El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 17 de mayo de 2015

Step Up. Bailando



Dirección: Anne Fletcher.
Guión: Duane Adler, Melissa Rosenberg (Historia: Duane Adler).
Música: Aaron Zigman.
Fotografía: Michael Seresin.
Reparto: Channing Tatum, Jenna Dewan, Rachel Griffiths, Mario, Drew Sidora, Heavy D, Damaine Radcliff, De'Shawn Washington, Josh Henderson, Deirdre Lovejoy, Alyson Stoner.

Tyler Gage (Channing Tatum), un huérfano de los bajos fondos, que se gana unos dólares robando coches con un par de amigos, es arrestado un día en que los tres compinches entran en la Escuela de Artes y destrozan parte del decorado del salón de actos. El juez le sentencia a doscientas horas de servicios sociales en dicha escuela.

No se puede decir que Step Up. Bailando (2006) destaque especialmente por su guión. En realidad, la historia que nos cuenta no es en absoluto novedosa: un joven rico y una hermosa chica de buena familia que se conocen gracias a su amor por el baile y que, desde dos mundos opuestos, terminan enamorándose. Y es que se podría resumir el guión como una sencilla historia de amor. Y como en toda historia de amor que se precie, los enamorados deberán superar varios escollos y decisiones erróneas hasta el esperado final feliz, donde triunfará su amor.

Como se ve, en apariencia un film bastante previsible que adorna el romance con un trasfondo de baile, lo que siempre funciona bastante bien para dar un buen decorado a la historia central.

Pero nos equivocamos si sólo vemos lo obvio en esta película. Y aquí está la valía de Step Up, que sabe dotar a un argumento bastante visto algunos detalles que le dan entidad e interés.

En primer lugar, Fletcher decide darle los papeles protagonistas a dos bailarines, lo que hace que las escenas de baile resulten realmente espectaculares. Ello, eso sí, hace que en algunas escenas se note que no estamos ante actores profesionales. Aún así, es un mal menor que se lleva bastante bien.

Otro de los aciertos, desde mi punto de vista, es no abusar de los números de baile, que no abundan y son sólo una parte de la historia, complementándola. De esta manera, tenemos una película que no necesita recurrir a vistosas coreografías para tapar otras carencias argumentales. En este caso, el argumento no necesita ayudas externas, pues tiene la entidad suficiente, merced a un buen guión que cuida los detalles, el diseño de los personajes, el entorno en que se mueven. Así, no tenemos como protagonistas a meros guaperas que nos encandilen con sus bailes y sus besos; son personajes complejos, con su pasado, sus aspiraciones y sus luchas contra el entorno, mucho más allá de meros clichés. Step Up nos quiere contar algo, si bien no de un modo demasiado profundo, pero sí que se percibe el interés por trascender el mero romance entre jovencitos y contar algo más.

Así, la película nos habla de los bajos fondos, de los problemas de los barrios marginales, que meten a sus jóvenes en una espiral de rutinas vacías, trapicheos y ninguna esperanza en el futuro. También se tratan los problemas familiares, las ambiciones, las traiciones, el sentido de la lealtad, etc. En resumen, el gran acierto de Step Up es haber sabido arropar convenientemente una historia sencilla, buscando ofrecer algo más que la fórmula más evidente y trillada de un relato del amor juvenil.

Estamos ante una película amena, con buen ritmo, bien contada, sin excesos pero intensa por momentos y que nos deja unas muy buenas sensaciones y la certidumbre de que se puede dignificar cualquier temática siempre y cuando se apliquen el sentido común y un respeto por este arte que es el cine.

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