El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 28 de mayo de 2013

Harper, investigador privado



Dirección: Jack Smight.

Guión: William Goldman (Novela: Ross MacDonald).

Música: Johnny Mandel.

Fotografía: Conrad Hall.

Reparto: Paul Newman, Lauren Bacall, Julie Harris, Shelley Winters, Robert Wagner, Janet Leigh, Arthur Hill, Pamela Tiffin, Robert Webber.

Lew Harper (Paul Newman), un investigador privado de Los Angeles, es contratado por la señora Sampson (Lauren Bacall) para que localice el paradero de su esposo, un multimillonario mujeriego y bebedor que ha desaparecido el día anterior misteriosamente.

Harper, investigador privado (1966) es por un lado un homenaje al cine negro clásico norteamericano, lo que podría explicar la presencia de Lauren Bacall en el reparto, y a la vez un intento de revitalizar el género. Vista hoy en día, la película pierde parte de la frescura que se supone tuvo en su día.

En primer lugar, tenemos una historia tremendamente confusa, imposible de descifrar con un solo visionado. Además hemos de añadir las diferentes subtramas que se añaden a la principal y que alargan en exceso el metraje de la película, que hubiera ganado en intensidad dejando de lado algunos pasajes y algunos personajes secundarios que no aportan gran cosa a la historia. Sin embargo, la verdad es que al final la intriga termina por resultar casi indiferente. Porque tal y como está planteada la película, lo que la define y lo que le da forma son sus personajes junto con el ambiente y el tono que pretende transmitir Jack Smight.

Comenzando por los personajes, el eje principal de la película es, naturalmente, la figura de Harper. Y siendo sinceros, hoy en día no es más que un cúmulo de tópicos en los que ha ido cayendo el género. Harper es un tipo duro, cínico, un tanto pasota y que está devuelta de todo y al que su esposa (Janet Leigh) ha mandado a paseo porque ya no soporta su egoismo y su falta de atenciones. Incluso la interpretación de Paul Newman, como para reforzar esta idea de los tópicos, resulta demasiado afectada y chulesca como para que nos la creamos. Puede que en su día resultase interesante, pero en la actualidad su trabajo me pareció demasiado forzado y muy poco natural.

Al lado de Newman tenemos algunos ilustres nombres, si bien no todos logran brillar a la misma altura. Lauren Bacall, a pesar de sus breves apariciones, aporta un toque de clase innegable a su personaje. Si se le hubiera dado más protagonismo en la historia seguro que la película habría salido ganando. Porque el resto de personajes también me parecieron meros estereotipos interpretados con mayor o menor acierto. Robert Wagner cumple con su papel de guaperas y la verdad es que resulta del todo creíble. Sin embargo, Pamela Tiffin, como Miranda Sampson, la alocada y mimada hija del millonario desaparecido, me parece muy poco convincente y desde luego con muy poquito sex appeal. Shelley Winters, para su desgracia, vuelve a aparecer encasillada en el mismo tipo de personaje alocado e infeliz de siempre. Y Janet Leigh, un poco en la línea de Lauren Bacall, también me parece que ha sido desaprovechada. Su personaje es de mero relleno y el juego que hubiera podido proporcionar se queda en simple figuración.

Al menos en su momento Harper, investigador privado tuvo muy buena aceptación por parte del público, lo que contribuyó a relanzar el género. Sin embargo, a mí me resultó un film no demasiado original ni interesante. Es cierto que tiene una atmósfera lograda y resulta entretenido, pero en líneas generales no se puede decir que sea una buena película y su excesiva duración tampoco le ayuda demasiado. Eso sí, el final es sorprendente y realmente estupendo.

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