Dirección: M. Night Shyamalan.
Guión: M. Night Shyamalan.
Música: James Newton Howard.
Fotografía: Roger Deakins.
Reparto: Joaquin Phoenix, Bryce Dallas Howard, William Hurt, Sigourney Weaver, Adrien Brody, Judy Greer, Brendan Gleeson, Michael Pitt.
Los habitantes de una pequeña aldea de Pennsylvania viven atemorizados por unos seres extraños y peligrosos que habitan el bosque fronterizo. Por ello vigilan por las noches y nunca se adentran en el bosque.
El bosque parece, a primera vista, un film más de terror. Gran parte de la película la pasamos temiendo, como los habitantes de la aldea, a unos seres terribles que habitan el bosque, matan el ganado y constituyen un peligro constante que condiciona la vida de la pequeña aldea. No los vemos, pero el miedo a su presencia es más real quizá que si apareciesen de repente. Es lo maravilloso de la sugestión. Y M. Night Shyamalan sabe jugar perfectamente esa baza.
Sin embargo, tras la primera impresión, El bosque va revelando que es algo más que un relato inquietante o, por lo menos, no es solamente eso. Estamos acostumbrados a que este tipo de películas se centren toscamente en su esencia, a veces despreciando todo lo demás. Pero el relato de Shyamalan es mucho más que eso. Shyamalan no se queda con lo evidente, y nos ofrece un relato muy cuidado, extraño por momentos, cuidadosamente narrado, con una fotografía maravillosa que parece dibujarnos unos "cuadros" cargados de belleza y no pocas dosis de poesía; al igual que los cuidados diálogos, a veces sorprendentes por su originalidad, su misterio, su extrañeza. La aldea está viva y sus habitantes acaparan nuestra atención de igual manera que los seres del bosque, incluso más, y ello hace de la historia un cuento completo, profundo, lleno de matices, más allá del elemento inicial del peligro que encierra el bosque.
Tampoco los personajes escapan de esta visión tan personal del director, en especial Lucius (Joaquin Phoenix), valiente y silencioso, y sobre todo Ivy (Bryce Dallas Howard), una joven ciega a la que es un placer ver en escena, con su maravilloso poder de observación, que hace que reconozca a Lucius por el color que desprende, y que Bryce Dallas Howard encarna con una intensidad sorprendente, conmovedora e hipnótica. La misma relación entre ella y Lucius, su amor secreto, es otro de esos detalles cargados de poesía y belleza que brotan del talento de Shyamalan.
Es cierto que el descubrimiento del secreto que se esconde en la aldea resulta un tanto inverosímil y a mí, personalmente, me resultó decepcionante. Hubiera deseado que la magia del relato, su misterio, se vieran recompensados con una explicación menos prosaica, menos increíble y que, bien vista, roza lo absurdo.
Me quedo quizá con la reflexión que puede motivar: cómo el miedo al dolor, a una realidad cruel, puede llevar a intentar una huída aún más peligrosa, donde la mentira puede ser también aterradora, donde se llega a robar la vida y la libertad de las personas, con una buena intención, es verdad, pero que no deja libertad de decisión a gran parte de los habitantes de la aldea y los encadena de por vida a una mentira. Es un interesante debate, pero aún así hubiera preferido a esos seres misteriosos del bosque.
Si el guión de Shyamalan está cargado de poesía, también su puesta en escena se corresponde perfectamente con sus intenciones. Sus movimientos de cámara, la luz, el ritmo del relato, los cortes, los encuadres... todo ello le da un toque peculiar a El bosque, terriblemente personal, intencionado. Es todo un ejercicio de estilo que demuestra una capacidad narrativa encomiable. Puede haber cierto grado de artificio, pero no es vacuo, todo obedece a una intención.
Sin duda, El bosque se presenta como un film terriblemente original, personal, bello y cautivador. Da gusto ver que el cine aún puede ofrecernos sorpresas así, obras personales que nos invitan a reflexionar mientras nos atrapan con misterios a cerca de la naturaleza humana.
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