El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 23 de enero de 2024

Al caer la noche



Dirección: Jacques Tourneur.

Guión: Stirling Silliphant (Novela: David Goodis).

Música: George Duning.

Fotografía: Burnett Guffey (B&W).

Reparto: Aldo Ray, Brian Keith, Anne Bancroft, Jocelyn Brando, James Gregory, Frank Albertson, Rudy Bond. 

James Vanning (Aldo Ray), un diseñador gráfico, conoce a una modelo (Anne Bancroft) y entre ambos surge una mutua atracción. Sin embargo, su encuentro se verá interrumpido por John (Brian Keith) y Red (Rudy Bond), dos tipos que le reclaman a James 350.000 dólares.

Obra menor del cine negro, Al caer la noche (1956) sufre de un guión poco preciso que lastra los intentos de Jacques Tourneur de llevar la historia a buen puerto.

Para empezar, la historia resulta demasiado sencilla. Tal vez no daba realmente para un largometraje, al menos no como está planteada, con numerosas escenas que parecen estar ahí para ir dilatando el desarrollo, pero con escasa trascendencia. Y eso lo que provoca es que el ritmo se resienta bastante, de manera que el desarrollo es todo menos ágil.

Jacques Tourneur juega con los flashbacks para darle cierta alternancia al relato, pero incluso este recurso no termina de funcionar del todo bien, ralentizando de nuevo el desarrollo por la manera en que esos momentos están insertados en el presente y alargando demasiado la aclaración de lo acontecido.

Quizá lo que funciona bastante bien es el mantener las dudas sobre la inocencia o culpabilidad de James hasta bien mediada la historia, lo mismo que resulta bastante interesante la figura del investigador del seguro (James Gregory), pero son solamente pequeños destellos en medio de una historia bastante simple y plana.

Ni siquiera el romance entre James y Marie aporta emoción al relato y presenta la misma falta de intensidad que el resto. 

Y también por culpa del guión, los momentos más importantes de la cinta carecen de emoción. Incluso cuando la vida de James está en peligro, no llegamos a sentir angustia, ni siquiera preocupación por su suerte. Falta llevar la historia un paso más allá, porque todo resulta tan comedido que hasta Red, con su punto de paranoia, no asusta a nadie realmente. Tal vez aquí influya el paso del tiempo, pero hay películas de esa época y anteriores donde la sensación de riesgo era mucho más evidente que en esta.

Sin embargo, donde Al caer la noche descarrila definitivamente es en el desenlace, de una torpeza mayúscula. ¿Cómo se explica que viendo las huellas en la nieve de los atracadores los tres protagonistas se metan voluntariamente en la boca del lobo? Lo que sucede a partir de ahí es de un absurdo total. Incluso sorprende la torpeza de Jacques Tourneur al desarrollar la pelea final, casi cómica con Red montado en una máquina que va a cinco kilómetros por hora y luchando a brazo partido con James cuando tenía una bala en el cuerpo.

Sinceramente, me parece que Al caer la noche es una película bastante mediocre. Una pena, pues el cine negro es un género de lo más sugerente, pero donde, como es lógico, hay de todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario