El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 1 de noviembre de 2025

El secreto de las abejas



Dirección: Annabel Jankel.

Guión: Henrietta Ashworth y Jessica Ashworth (Novela: Fiona Shaw).

Música: Claire M. Singer.

Fotografía: Bartosz Nalazek. 

Reparto: Anna Paquin, Holliday Grainger, Emun Elliott, Steven Robertson, Lauren Lyle, Gregor Selkirk, Kate Dickie. 

Escocia, 1952. Lydia (Holliday Grainger) ha sido abandonada por su esposo (Emun Elliott) y debe criar sola a su hijo Charlie (Gregor Selkirk), por mediación del cuál conoce a la doctora Jean (Anna Paquin), con la comienza a forjar una amistad.

El secreto de las abejas (2018) es una de esas películas que brillan desde el comienzo por su esmerada puesta en escena y el deseo de la directora, visible desde el mismo inicio, de crear una historia emotiva y profunda. Al mismo tiempo, es inevitable reparar en el buen gusto de Jankel a la hora de poner en pie la película, con un cuidado por los detalles encomiable.

Sin embargo, el problema de la cinta es que el argumento es mucho menos consistente que la puesta en escena y eso penaliza el desarrollo. No es que estemos ante una mala película, simplemente es algo que no llega a alcanzar el nivel que hubiera sido deseable.

La base de la historia es la relación amorosa que nace entre Lydia y Jean. Jean es lesbiana y en una época como los años cincuenta del siglo pasado, ello la llevaba casi irremediablemente a estar sola. Annabel Jankel nos cuenta el romance entre ambas mujeres con delicadeza, primando siempre la parte emotiva y sentimental a cualquier enfoque morboso. Eso es importante, pero falla a la hora de profundizar en los personajes, llevando su relación de manera precipitada, tanto en sus inicios como en el desenlace, sobre todo en el desenlace. Podemos imaginar los motivos del mismo, pero se echa en falta algo más de concreción, pues es una parte esencial del relato.

Y esta misma superficialidad se extiende al resto de personajes e incluso a la manera en que se desarrolla la historia, con un final donde se agolpan los momentos cruciales que desbordan una intensidad de la que carecía todo el resto de la cinta, con lo que los percibimos como algo excesivo.

Y el detalle de las abejas impidiendo la violación de Lydia me parece tan forzado como ridículo. Un intento de aportar algo de magia que no terminó de convencerme.

La sensación final es la una historia poco original, que se desenvuelve de un modo previsible y sin deparar sorpresa alguna, como si en lugar de personas de carne y hueso estuviéramos contemplando estereotipos que se comportan como es de esperar.

Cuidado, El secreto de las abejas no es una mala película. Se deja ver con agrado y lo que cuenta puede llegar a conmovernos, pero notamos un abismo entre lo que pretende ser y lo que finalmente consigue.

No hay comentarios:

Publicar un comentario