El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Vive y deja morir



Dirección: Guy Hamilton.
Guión: Tom Mankiewicz (Personaje: Ian Fleming).
Música: George Martin.
Fotografía: Ted Moore.
Reparto: Roger Moore, Yaphet Kotto, Jane Seymour, Clifton James, Julius W. Harris, Geoffrey Holder, David Hedison, Gloria Hendry, Bernard Lee, Lois Maxwell.

Cuando en menos de veinticuatro horas tres agentes del servicio secreto británico son asesinados, el agente 007, James Bond (Roger Moore), recibe el encargo  de investigar sus muertes, que parecen estar relacionadas con un extraño diplomático de nombre Kananga (Yaphet Kotto).

Vive y deja morir (1973) pasará a la historia de la saga de James Bond por ser el debut de Roger Moore como el famoso agente británico. Pero además, la película tiene también otros elementos interesantes.

En esencia, el guión de Vive y deja morir no se sale de lo que es habitual en esta serie: un malvado con grandes ambiciones al que debe parar los pies el bueno de Bond. Un argumento bastante sencillo y no demasiado convincente que está planificado, esencialmente, para servir de base a las proezas de James Bond y sus espectaculares escenas de acción. Sin embargo, Vive y deja morir tiene un elemento novedoso que le da un plus a la historia: la ambientación de la intriga en medio de un ambiente de vudú y magia negra que añade un interesante juego de misterio y unas dosis terror y magia a la historia. Las escenas en el cementerio o la del entierro en Nueva Orleans están entre lo mejor de la película.

Pero lo que otorga muchas veces ese algo más a un título de Bond y lo sitúa por encima del resto es la calidad del malo de la película. Ha habido malvados legendarios, como Francisco Scaramanga (Christopher Lee) en El hombre de la pistola de oro (Guy Hamilton, 1974), que han quedado como los mejores de la saga. En esta ocasión el malo es encarnado por un convincente Yaphet Kotto que, sin llegar al nivel de los mejores malvados de la serie, sí que da la talla frente a James Bond, aunque quizá le falta un punto de maldad, mientras que lo que posee es un toque romántico en su pasión-obsesión por Solitaire.

En cuanto a James Bond, la diferencia principal respecto al encarnado por Sean Connery es que en la piel de Roger Moore, el agente 007 se vuelve más chulo, más castigador y un tanto más caricaturesco, perdiendo empaque y ganando cierto aire de sobrado y cínico.

Otro de los puntos positivos de la cinta son los numerosos toques de humor que salpican la historia, en particular la presencia del mítico sheriff J.W. Pepper, encarnado a la perfección por el genial Clifton James, y que repetirá aparición en El hombre de la pistola de oro. Tampoco faltan espectaculares persecuciones, en especial la vistosa de lanchas fuera borda por Luisiana, de lo mejor en cuanto a escenas de acción de la cinta que, eso sí, en este apartado en particular acusa lógicamente el paso de los años.

Otro de los elementos que siempre destacan en la serie es la llamada chica Bond. En esta ocasión le correspondió el honor a la debutante Jane Seymour, por entonces una hermosa joven que, sin destacar especialmente por su interpretación, sí que resulta bastante atractiva y muy elegante encarnando a Solitaire, la echadora de cartas, y que prolongaría su presencia en las pantallas con una carrera discreta.

Y no debemos olvidarnos de la canción, otro de los elementos característicos de la serie de James Bond.  En este caso se trata de un tema del mismísimo Paul McCartney, Live and let die, para mí el mejor tema de la larga serie de películas de James Bond y gracias al cuál la película recibió su única nominación al Oscar, a la mejor canción. Curiosamente, es George Martin, ex productor de The Beatles, el encargado del apartado musical de la película.

En definitiva, Vive y deja morir, sin salirse del corsé típico de la serie, contiene algunos elementos novedosos que le dan un aire diferente. No es que sea la mejor de las películas de la serie de Bond, pero sí que merece un puesto destacado dentro de la misma por esos toques originales, el debut de Roger Moore y la espléndida Live and let die.

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