El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 12 de septiembre de 2013

En la habitación



Dirección: Todd Field.
Guión: Robert Festinger & Todd Field (Historia: Andre Dubus).
Música: Thomas Newman.
Fotografía: Antonio Calvache.
Reparto: Sissy Spacek, Tom Wilkinson, Marisa Tomei, Nick Stahl, William Mapother, William Wise, Celia Weston, Karen Allen.

Frank Fowler (Nick Stahl) es un joven graduado que mantiene una relación sentimental con Natalie (Marisa Tomei), una mujer en trámites de divorcio de un marido que la maltrata y madre de dos niños. Ruth (Sissy Spacek), la madre de Frank, no aprueba esa relación y desea que su hijo se centre en sus estudios, aunque Frank parece que no tiene prisa por ir a la universidad, lo que supondría separarse de Natalie.

Debut del director Todd Field que, de golpe, consiguió nada menos que cinco nominaciones a los Oscar con su ópera prima, En la habitación (2001). Se trata, básicamente, de un melodrama puro y duro pero que, en las manos de Field, evita caer en lo rutinario y lagrimógeno para convertirse en un film con no pocos méritos; el principal: alejarse todo lo posible del típico telefilm vespertino.

En realidad la historia es muy básica y sencilla: cómo afecta la muerte violenta y repentina de su hijo único a la vida de un matrimonio normal de clase media. No hay más. Sin embargo, se puede tomar este argumento y convertirlo en un folletón de los que nos sujetan al pañuelo y dan hasta vergüenza ajena o, por el contrario, intentar crear una historia que aporte algo más. Y es lo que consigue Todd Field al plantearse la historia desde cierta distancia, dejando los sentimientos y hasta las acciones en la recámara. Lo que nos ofrece a cambio es un film pausado, sosegado, frío; una película donde parece que no pasa gran cosa, construida a base de pequeñas escenas a modo de cuadros que van componiendo un puzzle amargo y sombrío, pero nunca folletinesco ni vulgar.

El film tiene dos partes más o menos claras: una introducción hasta la muerte de Frank, donde aún no sabemos muy bien por dónde va a derivar la historia y que sirve de presentación de los personajes principalmente. Ya vamos viendo detalles del estilo del director y de cómo afronta la historia, con un ritmo pausado y ocultando o insinuando cosas antes que mostrarlas abiertamente. Tras la muerte de Frank es cuando comienza propiamente la parte más importante de la historia, cuando los padres del chico han de afrontar la realidad de su pérdida y cuando nosotros, los espectadores, aguardamos los acontecimientos. Y es entonces cuando se desvela de manera clara el estilo de Field, la manera en cómo decidió abordar este drama: desde la distancia, desde cierta frialdad, dejando que los silencios, las miradas y el trabajo de los actores nos muestren indicios del dolor, del sufrimiento, del vacío... pero siempre desde un punto de vista algo distante, discreto, para no caer en el melodrama barato.

El resultado de esta elección es una película lenta, a veces algo desesperante, pero que de alguna manera nos mantiene alerta. El mérito de Todd Field consiste en mantener nuestro interés con muy pocos elementos. Y lo consigue porque su historia transmite autenticidad, precisamente gracias a esa contención de las emociones, a esa parsimonia a la hora de contar el drama de los padres. Con un estilo elegante, Field demuestra una soltura inusual en un debutante, con un estilo preciso y definido que ayuda a la eficacia con que nos llega la historia.

Ello no impide que la película resulte un tanto fría. Tal vez algo más de ritmo o un metraje más contenido hubieran aliviado el ritmo tan lento de la película. Porque aunque la historia está muy bien contada y hay escenas preciosas, en general la sensación que nos deja la película es un tanto fría, lo cuál no es del todo malo, pero se hubiera agradecido algo más de implicación con los protagonistas. Sentimos, eso sí, el enorme vacío de Ruth y Matt (Tom Wilkinson) como algo auténtico y real que traspasa la pantalla. Y ello se debe también al magnífico trabajo de Sissi Spacek y Tom Wilkinson, que nos dan una soberana lección de interpretación.

En la habitación fue derrotada en los Oscars por Una mente maravillosa (Ron Howard), no logrando ninguno de los cincos Oscars a los que fuera nominada (película, mejor actor y actriz principal, mejor actriz secundaria y mejor guión adaptado).

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