El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 16 de mayo de 2015

The Code



Dirección: Mimi Leder.
Guión: Ted Humphrey.
Música: Atli Örvarsson.
Fotografía: Julio Macat.
Reparto: Morgan Freeman, Antonio Banderas, Radha Mitchell, Rade Serbedzija, Robert Forster, Tom Hardy.

Keith Ripley (Morgan Freeman), un veterano ladrón de obras de arte, necesita un compañero para su próximo golpe y se fija en el joven Gabriel Martín (Antonio Banderas), un delincuente callejero.

Las películas de atracos giran en torno a unos parámetros un tanto limitados y que se han visto expuestos en infinidad de films: la aparente imposibilidad para cometer el atraco, debido a fuertes y sofisticadas medidas de seguridad y la sorprendente capacidad de los ladrones para salirse con la suya a pesar de todas las dificultades. La clave está pues, no en buscarle tres pies al gato, sino en crear unos personajes y un ritmo lo suficientemente atractivos para que los lugares comunes del argumento pierdan relevancia y se centre nuestra atención en otras cosas. Recientemente hemos visto propuestas no demasiado originales pero que salvan los muebles por una impecable y atractiva puesta en escena. Eso, o jugar con el espectador a base trampas y engaños, que suele ser el recurso más sencillo pero también el menos brillante. Y es por esta segunda alternativa que opta The Code (2009), un film con un argumento tramposo y falso a más no poder. Lo bueno es que es algo que nos olemos desde el principio, con lo que no nos va a defraudar por mentiroso, ya que lo sospechábamos. Lo malo, su única baza: la sorpresa final, el truco de magia que debía dejarnos con la boca abierta mientras se encienden las luces, no causa el mínimo efecto por haberlo anticipado ya. Sólo sentimos cierta confusión por la proliferación de nombres, engaños y personajes en un desenlace algo chapucero y muy poco vistoso.

¿Que nos queda entonces, si nos olvidamos de las mentiras y trampas del guión? pues muy poquita cosa. Y es que el argumento no solo es falso, sino que carece de originalidad. Los personajes protagonistas son rutinarios, estereotipados; la chica es un mero elemento decorativo para alternar el ritmo del robo con algo de romance y sexo light; el desarrollo es bastante previsible y sin mordiente; los momentos de auténtica emoción no existen, en ningún instante sentimos preocupación por el futuro de los protagonistas, ni siquiera cuando la mafia rusa y un poli resentido aumentan sus amenazas... en definitiva, una película bastante plana y sin demasiado talento. Todo se limita a acumular momentos previos al robo, ver el desarrollo del mismo y cómo los ladrones sortean las medidas de seguridad y esperar el final feliz, que se adivina desde el minuto uno.

Lo único que nos puede interesar en The Code es la presencia de Morgan Freeman, un actor que en sí mismo es una garantía de buen hacer, y de un acertado Antonio Banderas, algo encasillado en el rol latino, pero convincente. Incluso los actores secundarios son otro ejemplo de una película que no cuidó mucho los detalles.

Hasta tal punto se trata de film menor que salió directamente en los Estados Unidos en el circuito del DVD, sin pasar por las salas. Con ésto está dicho todo.


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