El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 31 de agosto de 2014

Reacción en cadena



Dirección: Andrew Davis.
Guión: J.F. Lawton y Michael Bortman (Historia: Arne L. Schmidt, Rick Seaman, Josh Friedman).
Música: Jerry Goldsmith.
Fotografía: Frank Tidy.
Reparto: Keanu Reeves, Morgan Freeman, Rachel Weisz, Fred Ward, Kevin Dunn, Brian Cox, Joanna Cassidy, Chelcie Ross, Tzi Ma, Krzysztof Pieczynski.

Eddie Kasalivich (Keanu Reeves) es un mecánico que forma parte de un equipo de investigación que busca la manera de obtener energía a partir del agua. El mismo día en que por fin tienen éxito con su trabajo, el jefe del proyecto es asesinado y el laboratorio salta por los aires.

Es evidente que para hacer un buen thriller hay que contar con un buen argumento. Parece algo de mero sentido común. Pues bien, en Reacción en cadena (1996) está claro que se olvidaron de esta premisa.

La película pretende aunar acción e intriga en torno a un descubrimiento científico revolucionario que abaratará la obtención de energía, con el consiguiente beneficio para la población mundial. El problema es que el argumento está mal planteado y al final resulta un tanto absurdo, no queda del todo bien explicada la trama y todo el tinglado queda reducido a un pobre espectáculo de acción repetitiva con Keanu Reeves y Raquel Weisz escapando de la policía el FBI y cuanto matón les salga al paso.

El hecho de carecer de un argumento mínimamente inteligente y coherente hace que la película no alcance a interesarnos, ni a intrigarnos, lo más mínimo. Los personajes están dibujados a base de brochazos toscos y un tanto superficiales, la intriga no se entiende porque nada parece tener mucho sentido y el personaje de Morgan Freeman, básico en el entramado, se debate entre un villano sin escrúpulos y un hombre honesto atrapado en una situación que no le agrada; vamos, otro despropósito más del argumento, que ni con los villanos es capaz de hacer un buen trabajo.

Como es lógico, la historia resulta bastante predecible, con lo que en ningún momento nos llegamos a creer que Eddie y su amiga Lily (Rachel Weisz) vayan a sufrir mal alguno. Eso sí, el desenlace, precipitado y sin imaginación, demuestra una vez más la escasa coherencia de la historia, resolviendo el dilema de qué hacer con el personaje de Freeman de una manera un tanto ilógica para cómo se las suelen gastar los moralistas americanos.

Por si el desastre argumental no fuera suficiente, el reparto deja también bastante que desear. Keanu Reeves es, sin duda, el más flojo de todos, algo dramático cuando se trata del actor principal. Pero el pobre de Reeves hace una de sus peores interpretaciones, falto de garra y más preocupado de salir bien en los planos que de su trabajo. Raquel Weisz, en uno de sus primeros trabajos, tampoco destaca especialmente, limitándose a poner cara de sorpresa durante casi toda la película. Morgan Freeman es el único que se salva, si bien su trabajo resulta un tanto rutinario. El resto, al mismo nivel general que la historia.

Si Andrew Davis había resuelto con acierto El fugitivo (1993), film muy parecido en cuanto a premisas a éste que nos ocupa, en esta ocasión no consigue sacar nada bueno de esta historia. Algunas escenas de acción pueden gustarnos más o menos, pero en general su trabajo resulta bastante pobre, sin originalidad y repetitivo.

En resumen, una mala película que cojea ya desde sus raíces y que acumula tópicos y errores en cadena. Puede resultar entretenida para un público escasamente exigente, pero dentro del género hay muchas mejores opciones, y más inteligentes, para pasar un buen rato.

martes, 19 de agosto de 2014

Jumanji



Dirección: Joe Johnston.
Guión: Jonathan Hensleigh, Greg Taylor, Jim Strain (Novela: Chris Van Allsburg).
Música: James Horner.
Fotografía: Thomas Ackerman.
Reparto: Robin Williams, Kirsten Dunst, David Alan Grier, Bonnie Hunt, Jonathan Hyde, Bradley Pierce, Bebe Neuwirth, Adam Hann-Byrd, Patricia Clarkson.

Alan Parris (Robin Williams), un niño de unos doce años, encuentra un extraño juego de mesa. Cuando comienza una partida con una compañera de clase, Alan quedará atrapado en el juego durante veinticinco años.

Basada en una novela para niños de 1981 de Chris Van Allsburg, Jumanji (1995) es una película para ver en familia cualquier tarde de invierno. Pertenece a esa categoría de cine de aventuras con toques de comedia pero, sobre todo, con un argumento rebosante de imaginación donde cualquier cosa puede pasar.

La base reside en un curioso juego de mesa con "vida propia" que se las arregla para atraer a posibles jugadores con el sonido de un tambor que sólo ellos pueden oír. Pero una vez que comienzan a jugar, han de terminar la partida so pena de quedar atrapados en las garras del juego; juego además lleno de aterradoras sorpresas. De hecho, de no mediar el tono de comedia ni la decidida vocación familiar de la película, Jumanji contiene suficientes elementos para poder convertirla en un film de terror.

Con un argumento original donde los haya, Joe Johnston sabe sacar partido a la historia con un ritmo trepidante y unos efectos especiales que, a pesar de acusar algo el paso del tiempo, aún resultan convincentes.

Tampoco podemos quejarnos del reparto, encabezado por un excelente Robin Williams, un actor especialmente dotado para comedia y que no se excede en lo más mínimo, al contrario de otros colegas de su generación, y donde podemos disfrutar de una jovencita Kirsten Dunst muy acertada también en su interpretación. Como dato curioso, destacar el doble papel que interpreta Jonathan Hyde, que encarna al padre de Alan y al cazador que sale del juego.

En el debe de Jumanji quizá podemos poner que la película se centra en exclusiva en la vertiente cómica, dejando un tanto coja la parte más emotiva, de dónde sin duda se podría haber sacado más partido, con un mejor tratamiento de los personajes. Pero quizá tampoco era lo que se pretendía.

En definitiva, cine de palomitas en el buen sentido de la palabra. Jumanji es una entretenida comedia con toques fantásticos apoyada en unos espectaculares efectos especiales y un ritmo trepidante que nos ofrece un rato de sana diversión. Nada más, pero nada menos tampoco.

lunes, 4 de agosto de 2014

D-Tox: Ojo asesino




Dirección: Jim Gillespie.
Guión: Ron L. Brinkerhoff (Argumento: Ron L. Brinkerhoff).
Música: John Powell.
Fotografía: Dean Semler.
Reparto: Sylvester Stallone, Tom Berenger, Charles Dutton, Kris Kristofferson, Sean Patrick Flanery, Dina Meyer, Robert Patrick, Robert Prosky, Courtney B. Vance, Polly Walker, Jeffrey Wright.

Un asesino en serie se dedica a asesinar policías. Su trabajo es impecable, frío y eficiente. Jack Malloy (Sylvester Stallone), el agente de FBI que lleva el caso, no puede más que esperar a que cometa algún error que le permita dar con él. Pero todo cambia cuando el picópata decide matar a la novia de Malloy.

Vaya por delante que me gusta Sylvester Stallone, lo que puede hacer que mi crítica de esta película no sea del todo imparcial. Lo digo porque puede que muchos de los que vean o hayan visto esta película quizá no estén de acuerdo con mi valoración de la misma. Para mí, Stallone tiene algo de frágil (ya sé que suena algo raro) que hace que me sea simpático. Es como si bajo esa capa de músculos uno adivinara un ser débil, casi tierno. No sé, también el hecho de que su carrera se viniera abajo tras los éxitos de Rocky y Rambo, con secuelas infumables y una elección de roles nada afortunada, hizo que me sintiera más comprensivo hacia él, en contraposición al exitoso y arrollador Arnold Schwarzenegger. Si tuviera que elegir entre ambos, me quedaría con Stallone.

Disgresiones personales al margen, D-Tox: Ojo asesino (2002) tiene un giro argumental curioso que transforma lo que parecía ser el típico film de venganza personal en una historia diferente. Al comienzo, todo parece indicar que el argumento va a discurrir por la conocida senda del poli herido en lo más hondo que se lanza a la caza del criminal desalmado. Hemos visto ya muchas películas cortadas por este patrón. Pero hete aquí que de pronto todo cambia: Malloy se viene abajo con el asesinato de su novia (Dina Meyer), lo cuál además tiene todo el sentido del mundo. Comienza a beber, nada tiene ya sentido en su vida e incluso intenta suicidarse. Para sacarlo de esa situación, su mejor amigo, otro policía, Chuck Hendricks (Charles Dutton), decide llevarlo a un centro de tratamiento de policías con problemas. Y aquí es donde la película da un giro y se convierte en un film de intriga, donde una serie de personajes, aislados del mundo, empiezan a ser cazados por un asesino invisible, uno de ellos.

La situación resulta altamente interesante, aunque sólo sea por conocer quién y por qué se dedica a matar a los pacientes y personal del centro. Es cierto, hay que reconocerlo, que esta parte de la película resulta por momentos un tanto confusa, con proliferación de nombres de personas que es difícil de seguir. El tratamiento no es todo lo brillante que hubiera podido ser, pero la intriga, la buena ambientación, con los personajes aislados por una intensa tormenta, el ambiente de miedo y desconfianza entre los protagonistas y un ritmo ágil hacen que la película resulte lo suficientemente interesante como para que se nos pase en un suspiro y nos mantenga pegados a la pantalla.

Lo que ya no resulta tan original es descubrir quién es realmente el asesino. Aquí, es verdad, los guionistas se fueron por el camino más trillado y, abusando de las trampas que suelen utilizar tan tristemente, jugaron un poco con el espectador, para rizar demasiado el rizo en un desenlace no muy original.

Stallone no es un gran actor, pero creo que hace un trabajo bastante correcto y si además el tipo te cae simpático, pues disfrutas un poco más con su caída y redención final. Y es que, no nos engañemos, el punto débil de la intriga es que desde el comienzo podemos predecir el desenlace sin ningún problema. Ello, lógicamente, resta algo de emoción a la película, pero aún así resulta atractiva y engancha.

Acompañan a Stallone nombres de cierta solvencia, como Tom Berenger o Kris Kristofferson, y otros rostros menos conocidos pero que cumplen también con nota, como Robert Prosky o Robert Patrick.

La película no sirvió para recomponer la carrera de Stallone, pero sería injusto no reconocerle sus méritos, como son ese giro argumental original y el ambiente claustrofóbico y amenazante que nos hacen pasar unos buenos momentos de miedo e intriga.