Dirección: Ernst Lubitsch.
Guión: Samuel Hoffenstein y Elizabeth Reinhardt (Novela: Margery Sharp).
Música: Cyril Mockridge.
Fotografía: Joseph LaShelle (B&W).
Reparto: Charles Boyer, Jennifer Jones, Peter Lawford, Helen Walker, Reginald Gardiner, Reginald Owen, Sir C. Aubrey Smith, Richard Haydn, Margaret Bannerman, Sara Allgood, Ernest Cossart, Florence Bates, Una O'Connor.
A las puertas de la segunda Guerra Mundial, la joven Cluny Brown (Jennifer Jones) entabla amistad con Adam Belinski (Charles Boyer), un refugiado checo sin un centavo que vive de pequeños "préstamos".
El pecado de Cluny Brown (1946) es el último largometraje completo del genial Ernst Lubitsch, que murió antes de poder terminar La dama del armiño (1948), que la finalizaría Otto Preminger.
En esta comedia romántica, Lubitsch nos va introduciendo suavemente en un universo maravilloso donde Adam y Cluny representan la inocencia y la espontaneidad en medio de la estricta cultura británica, donde todo está medido, controlado y reprimido. Es más, El pecado de Cluny Brown es más interesante tal vez por todo lo que rodea la sencilla y emotiva historia de amor de los protagonistas que, en esencia, no desvela nada especialmente original pero que tiene, en la delicadeza y fino sentido del humor del director toda su esencia.
Y lo que gira en torno a Adam y la espontánea e inocente Cluny es la férrea sociedad británica, con la separación de clases gravada a fuego en cada uno de sus súbditos, presos en un mundo que aceptan porque no conocen otra cosa. El contraste con el comportamiento de Adam es notable, pero aún más ante la frescura pura y natural de Cluny, un personaje adorable con el que es imposible no encariñarse.
Hoy en día no es posible encontrar un cine perecido. La elegancia de Lubitsch, su manera de transgredir las normas, de insinuar, de contar con elipsis, su sentido de la elegancia, el amor que transmite por sus personajes, incluso los menos favorecidos... todo ello está presente aquí de un modo genuino y casi mágico. Irrepetible.
Atención al tema de las tuberías atascadas, manera muy sutil de referirse al sexo sin resultar vulgar o la elegante escena final donde se cuenta todo sobre la feliz pareja y su futura descendencia con el único recurso de la imagen.

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