim, Olga Lindo, Arthur Young, Brian Worth, Eileen Moore, Bryan Forbes, Jane Wenham. 

Durante una cena en casa de los Birling, una acaudalada familia inglesa, un inspector de policía (Alastair Sim) se presenta para anunciar la muerte de Eva Smith (Jane Wenham), una joven a la que parecen no conocer.

Curiosa y extraña película, de origen teatral, que nos mantiene en vilo durante todo su metraje para dejarnos, en el último suspiro, con la boca abierta.

An inspector calls (1954) era un film desconocido para mí, una de esas películas que parecen quedarse en el olvido y que, una vez descubiertas, nos sorprenden por su originalidad.

El argumento es sencillo: en una cena familiar en casa de los Birling se celebra el compromiso de la hija de los anfitriones, Sheila (Eileen Moore), con el señor Gerald Croft (Brian Worth), aristócrata y acaudalado. Salvo por el joven Eric Birling (Bryan Forbes) y su exceso con la bebida, es una velada perfecta. Sin embargo, la aparición repentina del inspector Poole (Alistair Sim) vendrá a alterar la reunión.

Poole les informa de que una joven llamada Eva Smith acaba de fallecer en el hospital envenenada, sin especificar si se trata o no de un accidente, suicidio o algo peor. Tanto los Birling como su invitado afirman en un primer momento desconocer a la joven, pero el inspector les demostrará que no es cierto e irá desvelando cómo cada uno de los presentes tuvo algún contacto con la señorita Eva.

El señor Birling (Arthur Young) la tuvo como empleada, pero cuando la joven le solicitó un salario más digno, él la despidió de inmediato. Su hija Sheila la conoció cuando Eva trabajaba de dependienta en una tienda de ropa y fue la causante también de su despido por su actitud caprichosa y envidiosa. 

También el inspector demuestra cómo Gerald conoció a la joven, a la que ayudó cuando supo de su precariedad económica y mantuvo una relación sentimental con ella, pero terminó dejándola para comprometerse con Sheila, quedando Eva otra vez desamparada. La señora Birling (Olga Lindo), que se dedica a labores caritativas en su tiempo libre, decidió no socorrer a Eva cuando esta acudió a su organización a pedir ayuda al encontrarse embarazada sin que el padre, de una clase social distinta, asumiera su deber y se casara con ella. Y finalmente Eric, que resulta ser el padre del hijo que esperaba Eva, intentó ayudarla, pero solo económicamente. 

De esta manera Poole irá demostrando cómo el comportamiento despreocupado, egoísta o caprichoso de cada uno de ellos con Eva terminaron llevándola a una situación desesperada.

La verdad es que el argumento, aunque interesante y con una buena dosis de suspense, resulta demasiado forzado como resultar creíble, pero es un detalle que pasamos por alto mientras dura la historia atrapados por la serie de revelaciones del inspector, que logra mantenernos en vilo mientras desnuda las vergüenzas de los presentes; resulta evidente que sus decisiones fueron egoístas, sin pensar en las consecuencias, en el dolor que podían causar y reflejan una sociedad de clases donde los seres inferiores son tratados sin mucha consideración, despreciándolos abiertamente. 

Es más, incluso cuando el señor Birling y su esposa parecen creerse libres de cualquier repercusión social o penal relacionada con la joven, demuestran su total falta de empatía y caridad hacia la víctima; lo que confirma que la muerte de Eva no les ha cambiado en absoluto y siguen en su pedestal de superioridad e insensibilidad con los necesitados. Solamente Sheila y Eric están realmente conmovidos y han aprendido la lección de las consecuencias de su actitud caprichosa e irresponsable.

Sin embargo, el guión no se queda ahí y en el desenlace tienen lugar un par de giros inesperados que añaden aún más sorpresas. Sinceramente, creo que el rebuscado final, que es verdad que tiene la virtud de dejarnos asombrados más allá del The End, podría haberse evitado. La denuncia social, la crítica a la sociedad de clases y al escaso valor de la vida de la gente menos afortunada ya había quedado brillantemente expuesta como para resultar innecesario cualquier añadido. 

Al final, después de tanta sorpresa, llego a la conclusión de que An inspector calls es un retorcido juego de engaños, trucos de magia ingeniosos pero improbables, que se ve sin embargo con sumo agrado por el misterio que envuelve toda esta historia.

Cartas a Roxane



Dirección: Alexis Michalik.

Guión: Alexis Michalik.

Música: Romain Trouillet.

Fotografía: Giovanni Fiore Coltellacci.

Reparto: Thomas Solivérès, Olivier Gourmet, Mathilde Seigner, Tom Leeb, Lucie Boujenah, Alice de Lencquesaing, Clémentine Célarié, Igor Gotesman, Dominique Pinon, Simon Abkarian, Marc Andréoni, Jean-Michel Martial.  

En 1895, una obra de un escritor teatral desconocido, Edmond Rostand (Thomas Solivérès), ha sido un fracaso, lo que le sume en una crisis creativa de dos años. 

Cartas a Roxane (2018) es un film hermosamente presentado, cuidado en todos los detalles: fotografía, vestuario, ambientación... Se adivina la ambición del proyecto que recrea libremente el proceso de creación de Cyrano de Bergerac, la obra de teatro francesa más representada de la historia. Pero no es un ejercicio de estilo ambicioso pero vacío, sino que el relato tiene pasión, diversión, emoción y enredos en su justa medida para hacer que sus casi dos horas transcurran con agilidad, sin sensación de pesadez.

Hasta aquí la crítica si vemos la película sin referencias y sin un amplio bagaje cinematográfico a las espaldas. Pero a poco que hayamos visto cine y tengamos memoria, la cosa cambia radicalmente. Porque Cartas a Roxane es una copia nada disimulada de Shakespeare enamorado (John Madden, 1997) y entonces surgen las dudas y la crítica menos benevolente.

El film francés, bajo este prisma, pierde todo su encanto, pues se limita a seguir, paso a paso, las premisas tan hábilmente diseñadas en la historia de Madden. También aquí el dramaturgo pasa por un período estéril en su trabajo, elabora su idea a partir de sugerencias ajenas, aparecen acreedores que terminan implicándose en la producción y hasta la actriz principal es reemplazada en el último instante. Hay más similitudes, pero estos ejemplos sirven para ilustrar la idea de plagio perfectamente.

Por ello, la película transcurre sin el factor sorpresa, sin la fuerza que hubiera tenido de haberse basado en ideas originales, pues todo lo que vemos es una copia. O algo más. El cine francés atravesó a lo largo de su historia diversas etapas en que buscaba el prestigio internacional a base de producciones costosas y ambiciosas, como esta, con las que demostrar su saber hacer y su capacidad. Muchas veces, en esos esfuerzos ampulosos, caía en un cine sin alma, aparatoso y pretencioso pero vacío. Ahora, con Cartas a Roxane vuelve a cometer el mismo pecado creando una copia ampulosa pero tramposa. Porque Michalik conoce los resortes del drama y la comedia y utiliza pequeños trucos muy vistos para tocar la fibra sensible, con personajes oportunamente cómicos, giros de último momento, confusiones oportunas... son detalles que el director sabe que funcionan y recurre a ellos descaradamente, aunque el resultado termine por parecer algo automático, piezas que encajan en su sitio pero colocadas mecánicamente, demasiado vistas como para crear sorpresa y emoción.

Además, el tema elegido para la película no es inocente. Si Shakespeare enamorado rendía homenaje al mayor dramaturgo inglés de todos los tiempos, Alexis Michalik elige al autor del mayor éxito teatral francés para glorificar su figura y equipararla a William Shakespeare, pues ya conocemos la rivalidad histórica entre ambos países y el eterno chauvinismo francés. Hemos de reparar también como, aprovechando la época en que transcurre la acción, la película sirve también para reivindicar a otras relevantes figuras francesas, como los hermanos Lumière, Louis Renault, Sarah Bernhardt o Constant Coquelin. ¡Vive la France!

Entre los méritos originales de Cartas a Roxane está el reparto, donde todos los actores brillan con luz propia, sin excepción. Si este acierto, unido a un diseño de producción cuidado al máximo y una dirección fluida y ágil a cargo del debutante Michalik, son elementos suficientes para ensalzar la película o, si por el contrario, pesa más la sombra de plagio, es algo que el espectador ha de valorar personalmente. 

jueves, 19 de enero de 2023

La biblioteca de los libros rechazados



Dirección: Rémi Bezançon.

Guión: Vanessa Portal y Rémi Bezançon (Novela: David Foenkinos).

Música: Laurent Perez del Mar. 

Fotografía: Antoine Monod.

Reparto: Fabrice Luchini, Camille Cottin, Alice Isaaz, Bastien Bouillon, Josiane Stoleru, Astrid Whettnall, Marie-Christine Orry, Vincent Winterhalter, Florence Muller, Annie Mercier, Marc Fraize, Hanna Schygulla. 

Una joven editora (Alice Isaaz) encuentra una gran novela en una curiosa biblioteca que solo contiene libros rechazados por las editoriales. Cuando la publica, se convierte en todo un éxito.

La biblioteca de los libros rechazados (2019) es un film modesto, pero para nada aburrido. Nos demuestra que juntando los elementos apropiados se pueden conseguir buenos resultados.

La historia se centra en un libro que narra una apasionante historia de amor escrito por un desconocido, el dueño de una pizzería ya muerto al que su mujer nunca vio leer un libro y mucho menos escribirlo. Sin embargo, ahí está su obra, publicada y convertida en un éxito de crítica y público. Esta rareza hace que un famoso crítico literario, Jean-Michel Rouche (Fabrice Luchini), empiece a desconfiar de la autoría de la novela, lo que termina costándole el puesto de trabajo en televisión y su matrimonio. Sin nada entre las manos, Rouche decide investigar sobre el libro, convencido de que descubrirá a su verdadero creador.

Un argumento sin duda novedoso, original, una misterio sin crimen que crea el suficiente punto de partida intrigante como para que nos sintamos atrapados y acompañemos a Jean-Michel en su peculiar investigación, sin reservas, convencidos, como él, que en todo ese asunto hay gato encerrado.

La manera de contar la historia es en tono de comedia, lo que no le sienta nada mal, si bien se pierde intensidad en la parte de la intriga, aunque dada la escasa trascendencia de la investigación y el resultado final parece que es una elección acertada, pues añade un punto de frescura al relato que, aún así, nunca pierde ese puntito de interés que esconde el misterio sobre autor del libro.

En todo caso, el film transcurre de manera fluida, es ligero y resulta agradable seguir al protagonista en sus pesquisas y en su flirteo con la hija del pizzero, Joséphine (Camille Cottin), un romance muy discreto, desapasionado, pero que va calando con naturalidad y cierto encanto, el de la discreta atracción mutua, como corresponde a un hombre ya maduro y una mujer separada. Creo que una pasión desbordada habría sido menos convincente y algo disonante con el tono de la película.

Sin pretender ser un film moralista, La biblioteca de los libros rechazados toca de pasada algunos temas interesantes, como la pérdida de la propia identidad y las ilusiones de juventud, como le reprocha su esposa (Florence Muller) a Jean-Michel en el momento de separarse de él, o cómo la ambición profesional de la editora crea una mentira de la que no podrá salir y que termina por dinamitar su relación sentimental.

La biblioteca de los libros rechazados ha sido una agradable sorpresa, en parte por su originalidad, por salirse de los caminos más transitados en un cine actual marcadamente comercial y por poner en evidencia que con buen gusto e imaginación aún es posible hacer del cine un vehículo para compartir sencillas historias.

miércoles, 18 de enero de 2023

El día de la bestia



Dirección: Álex de la Iglesia.

Guión: Álex De la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría.

Música: Battista Lena.

Fotografía: Flavio Martínez Labiano.

Reparto: Álex Angulo, Santiago Segura, Armando de Razza, María Grazia Cucinotta, Terele Pávez, Saturnino García, Nathalie Seseña.

Un sacerdote (Álex Angulo) cree haber descifrado la fecha del nacimiento del Anticristo: el veinticinco de diciembre de 1995 en Madrid, por lo que se traslada a la capital para tratar de impedirlo.

La llegada de El día de la bestia (1995) fue una sorpresa en el panorama del cine español de los noventa y aún mantiene su cartel con orgullo.

Álex de la Iglesia pretendía aportar una nota discordante a las típicas historias navideñas y nada más subversivo que un relato sobre el fin del mundo un veinticinco de diciembre. A partir de esa premisa, Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría montan un guión gamberro repleto de violencia, humor negro y crítica feroz a la sociedad del momento en un relato vertiginoso.

El padre Ángel (Álex Angulo) cree haber descifrado la fecha del fin del mundo, veinticinco de diciembre de ese año, que tendrá lugar en Madrid. Así que se traslada a la capital para buscar al diablo y arruinar sus planes. ¿Cuál es la mejor manera de dar con él? siendo malvado, cree el cura, que se dedica a hacer el mal para entrar en contacto con el demonio.

En su búsqueda encontrará un fiel aliado, especie de Sancho Panza de los suburbios, en José María (Santiago Segura), amante del heavy metal y, por lo tanto, según el cura, alguien que está en el lado oscuro.

Con un guión sólido, el film va ganando intensidad progresivamente hasta una explosión final que culmina ese peregrinar sangriento del padre Ángel. 

Lo interesante de la historia es que Álex de la Iglesia ha sabido hacer creíble un argumento fantástico, de manera que vivimos la búsqueda del cura con absoluta identificación con su causa, a pesar de lo grotesco del planteamiento. Al mismo tiempo, el argumento no pierde nunca su sentido del humor, muy negro, que se mantiene como elemento sazonador, pero que no cambia el clima lúgubre y salvaje del relato, en una mezcla muy eficaz de ambos elementos.

Junto a la surrealista misión del protagonista, el guión aprovecha para dar un palo al mundo de la televisión, con programas basura de gran audiencia, y a una sociedad corrompida, materialista y racista donde todo parece valer. El diablo está en las calles, a diario.

No todo es perfecto en la película. Desde mi punto de vista, Álex de la Iglesia no logra esquivar ese gusto por el humor un tanto chabacano, excesivo, tan típico de nuestro cine. Es un detalle menor, sin embargo, que no empaña la historia y donde finalmente acaba ganando la originalidad de una propuesta muy bien construida.

Además, contamos con la presencia de Álex Angulo que está perfecto en su papel de cura gamberro. La película también descubrió al público a Santiago Segura, encarnado a un roquero auténtico y asqueroso que marcará su carrera. Otro secundarios, sin embargo, muestran sus carencias como actores, aunque se termina perdonando ese desliz ante la arrolladora fuerza de la historia, que no os da un respiro en su vorágine de sordidez, humor negro y violencia.

martes, 17 de enero de 2023

Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion



Dirección: Rian Johnson.

Guión: Rian Johnson.

Música: Nathan Johnson.

Fotografía: Steve Yedlin.

Reparto: Daniel Craig, Edward Norton, Janelle Monáe, Kathryn Hahn, Leslie Odom Jr., Jessica Henwick, Madelyn Cline, Noah Segan, Jackie Hoffman, Dallas Roberts, Kate Hudson, Dave Bautista, Hugh Grant.

El millonario Miles Bron (Edward Norton) invita a sus amigos a pasar un fin de semana en su isla griega, donde les propone un juego consistente en adivinar quién será su asesino. 

Continuación casi inevitable de Puñales por la espalda (Rian Johnson, 2019), dado su éxito, Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion (2022) mantiene el tono de la primera, aunque con ciertos detalles menos conseguidos.

Para los amantes de las intrigas, aclarar que esta entrega responde al concepto de la predecesora de proponer una intriga del estilo de las novelas de Agatha Christie que logra mantenernos expectantes en todo momento sobre la resolución del misterio propuesto. Y si en Puñales por la espalda la resolución era inteligente y sorprendente, aquí tampoco nos defrauda; el argumento es rebuscado, es cierto, pero no nos sentimos engañados, sino sorprendidos por algo que, una vez aclarado, tiene sentido y ha sido expuesto de manera más que convincente.

Pero también es verdad que la relación entre los personajes principales, sus vínculos con Miles, resultan algo menos convincentes y todo el tinglado resulta un poco aparatoso, con ciertos detalles algo confusos y la explicación mediante un largo flashback por parte de Benoit Blanc (Daniel Craig) empasta un poco el hilo narrativo, aunque resulte imprescindible para poner las piezas en orden.

Sin embargo, he de reconocer que el relato termina siendo un poco denso de más y demasiado largo. No digo que el film me haya cansado, pues la puesta en escena tiene gancho y el ritmo es fluido, además de que el misterio nos mantiene alerta en todo momento, pero creo que haber limitado un poco el enredo y acortado la duración hubieran beneficiado al conjunto, aligerándolo.

También es verdad que el tono ligero de comedia no tiene la chispa necesaria y solamente en pequeños momentos los diálogos resultan brillantes y divertidos, pero la mayor parte del tiempo transcurren en un nivel más normalito.

En el reparto destacaría a Daniel Craig, que es el alma de la película, si bien me encantó Edward Norton, un gran actor en cualquier papel. Ambos son los rostros más visibles, si bien el resto de protagonistas no desentonan en absoluto.

Si limitamos las expectativas de la película a las de un sencillo entretenimiento, en un gran envoltorio, podemos afirmar que estamos ante una propuesta bastante entretenida y elegantemente vestida. No ofrece nada excepcional, pero cumple con su cometido de distraer con una fórmula que suele funcionar bastante bien, especialmente cuando el guión no hace trampas y está elaborado con inteligencia. 

lunes, 16 de enero de 2023

No mires arriba



Dirección: Adam McKay.

Guión: Adam McKay (Historia:Adam McKay y David Sirota).

Música: Nicholas Britell.

Fotografía: Linus Sandgren.

Reparto: Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence, Rob Morgan, Jonah Hill, Mark Rylance, Tyler Perry, Timothée Chalamet, Ron Perlman, Ariana Grande, Scott Mescudi, Cate Blanchett, Meryl Streep.

La astrónoma Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence) descubre un enorme cometa, pero cuando el doctor Randall Mindy (Leonardo DiCaprio) estudia su trayectoria descubre que se dirige directamente hacia la Tierra. De no impedirlo, su impacto acabará con el planeta.

No mires arriba (2021) tenía todas las cartas para ser una inteligente sátira de la sociedad actual, sin embargo peca de un mal bastante extendido en el cine actual: ambición desmesurada. Adam McKay no se contenta con realizar una buena película, quiere más y por ahí es por donde termina estropeando el invento.

El comienzo de No mires arriba es más que prometedor: analiza con precisión de cirujano los males que nos azotan sin piedad y no deja nada en el tintero. Cuando los astrónomos que descubren el cometa y su amenaza advierten a las autoridades y a los medios de comunicación se topan con las reacciones más absurdas posibles que, tristemente, entendemos los espectadores como más que reales pues lo hemos vivido en nuestras propias carnes con el tema del Covid, sin ir más lejos, con gobiernos dando palos de ciego o negacionistas absurdos utilizando el altavoz de medios y redes sociales para difundir sus estupideces.

Y eso es exactamente lo que denuncia la película: la estupidez general de la sociedad actual, materialista, superficial, manipulable y falsamente moralista.

Los palos van en todas direcciones: una presidenta de los Estados Unidos (Meryl Streep) que intentará sacar rédito político a la noticia, ocultándola primero e intentando explotarla en su beneficio después. Los negacionistas que saldrán como setas para desacreditar a los científicos que corroboran el peligro de destrucción. La prensa, que convierte la noticia en un mero espectáculo más, equiparable a cualquier noticia banal. O los potentados industriales, ejemplificados en la figura de Peter Isherwell (Mark Rylance), fundador de una empresa tecnológica, que intentarán hacer negocio con los minerales del cometa. Cualquiera puede buscar equivalentes reales sin esfuerzo.

El retrato que se nos muestra de la sociedad no puede ser más descorazonador, y certero: políticos hipócritas y oportunistas; medios de comunicación mentirosos y manipuladores, en busca del espectáculo para aumentar su audiencia; militares corruptos y fanáticos; famosos de medio pelo sin dos dedos de frente; la autocensura como bandera de los bienintencionados que esconden en realidad a censores mentecatos e intransigentes que mueven a las masas aborregadas, que delegan en otros la tarea de pensar...

Todo ello, desgraciadamente, demasiado real como para tomarlo a broma, aunque el buen humor no falta en esta certera visión de Adam McKay, que satiriza también con acierto sobre esas películas de catástrofes donde hasta el mismísimo presidente encabeza la lucha para salvar a la Tierra, con Independence Day (Roland Emmerich, 1996) como ejemplo más evidente. Pero aquí la presidenta no solo no ayuda, sino que es la principal responsable del desastre final.  

Sin embargo, en lugar de ceñirse a ese planteamiento y enfilar el desenlace a tiempo, McKay opta por alargar la historia y es ahí donde se pierde. La primera parte es fresca, divertida y certera en su crítica, pero cuando alarga la trama hasta límites increíbles (el film dura ciento treinta y ocho minutos nada más y nada menos) las buenas sensaciones se pierden. Y es que lo que sigue tras el brillante planteamiento inicial no añade nada nuevo a lo que visto hasta entonces y se produce un bajón terrible en el nivel del film, convirtiéndose en aburrido y tedioso, con escenas que prolongan lo esbozado en la primera parte pero ahondando en lo ridículo, el exceso y la parodia, pero sin aportar nada nuevo o mejor que lo ya visto antes.

Así que cuando finalmente llega el desenlace, sinceramente ya me daba igual el resultado, si se salvaba el planeta o no, casi prefería la destrucción con tal de que terminara la película, lo que habla muy claramente del aburrimiento a que nos somete el director en la segunda parte de la historia.

Lo mejor de todo es el reparto, con la maravillosa Meryl Streep, que se sobrepone a un personaje ridículo, quizá el peor de todos, con su talento descomunal. También disfrutamos de la soberbia Jennifer Lawrence o el genial Mark Rylance. La pena es que con todo ese talento en el reparto no se hubieran mimado más a los personajes, que caen a veces en lo ridículo sin necesidad.

 No mires arriba finalmente me pareció una propuesta que se estrella tristemente por no saber poner freno a su ambición. Es una pena, pues el análisis de los males de la sociedad actual es preciso, pero Adam McKay tendría que haberse mostrado más contenido, pues acaba cansando.

domingo, 15 de enero de 2023

Lanza rota



Dirección: Edward Dmytryk.

Guión: Richard Murphy (Historia: Philip Yordan).

Música: Leigh Harline.

Fotografía: Joe MacDonald.

Reparto: Spencer Tracy, Robert Wagner, Jean Peters, Richard Widmark, Katy Jurado, Hugh O'Brian, Eduard Franz, Earl Holliman, E. G. Marshall, Carl Benton Reid, Philip Ober, Robert Burton.  

Tras cumplir tres años de condena para proteger a su padre (Spencer Tracy), Joe Devereaux (Robert Wagner) se encuentra que sus tres hermanastros le quieren obligar a abandonar el estado.

Remake de Odio entre hermanos (Joseph L. Mankiewicz, 1949), que se inspiraba en "El rey Lear" de Shakespeare, Lanza rota (1954) lleva la acción al mundo del western, creando un drama intenso sobre las relaciones familiares.

Estamos en la década de los cincuenta, con lo que el western ya no es fiel vehículo de los valores clásicos, introduciendo matices cada vez más complejos. En el caso que nos ocupa, es fácil comprobarlo  al analizar a los protagonistas de este drama: no hay héroes sin tacha y todos tienen luces y sombras.

El personaje principal es el patriarca Matt Devereaux, un hombre hecho a sí mismo, duro, incluso cruel llegado el momento, que trata a sus tres hijos mayores de manera despótica, pues considera que no están a su altura. Solamente es benévolo con Joe, hijo de su segunda esposa india (Katy Jurado), un muchacho inteligente y noble que, sin aceptarlo del todo, comprende y respeta a su padre. A pesar de su carácter, entendemos a Matt, a todo lo que tuvo que pelear hasta llegar a dónde está y que, superado por unos tiempos que están cambiando, con la llegada de mineros y compañías petrolíferas que amenazan su estilo de vida basado en la ganadería, comprueba cómo su poder se resquebraja ante la imposición de leyes que no comparte ni entiende. Tampoco puede comprender a sus hijos, sin el coraje ni la fuerza necesarias para continuar su legado. Caprichosos, avariciosos y vagos, los desprecia aunque su manera de tratarlos está muy lejos de arreglar nada. 

Lo curioso es que, a pesar de ser un déspota autoritario y un mal padre, el personaje de Matt no termina de desagradarnos.

Sus tres hijos mayores tampoco son unos santos: odian a su padre, puede que con motivos para ello, especialmente Ben (Richard Widmark), que careció de infancia y de afecto paterno, pero tampoco son capaces de actuar honestamente. Aguantan la tiranía de Matt porque no quieren renunciar al dinero de su padre. Como le recordará Matt a su hijo mayor Ben, él nunca le impidió marcharse, pero a Ben le faltó valor para hacerlo.

Finalmente Joe, el hijo pequeño de Matt y su esposa india, es el más equilibrado, si bien se siente mal por ser un mestizo, lo que hace que no sea tratado igual que el resto de sus hermanos por parte de los vecinos. Además, también ha ido acumulando odio contra sus hermanos durante el tiempo que pasó en la cárcel, despreciando que no dieran la cara por su padre. Solamente el amor logrará purificar ese odio y le dará la fuerza necesaria para pasar página y romper la lanza de guerra. Es el único protagonista que logra redimirse y superar sus traumas y odios.

Sintiendo debilidad por Spencer Tracy, para mí uno de los mejores actores de la historia, y ha sido un placer disfrutar una vez más con uno de esos trabajos suyos memorables. Tracy da vida a Matt con una fuerza genial, imponiendo su presencia de manera absoluta. No desmerecen tampoco ni Katy Jurado, con una personalidad muy marcada, ni Richard Widmark, al que el papel de villano le sentaba especialmente bien. Menos convincente me pareció Robert Wagner, pero es una apreciación personal, pues es un actor que no me resultó nunca muy interesante.

Un western peculiar, diferente a los clásicos del género que, sin llegar a romper moldes, resulta una propuesta interesante que indaga en las debilidades humanas y los conflictos familiares.

La película ganó el Oscar a la mejor historia.

sábado, 14 de enero de 2023

La vida de Pi



Dirección: Ang Lee.

Guión: David Magee (Novela: Yann Martel).

Música: Mychael Danna. 

Fotografía: Claudio Miranda.

Reparto: Suraj Sharma, Irrfan Khan, Tabu, Rafe Spall, Gérard Depardieu, Adil Hussain, Ayush Tandon, Gautam Belur, Ayaan Khan, Mohd. Abbas Khaleeli, Vibish Sivakumar.

Pi Patel (Irrfan Khan, Pi de adulto) cuenta la historia de su naufragio camino de Canadá a un escritor (Rafe Spall) que busca una historia para un libro, una historia que le hará creer en Dios.

Premiada y alabada película, La vida de Pi (2012) puede resulta fascinante o no, todo dependerá de qué busque cada espectador y de qué encuentre.

Sin lugar a dudas, La vida de Pi es ante todo un espectáculo grandioso de principio a fin. Incluso las partes que no relatan el naufragio resultan fuertemente atractivas, como toda bonita historia bien contada. Cuando en una película se nos cuenta un hermoso relato, como en La princesa prometida (Rod Reiner, 1987) o un personaje es capaz de inventar de la nada apasionantes historias, como Karen Blixen (Meryl Streep) en Memorias de África (Syney Pollack, 1985), se crea una especie de magia que nos atrapa en su misterio y su belleza. Así sucede cuando Pi relata al escritor la historia de su infancia y su búsqueda de Dios a través de diversas religiones: nos introducimos en un mundo donde somos conscientes de que cualquier cosa pueda pasar. El relato de Pi mezcla realidad y fantasía, sueños y certezas y eso es fascinante.

La culminación de su historia es, naturalmente, el relato del naufragio, un cuento tan mágico como las imágenes en que nos sumerge Ang Lee, con una fotografía de ensueño, como corresponde a un cuento de dimensiones épicas. Además, fue filmado en 3D, lo que imagino que añadirá aún más grandiosidad a las secuencias pero, yo que he visto el film sin esos efectos, he sentido también la magia de las imágenes de una belleza y espectacularidad sorprendentes.

Sin embargo, a pesar de que el naufragio nunca es repetitivo y está lleno de momentos fascinantes, encuentro que la duración del mismo me llegó a resultar excesiva. A veces, menos es más y el intento de lucimiento excesivo me parece no solo contraproducente, sino también un ejercicio de vanidad poco elogiable.

Aún así, quizá sea el desenlace el momento crítico de la película, donde se nos pueden caer por tierra las expectativas o reafirmarse la excepcionalidad de la historia. Mayoritariamente, el público aplaudió la propuesta sin restricciones, lo que demuestra el acierto del conjunto. Personalmente, creo que la resolución final es adecuada y refleja perfectamente cómo el ser humano necesita siempre modificar la realidad para poder llevar la carga diaria de su existencia. Todos edulcoramos las cosas, especialmente cuando se refieren a nosotros mismos, disculpándonos, urdiendo justificaciones para acciones que no nos enaltecen, excusando errores para poder sobrellevar nuestras cargas.

Otra cosa es que, después del espectáculo vivido, me haya quedado algo desconcertado con la manera de presentar el final, que tal vez se merecía algo menos rutinario, más emotivo, en consonancia con el despliegue visual ofrecido pues, en realidad, el mensaje parece quedarse pequeño. Así todo, no termina de empañar el despliegue técnico y la fantasía de un relato original y cautivador. En todo caso, no encuentro para nada a Dios en la historia de Pi. Cuestión de fe, supongo.

El reparto, en cambio, es perfecto; tanto los principales como aquellos que solo tienen unos breves instantes transmiten autenticidad y contribuyen a la eficacia del cuento. 

Premiada con cuatro Óscars (mejor director, mejor fotografía, mejor banda sonora y mejores efectos visuales), La vida de Pi quedará como una referencia de cine espectáculo. La clave reside en establecer si ese espectáculo visual excepcional tiene un fondo de la misma intensidad o no. Desde mi punto de vista, hay un desequilibrio evidente entre forma y fondo, con lo que el film no logra la excelencia buscada, siendo no obstante una obra cargada de méritos. Parece un lastre del cine actual donde las formas han logrado cotas de calidad innegables pero el contenido suele ser mucho menos impresionante, acorde con los tiempos tan prosaicos en que vivimos.

viernes, 13 de enero de 2023

Puñales por la espalda



Dirección: Rian Johnson.

Guión: Rian Johnson.

Música: Nathan Johnson.

Fotografía: Steve Yedlin.

Reparto: Daniel Craig, Chris Evans, Ana de Armas, Jamie Lee Curtis, Michael Shannon, Don Johnson, Toni Collette, Lakeith Stanfield, Katherine Langford, Jaeden Martell, Frank Oz, Riki Lindhome, Edi Patterson, K Callan, Noah Segan, Christopher Plummer.

El día de su ochenta y cinco cumpleaños, el novelista Harlan Thrombey (Christopher Plummer) organiza una fiesta con toda su familia. Pero esa misma noche morirá.

Enrevesado whodunit, término que hace referencia a tramas del estilo de Agatha Christie, con un misterio que resolver, Puñales por la espalda (2019) podría haber resultado un aparatoso engaño si no fuera por un guión inteligente que respeta al espectador. 

La intriga planteada al principio es saber quién mató al señor Harlan Thrombey, con las sospechas recayendo en sus hijos y parientes más cercanos, a los que el viejo novelista advierte que les va a cortar el grifo y que no seguirán viviendo de su dinero. Hasta aquí, un enfoque clásico donde parece que deberemos seguir las investigaciones del detective Benoit Blanc (Daniel Craig) para descubrir al culpable. 

Sin embargo, pronto descubrimos que Marta (Ana de Armas), la enfermera del difunto, está implicada en su muerte. Una revelación demasiado temprana que parece desmontar nuestras suposiciones iniciales. ¿El juego será, a partir de ahora, ver cómo el detective Blanc va cerrando el círculo en torno a Marta? ¿Deseamos que sea atrapada o preferimos ver como sale libre?. Y otra vez, error. Porque el guión nos deparará una gran sorpresa final en un giro inesperado. Sin embargo, a diferencia de otras películas que basan en la sorpresa final su única baza, Rian Johnson consigue un resultado diferente, pues la solución final no resulta tramposa, ni tenemos la sensación de que se ha jugado con nosotros. El desenlace es rebuscado, sí, pero tiene lógica y encaja en un argumento complejo pero inteligente que nos ha escondido hábilmente las cartas para dejarnos boquiabiertos al final, pero sin manipularnos, sin jugar sucio, sino a base de astucia, ingenio y talento.

Es cierto que el momento de la verdad puede resultar algo confuso y un poco rebuscado, pero creo que se acepta de buen grado al comprobar la lógica interna. Además, tanto el detective Blanc como Marta son buenas personas, con lo que la revelación final también tiene la virtud de dejarnos satisfechos. Es un buen final feliz, gratificante, al menos para aquellos que prefieren que la virtud triunfe ante el mal, algo que a veces resulta difícil de encontrar.

Puñales por la espalda es, además de un film policíaco original, una elegante crítica social. Cierto, la familia de Harlan resulta un tanto estereotipada: parásitos que se benefician del éxito del cabeza de familia y son egoístas y ambiciosos sin ningún mérito personal, pero eso no menoscaba la clara crítica al poder corruptor del dinero, que arruina moralmente a los descendientes de Harlan, mientras que los personajes más puros son las personas humildes, ejemplificado en Marta que, además de ser una buena persona, no puede mentir sin que le entren nauseas, un detalle muy útil para la trama y que proporciona pequeños momentos divertidos.

Quién resulta también gracioso es el detective Blanc, un tipo de lo más extraño. Este detalle es el único que no terminó de convencerme. Es cuestión de gustos personales, pero me hubiera parecido más interesante limitar el toque cómico del personaje para dar más dramatismo a la historia. Creo que un enfoque más dramático habría sido una opción mejor pero, repito, es solamente una cuestión de gustos.

Dejando este detalle al margen, la película destaca especialmente también por el reparto tan logrado. Daniel Craig es un actor enorme, lo mismo que Ana de Armas, que sobresale por su absoluta credibilidad tanto en su sincero dolor por la muerte del escritor como en su nobleza. Me ha encantado ver de nuevo a Jamie Lee Curtis, la maravillosa Wanda Gershwitz de Un pez llamado Wanda (Charles Crichton, 1988) y otros grandes actores como Toni Collette o Michael Shannon; y a Don Johnson, en su momento el famoso Sonny Crockett de Corrupción en Miami.

Rian Johnson avisó que le gustaría realizar secuelas de la película con la figura del detective Blanc resolviendo más casos, de manera que ya tenemos una segunda parte: Puñales por la espalda : El misterio de Glass Onion para finales de 2022. Y ya se anuncia otra nueva secuela. Veremos si mantienen la talla de esta primera entrega.

jueves, 12 de enero de 2023

Populaire



Dirección: Régis Roinsard.

Guión: Régis Roinsard, Daniel Presley y Romain Compingt.

Música: Rob y Emmanuel D'Orlando.

Fotografía: Guillaume Schiffman.

Reparto: Romain Duris, Déborah François, Bérénice Bejo, Shaun Benson, Mélanie Bernier, Nicolas Bedos, Miou Miou, Eddy Mitchell, Féodor Atkine, Frédéric Pierrot.  

Rose Pamphyle (Déborah François) trabaja en la tienda de su padre en un pequeño pueblo francés, pero esa vida no la satisface. Ella sueña con ser secretaria, por lo que un día se va a Lisieaux en respuesta a una oferta de trabajo.

Populaire (2012) es un film desequilibrado: empieza como un modesto cuento romántico y termina siendo algo entre absurdo y pretencioso.

La primera parte de la película, la más sencilla y con un punto de ingenua naturalidad, es sin duda fresca y contiene un encanto que procede en parte de la hermosa fotografía de Guillaume Schiffman y una meticulosa ambientación en los años cincuenta del siglo pasado, con todo el encanto de los diseños de aquella época. 

Además, la historia de la chica de pueblo que busca cambiar de vida y la atracción latente entre la joven y su jefe, Louis (Romain Duris), nos deparan momentos intensos y divertidos, dentro de un tono ligero y alegre que hace que los minutos pasen veloces mientras disfrutamos de los encuentros y desencuentros de los protagonistas y especialmente de la maravillosa interpretación de Déborah François, una joven con un encanto especial que llena la pantalla de frescura. Romain Duris tampoco desentona y consigue mantener el tipo frente a la deliciosa Rose.

Hubiera bastado con continuar en esa línea, llevar al espectador al deseado romance entre Louis y Rose y la historia hubiera funcionado prácticamente sola. Pero es entonces cuando la película se vuelve pretenciosa y cansina, prolongando los concursos de mecanografía del ámbito local al nacional y después al mundial. Y entonces la historia pierde frescura y originalidad y cae en lo predecible, los excesos, se fuerzan las situaciones hasta extremos absurdos, como pintar a la campeona de Francia de mecanografía como una completa estúpida pretenciosa y hacer de Louis un personaje odioso, forzando demasiado el esperado conflicto con Rose hasta convertirlo en ilógico.

Porque en el diseño de Louis tenemos otra de las graves lagunas del relato. Es un personaje que no terminamos de entender: parece seguir enamorado de su amor de juventud y que se hubiera resignado a haber perdido el amor de su vida, con lo que resulta lógica su soltería y ausencia de relaciones. Pero no dejan de ser conjeturas y cuando pensamos que se está enamorando de Rose, vuelve su comportamiento extraño, de manera que nunca tenemos claros sus sentimientos y queda siempre la duda de si apoya a Rose por cabezonería personal o un interés sincero y romántico. Nada se resolverá hasta el último minuto y cuando lo hace es de un modo demasiado estereotipado como para resultar hermoso y conmovedor.

Entre la deriva de la historia a los concursos y la extensión del metraje en escenas que no aportan nada de profundidad al relato, Populaire pierde su gracia y nos empieza a recordar demasiado a producciones norteamericanas de superación personal tan estereotipadas como intrascendentes. La lucha de Rose por el título mundial pierde interés, pues sabemos el resultado de antemano, y la reconciliación de Louis y Rose, tan previsible como absurdamente resuelta, carece de emoción y hasta de romanticismo, convirtiendo el encuentro final en algo forzado, de postal barata, arruinando el encanto con el que nos había ilusionado el comienzo del film.

Al tratarse del debut del director en un largometraje esperemos que aprenda de sus errores y no se lance tan descaradamente hacia lo fácil y trillado, pues viendo el inicio de su historia adivinamos que podría ofrecernos mucho más de lo que finalmente hace: un film que busca desesperadamente ser resultón perdiendo su esencia y su gracia.

miércoles, 11 de enero de 2023

El príncipe valiente



Dirección: Henry Hathaway.

Guión: Dudley Nichols (Cómic: Harold Foster).

Música: Franz Waxman.

Fotografía: Lucien Ballard.

Reparto: James Mason, Janet Leigh, Robert Wagner, Debra Paget, Sterling Hayden, Victor McLaglen, Donald Crisp, Brian Aherne, Barry Jones, Mary Philips, Howard Wendell, Tom Conway, Primo Carnera.

El príncipe Valiente (Robert Wagner) vive con sus padres, destronados de Escandia por un guerrero vikingo, bajo la protección del rey Arturo (Brian Aherne) escondido en un castillo remoto. Por consejo de su padre (Donald Crisp), irá a vivir a Camelot para hacerse caballero.

Adaptación de un cómic de Harold Foster, El príncipe Valiente (1954) reúne la esencia de los mejores film de espadachines clásicos.

La historia puede que no sea demasiado original, con la traición de un caballero de la Mesa Redonda que ansía deponer al rey Arturo y ocupar su lugar, a lo que se suma una alianza de dicho caballero con los temibles vikingos, enemigos de Valiente. Sin embargo, a pesar de que también el desenlace no ofrece dudas, la gracia de este tipo de películas reside en el espectáculo y el que nos ofrece Henry Hathaway es de primera calidad.

Solamente por la lucha en el castillo de Escandia la cinta merece un puesto de honor entre los mejores films del género. Plena de espectacularidad, con la huida de Valiente del calabozo y el aceite hirviendo como momentos estelares, es una de las mejores luchas que he visto en mucho tiempo. No puedes ni parpadear. Y no solamente esta secuencia, todas las de luchas, incluyendo el torneo en Camelot, tienen un nivel impecable. Y eso es lo que hemos de esperar de un film de aventuras clásico: emoción, duelos, nobleza y amor apasionado entre los protagonistas. 

Esta espectacularidad en las escenas de acción se la debemos al magnífico trabajo de Henry Hathaway, curtido director con mucho oficio que además sabe llevar el hilo de la historia sin un solo punto muerto, de manera que la película transcurre con una perfecta fluidez.

Pero además, hay un elemento original que añade un plus a la historia: Valiente no es un experto guerrero, al estilo de un Robin Hood por ejemplo, sino un aprendiz que sufre innumerables traspiés en su proceso de aprendizaje, a parte de otros errores debido a su impetuosidad. Ello lo convierte en un héroe cercano, despojado de la imbatibilidad y perfección de otros homólogos del género. 

Otro detalle muy curioso es que la película contiene momentos verdaderamente graciosos sin pretenderlo, quizá por la inocencia de algunas situaciones o que en su momento algunos detalles que resultaban dramáticos adquieren con el paso del tiempo tintes menos solemnes, como el intento de Boltar (Victor McLaglen) de matar al usurpador rey Sligon (Primo Carnera) a través del respaldo del trono o la marcha hacia el castillo de los vikingos aliados con Valiente entonando su consigna de guerra. 

El reparto, además, es muy bueno, con el gran James Mason, un eficaz villano cínico, o Victor McLaglen de vikingo y Sterling Hayden como mentor de Valiente, además de la espectacular Janet Leigh. Quizá sea Robert Wagner, en los comienzos de su carrera, quien desentone un poco, precisamente por su falta de carisma y ese peinado tan ridículo, que añade de nuevo una de esas notas cómicas sin pretenderlo a las que aludía antes.

Definitivamente, El príncipe valiente es una de esas películas clásicas de aventuras, con un argumento sencillo, con los malos y los buenos nítidamente dibujados y donde solo importa una cosa: entretener con una historia donde los buenos se imponen a los malvados y el amor triunfa. ¡Y de verdad que lo consigue!