Dirección: Guy Hamilton.
Guión: Tom Mankiewicz (Personaje: Ian Fleming).
Música: George Martin.
Fotografía: Ted Moore.
Reparto: Roger Moore, Yaphet Kotto, Jane Seymour, Clifton James, Julius W. Harris, Geoffrey Holder, David Hedison, Gloria Hendry, Bernard Lee, Lois Maxwell.
Cuando en menos de veinticuatro horas tres agentes del servicio secreto británico son asesinados, el agente 007, James Bond (Roger Moore), recibe el encargo de investigar sus muertes, que parecen estar relacionadas con un extraño diplomático de nombre Kananga (Yaphet Kotto).
Vive y deja morir (1973) pasará a la historia de la saga de James Bond por ser el debut de Roger Moore como el famoso agente británico. Pero además, la película tiene también otros elementos interesantes.
En esencia, el guión de Vive y deja morir no se sale de lo que es habitual en esta serie: un malvado con grandes ambiciones al que debe parar los pies el bueno de Bond. Un argumento bastante sencillo y no demasiado convincente que está planificado, esencialmente, para servir de base a las proezas de James Bond y sus espectaculares escenas de acción. Sin embargo, Vive y deja morir tiene un elemento novedoso que le da un plus a la historia: la ambientación de la intriga en medio de un ambiente de vudú y magia negra que añade un interesante juego de misterio y unas dosis terror y magia a la historia. Las escenas en el cementerio o la del entierro en Nueva Orleans están entre lo mejor de la película.
Pero lo que otorga muchas veces ese algo más a un título de Bond y lo sitúa por encima del resto es la calidad del malo de la película. Ha habido malvados legendarios, como Francisco Scaramanga (Christopher Lee) en El hombre de la pistola de oro (Guy Hamilton, 1974), que han quedado como los mejores de la saga. En esta ocasión el malo es encarnado por un convincente Yaphet Kotto que, sin llegar al nivel de los mejores malvados de la serie, sí que da la talla frente a James Bond, aunque quizá le falta un punto de maldad, mientras que lo que posee es un toque romántico en su pasión-obsesión por Solitaire.
En cuanto a James Bond, la diferencia principal respecto al encarnado por Sean Connery es que en la piel de Roger Moore, el agente 007 se vuelve más chulo, más castigador y un tanto más caricaturesco, perdiendo empaque y ganando cierto aire de sobrado y cínico.
Otro de los puntos positivos de la cinta son los numerosos toques de humor que salpican la historia, en particular la presencia del mítico sheriff J.W. Pepper, encarnado a la perfección por el genial Clifton James, y que repetirá aparición en El hombre de la pistola de oro. Tampoco faltan espectaculares persecuciones, en especial la vistosa de lanchas fuera borda por Luisiana, de lo mejor en cuanto a escenas de acción de la cinta que, eso sí, en este apartado en particular acusa lógicamente el paso de los años.
Otro de los elementos que siempre destacan en la serie es la llamada chica Bond. En esta ocasión le correspondió el honor a la debutante Jane Seymour, por entonces una hermosa joven que, sin destacar especialmente por su interpretación, sí que resulta bastante atractiva y muy elegante encarnando a Solitaire, la echadora de cartas, y que prolongaría su presencia en las pantallas con una carrera discreta.
Y no debemos olvidarnos de la canción, otro de los elementos característicos de la serie de James Bond. En este caso se trata de un tema del mismísimo Paul McCartney, Live and let die, para mí el mejor tema de la larga serie de películas de James Bond y gracias al cuál la película recibió su única nominación al Oscar, a la mejor canción. Curiosamente, es George Martin, ex productor de The Beatles, el encargado del apartado musical de la película.
En definitiva, Vive y deja morir, sin salirse del corsé típico de la serie, contiene algunos elementos novedosos que le dan un aire diferente. No es que sea la mejor de las películas de la serie de Bond, pero sí que merece un puesto destacado dentro de la misma por esos toques originales, el debut de Roger Moore y la espléndida Live and let die.
Guión: Tom Mankiewicz (Personaje: Ian Fleming).
Música: George Martin.
Fotografía: Ted Moore.
Reparto: Roger Moore, Yaphet Kotto, Jane Seymour, Clifton James, Julius W. Harris, Geoffrey Holder, David Hedison, Gloria Hendry, Bernard Lee, Lois Maxwell.
Cuando en menos de veinticuatro horas tres agentes del servicio secreto británico son asesinados, el agente 007, James Bond (Roger Moore), recibe el encargo de investigar sus muertes, que parecen estar relacionadas con un extraño diplomático de nombre Kananga (Yaphet Kotto).
Vive y deja morir (1973) pasará a la historia de la saga de James Bond por ser el debut de Roger Moore como el famoso agente británico. Pero además, la película tiene también otros elementos interesantes.
En esencia, el guión de Vive y deja morir no se sale de lo que es habitual en esta serie: un malvado con grandes ambiciones al que debe parar los pies el bueno de Bond. Un argumento bastante sencillo y no demasiado convincente que está planificado, esencialmente, para servir de base a las proezas de James Bond y sus espectaculares escenas de acción. Sin embargo, Vive y deja morir tiene un elemento novedoso que le da un plus a la historia: la ambientación de la intriga en medio de un ambiente de vudú y magia negra que añade un interesante juego de misterio y unas dosis terror y magia a la historia. Las escenas en el cementerio o la del entierro en Nueva Orleans están entre lo mejor de la película.
Pero lo que otorga muchas veces ese algo más a un título de Bond y lo sitúa por encima del resto es la calidad del malo de la película. Ha habido malvados legendarios, como Francisco Scaramanga (Christopher Lee) en El hombre de la pistola de oro (Guy Hamilton, 1974), que han quedado como los mejores de la saga. En esta ocasión el malo es encarnado por un convincente Yaphet Kotto que, sin llegar al nivel de los mejores malvados de la serie, sí que da la talla frente a James Bond, aunque quizá le falta un punto de maldad, mientras que lo que posee es un toque romántico en su pasión-obsesión por Solitaire.
En cuanto a James Bond, la diferencia principal respecto al encarnado por Sean Connery es que en la piel de Roger Moore, el agente 007 se vuelve más chulo, más castigador y un tanto más caricaturesco, perdiendo empaque y ganando cierto aire de sobrado y cínico.
Otro de los puntos positivos de la cinta son los numerosos toques de humor que salpican la historia, en particular la presencia del mítico sheriff J.W. Pepper, encarnado a la perfección por el genial Clifton James, y que repetirá aparición en El hombre de la pistola de oro. Tampoco faltan espectaculares persecuciones, en especial la vistosa de lanchas fuera borda por Luisiana, de lo mejor en cuanto a escenas de acción de la cinta que, eso sí, en este apartado en particular acusa lógicamente el paso de los años.
Otro de los elementos que siempre destacan en la serie es la llamada chica Bond. En esta ocasión le correspondió el honor a la debutante Jane Seymour, por entonces una hermosa joven que, sin destacar especialmente por su interpretación, sí que resulta bastante atractiva y muy elegante encarnando a Solitaire, la echadora de cartas, y que prolongaría su presencia en las pantallas con una carrera discreta.
Y no debemos olvidarnos de la canción, otro de los elementos característicos de la serie de James Bond. En este caso se trata de un tema del mismísimo Paul McCartney, Live and let die, para mí el mejor tema de la larga serie de películas de James Bond y gracias al cuál la película recibió su única nominación al Oscar, a la mejor canción. Curiosamente, es George Martin, ex productor de The Beatles, el encargado del apartado musical de la película.
En definitiva, Vive y deja morir, sin salirse del corsé típico de la serie, contiene algunos elementos novedosos que le dan un aire diferente. No es que sea la mejor de las películas de la serie de Bond, pero sí que merece un puesto destacado dentro de la misma por esos toques originales, el debut de Roger Moore y la espléndida Live and let die.
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