Dirección: Matt Ruskin.
Guión: Matt Ruskin.
Música: Paul Leonard-Morgan.
Fotografía: Ben Kutchins.
Reparto: Keira Knightley, Carrie Coon, Alessandro Nivola, Chris Cooper, David Dastmalchian, Morgan Spector, Bill Camp.
Loretta McLaughlin (Keira Knightley) trabaja en la sección de Estilo de vida del Boston Record America, pero desea ocuparse de temas más importantes y la oportunidad se presenta cuando cree descubrir un vínculo entre tres asesinatos de mujeres mayores.
Inspirada, que no basada, en un caso real, El estrangulador de Boston (2023) es una película muy bien ambientada que opta por centrarse en la investigación de dos periodistas en lugar de ponerse en la piel del asesino, lo que suele ser lo más habitual. Esta elección condiciona absolutamente todo el desarrollo de la cinta y, aunque la idea es buena, el resultado no lo es tanto.
Por un lado, hemos de agradecer que el director no se centre en los asesinatos, que nunca se muestran (salvo el comienzo de uno), por lo que se evita el enfoque macabro. Ruskin prefiere enfocar la historia desde el punto de vista de Loretta, enfatizando los problemas de una mujer en el mundo laboral y familiar en los años sesenta, donde se las encasillaba en tareas menores y sufrían críticas por no ocuparse de atender su hogar, que era lo que se esperaba de ellas.
Sin embargo, con este enfoque la película pierde brío porque se deja de lado completamente al malo de la historia y, sin un malvado, no hay peligro, ni morbo, ni tensión.
Además, la investigación es bastante plana, rutinaria incluso, sin grandes momentos que eleven el tono, con lo que el transcurso de la historia es bastante gris y puede llegar a aburrir en algunas fases. Y lo mismo sucede cuando se abordan los temas personales de Loretta, como su relación con su marido (Morgan Spector), un personaje bastante desaprovechado que no acaba de concretarse, con lo que tampoco en este aspecto la cinta logra salir de ese tono gris constante.
Es verdad que en el último tercio la cosa se anima, conforme se van perfilando las posibles soluciones pero, tal vez por ser fiel a la realidad, Ruskin termina también ofreciendo un desenlace algo confuso y donde no consigue elevar el tono, de manera que acabamos de ver la cinta con la misma sensación del comienzo, quedándonos con un relato bien contado pero en el que nos cuesta descubrir el interés.