El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.
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sábado, 24 de agosto de 2024

Al caer la noche



Dirección: Robby Henson.

Guión: Robby Henson.

Música: David Bergeaud.

Fotografía: Irek Hartowicz.

Reparto: Billy Bob Thornton, Patricia Arquette, William Devane, Sela Ward, Tom Bower, Julie Hagerty, Hill Harper, Ray McKinnon, Thomas Haden Church, John McConnell, Jena Malone, Cindy Roubal.

Una joven (Cindy Roubal) aparece asesinada en el pequeño pueblo de LaSalle Parish (Louisiana). En realidad, se trata de un transexual y el jefe de policía local, Darl Harwick (Billy Bob Thornton), no parece tener mucho interés en resolver el caso, pues le acucian otros problemas más personales.

Toda película con un misterio inicial, en este caso el asesinato de un transexual, tiene de entrada un atractivo innegable, pues pica nuestra curiosidad y nos anima a buscar al culpable de la mano del investigador del caso. 

La idea de Robby Henson, que además de dirigir el film es también el guionista, es interesante porque, al tiempo que plantea la incógnita, también busca arroparla con todo un repertorio de temas prometedores: los prejuicios sexuales, el caciquismo imperante en el Sur profundo, los problemas personales del Sheriff, la religión, la honestidad, el deber... Podrían parecer demasiadas cosas juntas, pero bien llevadas dan para una historia profunda y compleja. El problema es que Henson no logra darle forma a sus intenciones y el prometedor arranque se va diluyendo en una serie de escenas extrañas que no logran profundizar en nada ni en nadie.

Es verdad que Henson consigue crear un clima muy definido que nos mete de lleno en una comunidad donde todo el mundo parece esconder algo, en especial Darl, que se va perfilando como un hombre con graves problemas personales aunque, como sucede con toda la historia, termina por ser un personaje entre indefinido y desconcertante. Entendemos sus perjuicios, pero nunca termina de resultar un personaje claro, comprensible, moviéndose entre extremos difíciles de asimilar. 

Lo más decepcionante tal vez es que la investigación del asesinato, el hilo conductor que nos había ilusionado al comienzo del film, termina por desdibujarse en medio de temas políticos y los problemas personales de Darl, pero estos tampoco acaban de tener el peso y la fuerza suficientes. Prometen mucho y se quedan en muy poca cosa.

Al final, el descubrimiento del asesino se produce por casualidad y no encaja con las múltiples pistas que se habían ido depositando, de manera que el desenlace parece casi anecdótico. Para colmo, el intento final de arreglar la vida de Darl también resulta incongruente con el tono de la película y resulta casi un pegote que algo consecuente y lógico.

No sé si por un afán de notoriedad o simplemente en un intento de arropar el film, Robby Henson además recurre a extraños efectos visuales (cambia el color, ralentiza la imagen, intercala planos en medio de una secuencia, utiliza ángulos extraños) que no aportan nada interesante y desconciertan más que apoyan el discurso en una nueva demostración de las lagunas del director a la hora de desarrollar sus ideas.

En resumen, una película desaprovechada en gran medida por simples errores que deberían haberse evitado. No es un film completamente fallido, pero sí un tanto decepcionante.

martes, 23 de enero de 2024

Al caer la noche



Dirección: Jacques Tourneur.

Guión: Stirling Silliphant (Novela: David Goodis).

Música: George Duning.

Fotografía: Burnett Guffey (B&W).

Reparto: Aldo Ray, Brian Keith, Anne Bancroft, Jocelyn Brando, James Gregory, Frank Albertson, Rudy Bond. 

James Vanning (Aldo Ray), un diseñador gráfico, conoce a una modelo (Anne Bancroft) y entre ambos surge una mutua atracción. Sin embargo, su encuentro se verá interrumpido por John (Brian Keith) y Red (Rudy Bond), dos tipos que le reclaman a James 350.000 dólares.

Obra menor del cine negro, Al caer la noche (1956) sufre de un guión poco preciso que lastra los intentos de Jacques Tourneur de llevar la historia a buen puerto.

Para empezar, la historia resulta demasiado sencilla. Tal vez no daba realmente para un largometraje, al menos no como está planteada, con numerosas escenas que parecen estar ahí para ir dilatando el desarrollo, pero con escasa trascendencia. Y eso lo que provoca es que el ritmo se resienta bastante, de manera que el desarrollo es todo menos ágil.

Jacques Tourneur juega con los flashbacks para darle cierta alternancia al relato, pero incluso este recurso no termina de funcionar del todo bien, ralentizando de nuevo el desarrollo por la manera en que esos momentos están insertados en el presente y alargando demasiado la aclaración de lo acontecido.

Quizá lo que funciona bastante bien es el mantener las dudas sobre la inocencia o culpabilidad de James hasta bien mediada la historia, lo mismo que resulta bastante interesante la figura del investigador del seguro (James Gregory), pero son solamente pequeños destellos en medio de una historia bastante simple y plana.

Ni siquiera el romance entre James y Marie aporta emoción al relato y presenta la misma falta de intensidad que el resto. 

Y también por culpa del guión, los momentos más importantes de la cinta carecen de emoción. Incluso cuando la vida de James está en peligro, no llegamos a sentir angustia, ni siquiera preocupación por su suerte. Falta llevar la historia un paso más allá, porque todo resulta tan comedido que hasta Red, con su punto de paranoia, no asusta a nadie realmente. Tal vez aquí influya el paso del tiempo, pero hay películas de esa época y anteriores donde la sensación de riesgo era mucho más evidente que en esta.

Sin embargo, donde Al caer la noche descarrila definitivamente es en el desenlace, de una torpeza mayúscula. ¿Cómo se explica que viendo las huellas en la nieve de los atracadores los tres protagonistas se metan voluntariamente en la boca del lobo? Lo que sucede a partir de ahí es de un absurdo total. Incluso sorprende la torpeza de Jacques Tourneur al desarrollar la pelea final, casi cómica con Red montado en una máquina que va a cinco kilómetros por hora y luchando a brazo partido con James cuando tenía una bala en el cuerpo.

Sinceramente, me parece que Al caer la noche es una película bastante mediocre. Una pena, pues el cine negro es un género de lo más sugerente, pero donde, como es lógico, hay de todo.