El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 14 de marzo de 2015

Destino oculto



Dirección: George Nolfi.
Guión: George Nolfi (Historia: Philip K. Dick).
Música: Thomas Newman.
Fotografía: John Toll.
Reparto: Matt Damon, Emily Blunt, Anthony Mackie, John Slattery, Michael Kelly, Terence Stamp, Anthony Ruivivar, Gregory Lay, Jennifer Ehle, Pedro Pascal.

El día de su derrota electoral, David Norris (Matt Damon) conoce a Elise (Emily Blunt), una atractiva mujer de la que se enamora al instante. Sin embargo, algunas personas no ven bien esa relación.

George Nolfi, co-guionista de El ultimatum de Bourne (Paul Greengrass, 2007), debuta como director con esta curiosa y un tanto surrealista película, mezcla de thriller, comedia romántica y film de ciencia ficción. Un coctel que no termina de consolidarse a pesar del esfuerzo y los medios que se adivinan detrás.

El guión del propio Nolfi es una adaptación de un relato corto de Philip K. Dick, cuyo nombre nos dirá algo más si añadimos que otros relatos suyos sirvieron base a películas como Blade Runner (Ridley Scott, 1982), Desafío total (Paul Verhoeven, 1990) o Minority report (Steven Spielberg, 2002). Como se ve, un escritor amante de rizar el rizo dejando volar una imaginación desbordante.

Sin embargo, no todo en este tipo de relatos es bueno o coherente o interesante. En el caso de Destino oculto (2011) lo que falla básicamente es la historia original. Y es que resulta cuando menos chocante todo el montaje del dios director del mundo y su organización secreta de "ángeles" que han de velar por cumplir su plan. El hecho de que éste plan prohiba el amor entre dos personas y que sus ángeles actúen casi como matones no termina de encajar bien con la idea de un director que, en teoría, debería velar por la felicidad de la gente. Esta premisa es ya un punto en contra de la historia, algo que no terminamos de aceptar, por el simple hecho de que carece de toda lógica.

Pero es que, cuando comprendemos que los ángeles no pueden, en el fondo, hacerle daño al protagonista, ni siquiera parecen poder obligare a cambiar sus decisiones, la posible amenaza que podrían suponer, el peligro que temíamos representaban para David se desmorona de raíz. Y si no hay peligro, ¿dónde está el interés?, ya no tememos por David ni por su amor. Es más, sabemos casi desde el principio que, pase lo que pase, David y Elise van a terminar juntos. Porque Destino oculto, en el fondo, sigue a rajatabla el esquema ya conocido de las típicas historias de amor: la pareja se encuentra, se separa (esta vez por la intervención de fuerzas superiores) pero el amor hace que terminen superando los obstáculos, reuniéndose en el esperado final feliz. Sólo la originalidad del guión, la química entre los protagonistas o la gracia de las situaciones establecen diferencias entre las muchas películas que han seguidos estos pasos.

Y de nuevo tenemos que convenir que en Destino oculto el romance carece de verdadera fuerza, lo mismo que las fuerzas que intentan separar a los amantes, que jamás llegamos a percibir como una amenaza creíble. Ni el desarrollo de las distintas etapas del argumento tampoco es especialmente memorable. Hubiera sido mucho mejor dotar a los ángeles de la bondad que se les supone, como demostró el gran Frank Capra con su eterna Qué bello es vivir (1946), donde la presencia de lo sobrenatural encajaba en el argumento con una precisión maravillosa, no como aquí.

Y a pesar de todo, la película se deja ver con cierto interés. Y más que nada es por el buen hacer de Matt Damon y de Emily Blunt, una pareja que funciona de maravilla: él demuestra que tiene tablas de sobra tanto para el thriller o el film romántico, todo lo hace bien; ella porque es creíble, auténtica y muy guapa. Y además están acompañados de unos secundarios perfectos. y como añadido imprescindible, George Nolfi consigue sacar petróleo del guión gracias a una dirección muy sensata, que mantiene el ritmo constante. Lástima que la historia no termine de cuajar y que la intriga no resista ni cinco minutos, de haber tenido una historia mejor el resultado habría sido de nota.

Así que nos tendremos que contentar con un film ameno, con cierto toque original, pero que falla desde la base, con lo que no podemos sacar mucho más que un pasatiempo inocente y sin mucha sustancia.

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