Dirección: Jason R. Goode.
Guión: Andre Harden.
Música: Alain Mayrand.
Fotografía: Jan Kiesser.
Reparto: Jamie Bamber, Marie Avgeropoulos, Aleks Paunovic, Stefanie von Pfetten, Colin Cunningham, Gina Chiarelli, John Hainsworth.
Will (Jamie Bamber) y Dawn (Stefanie von Pfetten) están pasando por serias dificultades económicas cuando en cuentan por casualidad las coordenadas de lo que podría ser el escondite del botín de un robo cometido veinte años atrás. Junto a Cheryl (Marie Avgeropoulos) y Lee (Aleks Paunovic), a los que acaban de conocer, emprenden su búsqueda.
El tesoro de la montaña (2015) es un thriller con un toque novedoso y el atractivo de una propuesta canadiense que parece salirse de los caminos tan vistos en las producciones norteamericanas, aportando sobre todo un final inesperado que nos dejará una sensación de sorpresa por su originalidad pero, sobre todo, por no querer ceñirse a lo que podríamos esperar, que es el arreglo final satisfactorio para los protagonistas. En esta ocasión, el guión de Andre Harden juega la baza de la sorpresa y resulta mucho más potente y consecuente con lo visto, siendo sin duda el mejor elemento a destacar de esta cinta.
Porque en el resto, la verdad es que El tesoro de la montaña, a pesar de empezar de manera interesante, termina por caer en la repetición de la misma situación: los cuatro protagonistas adentrándose en un paraje inhóspito en busca del dinero que los sacará de la miseria y les permitirá empezar de nuevo. Con unos diálogos poco inspirados, la película entra en una dinámica un tanto soporífera que se extiende demasiados minutos, llegando a lograr que casi perdamos el interés por los problemas de los personajes.
Solamente se intenta aderezar algo la historia con la aparición del dueño de una cabaña aislada (Colin Cunningham) donde se refugian los cuatro aventureros, pero es poca cosa para cambiar un rumbo un tanto monótono que enseguida se retoma con la continuación de la búsqueda del tesoro.
Lo que sí que queda claro es hasta dónde es capaz de llegar una persona cuando le puede la avaricia, nublándole el juicio hasta el extremo de despreciar los obstáculos, por serios que sean, como les pasa a los protagonistas. Solamente Will conservará algo de sentido común, frente a la locura de sus compañeros.
Sin embargo, este mensaje pierde fuerza al no estar acompañado de un desarrollo más potente. Falta una mejor definición de los personajes, especialmente Lee, que no termina de definirse con claridad. Falta también un mayor dramatismo, pues ni los diálogos ni las situaciones terminan por acompañar convenientemente a la idea inicial, dejando un desarrollo demasiado simple y con escaso nervio que solo se salva por el novedoso final.
El resultado es un film que sentimos desaprovechado y que no acaba de funcionar como debería. Se parece más a un telefilm rutinario que a un thriller elaborado y complejo. Pasable.