El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 22 de diciembre de 2025

Canary Black



Dirección: Pierre Morel.

Guion: Matthew Kennedy.

Música: Jessica Weiss.

Fotografía: Thierry Arbogast.

Reparto: Kate Beckinsale, Rupert Friend, Ray Stevenson, Goran Kostic, Jaz Hutchins, Ben Miles, Romina Tonkovic, Rok Juricic. 

Avery Graves (Kate Beckinsale), una eficaz agente de la CIA, es chantajeada por un desconocido que ha secuestrado a su marido, David (Rupert Friend), para que le entregue unos archivos secretos conocidos como Canary Black.

Canary Black (2024) es una más de esas tantas películas de acción en las que el papel protagonista lo desempeña una mujer. Es la tendencia en los tiempos actuales, por mucho que cueste ver a la aparentemente delicada Kate Beckinsale repartiendo mamporros a derecha e izquierda y poniendo fuera de combate a tipos en apariencia mucho más duros que ella. Pero todo sea por apartar a las mujeres del típico rol secundario de siempre, aunque se podrían idear papeles más verosímiles. El problema es que la industria carece de imaginación y al final lo que hace es crear el típico film para un hombre sustituyéndolo por la presencia políticamente correcta de una mujer. Y si esta es guapa y sexy, mejor aún.

Dicho lo cuál, el que se espere encontrar un film de acción novedoso, apasionante y con una buena intriga se va a llevar la gran decepción. Porque Canary Black carece de un argumento potente y no deja de ser la concatenación de múltiples escenas de acción sin el más mínimo interés en darles una consistencia más o menos plausible.

La trama es demasiado endeble como para que podamos creérnosla, el desarrollo es tan plano que jamás tememos por el desenlace, de manera que no vivimos ningún momento real de tensión u emoción, en parte también porque los personajes parecen de cartón piedra, pues el guión no se ha preocupado de dotarlos de una dimensión con cierto calado, más allá de las pinceladas básicas.

Además, el reparto tampoco es muy bueno y solo destaca la protagonista que, para colmo, no sé si por culpa del pobre guión o por no tomarse su rol en serio, tampoco es que resulte muy convincente, con una interpretación muy floja.

En cambio, si nos tomamos todo el tinglado a la ligera, que pienso que es la única manera seria de hacerlo, podemos reírnos a gusto con algunos momentos singulares, como ver a la protagonista colgada de un dron gigante.

Canary Black, en definitiva, no es una historia a la que buscar lógica alguna. Puedes divertirte un rato si no le exiges nada de nada, pero, sinceramente, es una mala película.

sábado, 13 de diciembre de 2025

Invitación a un asesinato



Dirección: Stephen Shimek.

Guión: Gérard Miller, Brian O'Donnell y Jerome Reygner-Kalfon 

Música: Joshua Sohn.

Fotografía: Brian Vilim.

Reparto: Mischa Barton, Chris Browning, Bianca A. Santos, Giles Matthey, Grace Lynn Kung, Seamus Dever, James Urbaniak, Amy Sloan, Alex Hyde-White, Clark Carmichael, Rae Gray, Liz Pazik.

Seis personas sin aparente relación entre sí son invitadas a pasar un fin de semana en la masión que el multimillonario Lewis Findley (Alex Hyde-White) posee en una isla.

Las películas de misterio y crímenes, al estilo de las novelas de Agatha Christie, a la que se rinde homenaje abiertamente en la cinta, resultan siempre en principio atractivas por el reto a nuestra perspicacia y la dosis de intriga que nos garantiza mantenernos enganchados a la trama.

Pero también es evidente, y lo saben perfectamente bien los asiduos lectores de las novelas de la reina del misterio, que muchas veces los desenlaces son decepcionantes por no estar a la altura de nuestras expectativas, jugando con los espectadores con trampas y giros de última hora.

Invitación al asesinato (2023) nos mantiene expectantes sin mucho problema durante la primera parte de la historia precisamente por la intriga en torno a los motivos por los que un millonario reúne a seis desconocidos en una mansión aislada. Se sospecha de inmediato de una serie de crímenes, al estilo de la novela Diez negritos, pero las cosas no irán por ahí, sino que el argumento, desgraciadamente, es mucho menos ingenioso.

Lo que queda claro desde el comienzo es que Invitación al asesinato es una película con cierta buena presentación pero que se desarrolla de una manera un tanto rutinaria, sin nada realmente reseñable, empezando por un reparto con rostros poco conocidos que, si bien no desentona, tampoco brilla especialmente.

El guión tampoco se anda con rodeos y desde el principio vemos que va directo al grano, lo que se agradece para evitarnos momentos sin sustancia pero, al mismo tiempo, deja la impresión de que se trata de una historia sin mucha profundidad. 

Pero es en el momento en que la historia empieza a desvelar sus trucos cuando nos damos cuenta en realidad de la poca entidad del argumento, cuya banalidad sale a relucir en la parte final del relato, con una historia poco convincente y, lo que es peor, una puesta en escena donde el director muestra su absoluta falta de talento para crear un mínimo de tensión en los momentos clave de la cinta.

Al final, tenemos un film muy poco estimulante que solamente puede satisfacer a un público muy poco exigente o sin mucha experiencia en películas de este estilo. Prescindible.

viernes, 5 de diciembre de 2025

El pecado de Cluny Brown



Dirección: Ernst Lubitsch.

Guión: Samuel Hoffenstein y Elizabeth Reinhardt (Novela: Margery Sharp).

Música: Cyril Mockridge.

Fotografía: Joseph LaShelle (B&W).

Reparto: Charles Boyer, Jennifer Jones, Peter Lawford, Helen Walker, Reginald Gardiner, Reginald Owen, Sir C. Aubrey Smith, Richard Haydn, Margaret Bannerman, Sara Allgood, Ernest Cossart, Florence Bates, Una O'Connor.  

A las puertas de la segunda Guerra Mundial, la joven Cluny Brown (Jennifer Jones) entabla amistad con Adam Belinski (Charles Boyer), un refugiado checo sin un centavo que vive de pequeños "préstamos". 

El pecado de Cluny Brown (1946) es el último largometraje completo del genial Ernst Lubitsch, que murió antes de poder terminar La dama del armiño (1948), que la finalizaría Otto Preminger.

En esta comedia romántica, Lubitsch nos va introduciendo suavemente en un universo maravilloso donde Adam y Cluny representan la inocencia y la espontaneidad en medio de la estricta cultura británica, donde todo está medido, controlado y reprimido. Es más, El pecado de Cluny Brown es más interesante tal vez por todo lo que rodea la sencilla y emotiva historia de amor de los protagonistas que, en esencia, no desvela nada especialmente original pero que tiene, en la delicadeza y fino sentido del humor del director toda su esencia.

Y lo que gira en torno a Adam y la espontánea e inocente Cluny es la férrea sociedad británica, con la separación de clases gravada a fuego en cada uno de sus súbditos, presos en un mundo que aceptan porque no conocen otra cosa. El contraste con el comportamiento de Adam es notable, pero aún más ante la frescura pura y natural de Cluny, un personaje adorable con el que es imposible no encariñarse.

Hoy en día no es posible encontrar un cine perecido. La elegancia de Lubitsch, su manera de transgredir las normas, de insinuar, de contar con elipsis, su sentido de la elegancia, el amor que transmite por sus personajes, incluso los menos favorecidos... todo ello está presente aquí de un modo genuino y casi mágico. Irrepetible.

Atención al tema de las tuberías atascadas, manera muy sutil de referirse al sexo sin resultar vulgar o la elegante escena final donde se cuenta todo sobre la feliz pareja y su futura descendencia con el único recurso de la imagen. 

jueves, 13 de noviembre de 2025

El grito de la lechuza



Dirección: Jamie Thraves.

Guión: Jamie Thraves (Novela: Patricia Highsmith). 

Música: Jeff Danna.

Fotografía: Luc Montpellier.

Reparto: Paddy Considine, Julia Stiles, Caroline Dhavernas, Gordon Rand, James Gilbert, Arnold Pinnock, Bruce McFee.

Robert Forrester (Paddy Considine), un hombre extraño con antiguos problemas mentales, se dedica a espiar a la joven Jenny (Julia Stiles), que termina enamorándose de él.

Al basarse en la novela homónima de Patricia Highsmith, un referente en literatura de misterio y suspense, esperaba bastante más de El grito de la lechuza (2009), una película que se deja ver con cierto esfuerzo y que, al terminar, te deja con cierto mal sabor de boca.

La primera parte de la historia, cuando Robert y Jenny se conocen y empieza su extraña relación, resulta demasiado larga para lo que tiene que contar, sin poder evitar sentirse un tanto descolocados por el extraño comportamiento de Jenny, a todas luces inusual.

La historia cobra algo de interés cuando entra en juego el ex novio celoso de Jenny, Greg (James Gilbert). Sin embargo, el argumento sigue pecando de poca profundidad y asistimos a los acontecimientos más extrañados que cómplices. Es el principal defecto de la cinta: no llegamos a comprender del todo a los protagonistas y de ese modo es imposible empatizar con ninguno de ellos. Además, es como si todos tuvieran dos caras, lo que en realidad podría ser el objetivo de la película: mostrarnos cómo la gente puede esconder una parte muy diferente de la que se muestra. Si esa era la idea, creo que la manera de expresarla no es la más acertada, pues deja más sombras que certezas, con lo que siempre nos moveremos en el terreno de las dudas.

Y es por eso que todo lo que sucede, bastante dramático por cierto, resulta siempre extraño, casi inexplicable. Está claro que esto resta intensidad al relato pero también una dirección bastante fría que no sabe exponer los hechos con la fuerza necesaria.

En resumen, una película que no termina de concretarse, dejándonos con un mal sabor de boca de lo que podría haber sido y no es.

sábado, 1 de noviembre de 2025

El secreto de las abejas



Dirección: Annabel Jankel.

Guión: Henrietta Ashworth y Jessica Ashworth (Novela: Fiona Shaw).

Música: Claire M. Singer.

Fotografía: Bartosz Nalazek. 

Reparto: Anna Paquin, Holliday Grainger, Emun Elliott, Steven Robertson, Lauren Lyle, Gregor Selkirk, Kate Dickie. 

Escocia, 1952. Lydia (Holliday Grainger) ha sido abandonada por su esposo (Emun Elliott) y debe criar sola a su hijo Charlie (Gregor Selkirk), por mediación del cuál conoce a la doctora Jean (Anna Paquin), con la comienza a forjar una amistad.

El secreto de las abejas (2018) es una de esas películas que brillan desde el comienzo por su esmerada puesta en escena y el deseo de la directora, visible desde el mismo inicio, de crear una historia emotiva y profunda. Al mismo tiempo, es inevitable reparar en el buen gusto de Jankel a la hora de poner en pie la película, con un cuidado por los detalles encomiable.

Sin embargo, el problema de la cinta es que el argumento es mucho menos consistente que la puesta en escena y eso penaliza el desarrollo. No es que estemos ante una mala película, simplemente es algo que no llega a alcanzar el nivel que hubiera sido deseable.

La base de la historia es la relación amorosa que nace entre Lydia y Jean. Jean es lesbiana y en una época como los años cincuenta del siglo pasado, ello la llevaba casi irremediablemente a estar sola. Annabel Jankel nos cuenta el romance entre ambas mujeres con delicadeza, primando siempre la parte emotiva y sentimental a cualquier enfoque morboso. Eso es importante, pero falla a la hora de profundizar en los personajes, llevando su relación de manera precipitada, tanto en sus inicios como en el desenlace, sobre todo en el desenlace. Podemos imaginar los motivos del mismo, pero se echa en falta algo más de concreción, pues es una parte esencial del relato.

Y esta misma superficialidad se extiende al resto de personajes e incluso a la manera en que se desarrolla la historia, con un final donde se agolpan los momentos cruciales que desbordan una intensidad de la que carecía todo el resto de la cinta, con lo que los percibimos como algo excesivo.

Y el detalle de las abejas impidiendo la violación de Lydia me parece tan forzado como ridículo. Un intento de aportar algo de magia que no terminó de convencerme.

La sensación final es la una historia poco original, que se desenvuelve de un modo previsible y sin deparar sorpresa alguna, como si en lugar de personas de carne y hueso estuviéramos contemplando estereotipos que se comportan como es de esperar.

Cuidado, El secreto de las abejas no es una mala película. Se deja ver con agrado y lo que cuenta puede llegar a conmovernos, pero notamos un abismo entre lo que pretende ser y lo que finalmente consigue.

lunes, 13 de octubre de 2025

El estrangulador de Boston



Dirección: Matt Ruskin.

Guión: Matt Ruskin. 

Música: Paul Leonard-Morgan.

Fotografía: Ben Kutchins.

Reparto: Keira Knightley, Carrie Coon, Alessandro Nivola, Chris Cooper, David Dastmalchian, Morgan Spector, Bill Camp.

Loretta McLaughlin (Keira Knightley) trabaja en la sección de Estilo de vida del Boston Record America, pero desea ocuparse de temas más importantes y la oportunidad se presenta cuando cree descubrir un vínculo entre tres asesinatos de mujeres mayores.

Inspirada, que no basada, en un caso real, El estrangulador de Boston (2023) es una película muy bien ambientada que opta por centrarse en la investigación de dos periodistas en lugar de ponerse en la piel del asesino, lo que suele ser lo más habitual. Esta elección condiciona absolutamente todo el desarrollo de la cinta y, aunque la idea es buena, el resultado no lo es tanto.

Por un lado, hemos de agradecer que el director no se centre en los asesinatos, que nunca se muestran (salvo el comienzo de uno), por lo que se evita el enfoque macabro. Ruskin prefiere enfocar la historia desde el punto de vista de Loretta, enfatizando los problemas de una mujer en el mundo laboral y familiar en los años sesenta, donde se las encasillaba en tareas menores y sufrían críticas por no ocuparse de atender su hogar, que era lo que se esperaba de ellas.

Sin embargo, con este enfoque la película pierde brío porque se deja de lado completamente al malo de la historia y, sin un malvado, no hay peligro, ni morbo, ni tensión. 

Además, la investigación es bastante plana, rutinaria incluso, sin grandes momentos que eleven el tono, con lo que el transcurso de la historia es bastante gris y puede llegar a aburrir en algunas fases. Y lo mismo sucede cuando se abordan los temas personales de Loretta, como su relación con su marido (Morgan Spector), un personaje bastante desaprovechado que no acaba de concretarse, con lo que tampoco en este aspecto la cinta logra salir de ese tono gris constante.

Es verdad que en el último tercio la cosa se anima, conforme se van perfilando las posibles soluciones pero, tal vez por ser fiel a la realidad, Ruskin termina también ofreciendo un desenlace algo confuso y donde no consigue elevar el tono, de manera que acabamos de ver la cinta con la misma sensación del comienzo, quedándonos con un relato bien contado pero en el que nos cuesta descubrir el interés. 

lunes, 6 de octubre de 2025

Misterio en Venecia



Dirección: Kenneth Branagh.

Guión: Michael Green (Novela: Agatha Christie).

Música: Hildur Guõnadóttir.

Fotografía: Haris Zambarloukos.

Reparto: Kenneth Branagh, Tina Fey, Kyle Allen, Camille Cottin, Jamie Dornan, Jude Hill, Ali Khan, Emma Laird, Kelly Reilly, Riccardo Scamarcio, Michelle Yeoh.

La escritora Ariadne Oliver (Tina Fey) invita a su amigo Hércules Poirot (Kenneth Branagh) a una sesión de espiritismo para que intente desenmascarar a una supuesta vidente (Michelle Yeoh).

Misterio en Venecia (2023) es el tercer acercamiento de Kenneth Brannagh al universo de Agatha Christie, tras Asesinato en el Orient Express (2017) y Muerte en el Nilo (2022), una apuesta bastante segura teniendo en cuenta el atractivo para todo tipo de públicos de las novelas de misterio de la célebre escritora.

La cinta está basada parcialmente en la novela Las manzanas (Hallowe'en Party) y los más reseñable sin duda es llevar el relato a Venecia y darle un toque cercano al terror, ambientándola en un oscuro palacio en medio de una tormenta. Es esta ambientación junto a una maravillosa fotografía lo más hermoso de la película porque, a nivel argumental, la historia no depara nada especialmente memorable.

Da la impresión de que Kenneth Branagh ha puesto el énfasis sobre todo en el apartado visual donde, además de la ambientación antes señalada, disfruta con juegos de cámara y encuadres, logrando con todo ello, es verdad, una atmósfera muy interesante.

Pero donde no logra algo similar es a la hora de desarrollar el misterio que, aunque sigue las pautas tradicionales, con los asesinatos misteriosos y las entrevistas a los sospechosos, no logra ahondar en ningún momento en el misterio ni en los personajes con la fuerza suficiente como para atraparnos en el misterio. Puede que no ayude el toque sobrenatural que intenta darle, pues sabemos claramente que todo tendrá al final una explicación racional. Pero, más allá de eso, el problema está en que no se presenta ningún culpable claro, no sentimos los progresos del detective y la solución se presenta de repente, sin preámbulos, resolviéndose todo de un modo muy poco atractivo y sin nada de garra.

Es como si todo el meollo de la intriga se difuminara en medio de los efectos visuales, sin adquirir el protagonismo necesario. Misterio en Venecia es una producción muy cuidada, pero le falta contenido. Una pequeña decepción.